Estudio bíblico de 1 Juan 1:1

1 Juan - Introducción - 1:1

Comenzamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio de la Primera Epístola Universal del Apóstol San Juan. Algunos especialistas de la Biblia consideran que las epístolas de Juan fueron los últimos libros de la Biblia que se escribieron. Con toda seguridad, las epístolas de Juan fueron las últimas que este apóstol escribió.

Las tres epístolas fueron también llamadas cartas, sin embargo, la primera carta no tiene la forma o el estilo de una carta. No tiene saludos al principio ni en la conclusión de la obra. El estilo es más bien el de un sermón. Tiene todas las características del mensaje escrito por un fiel pastor que siente amor y preocupación por un grupo determinado de creyentes.

Juan se desempeñó como pastor de la iglesia de Éfeso, que fue fundada por el apóstol Pablo. A través de los años la iglesia ha creído que el apóstol escribió primero su Evangelio, en segundo lugar sus epístolas y finalmente el libro de Apocalipsis, justamente antes de su muerte. Sin embargo, en años recientes algunos de nosotros hemos llegado a la conclusión de que Juan escribió sus epístolas como su obra final. De acuerdo con este punto de vista, el escribió sus primera epístola después de su encarcelamiento en la isla de Patmos. En este caso, la fecha de la carta quedaría fijada alrededor del año 100. Juan murió en Éfeso y fue enterrado en esa ciudad. La Basílica de San Juan fue construida sobre la tumba del apóstol por el emperador Justiniano en el siglo quinto.

Para entender la primera epístola de Juan debemos saber algo sobre la ciudad de Éfeso del principio del siglo segundo. Era muy parecida a cualquier ciudad de nuestro tiempo. Hubo cuatro factores importantes que predominaron en Éfeso y por todo el mundo Romano.

1. Había una familiaridad natural con el cristianismo. Muchos de los creyentes eran hijos y nietos de los primeros cristianos. El nuevo brillo de la fe cristiana se había empañado. La novedad había pasado. La emoción y la gloria de los primeros días se habían apagado. ¡Qué emocionante fue el ser un creyente en aquel día en el cual el apóstol Pablo había llegado a la ciudad y desafió a la diosa Diana de los Efesios! Toda la ciudad estaba alborotada. En los Hechos capítulo 19 leemos acerca del efecto que la enseñanza de Pablo tuvo en la sinagoga de Éfeso, y también sobre el impacto de sus sesiones diarias en la escuela de Tirano durante dos años. ¡Qué ferviente había sido el amor y entusiasmo por Cristo de los creyentes en aquellos días! Pero, muchos años más tarde, cuando el Señor Jesús les envió una carta a los creyentes de Éfeso por medio del apóstol Juan, mientras éste se encontraba en la isla de Patmos, les dijo: 4Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor (como leemos en Apocalipsis 2:4). Todo sucedió tal como Jesús había advertido hacía ya mucho tiempo, cuando dijo, 2y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (como leemos en Mateo 24:12). La devoción y dedicación a Cristo de los creyentes de Éfeso había decaído.

2. Las elevadas normas del cristianismo había hecho de los cristianos personas diferentes, pero los hijos y nietos de los primeros cristianos no quisieron ser diferentes. Los creyentes eran llamados "santos" - de la palabra Griega "hagios". El significado principal es "separado para el uso exclusivo de Dios, o perteneciente a Dios". Los utensilios del templo fueron calificados como santos, porque estaban reservados al uso para Dios. El templo también era santo, es decir, diferente, separado para el uso de Dios.

Pero los creyentes de Éfeso habían llegado a ser cristianos tradicionales, como programados para el compromiso. Se habían convertido en cristianos flexibles. Eran el producto de un molde diferente al de los discípulos a quienes Jesús había dicho: 19Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia (como leemos en Juan 15:19). Y también en la oración sacerdotal dirigida a Su Padre, leemos las siguientes palabras: 14Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Juan 17:14). En los nuevos tiempos se había producido una ruptura en la ética judeo-cristiana y se percibía indiferencia hacia las normas Bíblicas.

