Estudio bíblico: Una invitación a volver a los caminos del Señor - 2 Crónicas 30:1-19

Serie:   Ezequías   

Autor: Wolfgang Bühne
Email: estudios@escuelabiblica.com
Alemania
Resultado:
Votos: 1
Visitas: 3909

Una invitación a volver a los caminos del Señor (2 Crónicas 30:1-19)

(2 Cr 30:1-19) "Envió después Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que viniesen a Jerusalén a la casa de Jehová para celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel. Y el rey había tomado consejo con sus príncipes, y con toda la congregación en Jerusalén, para celebrar la pascua en el mes segundo: Porque entonces no la podían celebrar, por cuanto no había suficientes sacerdotes santificados, ni el pueblo se había reunido en Jerusalén. Esto agradó al rey y a toda la multitud. Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel, en Jerusalén: porque en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está escrito. Fueron pues correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, y él se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de Asiria. No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis. No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Jehová, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará de vosotros. Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra: porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él. Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón: mas se reían y burlaban de ellos. Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés, y de Zabulón, se humillaron, y vinieron a Jerusalén. En Judá también estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón para cumplir el mensaje del rey y de los príncipes, conforme a la palabra de Jehová. Y se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta solemne de los panes sin levadura en el mes segundo, una vasta reunión. Y levantándose, quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los altares de incienso, y los echaron al torrente de Cedrón. Entonces sacrificaron la pascua, a los catorce días del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas llenos de vergüenza se santificaron, y trajeron los holocaustos a la casa de Jehová. Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre, conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas: Porque había muchos en la congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban la pascua por todos los que no se habían purificado, para santificarlos a Jehová. Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, a Jehová el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario."
El último capítulo terminó con las palabras: "Y se alegró Ezequías con todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo...".
Conmovido por la singular excelencia del culto, el rey Ezequías se arrodilló con su pueblo para adorar a Dios y finalmente los levitas tampoco se pudieron contener: "y ellos alabaron con gran alegría".
Así concluyó este memorable día con una multitud de holocaustos y sacrificios de alabanza que ofrecía un pueblo lleno de gratitud y alegría. Era la señal de su consagración.

Después de tantos años...

"De repente", sin haberlo planeado ni soñado, el Espíritu de Dios había dado a los líderes y al pueblo un avivamiento por medio de Ezequías. Y esto les llevó a que se dieran cuenta de una cosa: ¡Hacía 250 años que no se había celebrado la Pascua! Esta fiesta prescrita por Dios, instaurada para recordar a Israel la noche de la liberación de la esclavitud de Egipto por la sangre del cordero de la pascua, había caído en el olvido.
Dios había mandado que cada israelita viniera una vez al año a Jerusalén para celebrar esta fiesta y después la fiesta de los "panes sin levadura" (Ex 23:14-15). Ni Ezequías ni sus contemporáneos habían obedecido a este mandato de Dios. Ninguno de ellos tenía experiencia en cuanto a la celebración de la pascua. Pero de alguna manera el Espíritu de Dios despertó en el rey, en sus principales y también en el pueblo el recuerdo de esta ordenanza escrita en los libros de Moisés y también despertó el deseo de obedecer a Dios en este asunto.
El hecho de que este mandato de Dios llevaba muchas generaciones sin practicarse, para ellos no fue motivo para retroceder y decir: Esto no lo hemos hecho nunca y por eso no queremos empezar con estas "innovaciones".
Si hoy tenemos la tradición de no obedecer a las instrucciones explícitas de Dios, entones ya es hora que cortemos con esa tradición. El tiempo de la Reforma y de los grandes avivamientos nos proporciona mucho material para ilustrar lo que estamos diciendo.
La obediencia es la llave que nos abre las puertas a nuevos conocimientos. Este principio espiritual lo vemos bien ilustrado en la historia. "El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría" (Pr 15:33).

