Estudio bíblico de Jonás 2:7-3:2

Jonás 2:7-3:1

Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro recorrido por el libro de Jonás, y en nuestro programa anterior estuvimos considerando la oración del profeta realizada cuando se encontraba en el vientre del pez. Llegamos hasta el versículo 6 de este segundo capítulo. Nuestro último comentario fue que para nosotros es importante tener en el Antiguo Testamento un libro que señale hacia la resurrección del Señor Jesucristo. La resurrección es una de las dos columnas de nuestra salvación, sobre la cual se apoya el arca de la iglesia - estas dos columnas son la muerte de Cristo, y la resurrección de Cristo. Ambas realidades fueron enseñadas en el Antiguo Testamento, y este libro de Jonás, que estamos estudiando, ilustra la resurrección del Señor Jesucristo.

Leamos ahora el versículo 7 del capítulo 2, que dice lo siguiente:

"Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo."

Una explicación normal aquí nos diría que cuando aquel hombre fue tragado por el pez, estaba muy asustado, e inmediatamente comenzó a clamar a Dios para que le librara, al ver que se estaba deslizando hacia el estómago del pez.

Y nos dijo que su alma desfallecía. No creemos que hayan pasado más de 5 minutos antes de que Jonás perdiera el conocimiento, pero antes de quedar inconsciente, pudo decir Me acordé del Señor. Fue entonces, en ese mismo momento, en que él debió pronunciar su oración. No vemos razonable que él pronunciara esta oración al tercer día de encontrarse dentro del pez, después de haber hecho un examen de conciencia y sentido la convicción de su necesitad durante los dos días anteriores. Jonás se sintió hundido en las aguas y después dijo que su alma desfallecía, lo cual indica que perdió el conocimiento dentro del pez.

Y después le dijo Jonás al Señor y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo. Antes de perder el conocimiento y enfrentarse con la cercanía de la muerte, este hombre ya había abierto su corazón en oración ante Dios.

Entonces Jonás hizo una observación, que constituye una de las máximas que podemos encontrar en la Palabra de Dios. Leamos el versículo 8 de este segundo capítulo:

"Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan."

Hemos tratado de obtener una buena explicación de este versículo. Este es uno de los grandes principios de las Sagradas Escrituras. La vanidad no es otra cosa que vaciedad. Jonás estaba hablando aquí de aquellos que concentran su atención en aquello que está vacío, aquello que es vano, inútil, aquello que es simplemente un sueño, y que no va a suceder. Jonás lo llamó vanidades ilusorias. Dijo que abandonaban la única misericordia que podían recibir. Jonás estaba clamando al Dios vivo y verdadero. Ya no era el profeta que le ponía mala cara a Dios, apresurándose a huir a Tarsis, siguiendo la dirección opuesta porque odiaba a los habitantes de Nínive y no quería que se salvaran. En estos momentos estaba enfrentándose con la realidad. Estaba tratando con el problema de forma directa. Y todo era muy real en el vientre de aquel pez. El profeta fue consciente de que tenía que arreglar directamente sus asuntos con Dios. Estaba apelando a El, a Su misericordia, y encontró que el Señor era compasivo con él.

Así que Jonás clamó a Dios y después mostró su gratitud diciendo lo que leemos en el versículo 9 de este segundo capítulo:

"Mas yo, con voz de alabanza, te ofreceré sacrificios; Cumpliré lo que te prometí. ¡La salvación viene del Señor!."

Aquí le vemos prometiendo ofrecer sacrificios y canciones de gratitud. Estimado oyente, no creemos que usted y yo podamos imaginar los sentimientos de gratitud que estaban en el corazón de aquel hombre, en su vida, cuando el pez lo vomitó en tierra firme. Hasta esos momentos su vida había sido un verdadero desastre. Pero el elevó su voz a Dios con gratitud por haberle arrancado de las garras de la muerte.

Y dijo además, que cumpliría lo que había prometido. ¿Y sabe usted qué había el prometido? ¿Puede imaginarse qué era? Antes había resuelto no ir a Nínive, pero había cambiado su forma de pensar. En realidad, Dios se la había cambiado y en aquellos momentos estaba dispuesto a dirigirse hacia Nínive.

