Que el autor fuese Bernabé. Tal fue la sugerencia de Tertuliano (240 d.C.) y de otros. Se basa en que Bernabé estaba íntimamente identificado con la iglesia de Jerusalén, y que, aun siendo él judío de la Dispersión (de Chipre), era levita por descendencia, de modo que estaría muy compenetrado con toda la economía levítica. Además, la carta parece estar muy conforme con lo que sabemos de este "hijo de consolación", según el significado de su nombre.
Que el autor fuese Lucas. Así pensaba el gran erudito bíblico Orígenes (251), quien declaraba que esta suposición era bastante aceptada en sus días. Obedece a la idea que adelantó Orígenes: que "el pensamiento es de Pablo, pero la mano que escribe es la de otro", y Lucas era el compañero de Pablo. Hemos visto que estas razones no tienen mucho peso, pues la forma de presentar la verdad no es propia de Pablo.