Un acuerdo común

Por los versículos 2 y 12 deducimos que aquí no se trató de una orden de Ezequías caprichosa y solitaria de celebrar la pascua e invitar a todo el pueblo a la fiesta. Hubo un consejo con los "principales" y "toda la congregación en Jerusalén".
Dios usa a menudo a personas individuales para desencadenar un aviamiento. Eso ya lo hemos visto en la vida de Ezequías. Pero después de esto viene una fase donde es necesario tratar y actuar colectivamente para consolidar el avivamiento.
Ezequías predicó con el ejemplo, aunque seguramente tenía buenas razones para no buscar el consejo de los "principales" hombres del reino que probablemente estaban abotargados y dormidos. Pero Ezequías comprendió que esta gran obra de reforma en Israel no se podía llevar a cabo con un solista solamente. Buscó la colaboración de los responsables y voluntarios del pueblo y con la ayuda de "la mano de Dios" consiguió que Dios les diera un "un solo corazón" para cumplir la voluntad de Dios (versículo 12). Un cristiano solitario no se corresponde con el plan de Dios y está expuesto a grandes peligros. El Señor Jesús envió a sus discípulos de dos en dos a la obra en la mies. Y los Hechos de los Apóstoles nos muestran cómo se extendió el evangelio y fueron consolidadas las iglesias por el trabajo en equipo.
Paul Humburg comenta aquí:
"El coche de un caballo es malo en el reino de Dios ... Nadie desprecie a los hermanos, aunque al principio den más trabajo que ayuda para avanzar, y sean más carga que apoyo. El maestro los envió de dos en dos y así podían complementarse bien."
Es interesante que juntos se dieron cuenta que la pascua no podían celebrarla en el mes primero, como estaba prescrito, porque "no había suficientes sacerdotes santificados" (versículo 3). Evidentemente habían estudiado los libros de Moisés y se habían dado cuenta que en (Nm 8:6-12) había un permiso excepcional para celebrar la pascua en el mes segundo, y eso encajaba en su situación. Aquí vemos cómo las consultas conjuntas en torno a la Palabra de Dios hacen que aumente el conocimiento de la voluntad de Dios en la situación actual.

En camino con buenas nuevas

Las invitaciones a la fiesta de la pascua fueron enviadas por carta. Los destinatarios no eran solamente los ciudadanos de Judá con su centro en Jerusalén, sino que fue pasado "pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan" (versículo 5) y también "Efraín y Manasés, hasta Zabulón" (versículos 1 y 10).
Samaria, el reino de las diez tribus, ya había sido llevado a la cautividad por los asirios, de modo que las ciudades y pueblos habían quedado despoblados y no había muchas personas. Además, éstos adoraban a los dioses de las naciones paganas (2 R 17).
Pero Ezequías tenía mucho interés en que todo el pueblo de Dios celebrara la pascua, y por eso envió "correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá". Ezequías había comprendido que la pascua no simbolizaba solamente el recuerdo de la salvación por medio de la sangre del cordero, sino que al mismo tiempo ponía de relieve la unidad y la comunión del pueblo de Dios. Él también se sentía unido con los miembros del pueblo de Dios que estaban bajo dominio extranjero y habían adoptado costumbres y ritos paganos.
Hoy nos encontramos en una situación muy parecida. La iglesia de Dios en el día de hoy está metida en disputas y dividida. Nada de unidad y testimonio común. Muchos hermanos se encuentran en iglesias y congregaciones donde se toleran falsas doctrinas, inmoralidad y principios que no son bíblicos o que se aceptan como pertenecientes a la cultura. Añadido a esto está el creciente número de creyentes que por sus vivencias en sus iglesias están en tal frustración que no quieren ya adherirse a ninguna asamblea.
Qué bendición, en cambio, son los creyentes e iglesias con un corazón ancho y un genuino sentido de responsabilidad para todos los hijos de Dios, que tratan de "guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Ef 4:3). Creyentes que no hacen la vista gorda frente a opiniones y prácticas antibíblicas, sino que con un corazón compasivo y amoroso invitan a volver a Dios y orientarse de nuevo, viviendo ellos mismos como ejemplo lo que es la vida en la iglesia marcada por el Espíritu Santo.