Estimado oyente, el Señor también tiene que tratar con muchos de nosotros de esta manera. Quizás no se trata pruebas como las de Jonás, pero nos envía otras cosas, por las cuales no podemos echarle la culpa. Debemos aprender las lecciones que El tiene para nosotros a través de los métodos que El quiera usar, y tenemos que estar preparados para decir lo mismo que dijo el profeta. Debemos estarle agradecidos por permitir que ciertas experiencias nos prueben y nos enseñen lecciones que aun no habíamos aprendido, sabiendo que cuando El lo considere oportuno, podrá librarnos de ellas. Entonces, podremos hacer promesas a Dios, podemos prometerle que vamos a entregar el resto de nuestra vida, por ejemplo, a difundir la Palabra de Dios y a servirle de cualquier otra manera. Así, podemos comprender por qué Jonás le hizo esta promesa a Dios. Se mostró dispuesto a obedecer a Dios y a hacer lo que El quisiera que hiciese. Estaba preparado para ir a la ciudad de Nínive.

Ahora destacamos la frase La salvación viene del Señor. Según nuestra opinión, esta es la declaración más importante que encontramos en el libro de Jonás. Creemos que es muy importante. Al decirle a Dios Cumpliré lo que te prometí. La salvación viene del Señor él estaba hablando de liberación.

Acerca de esto necesitamos destacar algunas cosas. La salvación es la obra de Dios realizada para nosotros. No será nunca una obra del hombre para Dios. Estimado oyente, Dios no nos puede salvar por nuestras propias obras, porque lo único que podemos presentarle a él es imperfección, y Dios sencillamente no acepta la imperfección. Y nosotros somos incapaces de presentarle la perfección. Si nuestra salvación dependiera de nosotros o de nuestras obras, si dependiera de algo que hiciéramos, nunca podríamos ser salvos. En primer lugar, somos pecadores perdidos, muertos espiritualmente en nuestras transgresiones y pecados. Si nos ha de llegar la liberación, tendrá que venir a nosotros como le llegó a Jonás, que estaba en una condición de muerte y sin ninguna esperanza dentro aquel pez. Si Jonás había de vivir, si iba a ser usado por Dios (e iba a ser usado), sería porque para él, y para nosotros, la salvación tendría que provenir del Señor. Y si usted ha de ser salvo, lo será porque la salvación proviene del Señor.

La salvación es un hecho inigualable, extraordinario y de tal magnitud, que puede expresarse en tres tiempos. Por ejemplo, diríamos "Yo he sido salvo" (tiempo pasado); "Estoy siendo salvado" (tiempo presente); y "seré salvo" (tiempo futuro). Así que la salvación es la obra de Dios desde el principio hasta el fin. Veamos por unos momentos lo que la Palabra de Dios dice al respecto.

(1) Veamos el tiempo pasado: "yo he sido salvo". El Señor Jesucristo dijo, en el evangelio de Juan, capítulo 5, versículo 24, El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. En el momento en que usted confía en el Señor, tiene vida eterna. Para aquellos que hoy son cristianos, este hecho tuvo lugar en el pasado. Si en algún momento del pasado usted confió su vida a Cristo, esa fue totalmente Su obra - porque usted confió en lo que El hizo a favor suyo. Como también dice en el evangelio de Juan, capítulo 3, versículo 36, El que cree en el Hijo, tiene vida eterna. Usted recibió esa vida al confiar en Cristo. Usted no hizo nada al respecto, nada en absoluto. El le ofreció la salvación como un regalo. Como dijo el apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 6, versículo 23, la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. Por ello, cada cristiano puede decir "yo he sido salvado". ¿Y cómo ha sido salvado? Confiando en Cristo y en Su obra. Y todo ello fue, 5nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, como también dijo el apóstol Pablo en su carta a Tito, capítulo 3, versículo 5.

