Estudio bíblico de Ezequiel 16-18

Ezequiel 16:15-18:32

Antes de continuar en este libro de Ezequiel con nuestro estudio, quisiéramos resumir algo de lo que hemos dicho en el capítulo 16. Dijimos que este capítulo contenía otra parábola. Jerusalén fue comparada a un niña abandonada, huérfana, sucia y desnutrida y por la cual nadie podía hacer nada, pero que fue adoptada por Dios. Quisiéramos resumir y decir que nos presenta este capítulo, uno de los cuadros más nítidos y claros de los pecadores. Se mencionaron los antecedentes de la ciudad, de su nacimiento como hija ilegítima, en la tierra de Canaán. El padre era un amorreo; la madre era hetea. Los versículos 9 al 11 nos dijeron lo que Dios hizo por Jerusalén.

Y creemos que la aplicación para nuestras vidas es bastante evidente. Usted y yo, espiritualmente hablando, tenemos malos antecedentes. Adán y Eva se convirtieron en pecadores y usted y yo fuimos nacidos en maldad. El rey David dijo en su salmo 51:5 "En maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre" Y David no era diferente a nosotros. ¿De qué tenemos que enorgullecernos? Nuestros antepasados fueron pecadores y algunos han sido salvos por la gracia de Dios. Esos son nuestros orígenes, nuestros antecedentes. Estábamos espiritualmente muertos en delitos y pecados.

¿Y qué hizo Dios por Jerusalén? Él le dijo: Vive (versículo 6). A cada uno de nosotros El nos ha dicho: "Tienes que nacer de nuevo". El ha hecho un pacto con usted, que si confía en Cristo, le salvará. Dijo en Juan 3:16, Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Así que el Señor tomó a aquel niño ilegítimo, sucio con su propia sangre, y le dijo: "Te he lavado con agua". De la misma manera, nosotros podemos conocer el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. En este versículo 9 de Ezequiel 16, el Señor dijo Lavé tus sangres de encima de ti. Es decir, que el Señor Jesús llevó mi culpa en la cruz. No hay hoy ninguna culpa de sangre en un hijo de Dios. Y continuó diciendo el versículo 9, Y te ungí con aceite. Y Él unge hoy al hijo de Dios con el aceite del Espíritu Santo. Y el versículo 10 añade, te envolví con lino; Es decir, que podemos ser cubiertos con la justicia de Cristo, para poder estar en la presencia de Dios.

Hacia el final del capítulo 16, encontramos lo que dicen los versículos 53 al 55;

"Yo, pues, haré volver a sus cautivos, los cautivos de Sodoma y de sus hijas, y los cautivos de Samaria y de sus hijas, y haré volver los cautivos de tus cautiverios entre ellas, para que lleves tu confusión, y te avergüences de todo lo que has hecho, siendo tú motivo de consuelo para ellas. Y tus hermanas, Sodoma con sus hijas y Samaria con sus hijas, volverán a su primer estado; tú también y tus hijas volveréis a vuestro primer estado."

Los versículos 53 y 55 (así como Ezequiel 37) han sido utilizados por varias sectas o cultos para enseñar la doctrina de la restitución, es decir que, en última instancia, todos serán salvos. Aquí encontramos nuevamente un caso el que se pretende basar una doctrina en unos versículos aislados, lo cual da como resultado una doctrina extraña que no tiene base en la Biblia. En estos versículos y en Ezequiel 37:12, donde dice: Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío; os haré subir de vuestros sepulcros. Dios no estaba hablando de la resurrección de los malvados a la vida eterna, En ambos casos, El estaba hablando de la restauración de una ciudad o de una nación, y los pasajes no se referían a personas que habían vivido hacía años. En este capítulo 16 El estaba diciendo que la ciudad de Sodoma sería reconstruida. Ahora, personalmente, no vemos nada allí que pueda atraer a alguien. Pero ha habido un gran desarrollo a lo largo de la costa del Mar Muerto, en esa zona. Y en el capítulo 37, el Señor estaba hablando de la restauración de una nación, la nación de Israel.

