Estudio bíblico de Daniel 2:24-39

Daniel 2:24-39

En el día de hoy, amigo oyente, llegamos a nuestro estudio en el capítulo 2 de Daniel, y nuestro punto de partida será el versículo 24. Pero antes queremos recordar que al finalizar nuestro estudio anterior, examinamos, en los versículos 20 hasta el 23, una de las varias oraciones registradas del profeta Daniel. Igualmente sería conveniente recordar que en nuestra introducción a este libro dijimos, entre otras cosas, que Daniel era un hombre de propósito, un hombre de oración y un hombre de profecía. Solamente Dios podía revelar el secreto del sueño del rey Nabucodonosor a Daniel y ésta fue su gran oración de agradecimiento. En ese preciso momento, él estaba preparado para ir y solicitar nuevamente otra audiencia con el rey. Leamos, pues, el versículo 24 del capítulo 2 de Daniel:

"Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le daré la interpretación."

Daniel quiso detener la matanza que habría tenido lugar, y aparentemente, el capitán de la guardia, Arioc, no tenía ningún deseo de llevarla a cabo. Él no quería matar a todos los sabios. Continuamos leyendo en el versículo 25:

"Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un hombre de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación."

Arioc se apresuró a llevar a Daniel ante la presencia del rey con las buenas noticias de que el sueño sería revelado. En el versículo 26, leemos:

"Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?"

Obviamente y creemos que era lógico y razonable, esperar que el rey se mostrara bastante escéptico. Todos los sabios de su reino no habían podido contarle el sueño ni su interpretación. Pero aquí se presentaba un joven, Daniel, que decía poder hacerlo. Y el rey le preguntó: "¿Me quieres decir que tú sí sabes todo lo que los sabios de este reino no pudieron averiguar? Quizás éste es solo otro intento de los sabios para poder ganar tiempo". Su respuesta podía parecer cínica, pero Daniel tenía para él una hermosa respuesta. Leamos los versículos 27 y 28:

"Daniel respondió al rey diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los últimos días. Estos son tu sueño y las visiones que has tenido en tu cama"

Daniel hizo inmediatamente una distinción entre la sabiduría de Babilonia y la sabiduría de Dios. El apóstol Pablo escribió en 1 Corintios 1:1:20, 25 que Dios ha convertido en locura la sabiduría de este mundo, y que la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana.

Entonces, Daniel tuvo el privilegio único de presentar ante la mente entenebrecida de este rey pagano al Dios vivo y verdadero. Y le dijo "hay un Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los últimos días". Ésta fue una declaración muy importante porque va a ser el énfasis en el libro de Daniel; este sueño se refería al final del tiempo de las naciones (o, de los "gentiles", que son los no judíos en el lenguaje Bíblico).

El final del "tiempo de las naciones" (no judías) transcurre simultáneamente con los últimos días de la nación de Israel; y ambos llegan a su cumplimiento durante el período de la gran tribulación. El día en el cual nosotros vivimos es el "día del hombre". El Apóstol Pablo dijo en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 4, versículo 3: "En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo!" Estamos viviendo en el día del hombre.

Y es bueno tomar nota del término "el tiempo de los gentiles (o de las naciones)", que no es sinónimo de la expresión "la plenitud de los gentiles (o de las naciones)". El Apóstol Pablo dijo en su epístola a los Romanos, capítulo 11, versículo 25: "No quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles". La llamada "plenitud de los gentiles" termina con el arrebatamiento de la iglesia. Los términos "los últimos días" y "el tiempo de los gentiles" no son sinónimos de los "últimos días" de la iglesia, que llegan a su cumplimiento en el arrebatamiento y preceden a la Gran Tribulación. "Los tiempos de los gentiles" continuarán en la Gran Tribulación, y en ese tiempo Dios dirigirá nuevamente Su atención a la nación de Israel. Volviendo a nuestro capítulo 2 de Daniel, leamos el versículo 29:

"Estando tú, rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de suceder en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser."

Nabucodonosor estaba preocupado cuando yacía en su cama por la noche, preguntándose qué le depararía el futuro. Aunque había comenzado como un rey sin importancia, había llegado a ser un gobernante mundial. Y continuó Daniel hablando en el versículo 30:

"Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en los demás vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación y para que entiendas los pensamientos de tu corazón."

Este sueño tenía que ver con el futuro del reino de Nabucodonosor, y lo que resultaría de este gran imperio mundial. Aparentemente, Nabucodonosor estaba preocupado en cuanto al futuro de este vasto imperio del cual de repente él resultó siendo poseedor y dictador. Y el sueño era la respuesta de Dios a su problema.

Daniel dejó en claro que él no merecía ningún mérito, que había sido el Dios de los cielos quien le había revelado el sueño, y que Dios fue impulsado a revelar el sueño para salvar las vidas de esos hombres sabios, así como para satisfacer también la curiosidad del rey Nabucodonosor.

