En la primera parte, el Señor trató el asunto de la fuente de la autoridad. Ya hemos tenido ocasión de considerar que mientras que los judíos daban tanta o más autoridad a su tradición que a las Escrituras, Jesús afirmó que la única fuente de autoridad está en las Escrituras.
El segundo tema que el Señor trató, y que no es menos importante, tenía que ver con la verdadera naturaleza de la contaminación y la purificación. Según los judíos, la contaminación actuaba desde afuera hacia dentro, mientras que el Señor afirmó que lo contrario es lo cierto. Los judíos afirmaban que la contaminación real era la física, pero Jesús dijo que la verdadera contaminación era la moral y espiritual.