Estudio bíblico de Isaías 55:1-13

Isaías 55

Ahora, en el capítulo 55, encontramos la invitación de Dios al mundo (vv.1-5), los caminos de Dios (vv. 6-9) y una presentación de la Palabra de Dios (vv. 11-13). La obra del Siervo sufriente en el capítulo 53 hizo posible el ofrecimiento de salvación de este capítulo. En el capítulo 54, la invitación se limitaba a la nación de Israel. En este capítulo que hoy consideramos la invitación se extendió a todo el mundo. El Evangelio fue primero a Israel y luego a las demás naciones. Creemos que eso fue lo que Pablo quiso decir en Romanos 1:18, cuando dijo: "16No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego". Ahora, eso no quiere decir que el judío tiene hoy la más alta prioridad, pero tampoco debe tener la más baja, sino que está al mismo nivel que cualquier otra persona. Pero el judío recibió el evangelio primero. Pedro, en el día de Pentecostés, predicó a una audiencia completamente judía. Allí no había ningún no judío. Esa invitación ahora va dirigida a todo el mundo. Y éste es un hecho notable, porque ha habido muy pocos líderes religiosos que han tenido una visión global. Debemos destacar que la obra del Siervo que sufre en el capítulo 53, hizo posible que ahora la oferta de salvación se comunique a un mundo perdido, en este capítulo 55.

La invitación de Dios aún tiene que tener su cumplimiento completo en Israel. En la actualidad, es para todo el mundo, con una sola condición, como veremos pronto. Ésta no es una oferta mecánica guardada bajo llave en un compartimiento hermético de la elección de Dios, sino que se apoya en la libre voluntad de cada oyente. A cada persona se le recomienda encarecidamente, en realidad, se le ordena buscar al Señor.

Leamos el primer versículo, de este capítulo 55 de Isaías, que inicia el párrafo dedicado a exponer:

La invitación al mundo

"¡Venid, todos los sedientos, venid a las aguas! Aunque no tengáis dinero, ¡venid, comprad y comed! ¡Venid, comprad sin dinero y sin pagar, vino y leche!"

El capítulo comienza con un clamor del corazón de Dios a todo individuo para que se detenga y considere la salvación. Éste es como un pedido de auxilio en la noche. Él desea que cada alma débil contemple Su poderoso brazo de salvación.

Tenemos aquí un llamado, una invitación universal. Y encontramos, sin embargo, que está limitada a una clase de gente. Dice aquí que va dirigida a "todos los sedientos". Escuche, amigo oyente, es para todos y todos aquí quiere decir literalmente todos. Quiere decir, cada hombre, cada mujer, y cada niño en este mundo. Se refiere a cada persona en cualquier posición de la vida, de todos los niveles de la sociedad, de cada raza, pueblo, lengua, condición y color. Todos están incluidos.

Pero debemos destacar que la invitación está limitada a ciertas personas, porque aquí dice: "todos los sedientos". Para todos aquellos cuya sed no ha sido aplacada por las cisternas hechas por seres humanos. Para aquellos que hoy han estado bebiendo en los bares de esta tierra, ésta es una invitación para aquellos que desean beber una porción abundante de las fuentes eternas. El Dr. Jennings escribió lo siguiente: "Escuchemos, entonces, como si nunca antes hubiéramos oído la melodía de esta invitación tierna y gratuita. ¿Quienes son las personas invitadas? Todos los que tienen sed. Todo lo que se necesita para ser bien recibido, no es el necesitar, porque esto es una realidad en todos, sino el querer aquello que se ofrece. ¿Estoy yo totalmente insatisfecho conmigo mismo? Entonces, estoy sediento. ¿Estoy yo insatisfecho con todo lo que este mundo me puede ofrecer y de lo cual ya he probado? Entonces, estoy sediento. ¿Está mi espíritu totalmente insatisfecho con todo el formalismo de la religión? Entonces, estoy sediento. ¡Bendita sed! Es el único requisito necesario para disfrutarlo".