(2) Veamos ahora el tiempo presente, "yo estoy siendo salvado".Es que Dios no ha terminado con nosotros. Tiene intención de continuar Su obra en nuestras vidas. Se nos ha dicho ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (como leemos en la carta a los Filipenses capítulo 2, versículos 12 y 13). Bueno, usted no puede realizar obras para Dios hasta que El haya actuado primero en usted. El Apóstol Pablo pudo decir en su epístola a los Efesios, capítulo 2, versículo 8: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe. Esta fue una gran conclusión. Pero los apóstoles no se detuvieron aquí, y el apóstol continuó diciendo en el versículo siguiente, pues somos hechura suya. ¿Nosotros somos obra de su mano, creación Suya? Sí, estimado oyente. Se nos ha dado una nueva vida. Y Pablo añadió creados en Cristo Jesús para buenas obras. Así que ahora, por el poder del Espíritu Santo, como hijo de Dios, el hijo de Dios ha de producir fruto. Y en Juan capítulo 15, versículos 1 al 5, el Señor dijo que quería que produjéramos mucho fruto. Y el apóstol Pablo, también escribió en su carta a los Gálatas, capítulo 5, versículos 22 y 23. 22Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Todas estas obras de la gracia de Dios son obra Suya, y El quiere producirlas hoy en usted.

Usted y yo deberíamos estar creciendo en gracia y en el conocimiento de Cristo. Así es que, yo estoy siendo salvo. Debería ser un mejor creyente hoy de lo que fui el año pasado. A veces nos desanimamos un poco en este proceso. porque en general, muchos nos parecemos un poco ese gato famoso que subía por un palo durante las horas del día, pero que se resbalaba hacia abajo durante la noche, más de lo que había subido durante el día. A algunos les parecerá que no han llegado muy lejos pero, no obstante, ha habido algún crecimiento espiritual. Pero que nadie se considere totalmente satisfecho de sus progresos, porque El aun no ha terminado Su obra en cada uno. Así, la salvación viene del Señor.

(3) Finalmente, veamos el tiempo futuro: "yo seré salvo". Llegará un día en que yo seré salvo. El Apóstol Pablo le dijo a ese joven predicador llamado Timoteo, en su Segunda carta a Timoteo, capítulo 3, versículo 16: 16Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, Y así, cuando el apóstol le estaba hablando de las Sagradas Escrituras, también le dijo, en el versículo anterior las cuales te pueden hacer sabio para la salvación. Como Timoteo ya era salvo, ¿qué quiso decir Pablo cuando le dijo estas palabras? El quiso decir que las escrituras sagradas capacitarían a Timoteo para crecer espiritualmente y capacitarlo en su vida para Dios.

Pero aun cuando lleguemos al final de la vida, no podemos considerarnos completos. El gran predicador, Dwight L. Moody, solía citar la frase de otro predicador, que dijo: "El mundo aún tiene que ver lo que Dios puede hacer con un hombre que se entregue completamente a él". Y Dwight Moody - era joven en aquella época- se dijo a sí mismo: "Por la gracia de Dios, yo seré ese hombre". Pero en los últimos días de su vida, cuando estaba muriendo, Moody dijo: "yo quería ser ese hombre, pero aun es cierto que el mundo aun tiene que ver lo que Dios puede hacer con un hombre que se entregue completamente a El".

Así que, nadie debería desanimarse. Porque, como bien dijo el apóstol Juan en su primera carta, capítulo 3, versículo 2, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. Nosotros le veremos a Él algún día y entonces, seremos como Él es. Pero hasta entonces, muy probablemente, no nos vamos a parecer mucho a Él. Quizás algunos consigan parecerse más a El, y otros no. Pero en aquel día sí que seremos semejantes Él y los creyentes se deleitarán contemplándole a El, y contemplándose los unos a los otros. Cada uno verá que todos lo aman, y que él ama a todos los demás.

Así que la afirmación la salvación viene del Señor, fue una declaración extraordinaria, y se encuentra en el Antiguo Testamento, y en este libro de Jonás. Y usted ya sabe cuándo aquel profeta aprendió esta realidad; cuando fue tragado por el gran pez y después, cuando fue vomitado en la costa. Entonces sí pudo pronunciar esta verdad con verdadera convicción.

