Estudio bíblico: Los buenos propósitos no son suficientes - 2 Crónicas 29:12-36

Serie:   Ezequías   

Autor: Wolfgang Bühne
Email: estudios@escuelabiblica.com
Alemania
Resultado:
Votos: 1
Visitas: 3508

Los buenos propósitos no son suficientes (2 Cr 29:12-36)

(2 Cr 29:12-36) "Entonces se levantaron los levitas, Mahat hijo de Amasai, y Joel hijo de Azarías, de los hijos de Coat; y de los hijos de Merari, Cis hijo de Abdi, y Azarías hijo de Jehalelel; de los hijos de Gersón, Joa hijo de Zima, y Edén hijo de Joa; de los hijos de Elizafán, Simri y Jeiel; y de los hijos de Asaf, Zacarías y Matanías; de los hijos de Hemán, Jehiel y Simei; y de los hijos de Jedutún, Semaías y Uziel. Estos reunieron a sus hermanos, y se santificaron, y entraron, conforme al mandamiento del rey y las palabras de Jehová, para limpiar la casa de Jehová. Y entrando los sacerdotes dentro de la casa de Jehová para limpiarla, sacaron toda la inmundicia que hallaron en el templo de Jehová, al atrio de la casa de Jehová; y de allí los levitas la llevaron fuera al torrente de Cedrón. Comenzaron a santificarse el día primero del mes primero, y a los ocho del mismo mes vinieron al pórtico de Jehová: y santificaron la casa de Jehová en ocho días, y en el dieciséis del mes primero terminaron. Entonces vinieron al rey Ezequías y le dijeron: Ya hemos limpiado toda la casa de Jehová, el altar del holocausto, y todos sus instrumentos, y la mesa de la proposición con todos sus utensilios.
Asimismo hemos preparado y santificado todos los utensilios que en su infidelidad había desechado el rey Acaz, cuando reinaba: y he aquí están delante del altar de Jehová.
Y levantándose de mañana el rey Ezequías reunió los principales de la ciudad, y subió a la casa de Jehová. Y presentaron siete novillos, siete carneros, siete corderos, y siete machos cabríos, para expiación por el reino, por el santuario y por Judá. Y dijo a los sacerdotes hijos de Aarón, que los ofreciesen sobre el altar de Jehová. Mataron, pues, los novillos, y los sacerdotes recibieron la sangre, y la esparcieron sobre el altar; mataron luego los carneros, y esparcieron la sangre sobre el altar; asimismo mataron los corderos, y esparcieron la sangre sobre el altar. Después hicieron acercar delante del rey y de la multitud los machos cabríos para la expiación, y pusieron sobre ellos sus manos: Y los sacerdotes los mataron, e hicieron ofrenda de expiación con la sangre de ellos sobre el altar, para reconciliar a todo Israel; porque por todo Israel mandó el rey hacer el holocausto y la expiación. Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios, y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán: porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas. Y los levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas. Entonces mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y cuando comenzó el holocausto, comenzó también el cántico de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de David rey de Israel. Y toda la multitud adoraba, y los cantores cantaban, y los trompeteros sonaban las trompetas; todo esto duró hasta consumirse el holocausto. Y cuando acabaron de ofrecer, se inclinó el rey, y todos los que con él estaban, y adoraron.
Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las palabras de David y de Asaf vidente: y ellos alabaron con gran alegría, y se inclinaron y adoraron. Y respondiendo Ezequías dijo: Vosotros os habéis consagrado ahora a Jehová; acercaos, pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa de Jehová. Y la multitud presentó sacrificios y alabanzas; y todos los generosos de corazón trajeron holocaustos. Y fue el número de los holocaustos que trajo la congregación, setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos; todo para el holocausto de Jehová. Y las ofrendas fueron seiscientos bueyes, y tres mil ovejas. Mas los sacerdotes eran pocos, y no bastaban para desollar los holocaustos; y así sus hermanos los levitas les ayudaron hasta que acabaron la obra, y hasta que los demás sacerdotes se santificaron: porque los levitas fueron más rectos de corazón para santificarse, que los sacerdotes. Así, pues, hubo abundancia de holocaustos, con grosura de las ofrendas de paz, y libaciones para cada holocausto. Y quedó restablecido el servicio de la casa de Jehová. Y se alegró Ezequías con todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo; porque la cosa fue hecha rápidamente."
El ejemplo de Ezequías y sus palabras conmovedoras dirigidas a los levitas tuvieron un marcado efecto: los levitas se pusieron en marcha y "se santificaron" (versículos 12-15).
No fueron sólo buenos propósitos, como muchas veces surgen después de una poderosa predicación de la Palabra de Dios, o después de leer una biografía emocionante que nos hace llorar. Pero "del dicho al hecho hay un largo trecho", dice un refrán, pero en este caso no fue así. Estimulados por el ejemplo de Ezequías, que como guía del pueblo, no sólo pronunció palabras, sino que las puso por obra, habiendo reparado y abierto ya las puertas del templo, infundió fuerza y valor en los levitas. Pero primero tuvieron en cuenta una orden importante: Se santificaron a sí mismos, para después limpiar el templo "conforme al mandamiento del rey y las palabras de Jehová" (versículo 15).
Siempre cuando los líderes en el pueblo de Dios refuerzan sus llamamientos con su conducta ejemplar "conforme a las palabras del Señor", algo se mueve y ocurre un cambio. Cuando "los caudillos en Israel" se ponen al frente, el pueblo siempre los seguirá voluntariamente (Jue 5:2). Eso lo vemos en los libros históricos de la Biblia, y también lo vemos confirmado en la historia de la iglesia, y lo demuestra el tiempo presente. Tanto el avivamiento como la apostasía son casi siempre el resultado de un ejemplo positivo o negativo.
Es también interesante que los levitas que comienzan a trabajar se mencionan con sus nombres (versículos 12-14). Esto deja claro que el Señor valora especialmente a los que en tiempos de decadencia general le honran santificándose y obedeciéndole. A pesar de que los nombres de estos hombres seguramente no eran conocidos en Israel y probablemente se olvidaron pronto en la siguiente generación, Dios les ha puesto un monumento en la Biblia.
"Yo honraré a los que me honran", le dijo un hombre de Dios al profeta Elí (1 S 2:30). ¿Qué valor tiene para nosotros la aprobación de Dios? ¿La estimamos más que todas las adulaciones de los cristianos y todos los galardones del mundo?
Jim Elliot, el misionero asesinado por los indios aucas en Ecuador, escribió una vez en su diario: "Fue un largo aprendizaje hasta que aprendí a vivir solamente delante de Dios, dejando que él forme la conciencia y no temiendo nada, sino solamente el apartarme de Su voluntad."