3. La persecución no fue la enemiga del cristianismo. El peligro que acechaba a la iglesia de Éfeso no era la persecución exterior sino la seducción desde el interior. El Señor Jesús mismo había advertido acerca de esto, diciendo: 24porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos (como podemos leer en Mateo 24:24).Y el apóstol Pablo les había dicho a los ancianos de la iglesia de Éfeso: 29porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. 30Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos (como podemos leer en Los Hechos 20:29-30).

El cristianismo no corría peligro de ser destruido; estaba en peligro de ser cambiado. Se intentó mejorarlo, darle una respetabilidad intelectual, y que pudiera expresarse con términos de la filosofía popular.

4. El gnosticismo fue el verdadero enemigo del cristianismo y, estimado oyente, aun lo es. EL gnosticismo fue la filosofía básica del Imperio Romano.

EL gnosticismo adoptó muchas formas. Sin embargo, hubo un principio principal presente en toda esa filosofía: la materia, lo material era esencialmente malo; solo el espíritu, lo espiritual era bueno. Todo el mundo material era considerado malo. Por lo tanto el gnosticismo despreciaba al cuerpo. Sus adeptos mantenían que en el cuerpo había un espíritu, como si fuera una semilla en un terreno sucio. El mismo principio está presente en algunas filosofías actuales, que sostiene la opinión de que hay una chispa de bondad en cada persona, y que cada persona ha de desarrollar ese destello. Los gnósticos procuraron que la "semilla", es decir, el espíritu dentro de ellos, se desarrollara y tratara de librarse del mal presente en el cuerpo.

Había dos métodos extremos de lograr este objetivo, evidentes en la práctica de los Estoicos y los Epicúreos. El encuentro del apóstol Pablo con estas dos sectas quedó registrado en Los Hechos 17:18, que dice: 18Algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos discutían con él. Unos decían: - ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: -Parece que es predicador de nuevos dioses. Esto decían porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.

Los Estoicos eran discípulos de Zenón, y su nombre provenía del pórtico pintado de Atenas, donde Zenón pronunciaba sus conferencias. Eran panteístas (creen que la totalidad del universo es el único Dios), y creían que los hombres sabios debían estar libres de la pasión, impasibles ante la alegría o la aflicción, y sumisos a la ley natural. Tenían reglas rígidas y practicaban la autodisciplina.

Los Epicúreos tomaron su nombre de Epicuro, que enseñaba en Atenas. Aceptaban los dioses Griegos del Monte Olimpo. Creían que el placer, antes que la verdad, constituía la búsqueda de la vida. En su origen procuraron lograr una satisfacción intelectual, no sensual; pero posteriormente enseñaron a sus seguidores que podían satisfacer los deseos del cuerpo para que éstos no los inquietaran más.

Había todo tipo de matices y diferencias entre los dos extremos que representaban tanto los Estoicos como los Epicúreos, pero todos ellos negaron el carácter mesiánico de Jesús. Creemos que el apóstol estaba pensando en ellos cuando escribió lo siguiente: 22¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, pues niega al Padre y al Hijo (como podemos leer en 1 Juan 2:22). Negaron la encarnación, con el razonamiento de que Dios no pudo haber asumido un cuerpo humano, porque toda la carne, la parte física, era intrínsecamente mala. Por tal motivo, el apóstol Juan afirmó claramente: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre (como leemos en Juan 1:14). Y en su epístola escribió: 2En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo (como leemos en 1 Juan 4:2-3).

El llamado "Gnosticismo Docético", considerando que la encarnación era imposible porque Dios no pudo unirse con algo tan malo como el cuerpo, enseñó que Jesús solo aparentó o pareció tener un cuerpo, pero realmente no lo tuvo. Por ejemplo, dicen que cuando El caminaba, no dejaba huellas.