Leamos ahora el versículo 10 de este segundo capítulo, que lleva el título

Jonás llegó a tierra firme

"Entonces el Señor dio orden al pez, el cual vomitó a Jonás en tierra."

Alguien dijo con cierto sentido del humor, que ni siquiera el pez pudo digerir a Jonás, un profeta que se había apartado de Dios. Pero en aquel momento, Jonás era un hombre diferente. Había hecho algunas promesas a Dios, y una de ellas fue que iba a viajar hacia Nínive. Esta ciudad sería el destino de tu viaje. Y con esta reflexión llegamos al

Jonás 3

Y sólo vamos a poner nuestro pie en el umbral de este capítulo. Nuestro itinerario de viaje para el libro de Jonás nos informa que todo el tiempo el destino fijado para el profeta ha sido la ciudad de Nínive. Al llegar al capítulo 3, su destino continuaba siendo Nínive. Una vez en tierra firme él iba a llegar a Nínive. Nos llevó un relato de 3 capítulos, y tuvo que desviarse por medio del pez, pero finalmente llegaría a aquella ciudad. El lugar para dar la vuelta y retomar el rumbo fue el pez y esa experiencia le orientó en la dirección correcta.

Nos agradaría encabezar este tercer capítulo con las palabras del Señor Jesús, que pronunció en Su tiempo aquí en la tierra. Nos referimos al pasaje de Lucas capítulo 11, versículo 30, donde Jesús dijo 30porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, lo será también el Hijo del hombre a esta generación. Leamos ahora el versículo 1 de este tercer capítulo, que da comienzo a un párrafo que hemos titulado

El Dios de la segunda oportunidad

"El Señor se dirigió por segunda vez a Jonás (y le dijo)"

En cierta ocasión un predicador estaba hablando del libro de Jonás y entre el público asistente se encontraba una maestra de escuela. Esta persona siempre tenía algunas preguntas que formular en cada sesión. Una de ellas fue la siguiente: Supongamos que Jonás regresara otra vez a Joppe y consiguiera comprar otra vez un billete para ir a Tarsis. ¿Qué habría sucedido entonces? El predicador le respondió que en ese caso habría un segundo pez esperando a Jonás, pero ello no sería necesario, porque el profeta había aprendido su lección y, con toda seguridad, se estaba dirigiendo hacia Nínive.

Creemos que lo mismo podría haber sido dicho del hijo pródigo. Supongamos que al año siguiente le hubiera dicho a su padre que quería ir nuevamente a un país lejano, ¿Piensa usted que el padre le hubiera castigado? Pensamos que podría haber sido así. Pero lo interesante es que este joven no quiso ir más a una provincia lejana. ¿Por qué? Porque era hijo del padre, y no quiso pasar otra vez por la pocilga. Es que los hijos de Dios pueden caer en el pecado, pero seguramente no van a vivir permanentemente en el pecado. Los cerdos viven en pocilgas, y los hijos viven en la casa del padre. Es una realidad tan sencilla como importante.

Ahora, dice este versículo El Señor se dirigió por segunda vez a Jonás. Nuestro Dios es el Dios de la segunda oportunidad - y esta es una hermosa y esperanzadora realidad. Dios le dará a usted una segunda oportunidad, y le dará aun más que eso. Y se lo digo, estimado oyente, porque me la ha dado a mí, y a muchísimas personas que la necesitaban. El es paciente. El no desea que nadie perezca. Si usted es Su hijo, el va a sostenerle con Su mano, de eso no le quepa ninguna duda.

Estimado oyente, nuestro tiempo ha llegado a su fin y debemos despedirnos hasta nuestro próximo programa. Esperemos que está última verdad que hemos enfatizado, de que Dios siempre nos concede una segunda oportunidad, sea para usted un motivo de consuelo, de esperanza, y que le impulse a ponerse en las manos del Señor para que El rectifique su vida y le señale con claridad el rumbo a seguir. Esperamos contar con su grata compañía en nuestro próximo programa, para continuar recorriendo este interesante libro de Jonás, que forma parte de nuestro viaje "a través de la Biblia".

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