Verdad y amor

En aquellas "cartas de mano del rey" repartidas por todo Israel por los correos, las graves diferencias que había dentro de aquel Israel dividido no fueron omitidas según la divisa "los dogmas separan pero el amor une". El mensaje del rey contenía tanto la exhortación de volver a Jehová y arrepentirse, como también la invitación amorosa y alentadora de celebrar la pascua en Jerusalén (versículo 5):
"Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" (versículo 6).
"No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová el Dios de sus padres" (versículo 7).
"No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Jehová, y venid a su santuario" (versículo 8).
"Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra; porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él" (versículo 9).
Las cartas del rey estaban marcadas por la verdad y el amor. En nuestra manera de pensar, hablar y vivir, deberían reconocerse estos dos grandes rasgos característicos de nuestro Señor.
"La verdad sin misericordia produce un legalismo vanidoso, que envenena a la iglesia y aleja de Cristo a la gente del mundo. La misericordia sin la verdad produce una indiferencia moral e impide que las personas reconozcan que necesitan a Jesucristo."
"Sin la verdad nos falta el valor para hablar, nos faltan las convicciones que hay que transmitir. Sin la misericordia nos falta la compasión necesaria para enfrentarnos a las necesidades más profundas de nuestros prójimos."

De ciudad en ciudad a pesar de todo

Es una escena conmovedora observar a los correos del rey llevando a cabo su cometido. Tienen buenas noticias en sus manos. Se dan prisa para invitar al mayor número posible a la gran fiesta en Jerusalén: "Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón" (versículo 10).
Meditando en esta escena nos hace pensar en (Is 52:7), donde habla de los "pies hermosos" de aquel que sobre los montes "trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien". Pero al mismo tiempo desilusiona ver que la reacción de los invitados de entonces, igual que los de hoy, fue la de burlarse y reírse. Esta gente no tenía ningún interés en peregrinar a Jerusalén. La petición del rey les resultó extraña a sus corazones y cabezas. Se habían conformado, e incluso encariñado, con su propio "culto" mezclado con el paganismo y la idolatría (2 R 17:33). Y así se rieron y se burlaron de estos mensajeros y de una ridícula invitación que no les interesaba en lo más mínimo. Henri Rossier (1835-1928), antiguo comentarista, anota lo siguiente sobre este pasaje:
"Escribid cartas como Ezequías. Mandad vuestro mensaje a todas partes y decid: el pueblo de Dios es un pueblo que se reúna rápidamente para adorar a Dios. Que testifique en la mesa del Señor de esta unidad obrada por el Espíritu Santo. Que se purifique de toda mezcla con un mundo impuro, y, por muy baja que haya sido la caída, puede volver a experimentar las primeras bendiciones. No creáis que hallaréis muchas almas. Vuestra amonestación tendrá como respuesta la indiferencia, la burla y el desprecio."
Pero los correos del rey no se desanimaron por las reacciones negativas, sino que siguieron adelante y llegaron a ver cómo "algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron, y vinieron a Jerusalén" (versículo 10).
En nuestros días va a ocurrir lo mismo. La invitación de obedecer a la Palabra de Dios también con respecto a las cuestiones del culto, no despertará gran entusiasmo, sino que muchas veces se encontrará con indiferencia, desinterés e incomprensión.
William MacDonald, con su larga experiencia, escribió una vez:
"Atenernos a la verdad del Nuevo Testamento siempre significará que seremos una oveja negra en la comunidad evangélica."
Sin embargo: Unos pocos se pondrán en camino como entonces; reflexionarán, cambiarán de opinión y se humillarán. Las agujetas, el sudor y las lágrimas, como también el aguantar las burlas y el escarnio en el servicio para el Señor, no son en vano, ni antes ni ahora. Los pocos que se ponen en camino y obedecen al llamado de volver a Dios son una recompensa más que suficiente de todo el esfuerzo.
Copyright © 2001-2024 (https://www.escuelabiblica.com). Todos los derechos reservados
CONDICIONES DE USO