Realmente, en el Antiguo Testamento no tenemos la revelación divina en cuanto al estado futuro que encontramos en el Nuevo Testamento. Dios no tiene ningún plan para hacer regresar de entre los muertos a los santos del Antiguo Testamento, y llevarlos a un lugar que Él ha preparado para ellos. El nos ha dicho que ese es Su plan para nosotros, pero en ninguna parte de la Biblia les dijo lo mismo a los santos del Antiguo Testamento. Él les dijo que habría un cielo aquí en la tierra, y esa era la resurrección que Abraham esperaba. Habría una restauración de la nación. Uno no puede leer lo que es un desarrollo de esta doctrina en el Nuevo Testamento, introduciéndolo en este pasaje del Antiguo Testamento. Sin embargo, cada pasaje del Antiguo Testamento se adaptará también a la enseñanza del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento deja bien en claro que habrá una resurrección doble; la resurrección de los salvados, y la resurrección de los perdidos, que estarán perdidos cuando resuciten de los muertos. Por lo tanto, estos versículos solo tratan sobre la restauración de una nación. Tenemos que leerlos en su propio contexto y no extraer de ellos más contenido del que tienen.

Ahora, este capítulo finalizó en la forma más gloriosa. Dios va a cumplir Sus pactos con la nación de Israel. El pecado de este pueblo, la rebelión de sus habitantes, su constante alejamiento de Él, sus recaídas, no anularán, no abolirán, no destruirán el pacto de Dios con ellos. Dicen los versículos 60 al 63:

"Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto sempiterno. Y te acordarás de tus caminos y te avergonzarás, cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores que tú, las cuales yo te daré por hijas, mas no por tu pacto, sino por mi pacto que yo confirmaré contigo; y sabrás que yo soy el Señor; para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice el Señor Dios."

Dios dijo que no solo cumpliría los pactos pasados sino que también iba a establecer con ellos un nuevo pacto. Desgraciadamente, estos pasajes de la Biblia no han sido muy estudiados. Cuando son estudiados cuidadosamente, dejan bien en claro que Dios aun tiene un propósito futuro para la nación de Israel. Y ahora llegamos al

Ezequiel 17

Leamos los versículos 1 y 2, a partir de los cuales tenemos lo que podríamos llamar

El enigma de las dos águilas

"Vino a mí palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, propón una figura, y relata una parábola a la casa de Israel."

Y todo ello, porque ellos no lo escucharían. Ezequiel tenía que acercarse a aquel pueblo de una manera extraña e inusual. Dicen los versículos 3 al 5:

"Y dirás: Así ha dicho el Señor Dios: Una gran águila, de grandes alas y de largos miembros, llena de plumas de diversos colores, vino al Líbano, y tomó el cogollo del cedro. Arrancó el principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes, y lo puso en una ciudad de comerciantes. Tomó también de la simiente de la tierra, y la puso en un campo bueno para sembrar, la plantó junto a aguas abundantes, la puso como un sauce."

Bueno, esta gran águila no era otra que Babilonia y Nabucodonosor, el rey de Babilonia en aquel tiempo. El águila fue una figura que se usó para referirse a Babilonia en otras partes de la Biblia. Jeremías también la utilizó en el capítulo 48, versículo 40, donde dijo: Porque así ha dicho el Señor: Como un águila volará, desplegará sus alas contra Moab. Y también podemos leer en el capítulo 49 de Jeremías, versículo 22, donde dijo: Como un águila subirá y volará, y desplegará sus alas contra Bosra. Aquel día, el corazón de los valientes de Edom será como el corazón de una mujer en angustias. Recordemos que el profeta Daniel vio al imperio de Babilonia levantándose del mar, y tenía la forma de un león con alas de águila. (Daniel 7:4) En consecuencia, lo que tenemos aquí es una figura de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que iba venir y cortar el retoño más alto de un árbol.

Ahora, ¿quién era el árbol? Era la nación de Israel y específicamente, la casa real de David. Nabucodonosor lo iba a cortar y destruir. Eso fue concretamente lo que hizo con el rey Sedequías. Y continuó diciendo el versículo 7 de este capítulo 17 de Ezequiel:

"Había también otra gran águila, de grandes alas y de muchas plumas; y he aquí que esta vid juntó cerca de ella sus raíces, y extendió hacia ella sus ramas, para ser regada por ella por los surcos de su plantío."

La otra águila era Egipto, que aun era una gran potencia en aquel tiempo. Sedequías había sido puesto en el trono por Nabucodonosor, y ellos habían establecido un pacto. Sin embargo, Sedequías rompió el pacto y recurrió a Egipto. Este hecho quedó reflejado aquí por las ramas que se extendieron hacia Egipto. La vid estaba plantada en el terreno de Egipto, procurando obtener fuerza de ese país, pero no habría ninguna fuerza porque Egipto porque éste caería. Nabucodonosor conquistó Egipto, lo destruyó y lo convirtió en súbdito suyo. Leamos ahora los versículos 12 al 15 del capítulo 17 de Ezequiel:

"Di ahora a la casa rebelde: ¿No habéis entendido qué significan estas cosas? Diles: He aquí que el rey de Babilonia vino a Jerusalén, y tomó a tu rey y a sus príncipes, y los llevó consigo a Babilonia. Tomó también a uno de la descendencia real e hizo pacto con él, y le hizo prestar juramento; y se llevó consigo a los poderosos de la tierra, para que el reino fuese abatido y no se levantase, a fin de que guardando el pacto, permaneciese en pie. Pero se rebeló contra él, enviando embajadores a Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Será prosperado, escapará el que estas cosas hizo? El que rompió el pacto, ¿podrá escapar?"

