Estudio bíblico: Salomón: Arquitecto y adorador - 2 Crónicas 6:1-42

Serie:   La lucha entre lo bueno y lo malo   

Autor: Roberto Estévez
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Uruguay
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Salomón: Arquitecto y adorador (2 Crónicas 6)

El sol radiante subía en un cielo celeste y sin nubes. Frente al imponente edificio se habían congregado miles y miles de personas. Las trompetas, flautas y los címbalos elevaban sus alegres notas al aire. Toda la ciudad estaba celebrando en grande la dedicación del templo. Por fin el día señalado había llegado. Las columnas hermosas del templo que se había levantado al Dios de los cielos se elevaban majestuosas. Entre la multitud, que viene de los diferentes pueblos cercanos, hay un niño que camina de la mano de su padre.
— Papi, ¿por qué la gente está tan contenta y todos están sonriendo?
— Hoy es la inauguración del templo. El mismo rey va a hacer la apertura — responde el padre.
— Papi, ¿qué es un templo? — pregunta el niño.
— No sé bien cómo explicártelo — contesta el padre —, es como una casa enorme para que viva el Señor. Nuestro Dios el Señor es muy grande.
Por un momento el padre olvida que el que le ha formulado la pregunta es un niño y dice:
— Dios es tan inmenso que ni los mismos cielos lo pueden contener. De alguna manera el Señor va a habitar en este templo. Nuestro Dios va a estar en medio de Jerusalén y con nosotros. De ahora en adelante estaremos bien protegidos. Dios va a estar tan cerca, y ante cualquier cosa que nos pase vendremos aquí y él lo va a arreglar todo.
— Papá — interrumpe el niño —, si tener un templo es algo tan bueno, ¿por qué no hicimos uno antes?
El padre guarda silencio y lágrimas cubren sus ojos.
Al acercarse más, la hermosa música y los cánticos de alabanza al Señor se hacen cada vez más intensos. Frente al imponente edifico del templo hay un gran espacio abierto donde una gran multitud se ha congregado. Cientos de sacerdotes hacen su entrada en el lugar. Sus ropas son blancas e inmaculadas. Entran en una procesión cantando las estrofas del Salmo 136: "Alabad al Señor, porque es bueno". Y la multitud responde al unísono: "¡Porque para siempre es su misericordia!". "Al único que hace grandes maravillas...".
A cada frase que se enuncia parecería que se agregan cientos y cientos más de voces. Ahora son miles y miles las que dicen: "Porque para siempre es su misericordia".
En medio de esa amplia explanada se ha edificado un estrado de bronce.
Se aproxima el monarca con sus ministros.
La gente grita: "viva el rey". Parecería que las trompetas, los panderos, las bocinas y los címbalos hicieran vibrar las piedras de las murallas. El gozo inunda los corazones de la gente de Israel.
El soberano camina lentamente y con la dignidad de su cargo. Sobre su cabeza luce la regia corona. Sus vestidos son de lino fino. Una cinta adornada con hilos de oro cruza su pecho. Sus generales lo siguen también con mucha hidalguía. Luego sus ministros caminan haciendo sentir la solemnidad del momento. Con gran solemnidad los sacerdotes introducen el arca en el lugar santísimo; y luego, al salir del mismo, "la nube... había llenado la casa de Dios" (2 Cr 5:14) (1 R 8:10).
El monarca sube a la plataforma de bronce que se ha edificado para la ocasión (2 Cr 6:13). Hay un silencio absoluto. Los ojos de toda la multitud están sobre él. El rey habla con una voz fuerte y clara: "El Señor ha dicho que él habita en la densa oscuridad... Yo te he edificado... una morada donde habites para siempre" (2 Cr 6:1-2).
Luego, el rey hace algo que sorprende a todos: "y bendijo a toda la congregación de Israel. Y toda la congregación de Israel estaba en pie" (2 Cr 6:3). Luego de sus palabras de bendición a la congregación el soberano se arrodilla. Toda la concurrencia observa cómo el monarca se postra para orar al Señor, mientras dice: "¡Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni en el cielo ni en la tierra! Tú guardas el pacto y la misericordia para con tus siervos que caminan delante de ti con todo su corazón" (2 Cr 6:13-14).
Luego, el rey añade: "Pero, ¿es verdad que Dios ha de habitar con los hombres sobre la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener. ¡Cuánto menos este templo que he edificado!" (2 Cr 6:18).
El rey continúa con su larga oración. El tema básico se reitera: Si el pueblo cae en pecado o si está en una crisis y se vuelve a Dios, se ruega que el Señor escuche, perdone y obre: "Ahora pues, oh Dios mío, por favor, estén abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración hecha en ese lugar" (2 Cr 6:40).
Dice la Escritura: "Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego del cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el templo" (2 Cr 7:1).
La multitud quedó maravillada. De un cielo sin nubes vieron descender fuego. Observaron también "la gloria de Señor sobre el templo y se postraron con el rostro en tierra sobre el pavimento" (2 Cr 7:3). El espectáculo ha sido admirable y aterrorizador. Nunca antes ellos habían visto la gloria del Señor.
Una fuerza irresistible impide que los sacerdotes puedan entrar en el templo. Quizá se trataba de una fuerza similar a la que hizo que los hombres que iban a arrestar a Jesucristo retrocedieran (Jn 18:6).
Por catorce días se hace una gran celebración y luego el pueblo vuelve a sus hogares.
El padre, de nuestra historia inicial, regresa caminando con el niño.
— Papá — dice el niño —, yo vi el fuego caer del cielo y vi la nube de la gloria del Señor.
El progenitor le responde:
— Hijo, nunca te olvides de esto y sé fiel al Señor toda tu vida.
Unas noches después de este evento se le aparece el Señor a Salomón y durante un sueño le dice: "Yo he escuchado tu oración y he elegido para mí este lugar como casa para los sacrificios. Si cierro los cielos de modo que no haya lluvia, o si mando la langosta para que devore la tierra o si envío peste a mi pueblo; si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado ni nombre, si oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra. Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración hecha en este lugar" (2 Cr 7:12-15).