Ahora Dios le iba a hablar a este hombre en un lenguaje que él pudiera comprender, es decir, en el lenguaje del esplendor y la gloria exterior de su reino. En el sueño Dios le mostró el brillo externo de su reino. Este sueño era también el sueño de un no judío, de un gentil, y en él Dios le habló usando una imagen. La imagen en el sueño de Nabucodonosor no era una imagen para ser adorada; pero, como Nabucodonosor se había postrado ante imágenes en la ciudad de Babilonia, Dios usó una imagen en su sueño. En esta tierra de idolatría, semejante visión era el único lenguaje que Nabucodonosor podía verdaderamente entender. Babilonia era conocida como la fuente de la religión pagana, y la cuna de los ídolos paganos.

En esta sección veremos la historia del gobierno de este mundo por parte de los gentiles o no judíos. A causa del fracaso de la casa de David, Dios estaba entonces tomando el cetro de este universo de las manos del linaje de David, y lo estaba colocando en manos de los gentiles. Y allí se quedará hasta que el Señor Jesucristo regrese a la tierra. Entonces Cristo tomará el cetro y gobernará esta tierra como el Rey de reyes y Señor de señores. Así que los "tiempos de los gentiles (o no judíos)" se extienden durante el lapso de tiempo que transcurra desde Nabucodonosor, pasando a través de los siglos, hasta que el Señor venga a reinar. Y continuó Daniel diciendo en el versículo 31:

"Tú, rey, veías en tu sueño una gran imagen. Esta imagen era muy grande y su gloria, muy sublime. Estaba en pie delante de ti y su aspecto era terrible."

Es decir, que la imagen producía terror, era impresionante. Era grandiosa, tremenda y extraordinaria. Mientras Daniel comenzó a describir el sueño, hubiéramos deseado estar allí para ver cambiar la expresión del rostro de Nabucodonosor del cinismo a un asombro que no pudo disimular. Cuando Daniel comenzó a decir "veías en tu sueño una gran imagen. Esta imagen era muy grande y su gloria muy sublime...su aspecto era terrible", creemos que los ojos de Nabucodonosor se iluminaron. Se sentó en el borde del trono y habrá pensado: "Joven, has comenzado bien". Y leemos ahora en los versículos 32 y 33, lo que Daniel continuó diciendo al rey:

"La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido."

Y creemos que cuando Daniel dijo esto, el rey nuevamente pensó: "Joven, tú tienes toda la razón". Ahora él estaba preparado para escuchar la interpretación de ese sueño. El especialista Bíblico Tregelles ha dicho de este sueño: "Aquí todo es presentado delante de este rey, según su capacidad de comprensión. Las cosas visibles y externas son mostradas como el hombre las puede contemplar". Y como ya hemos dicho, Dios le estaba hablando al rey en un lenguaje que él podía comprender.

Esta tremenda imagen que estaba ante este rey simplemente estaba allí de pie. Se encontraba absolutamente inmóvil. Era impresionante grandiosa, tremenda y extraordinaria. La cabeza era de oro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y sus muslos de bronce, sus piernas de hierro, y sus pies eran en parte de hierro y en parte de barro cocido. Esa imagen, por tanto, estaba formada de una extraña variedad de metales. No era una mezcla de metales, sino que era una imagen, digamos, multimetálica, de cuatro metales diferentes, más una parte de barro. Continuemos escuchando la descripción de Daniel. Leamos entonces, los versículos 34 y 35 de este capítulo 2 de Daniel:

"Estabas mirando, hasta que una piedra se desprendió sin que la cortara mano alguna, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Pero la piedra que hirió a la imagen se hizo un gran monte que llenó toda la tierra."

Más adelante, vamos a leer la interpretación de esta gran imagen. Y vamos a escuchar la interpretación que dio Daniel, porque no necesitamos adivinar nada en cuanto al significado del sueño. Lo que debemos destacar aquí es que, mientras Nabucodonosor contemplaba con asombro y admiración la imagen, la piedra, que venía desde más allá de las inmediaciones de la imagen, sin un origen o una motivación humana, hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y la golpeó con tal fuerza que todos los metales fueron desmenuzados. Entonces el viento se llevó todo ese polvo y la imagen desapareció completamente. Entonces la piedra que había derribado a esa imagen comenzó a crecer cada vez más, como una piedra viviente, y llenó toda la tierra, ocupando el lugar de esa imagen.

Leamos ahora los versículos 36 al 38 de este segundo capítulo de Daniel, en los cuales se presenta una:

Definición de cuatro imperios mundiales y sus destinos

"Este es el sueño. También la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tus manos, y te ha dado el dominio sobre todo. Tú eres aquella cabeza de oro."