Limpieza en círculos concéntricos

Es significativo que después de la purificación personal, los levitas comienzan con la purificación del templo. Los sacerdotes entraron primero "dentro de la casa de Jehová" (versículo 16), luego sacaron toda la inmundicia y basura al atrio del templo, y los levitas finalmente lo eliminaron echándolo al torrente de Cedrón.
Tanto los sacerdotes como los levitas conocían sus tareas y sabían también los límites de su ministerio. Los sacerdotes comenzaron con la limpieza del interior del templo. Aquí hay una importante lección para nuestra vida personal y también para la vida de la iglesia.
No basta con cambiar o corregir lo exterior, si en el corazón, en el "lugar santísimo", aún no ha habido un cambio y una limpieza interior. Ese fue precisamente el pecado de los fariseos que tomaban muy en serio la purificación exterior estando "por dentro llenos de robo e injusticia" (Mt 23:25).
La llamada del Señor al arrepentimiento dirigida a los hipócritas de aquellos tiempos es también para nosotros, que hablamos y escribimos mucho de santificación y separación, tolerando y cultivando, sin embargo, maldades y ataduras ocultas en nuestros corazones:
(Mt 23:26) "Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio."
Es triste tener que observar a menudo cómo creyentes, que dan suma importancia a lo exterior y miden de ahí el grado de espiritualidad y temor de Dios, se asemejan a "sepulcros blanqueados" o tienen "gatos encerrados".
En cuanto a nuestro culto en la iglesia, nuestro "santuario" debería estar limpio de toda basura filosófica y teológica, sujetándose en todo a las afirmaciones de la Palabra de Dios. Cuando nuestra visión de Dios y del hombre está acuñada únicamente por la Biblia, estaremos "automáticamente" inmunizados contra la mayoría de las falsas doctrinas de la historia de la iglesia. En lo que se refiere a nuestro Señor Jesucristo, nuestra profesión debería ser inequívoca:
Jesucristo, Dios y hombre perfecto a la vez, sin la capacidad de poder pecar, y no obstante, "hecho pecado" por nosotros en la cruz, para ser nuestro sustituto allí. El cual murió por nuestros pecados y fue "resucitado para nuestra justificación" (Ro 4:25) "y el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (Ro 8:34).
Esto son sólo unos cuantos de los muchos valores que tipológicamente podemos ver en el lugar santísimo, en el santuario y en el atrio del templo. Estos contenidos de la fe debemos defenderlos contra cualquier ataque.
Si queremos ver lo sucio de la "casa de Dios" en nuestros días, sólo tenemos que ojear las revistas eclesiásticas o evangélicas. Las discusiones de los últimos meses y años sobre el "sacrificio expiatorio de Cristo" muestran cuánta basura y suciedad sobre la persona de nuestro Señor, en forma de falsa doctrina, se han metido en la cristiandad o son aceptadas sin rechistar.

El sacrificio para reconciliar "a todo Israel"

Los sacerdotes y levitas habían limpiado y santificado el templo durante dieciséis días, y también colocaron todos los objetos de la casa de Dios en su lugar determinado por Dios. Estos largos dieciséis días dejan claro la gran cantidad de suciedad y restos de la idolatría de pasadas generaciones que hubo que sacar. Pero al fin llegó el día en que se terminó la obra de limpieza y el rey Ezequías y los principales de la ciudad entraron en el templo con los animales para el sacrificio. Los sacerdotes esparcieron la sangre de los animales sobre el altar para expiarlo, y en presencia del rey y del pueblo hicieron expiación para reconciliar a todo Israel (versículos 20-24).
"A todo Israel", se dice dos veces en el versículo 24, porque Ezequías no sólo pensaba en el reino de Judá, sino también en el infiel reino del norte de Israel. Parece ser que después de la división del reino, Ezequías fue el primer rey cuyo corazón latía por "todo Israel". Su ejemplo anima a preocuparse y responsabilizarse de todo el pueblo de Dios de nuestros días, a pesar de todas las separaciones y desarrollos negativos. Aunque no podemos hacer expiación por otros en el sentido literal, sí debemos interceder por todos los hijos de Dios.
El hecho que somos "un cuerpo" (1 Co 12:12-31) no debe ser mera teoría, sino que hay que vivirlo. Esto significa que no seamos indiferentes ante la condición de nuestros hermanos, donde sea que se encuentren. Su situación espiritual tiene su efecto sobre nuestra vida espiritual y vice versa. Este conocimiento nos dará humildad y un sentido de responsabilidad. Especialmente cuando nos veamos confrontados con los supuestos desarrollos equivocados y los pecados de hermanos que se encuentran en un camino en el que nosotros no podemos andar con ellos. La obligación de "poner nuestras vidas por los hermanos" (1 Jn 3:16) no está limitada a un círculo específico de comunión, sino que encierra a todos los hijos de Dios.
En esto Abraham es un vivo ejemplo para nosotros en su actitud frente a Lot. Luchó en oración por su sobrino (Gn 18:14-33) (Gn 19:29) y arriesgó su vida por él, cuando éste había sido hecho prisionero por su propia culpa (Gn 14:14-16).
Roberto C. Chapman era conocido en Inglaterra por su amor desinteresado y su solicitud para con todos los creyentes. Cuando murió con 98 años, alguien escribió sobre él:
"A su entierro en Barnstable asistieron muchas personas. Vinieron de todo el país. Bautistas, metodistas, congregacionalistas y anglicanos que ante el sepulcro se reunieron como hermanos — ante el sepulcro de un hombre que por su palabra y su ejemplo había enseñado que todos los hombres nacidos de nuevo son hermanos y hermanas en Cristo.
Y aunque no se apartó jamás ni un centímetro de sus convicciones en cuanto a la adoración y la dirección de la iglesia, todos sabían que él los había amado y que en su corazón lamentaba que no hubiera más unidad en estas cuestiones entre los hijos de Dios. Sabían que habían perdido un verdadero hermano."