Ésta es la invitación para todos los sedientos. Ahora, si usted dice: "No estoy interesado. No tengo sed. Yo estoy satisfecho con las cosas de la vida". Entonces, amigo oyente, esta invitación no es para usted. No será para usted hasta que usted tenga sed. A veces, durante un viaje por carretera uno viaja por zonas desérticas y puede encontrar al lado del camino un cartel que muestra una botella rodeada de hielo. La publicidad es atractiva y uno no puede evitar mirarla. Allí simplemente se le hace una pregunta: ¿tiene sed? Los que han colocado ese anuncio quieren que usted se detenga en la primera oportunidad que tenga y compre esa bebida. Ellos esperan que usted tenga sed y aprovechan la ocasión para recordárselo. Sin embargo, si cuando usted pasa frente a ese anuncio y tiene su propia provisión de refresco, entonces, no sentirá la necesidad de detenerse y continuará su viaje. Pero si usted tiene sed, entonces detendrá su marcha en cuanto pueda y comprará ese refresco.

En las encrucijadas de la vida Dios ha colocado un anuncio que dice "¿tiene usted sed?" Recordamos la invitación del versículo: "Venid, todos los sedientos". Y nosotros preguntamos, ¿está usted cansado de este mundo? ¿Ha descubierto que esta vida no le satisface? ¿Ansía usted algo mejor? Dios dice: "Yo tengo algo para usted". Y entonces menciona una variedad de cosas que usted puede comprar sin dinero. La oferta de Dios no requiere dinero. ¿Por qué? Porque en Isaías 53 vemos que el Señor Jesús pagó el precio en la cruz. Ésta es una invitación de Dios para usted: "¡Venid, comprad y comed!" Y no es sólo bebida, sino que Él también ofrece el pan de vida.

Observemos que se ofrecen tres clases de bebida:

1. Aguas y vemos está en el plural. Y, en el idioma hebreo, el plural expresa un grado superlativo. El agua es demasiado maravillosa como para ser expresada por la forma singular. "Aguas" también nos habla de abundancia, es decir, que se refiere a cantidad, así como a la calidad. Es agua para el alma. Ésta fue la clase de agua que el Señor Jesucristo ofreció, y El usó el mismo simbolismo, cuando se encontraba un día en la zona del templo y anunció en alta voz: "Si alguien tiene sed, venga a mí y beba". (Juan 7:37) Ahora sabemos donde se encuentra la fuente; la fuente es Cristo, que es el Agua de Vida y nuestro Salvador.

2. Vino es la segunda bebida ofrecida, que simboliza la alegría. En el libro de Proverbios, capítulo 31, versículo 6, dice: "Dad la sidra al desfallecido y el vino al de ánimo amargado". Y, luego, podemos leer en la primera epístola a los Tesalonicenses, capítulo 1, versículo 6: "Vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la Palabra en medio de gran tribulación, con el gozo que da el Espíritu Santo". Ahora, la alegría es aquello que usted puede tener cuando Cristo no sólo es su Salvador, sino cuando Él se convierte en el Dueño, en el Señor de su vida. Cuando usted llega a conocerle a Él, usted puede tener esa alegría. Juan escribió sobre ello en su primera epístola, capítulo 1, versículo 4, y dijo: "Para que vuestro gozo sea completo". La siguiente frase se encontraba enmarcada en la oficina de un Pastor, con estas palabras: "El gozo es la bandera que ondea en el corazón cuando el Dueño reside allí". Y de paso, amigo oyente, digamos que la auténtica alegría que la relación con Cristo produce, es una bebida maravillosa.