Lo interesante fue que Nabucodonosor cumplió con su parte del pacto. El pueblo de Dios rompió el pacto, pero esa nación pagana cumplió su parte en el acuerdo. ¡Qué imagen! Pensando en nuestro tiempo, recordamos que en algunas congregaciones cristianas uno encuentra personas aun llevando sus Biblias, pero sus corazones se encuentran lejos de Dios y uno no puede creer en lo que dicen. Por otra parte, hay profesionales que, aunque no son salvos, son personas íntegras.

Nabucodonosor iba a venir a destruir al rey Sedequías. Leamos el versículo 18 de este capítulo 17 de Ezequiel.

"Por cuanto despreció el juramento y quebrantó el pacto, cuando he aquí que había dado su mano, y ha hecho todas estas cosas, no escapará."

Dios dijo que este hombre sería juzgado por ellos. Creemos que esto va a suceder con muchos creyentes. Y no estamos diciendo aquí que ellos no son salvos. Lo que estamos diciendo es que no nos gustaría ser castigados algún día como esta gente lo será, a causa de las vidas que han vivido en esta tierra. Con toda seguridad, Dios juzgará. Ahora, notemos lo que dice el último versículo de este capítulo 17 de Ezequiel, el versículo 24:

"Y sabrán todos los árboles del campo que yo el Señor abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo el Señor lo he dicho, y lo haré."

Amigo oyente, a veces Dios permite a una nación impía que acose y hasta destruya a un pueblo que afirma ser el pueblo de Dios, aunque se han apartado de Él. Y así la situación en el mundo es de una paz muy relativa e inestable, con enormes tensiones en muchos pueblos. Es que Dios no puede pasar por alto el pecado, y habrá un juicio. Y así llegamos al

Ezequiel 18

En este capítulo comprobaremos una vez más las palabras de Pablo a los Romanos

La paga del pecado es muerte. Jerusalén fue un ejemplo tremendo

Y además, en el capítulo 18 Dios mostrará que en Su juicio El trata específicamente, e individualmente con cada persona. Dice el versículo 1:

"Vino a mí palabra del Señor, diciendo"

Una vez más fue evidente que Ezequiel no estaba expresando su propia opinión. Su mensaje era Palabra de Dios. Y leamos el mensaje divino en el versículo 2:

"¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera?"

Los israelitas tenían un proverbio que ya mencionó en Jeremías 31:29, y que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y a los hijos les da dentera. Y después, en Lamentaciones, capítulo 5, versículo 7 leemos: Nuestros padres pecaron y han muerto, pero nosotros llevamos su castigo. Creemos que el pueblo había redactado este proverbio basado en Éxodo 20:5, que habla de las imágenes y dice, No te inclinarás a ellas ni las honrarás, porque yo soy el Señor, tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. El problema fue que el proverbio que ellos dedujeron de este versículo era incorrecto. Ese es el riesgo de escoger un versículo de la Biblia sin tener en cuenta su contexto. Este era un proverbio falso que expresaba que los padres comieron las uvas y los hijos pagaron el castigo. Esto fue verdad hasta cierto punto, pero Dios juzga al individuo, sea padre o hijo, de acuerdo con su conducta. Este no es un juicio para vida eterna, sino un juicio que se cumple en esta vida, según una persona obedezca o desobedezca a Dios. Y continuó Dios hablando en el versículo 3:

"Vivo yo, dice el Señor Dios, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel."

Y esa palabra "vivo", o una forma parecida a ella, se utiliza unas 13 veces en este capítulo, y la palabra "morir" aparece 14 veces. Así que tenemos aquí presentes a la vida y a la muerte, pero Dios no estaba hablando de vida eterna o de muerte eterna. Dios estaba hablando sobre la forma en la cual El juzga a los individuos en esta vida. Tenemos que mirar a la totalidad de este capítulo desde este punto de vista. Y dijo en el versículo 4:

"He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá."

Dios dijo que todas las almas le pertenecían. Si los pecados de los padres cayeron sobre los hijos, fue porque los hijos siguieron cometiendo las maldades de sus padres. Cada individuo debía morir por su propio pecado. Esto lo vemos en Deuteronomio, capítulo 24, versículo 16, que dice: 16Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado.