Cómo comienza la adoración

Pero volvamos a Ezequías y una escena conmovedora: Después de la expiación por medio de la sangre de los animales sacrificados, por mandato de Ezequías, los levitas se pusieron en orden con sus instrumentos de música. Según la ordenanza de Dios dada por el rey David y Natán el profeta (versículo 25).
Se habían preparado con címbalos, salterios y arpas, y con ellos los sacerdotes con sus trompetas. Pero ninguno se atrevió a emplear su instrumento según su propio parecer. El "cántico de Jehová" no comenzó hasta que se sacrificó el holocausto sobre el altar: sonaron las trompetas y los demás instrumentos acompañaron el júbilo. Aquí también se habla de la música con los "instrumentos de David" (versículo 27) y "con las palabras de David y de Asaf vidente" (versículo 30).
El holocausto es un símbolo de la entrega de nuestro Señor, cuando se dio a sí mismo en sacrificio para Dios, para agradar y glorificar al Padre: no sólo tenemos el perdón y la reconciliación con Dios, sino que además somos hechos "agradables". Cuando comprendemos esto es cuando irrumpe el gozo en nosotros y damos gracias a Dios por esta gran misericordia y este gran amor.
Antaño, el rey Ezequías y todos los que estaban con él, se arrodillaron y adoraron a Dios, igual que los levitas que cantaban "con gran alegría" a Dios, inclinándose delante de él y adorándole (versículo 30).
Unido a esta adoración iba la "consagración" , "sacrificios y alabanzas" (versículo 31) de corazón generoso. Y esa será siempre la consecuencia, cuando Dios nos abre los ojos y los corazones para ver el valor y las repercusiones del sacrificio de su Hijo. La entrega y consagración de Cristo despertará y profundizará también en nosotros el deseo de entregar nuestra vida como "holocausto" en agradecimiento y por amor para honra y gozo de Dios. La "adoración" y la "alabanza" en la vida de todo creyente se convertirá en mero rito, cuando no nace de un corazón sincero y amante. Volumen, emociones, lágrimas y palabras fervorosas no son un barómetro para la adoración verdadera — pues ésta tiene que ir unida siempre con la entrega de corazón al Señor.

¿Dónde están los sacerdotes?

Al final de este capítulo se nos narra algo notable, que puede ser de importancia para nosotros: no había suficientes sacerdotes para sacrificar los muchos animales que el pueblo daba en gran cantidad con generosidad de corazón. La razón: contrastando con los levitas, muchos sacerdotes no se habían santificado y por eso no pudieron ejercer su ministerio. Al menos fueron sinceros y no fingieron, ni se acercaron a Dios en una condición inmunda. Contrastando con esto, "los levitas fueron más rectos de corazón para santificarse que los sacerdotes" (versículo 34). Y por eso los levitas ayudaron a sus hermanos para llenar el vacío hasta que todos los sacerdotes se hubieron santificado.
Nos asombra que precisamente los que tenían el mandato de acercarse a Dios y presentar sacrificios, no se tomaron muy en serio eso de santificarse. Podríamos objetar que llevaban años sin practicar su servicio, porque el templo había estado cerrado durante generaciones. Pero esa misma circunstancia afectaba también a los levitas, pero ellos actuaron de manera diferente.
Aquí también vemos que lo importante es el corazón. Nosotros como creyentes del nuevo Testamento somos tanto "sacerdotes" (adoradores) como "levitas" (siervos) y ninguno de nosotros debería ser negligente ni en lo uno ni en lo otro. Y hoy en día pasa lo mismo, aquellos que han obtenido un mayor conocimiento del sacrificio y de la obra de nuestro Señor y que tendrían que ir por delante con la alabanza y adoración, son los que a menudo no se toman tan en serio la santificación.
Aquellos, sin embargo, cuyo corazón y servicio está más enfocado en las personas, invirtiendo todo su ser en la evangelización, misión y amor al prójimo, enfatizan la necesidad de la santificación y la practican fielmente.