3. Leche fue la tercera bebida ofrecida. La leche es esencial para el crecimiento y el desarrollo, especialmente para los niños. Así también, la leche de la Palabra de Dios es esencial para el crecimiento espiritual. Es por ello que difundimos el estudio de esa Palabra. El apóstol Pedro lo explicó de esta manera en su primera carta, capítulo 2, versículo 2: "2y desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación". Estamos seguros que usted habrá tenido oportunidad de observar a algún bebé, cuando su mamá está preparando su biberón. Esa criatura está acostada en su cuna agitando sus manos y sus pies; en realidad todo su cuerpo se mueve con ansiedad y su boca hace toda clase de ruidos. ¿Por qué? Porque desea la leche. Y un hijo de Dios, amigo oyente, debería desear la leche de la Palabra de Dios con la misma ansiedad. Amigo oyente, si usted es un creyente, hay algo que no funciona bien con usted si no le agrada el estudio de la Palabra de Dios. A veces en los círculos cristianos puede haber actividades entretenidas, cursillos y coloquios sobre diversos temas, encuentros sociales y otras actividades, pero no se estudia la Palabra de Dios. Por tal motivo, parece que muchos creyentes como si hubieran nacido muertos, porque no tienen vida espiritual; y otros, presentan un desarrollo espiritual deficiente. Estimado oyente cristiano, usted debería tener un gran interés en alimentarse espiritualmente con la Palabra de Dios. El versículo 2, de este capítulo 55 de Isaías, dice:

"¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan y vuestro salario en lo que no sacia? ¡Oídme atentamente: comed de lo mejor y se deleitará vuestra alma con manjares!"

Aquí deberíamos examinarnos con respecto al dinero que gastamos en lo que no sean nuestras necesidades básicas, y que no satisface realmente nuestra vida. Entonces, ¿dónde se encuentra la felicidad? No la encontraremos en el dinero. Cierto millonario, cuando estaba muriendo dijo: "Supongo que yo soy el hombre más miserable de toda la tierra". Tampoco encontraremos esa satisfacción en los placeres. Para poner otro ejemplo de la vida real, Lord Byron, que tenía todo lo que esta vida puede ofrecer, era un genio, tenía dinero, fama, y probó toda clase de placeres escribió en su Poema "En mi trigésimo sexto año", "El gusano, la úlcera y el dolor son míos solamente".

Estimado oyente; ¿Por qué no va a la mesa donde puede obtener el pan, la leche, el vino y el agua que satisfacen, es decir, los alimentos espirituales de los que hemos hablado? Allí es donde todos necesitamos ir con frecuencia. En el versículo 3 de este capítulo 55, leemos:

"Inclinad vuestro oído y venid a mí; escuchad y vivirá vuestra alma. Haré con vosotros un pacto eterno, conforme a las misericordias firmes mostradas a David."

Dios tuvo compasión de David, y Él tendrá compasión de usted y de mí. En cierta ocasión, un hombre a quien le gustaba ridiculizar la Biblia, y con una mirada maliciosa, nos formuló la siguiente pregunta: "¿Por qué Dios eligió a un hombre como David?" Nos dimos cuenta de lo que estaba pensando y le respondimos: "Le diremos por qué Dios eligió a un hombre como David. Fue para que usted y yo tuviéramos el valor de acercarnos a Él, porque, si Dios aceptó a David, eso quiere decir que Dios lo puede aceptar a usted, y también me puede aceptar a mí". ¡Qué hermosa fue la compasión que Dios mostró con David! Y ahora, en el versículo 4, leemos:

"He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones."

El Señor Jesucristo fue llamado el verdadero testigo para nosotros en nuestro tiempo Luego, en el versículo 5, leemos:

"He aquí, llamarás a gente que no conociste y gentes que no te conocieron correrán a ti por causa del Señor, tu Dios, y del Santo de Israel, que te ha honrado."

A continuación leamos el versículo 6, de Isaías 55, que comienza la sección que hemos titulado:

Los caminos de Dios

"¡Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano!"