Cerinthius, por ejemplo, fue más sutil en su enseñanza, afirmando que había un Jesús humano y un Cristo divino, que la divinidad vino sobre El en el momento de Su bautismo, y que se apartó de Él en la cruz. En realidad, el Evangelio de Pedro, que es un libro apócrifo, traduce las palabras de Jesús en la cruz de la siguiente manera: "Poder mío, poder mío, ¿por qué me has desamparado?"

Los padres de la iglesia primitiva lucharon contra esta herejía y adoptaron la creencia de que "El se convirtió en lo que nosotros somos, para convertirnos a nosotros en lo que El es". Por ello, tenemos la firme convicción de que el apóstol Juan escribió esta primera epístola para hacer frente a los errores del gnosticismo. En realidad, podemos hablar de cinco propósitos expresados en esta primera epístola: (1) 1:3, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. (2) 1:4, 4Estas cosas os escribimos para que vuestro gozo sea completo. (3) 2:1, que no pequéis. (4) 5:13, para que sepáis que tenéis vida eterna. (5) 5:13, a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios.

Esta epístola ha sido llamada el "Sanctum-Sanctorum" del Nuevo Testamento. Toma al Hijo de Dios y lo lleva a través del umbral, a la comunión de la casa del Padre. Es una epístola familiar. Las epístolas del apóstol Pablo y todas las otras epístolas fueron dirigidas a iglesias, pero ésta es una epístola familiar y debería ser considerada de esa manera. La iglesia es un cuerpo de creyentes en la posición en la cual nos ha bendecido en las regiones celestiales, con toda bendición espiritual en Cristo (como podemos leer en Efesios 1:3). Se nos ha dado esa posición cuando creímos en el Señor Jesucristo. El creer en el Señor nos ha introducido en la familia de Dios. En la familia tenemos una relación que puede ser rota, pero que puede ser restaurada cuando confesamos nuestros pecados. Entonces, como también dijo el apóstol Juan en 1:9, 9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

Estamos convencidos de que esta epístola es más importante para los creyentes de la iglesia, que las epístolas que fueron dedicadas a la iglesia, y por ello es importante que alcancemos una comprensión completa de esta carta. A continuación presentaremos un Bosquejo General para que podamos contemplar una visión panorámica de esta epístola. En ella tenemos tres definiciones de Dios y así es como hemos dividido a la epístola.

La primera división se titula Dios es luz, (basada en el 1:5) y se extiende desde el capítulo 1:1 hasta el 2:2. Después del prólogo, en los primeros dos versículos, tenemos una sección titulada "Como los hijos amados de Dios pueden tener una relación de compañerismo con Dios" (desde el 1:3 hasta el 2:2).

La segunda división se titula Dios es amor (basada en el 4:8) se extiende desde el 2:3 hasta el 4:21. Aquí tenemos tres secciones. A. "Como los hijos amados puede tener compañerismo entre ellos" (2:3-14). B. "Los hijos amados no deben amar al sistema de valores del mundo" (2:15-28) y C. "Como los hijos amados puede conocerse entre sí y vivir juntos" (2:29-4:21).

La tercera división se titula Dios es vida (basada en 5:12) y abarca todo el capítulo 5. Aquí tenemos, finalmente, dos secciones. A. "Victoria sobre el sistema del mundo" (5:1-5) y B. La seguridad de la salvación (5:6-21) Y así llegamos al

1 Juan 1

Recordemos que esta primera división trata el siguiente tema, de acuerdo con nuestro Bosquejo: Dios es luz: como los hijos amados pueden tener una relación de compañerismo con Dios.

Como adelantamos en la introducción, Juan escribió esta carta para enfrentarse a la primera herejía que había entrado a la iglesia, que fue el gnosticismo, cuyos seguidores se jactaban de poseer un conocimiento superior. Aceptaban la deidad de Jesús pero negaban Su humanidad. Observemos como Juan presentaría el verdadero gnosticismo, es decir, el verdadero conocimiento de Dios. Comencemos entonces leyendo el primer versículo, para examinar la primera división y el prólogo; división titulada

Dios es luz (prólogo)

"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida."