Gran gozo, a pesar de todo

"Y se alegró Ezequías con todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo; porque la cosa fue hecha rápidamente" (versículo 36). Con esta impresión termina este capítulo impresionante.
A Dios toda la gloria — ¡Soli Deo Gloria! El centro de la alegría y gratitud no fue Ezequías, sino el Señor que había obrado todo.
¿Quién hubiese soñado que Dios en tan corto tiempo daría "de repente" tal avivamiento espiritual en el pueblo de Dios? Esto nos hace recordar otra vez el "aguacero de Dios" del que habló Lutero y que siempre es un regalo inmerecido de la gracia de Dios. Ciertamente Ezequías fue un instrumento dispuesto que Dios pudo usar. Pero el autor fue únicamente Dios. Sólo Él se merece toda la honra.

"El cántico de Jehová"

Entonces comenzó el "el cántico de Jehová" (versículo 27). Durante muchos años no se había oído. Una generación entera de jóvenes israelitas ya no lo conocía, y si lo conocía, era sólo de "segunda mano". Sus oídos se habían acostumbrado a la música de las fiestas idólatras. En su meditación sobre este texto, Paul Humburg imagina los hechos de esta forma:
"Cuando se oyó el impetuoso cántico de Jehová en la ciudad de Jerusalén, había en el monte de los olivos un hombre con su hijo de quizá 16 o 17 años trabajando en su campo. Al percibirlo, el hijo se apoyó sobre su azadón y le preguntó a su padre: Padre, escucha, ¿qué es esto que se oye? El padre vuelve la mirada al santuario de Dios y medio deprimido y medio gozoso dice: Es el cántico de Jehová, así cantábamos nosotros antiguamente en el templo". Toda una generación, toda una juventud de 16 o 17 años había crecido sin haber oido jamás el cántico de Jehová.
Ancianos, vosotros corríais bien, pero ¿quién os ha frenado, para no obedecer a la verdad?¿Quién os ha encantado? ¡Responded! ...
Esta conducta es pecado delante de Dios. Un cristianismo sin fuerza y sin alegría es un obstáculo para los demás y especialmente para los jóvenes ... ¡Nuestra tibieza detiene la obra de Dios!

Comentarios

Colombia
  Campo Elias Palma MillÁn  (Colombia)  (29/03/2022)
El rey Ezequías me llena de gozo por su actuar en lo que realmente es importante, la adoración y el servicio a Dios. La palabra es un tesoro sin descubrir en mi vida. Gracias.
El Salvador
  Andy Ávalos  (El Salvador)  (07/03/2022)
Doy gracias a Dios por este estudio Bíblico, el solo tener la oportunidad de comprender más la Biblia, y profundizar más en ella a través de este estudio bíblico nos enseña mucho más, en toda nuestra vida y nos corrige, en cada etapa.... saber cada palabra no solo impacta nuestra vidas, corazones, si no también aprendemos a ver las cosas diferentes por su hermosa palabra que es la de nuestro Dios Amado, ....y con este estudio aprender más, muchas gracias , que Dios los bendiga por tomar el tiempo para estudiar su hermosa palabra y compartirlo con nosotros.
Copyright © 2001-2024 (https://www.escuelabiblica.com). Todos los derechos reservados
CONDICIONES DE USO