Nabucodonosor fue el primer gran gobernante mundial. Creemos que éste era el ideal de Dios para Adán; a Adán se le dio dominio, pero él lo perdió. El mundo ha conocido cuatro grandes gobernantes mundiales; ha habido cuatro grandes naciones que han intentado gobernar el mundo y todas fracasaron en esa tarea. Ninguna pudo alcanzar un verdadero éxito en sus dominios. Pero el primero, el rey Nabucodonosor, realizó la mejor labor.

Daniel comenzó a interpretar inmediatamente este sueño. Los diferentes metales representaban imperios mundiales. A Nabucodonosor se le identificó como la cabeza de oro. El ejercitó el dominio y la autoridad sobre todo el mundo entonces conocido. Nadie discutió su autoridad. La suya fue una monarquía absoluta, y por cierto, ha habido muy pocas desde entonces. En otras partes de la Biblia se dice más sobre el Imperio Babilónico, incluyendo este mismo libro de Daniel capítulo 5, versículos 18 y 19, que dicen lo siguiente: "18El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino, la grandeza, la gloria y la majestad. 19Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien le placía, mataba, y a quien le placía, daba vida; engrandecía a quien le placía, y a quien le placía, humillaba". Comentaremos este pasaje cuando en nuestro estudio de este libro de Daniel lleguemos a este capítulo. Otro pasaje del Antiguo Testamento se encuentra en el libro del profeta Jeremías, por medio de quien Dios dijo en el capítulo 27, versículos 5 al 11: "5Yo, con mi gran poder y con mi brazo extendido, hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre la faz de la tierra, y la di a quien quise. 6Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan. 7Todas las naciones le servirán a él, a su hijo y al hijo de su hijo, hasta que llegue también el tiempo de su misma tierra y la reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes.8A la nación y al reino que no sirva a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no ponga su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada, con hambre y con peste, dice Jehová, hasta que acabe con ella por medio de su mano. 9Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, adivinos, soñadores, agoreros o encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia. 10Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra y para que yo os arroje y perezcáis. 11Pero a la nación que someta su cuello al yugo del rey de Babilonia y lo sirva, la dejaré en su tierra, dice el Señor, la labrará y habitará en ella". Dios hizo de Nabucodonosor el soberano que ocupó la primera posición, la más alta de la imagen, es decir, la misma cabeza de la imagen. Dios lo convirtió en el primer gran gobernante mundial, y desde entonces, no ha habido ninguno como él. Continuemos leyendo el versículo 39 de este segundo capítulo de Daniel:

"Después de ti se levantará otro reino, inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra."

El reino que vendría después de Nabucodonosor, rey de Babilonia, sería inferior al suyo. El tercer reino sería inferior al segundo, y el cuarto sería interior al tercero. Esto significa que el cuarto reino o imperio sería el peor de todos ellos. Y aquí, estimado oyente, es donde nos encontramos en la actualidad.

En este versículo 39 que acabamos de leer, se mencionaron dos reinos. Los brazos de plata representaban a Media y Persia. En el capítulo 5 de Daniel, versículo 28, leemos algo sobre el futuro del reino de Babilonia. Dice allí: "Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y los persas". No necesitamos especular sobre cuál fue el segundo reino, porque ha sido identificado directamente. Recordemos que Daniel vivió en el reino de Nabucodonosor y posteriormente en el reino de Media y Persia. Y podemos leer en el capítulo 6 de Daniel, versículo 8: "Ahora, pues, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, que no puede ser abrogada."

Ahora, el tercer reino, representado por el bronce, del cual se dice en este versículo 39, "el cual dominará sobre toda la tierra", fue el imperio greco-macedonio, el imperio gobernado por Alejandro Magno; y más adelante en nuestro estudio de este libro, tendremos algo más que decir sobre este tercer reino.

Esto nos lleva al cuarto reino. Y aquí es importante destacar que en esta imagen, en esta visión, sólo aparecieron cuatro reinos o imperios. No se mostró a un quinto reino. O sea, que el período del cuarto reino es aquel en el cual nos encontramos en la actualidad.

Y aquí, estimado oyente, debemos interrumpir nuestro estudio, para continuar en nuestro próximo programa. Como puede usted ver, estamos realizando un viaje a través de la Biblia, y en este libro de Daniel en particular, este recorrido es también un viaje a través del tiempo, de la historia, en al cual comprobamos como se van cumpliendo los propósitos de Dios en el mundo, y cómo Él controla el curso de los acontecimientos. Este viaje nos muestra hasta donde puede llegar el poderío humano, así como la debilidad del hombre y la fragilidad de todo lo que él construye para perpetuarse a sí mismo en el poder. Por ello veremos también, cuan fuerte puede ser la caída de una nación, de un imperio, y de un ser humano. Le invitamos, pues, a que continúe acompañándonos en este interesante viaje.

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