Las palabras finales de este versículo 4, el alma que pecare, esa morirá nos confirman que Dios juzgará a cada individuo. Y continuemos leyendo el mensaje divino en los versículos 5 al 9 de este capítulo 18:

"Y el hombre que fuere justo, e hiciere según el derecho y la justicia; 6que no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, ni violare la mujer de su prójimo, ni se llegare a la mujer menstruosa, ni oprimiere a ninguno; que al deudor devolviere su prenda, que no cometiere robo, y que diere de su pan al hambriento y cubriere al desnudo con vestido, que no prestare a interés ni tomare usura; que de la maldad retrajere su mano, e hiciere juicio verdadero entre hombre y hombre, en mis ordenanzas caminare, y guardare mis decretos para hacer rectamente, éste es justo; éste vivirá, dice el Señor Dios."

La frase del versículo 9, que no comiere sobre los montes se refería a alguien que no se había entregado a la idolatría. Esa era una persona justa que vivía de acuerdo con las leyes de Dios y cumplía sus preceptos. De ese individuo dijo el Señor: este vivirá. El estaba hablando de esta vida en la tierra, no de la vida eterna. Dios lo bendeciría en esta vida. Esta fue la bendición del Antiguo Testamento. Luego, el versículo 10 de Ezequiel 18 dice:

"Mas si engendrare hijo ladrón, derramador de sangre, o que haga alguna cosa de estas"

Sin embargo, un hombre justo podía tener un hijo malvado. Y dice el versículo 13:

"Prestare a interés y tomare usura; ¿vivirá éste? No vivirá. Todas estas abominaciones hizo; de cierto morirá, su sangre será sobre él."

Dios juzgaría al hijo, no al padre. Y el versículo 14 añade:

"Pero si éste engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y viéndolos no hiciere según ellos"

Por otra parte, un hijo podía optar por no seguir el ejemplo de un padre malvado. Hubo varios casos en la historia de Israel. El anciano Acaz fue un rey malvado, pero su hijo Ezequias impulsó una renovación espiritual. Y el rey Josías fue un gran rey, aunque tuvo un padre malvado. Y en ese sentido añaden los versículos 17 y 18 de este capítulo 18:

"Apartare su mano del pobre, interés y usura no recibiere; guardare mis decretos y anduviere en mis ordenanzas; éste no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá. Su padre, por cuanto hizo agravio, despojó violentamente al hermano, e hizo en medio de su pueblo lo que no es bueno, he aquí que él morirá por su maldad."

Dios dijo que cada individuo será juzgado en esta tierra según se hubiere comportado en su vida. Recordemos que El no estaba hablando de la vida eterna, sino del juicio experimentado aquí en esta vida. El quería que Israel supiera que éstas serían las bases sobre las cuales El tenía la intención de juzgarlos. Y continuó diciendo en el versículo 20:

"El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él."

La frase el alma que pecare, esa morirá la encontramos dos veces en este capítulo 18. Aquí y en el versículo 4. Y dice también el versículo 31:

"Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel?"

Estas palabras responden a cierto tipo de psicología que afirma que, el que un individuo presente comportamientos anormales, se debe a que sus padres, o alguno de ellos, no lo trataron bien, fue descuidado en su trato con él o no lo amó. Sin negar la influencia de la relación con los padres en formación del carácter y la personalidad, en el ámbito espiritual, es decir, frente a Dios, cada individuo es un pecador en sí mismo. Cada individuo tendrá que presentarse ante Dios y en ese momento no podrá eludir su responsabilidad culpando a sus padres. Volviendo a aquellos tiempos antiguos, el profeta Ezequiel dejó bien en claro que el israelita sería juzgado en esta vida en base a la forma en que se había comportado, fuera creyente o no. Y finalmente por hoy, leamos el versículo 32 de este capítulo 18 de Ezequiel:

"Porque no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Dios; convertíos, pues, y viviréis."

Nuevamente aclaramos que aquí se refirió a la muerte física. Dios no siente el más mínimo agrado al ver morir a alguien. La muerte es para Él un elemento extraño. El no planeó la muerte para la humanidad. Recordemos que el Señor Jesús lloró ante la tumba de Lázaro, incluso teniendo en cuenta que lo iba a traer de vuelta a la vida. La muerte entró en el mundo por el ser humano, a causa de su pecado, y no a través de la obra de Dios. Estimado oyente, debemos detenernos aquí por hoy, pero le invitamos a acompañarnos en nuestro próximo programa, para continuar recorriendo este interesante libro de Ezequiel.

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