Dice aquí Lo que era desde el principio. ¿De qué principio estaba hablando Juan? En las Sagradas Escrituras hay tres principios; con dos de los cuales estamos muy familiarizados. El primero se encuentra en el capítulo 1 de Génesis, versículo 1, y dice: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Ese fue un principio que no tenía fecha. No sabemos cuándo creo Dios los cielos y la tierra. Y si uno pudiera leer todos los libros que se han escrito sobre las preguntas surgidas sobre que dijo Génesis, capítulo 1, versículo 1, habría que apilarlos hasta el techo de una habitación. Y después de leerlos, estamos convencidos de que ningún científico o teólogo tendría la más remota idea sobre cuando ocurrió el citado pasaje Bíblico.

Hay algunos científicos cristianos que creen que usted y yo estamos viviendo actualmente en una tierra que no es tan antigua como generalmente se dice que puede ser.

Sin entrar en este asunto y mirando panorámicamente la evolución de las diversas teorías, vemos que la antigüedad de las fechas se ha ido distanciando hacia el pasado hasta llegar a cifras que alcanzan millones de millones de años.

Ahora, hay otros que se están dirigiendo en la dirección opuesta, fijando una fecha más reciente. En realidad, Génesis, capítulo 1, versículo 1, podría encajar en cualquiera de estas dos opiniones, es decir, con las de una tierra más antigua, o con las que la consideran una tierra más nueva, teniendo en cuenta la falta de datos al respecto en Génesis 1. Todo lo que ese primer versículo de la Biblia afirmó es que Dios creó los cielos y la tierra. Hasta que no esté preparado para aceptar ese hecho, no está preparado para leer mucho más sobre la Palabra de Dios, porque el resto de la Biblia se apoya sobre este primer versículo. ¿Creó Dios este universo o fue la creación un acontecimiento fortuito? Nos parece insensato pensar que el universo simplemente comenzó a existir de esta manera. Como dijera Edwin Conklin: "La posibilidad de que la vida se originara en un accidente es comparable a la probabilidad de que un diccionario enciclopédico surgiera de la explosión de una imprenta": estimado oyente, detrás de este universo en el cual usted y yo vivimos, existe una inteligencia. En cuanto a la fecha del principio, no la conocemos. Es posible que algunos necesiten algunos billones de años para encajar dicha fecha en su esquema de interpretación. Hay que tener en cuenta que estamos hablando del Dios de la eternidad. Dios tiene tras sí a la eternidad. Aunque no sabemos que estuvo haciendo El antes de haber creado los cielos y la tierra, sabemos que estuvo haciendo algo. Y después, el creó los cielos y la tierra, y lo hizo con un propósito. En este universo hoy El está desarrollando un plan que es mayor que lo que la mente humana puede comprender. Cuando Dios estaba registrando su acto de creación, no estaba tratando de presentarnos un estudio de geología. Pero ahí están esas rocas, para los que estén interesados en intentar fijar una fecha.

En la Palabra de Dios hay un segundo comienzo. Se encuentra en el primer versículo del Evangelio de Juan, que dice: En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. El escritor añadió 2Este estaba en el principio con Dios. Y después habló del acto mismo de la creación, diciendo 3Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. Uno puede retroceder al pasado todo lo que le permita su imaginación, millones de millones de años, y desde la eternidad surgirá el Señor Jesucristo. El fue llamado "el Anciano de Días". Observemos que Juan escribió En el principio era (y no es) el Verbo. En otras palabras, este fue un principio que ni siquiera tuvo un principio porque no hubo un principio. La frase En el principio era el Verbo significa que usted puede retroceder al pasado tan lejos como lo desee, marcar una señal en cualquier parte de esa línea temporal, y Cristo surgirá de la eternidad para encontrarse con usted. Estimado oyente, esta realidad es mucho más grande de lo que nuestra mente limitada puede llegar a asimilar. No podemos entender la inmensidad de este hecho hasta que llegamos a Juan 1:14, que dice: Y el Verbo fue hecho carne. Estas palabras nos hacen retroceder a Belén, donde Jesús nació, y esa fecha ya entra en nuestro nivel de comprensión.