El relato bíblico y nosotros

Es llamativo que Salomón empiece su discurso diciendo que el Señor habita en la densa oscuridad (Sal 97:2). En el Nuevo Testamento leemos que Dios habita en luz inaccesible (1 Ti 6:16). Nosotros asociamos a Dios con la luz (Jn 8:12) (1 Jn 1:5).
En el discurso de Salomón al pueblo se destaca la bendición del Señor: "Tú has cumplido... lo que prometiste" (2 Cr 6:15). La promesa de bendición y de escuchar la oración no es incondicional. Notemos que Dios dice que escuchará desde los cielos no desde el templo (2 Cr 7:14). La advertencia es muy solemne. Si el pueblo abandona los estatutos de Dios y se entrega a la idolatría ellos serán llevados en cautiverio y el hermoso templo será destruido (2 Cr 7:19).
En la plegaria que hizo Salomón se destacan tres atributos de Dios:
Es inigualable. "¡Oh Señor Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni en el cielo ni en la tierra!" (2 Cr 6:14).
Es fiel. "Tú has cumplido con tu siervo David, mi padre" (2 Cr 6:15).
Es infinito e inmenso. "He aquí, los cielos... no te pueden contener. ¡Cuánto menos este templo que he edificado!" (2 Cr 6:18).
Salomón ora con sinceridad, ardor y genuina humildad. Específicamente él menciona siete situaciones de crisis o necesidad en las cuales, como el estribillo de una canción, se repite básicamente la misma idea al final: "Entonces escucha tú en los cielos y perdona el pecado de tus siervos" (2 Cr 6:23,25,27,30,33,35,39). Las crisis que menciona son:
Caso de disputa legal sin testigos (2 Cr 6:22).
Derrota militar (2 Cr 6: 24).
Sequía (2 Cr 6: 26).
Hambre, enfermedad y plaga (2 Cr 6: 28).
Extranjeros (gentiles) en necesidad (2 Cr 6: 33).
Soldado en territorio extranjero en tiempo de batalla y guerra (2 Cr 6: 34).
Calamidades en relación con haber infringido la ley divina (2 Cr 6: 36).
El templo de Salomón no va a permanecer por mucho tiempo. Sin embargo, Jesucristo, quien dijo: "¡Y he aquí uno mayor que Salomón está en este lugar!" (Mt 12:42), tiene un templo que él pudo levantar en tres días (Jn 2:19) y que permanece para siempre (He 7:3).