El camino de Dios y el camino del hombre, se presentan en contraste y conflicto. A veces se expresa la objeción de que éste no es un llamado legítimo del evangelio para el día de hoy, porque al hombre no se le pide que busque a Dios, sino que por el contrario, aquí vemos que Dios está buscando al hombre. Bueno, esto es cierto, pero sin embargo este llamado es para hoy, ya que aquí se considera el punto de vista humano. La responsabilidad humana no es anulada por los propósitos soberanos y la elección de Dios. Por tanto, el Señor Jesucristo pudo decir, en Juan 6:37: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y el que a mí viene, no le echo fuera". Usted puede quedarse a un lado y alegar que no es uno de los elegidos: pero en el momento en que usted viene a Cristo, usted es uno de los elegidos. Y a usted le corresponde decidir si va o no. Ahora leamos el versículo 7:

"Deje el malvado su camino y el hombre perverso sus pensamientos, y vuélvase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar."

El problema que muchas personas tienen hoy no es mental. Uno puede escuchar a la gente que tiene grandes obstáculos intelectuales que superar antes de venir a Cristo. No, no es así, estimado oyente. Sólo hay un obstáculo, y es el pecado en la vida de una persona y que no quiere dejar. Eso es lo que le detiene a muchas personas y les impide venir a Dios. Aquí dice "Deje el malvado su camino". Cuando una persona así lo hace, entonces estará lista para volverse a Dios. Es en ese preciso momento que usted realmente siente la sed espiritual. A continuación, vemos que Dios dice en el versículo 8;

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor."

El camino de Dios es diferente a los caminos humanos. El Evangelio es el camino de Dios. No es producto de la elaboración del hombre. Nadie en esta tierra podría haberlo concebido. Bien dijo el apóstol Pablo en Gálatas 1:11 y 12: "11Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no es invención humana, 12pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo". El Evangelio descendió del cielo. Es el Evangelio de Dios. Y el versículo 9 completa la idea y dice:

"Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos."

O sea, que el Evangelio sólo pudo venir como una revelación, ya que la razón humana nunca sigue el camino de la redención.

Llegamos ahora a la tercera y última sección de este capítulo, que hemos titulado:

Presentación de la Palabra de Dios

Cuando se presenta el Evangelio, el énfasis recae en la exactitud, la fiabilidad y la importancia de la Palabra de Dios. Leamos entonces los versículos 10 y 11 de este capítulo 55 de Isaías:

"Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié."

Como decíamos, aquí podemos ver la importancia que se asigna a la Palabra de Dios. El único lugar donde se puede encontrar el evangelio es en la Palabra de Dios. La salvación es una revelación de Dios, y la Palabra de Dios fue aquí comparada con la lluvia que desciende del cielo. Estimado oyente, el evangelio no le está pidiéndole a usted que haga algo. Tampoco el evangelio es algo que el hombre ha ideado. El hombre no puede construir un camino hacia Dios por medio de un esfuerzo parecido a la torre de Babel, sino que él recibe la revelación de Dios que desciende del cielo, como la lluvia. La lluvia hace que la tierra produzca fruto. La semilla germina y da fruto, y lo produce en abundancia. La Palabra de Dios es también la semilla. Y cuando la lluvia y la semilla se unen en la tierra, es decir, en el corazón humano, habrá fruto. Entonces, en el versículo 12, de este capítulo 55 de Isaías, leemos:

"Porque con alegría saldréis y con paz regresaréis. Los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso."

Aquí vemos que la lluvia logra que la tierra responda con un hermoso manto verde de alabanzas a Dios. Durante el reino, la tierra responderá con una nota de alabanza al Creador y al Redentor. El apóstol Pablo nos habló del ansia de la creación, hasta que llegue ese día, en Romanos 8:22, diciendo: "22Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto". Finalmente, leamos el versículo 13 de Isaías 55:

"En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá el mirlo; y esto será para gloria del Señor, para señal eterna que nunca será borrada."

Este versículo mira anticipadamente al reino, cuando la tierra será redimida de la maldición del pecado. La maldición del pecado es descrita en este versículo como la zarza, con sus espinas y la ortiga. Estimado oyente, cuando Cristo murió, no sólo nos redimió a nosotros los pecadores, sino también redimió a esta tierra que se encuentra bajo la maldición del pecado.

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