Ahora el tercer comienzo es el que se inició en 1 Juan 1:1, que dice: 1Lo que era desde el principio, lo cual se refiere al tiempo en que Cristo vino a este mundo en Belén. Cuando Él tenía aproximadamente 30 años de edad, Juan llegó a conocerlo. Juan y su hermano Jacobo se encontraron con El en Jerusalén. Más tarde, ellos estaban con su padre, reparando redes cuando Jesús se acercó y los llamó para que lo siguieran. Entonces ellos dejaron a su padre (probablemente un pescador de buena posición) con el personal contratado y siguieron a Jesús. Y luego, Juan dijo que quería contarles a sus lectores algo acerca de Él y entonces afirmó la realidad de la personalidad total de Jesús, pues dijo: (1) lo que hemos oído. - es decir, por el sentido del oído; (2) Lo que hemos visto (por medio del sentido de la vista); (3) Lo que hemos contemplad (es decir, mirando fija y atentamente) y (4) (lo que) palparon nuestras manos (por medio del sentido del tacto).

El apóstol Juan estaba hablando, por supuesto, de la encarnación de Jesús y de su propia asociación con Él cuando se encontraba aquí en la tierra.

Al decir lo que hemos oído no estaba expresando sus opiniones o especulaciones. Estaba hablando del hecho de que había realmente escuchado al Señor Jesús, había oído Su voz, y al escucharle, había escuchado a Dios.

El versículo prosigue diciendo lo que hemos visto con nuestros ojos, Los apóstoles no solo le habían oído hablar, sino que también le habían visto con sus propios ojos. En nuestro tiempo, no podemos contemplarlo con nuestros ojos físicos, pero podemos verle con los ojos de la fe. El apóstol Pedro nos dijo: 8Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso (como podemos leer en 1 Pedro 1:8). Y el Señor le dijo a Tomás, que no creería que había resucitado hasta que pudiera verle y tocarle: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron (como podemos leer en Juan 20:29). Hoy estamos viviendo por fe y el Señor Jesucristo puede ser tan real para nosotros como lo fue con Tomás.

Y el versículo continúa diciendo lo que hemos contemplado: la palabra Griega aquí significa "contemplar con atención". Por ejemplo, un teatro sería el lugar donde uno se sienta y observa, no simplemente con una mirada rápida, sino con una mirada constante y durante un par de horas. Juan estaba diciendo que durante tres años habían estado contemplando a Jesús. En su Evangelio, en el capítulo 3, versículo 14, escribió: Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Durante la travesía del desierto, la gente que había sido mordida por las serpientes, para recibir la sanidad tenía que mirar a la serpiente de bronce que había sido levantada sobre una estaca. Juan estaba aplicando aquel incidente al señor Jesús, diciendo que ahora tenemos que mirarle a Él con fe para recibir la salvación. Después de haberlo hecho, tenemos que contemplarle a El atentamente, y esto es lo que haremos al recorrer esta epístola. Es decir, que el mirarle, nos salva; el contemplarle atenta y constantemente, nos santifica. En su Evangelio Juan escribió, en el capítulo 1, versículo 14: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre. Muchos de nosotros necesitamos hacer mucho más que simplemente mirarle para recibir la salvación: necesitamos pasar tiempo contemplándole atentamente con los ojos de la fe.

Nuestro tiempo ha llegado a su fin y continuaremos nuestro comentario de este primer versículo en nuestro próximo programa. Estimado oyente, esperamos contar con su compañía en nuestro próximo encuentro, le sugerimos que lea los primeros cuatro versículos de este primer capítulo de la primera carta del apóstol Juan, para familiarizarse con su contenido.

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