Notas al margen

Este es un momento cúspide en la vida de Salomón; no desde el punto de vista de la dimensión del edificio que construyó, sino desde el punto de vista espiritual.
Este rey no tuvo ninguna batalla heroica para celebrar. No tuvo cientos de prisioneros encadenados para demostrar en su desfile militar su poder y sus hazañas.
Él era el décimo hijo del rey David (1 Cr 3:5). Su padre le había prometido el reino por mandato divino (1 Cr 28:5). Salomón evita el gran peligro de la guerra civil luego de la muerte de su progenitor eliminando a todos sus rivales y aquellos que él considera que no eran sus aliados. Su medio hermano Adonías (1 R 2:25) encabeza la triste fila de rivales. Adonías va a la muerte por la espada sedienta de Benaías. Luego lo sigue Joab, el famoso ex comandante en jefe del ejercito de David (1 R 2:30-34). Le sigue en la triste suerte Simei, emparentado con la familia de la dinastía del rey Saúl (1 R 2:36-46). Todos estos son ejecutados. El único que se "salva" es el sumo sacerdote Abiatar; sin embargo, es condenado a prisión perpetua en su ciudad (¿arresto domiciliario?) (1 R 2:27).
La "purga" se hace a nivel militar, religioso y político. Salomón no tiene miedo de tomar decisiones drásticas, que nosotros consideraríamos crueles, como es la de ordenar la ejecución de su hermanastro. Salomón había aprendido la amarga lección de lo que significa la guerra civil cuando su medio hermano Absalón dio un golpe de estado (2 S 15:12).
Su hijo Roboam lo describe como alguien que "hizo pesado" el yugo, y que "castigó [al pueblo] con látigos" (2 Cr 10:14). El pueblo se queja ante Roboam, el nuevo rey, diciendo: "Tu padre agravó nuestro yugo; pero ahora, alivia tú el duro trabajo y el pesado yugo que tu padre puso sobre nosotros" (2 Cr 10:4).
Los experimentados consejeros de Salomón le dicen a Roboam: "Si tratas bien a este pueblo, y les aceptas y les hablas buenas palabras, ellos serán tus siervos para siempre" (1 Cr 10:7). Este tipo de recomendaciones recibió Salomón, y suponemos que como líder él les prestó atención. ¡Salomón a pesar de toda su sabiduría tenía consejeros y los escuchaba!
Notemos los tres énfasis: "Yo me he levantado... me he sentado... he edificado..." (2 Cr 6:10). Salomón no usa (ni abusa) la dedicación del templo como algo para mejorar su imagen, pero sin duda alguna tampoco la desaprovecha. Salomón más que un gran militar, como se esperaba de los reyes en aquellos entonces, es un ávido estudioso de la naturaleza (lo que hoy llamaríamos ciencias naturales o biología). Hoy lo hubiéramos reconocido como un buen ministro de obras públicas o un buen intendente municipal. Por supuesto, también es un escritor, poeta y filósofo. Al parecer no tiene habilidades musicales extraordinarias como las tuvo su padre, el rey David. Lo vemos como poeta en Cantares, que es una joya literaria. Lo observamos como escritor y sociólogo en "Proverbios". Allí muestra que es un hombre que ha examinado distintas áreas de la vida y conoce mucho acerca del ser humano (sicología). Habla de los pobres, los ricos, los avaros, los perezosos, las mujeres "livianas", de los hombres justos y los inicuos. En "Eclesiastés" se puede ver al filósofo. A pesar de todas sus riquezas, su poder político, la vida que llevó repleta de placeres sensuales, él concluye que debajo del sol "todo... es... aflicción de espíritu" (Ec 1:14).
Salomón fue un hombre que tuvo mucho. Hoy podría ser el ganador del premio Nobel de fisiología y el premio Cervantes de literatura. No fue un gran guerrero pero fue un gran intendente que hizo proyectos importantes en el país.
Los festejos de la inauguración del templo son muy grandes. Se ofrecen en sacrifico 22.000 toros y 120.000 ovejas. Estos van a suplir parte de la alimentación por 14 días. El templo se comienza alrededor del año 967 a.C., en el cuarto año del reinado de Salomón (2 Cr 3:2). La construcción duró siete años.
¿Consideraría Salomón que el templo que él edificó era tan extraordinario que Dios iba a habitar allí para siempre? (2 Cr 6:1). La doctrina de que Dios va a morar con los suyos y no en un templo espiritual va ser enunciada claramente por el Señor Jesús: "Si alguno me ama, mi palabra guardará. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él" (Jn 14:23). Años después el apóstol Pablo enseña: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?" (1 Co 3:16).

El líder que hay en mí

Aspectos del liderazgo de Salomón se pueden observar en la construcción del templo y en muchos otros programas de menor envergadura. Él empieza uno y otro proyecto y los termina. Este mundo está repleto de dirigentes cuyos planes terminan como "la Sinfonía Inconclusa" de Schubert.
Su padre había acumulado gran cantidad del material necesario: oro, plata, y piedra preciosas (1 Cr 29:2) (1 Co 3:12). Sin embargo, una empresa de esta magnitud requiere de un gran número de personas: administradores, arquitectos, artistas metalúrgicos, grabadores en piedra y metal.
Israel es una sociedad no tan sofisticada que depende primariamente de la agricultura y del comercio. Era muy difícil encontrar dentro del país a artistas con el talento necesario para una empresa de esta dimensión.
Una y otra vez se repite la frase: "mi padre David" (cuatro veces en siete versículos). Salomón quiere grabar en los oídos del pueblo que solo él es el legítimo heredero. Esto lo demuestra al materializar el sueño dorado de su progenitor.

Temas para el estudio en grupo

La importancia del servicio al Señor.
La importancia de la adoración.
Las condiciones de Dios para la bendición.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Cuáles atributos de Dios menciona Salomón en su oración?
2. ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias entre los versículos: "Estén abiertos tus ojos de día y de noche hacia este templo" (2 Cr 6.20) y "Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia" (He 4:16).
3. ¿Qué es lo que Dios promete en caso de sequía, plaga de langostas o peste? (2 Cr 7:12-15).
4. ¿Son las promesas de Dios a Salomón condicionales o incondicionales? Justifique su respuesta.
5. ¿Cuáles son los aspectos más destacados del liderazgo de Salomón?
6. ¿Cuál es el legado de Salomón que todavía persiste?
7. ¿Cuáles son las distintas condiciones y situaciones que Salomón plantea en la oración, y cuáles son las soluciones para hoy?
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