Estudio bíblico de Sofonías 1:6-12

Sofonías 1:6 - 12

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro del profeta Sofonías. Debemos recordar que en el programa anterior, Sofonías había anunciado, con palabras firmes y severas, que Dios iba a juzgar al pueblo, en particular a Jerusalén y Judá. Éstos habían vivido bajo el reinado de los peores reyes que tuvieron en su historia, que fueron Manasés y Amón. Después llegó el reinado de Josías, y fue entonces cuando el pueblo comenzó a vivir un breve período de un avivamiento espiritual en el que buscaron a Dios con arrepentimiento y corazones sinceros. Tristemente, no duró mucho y fue el último período de paz espiritual que vivió esa nación.

Dios había anunciado por medio de su profeta que Él iba a consumir todo lo que había en esa tierra. Creemos que Dios se estaba refiriendo específicamente a esa tierra; pero Sus advertencias también tienen un alcance universal. Sofonías declaró que la idolatría era la causa que iba a desatar el juicio divino, y mencionó tres clases de idolatría: el apartarse del Dios vivo y verdadero, el dejar de lado algún principio moral que está en contradicción con la Fe, y la rebeldía contra Dios y Sus principios, por el deseo de llevar consciente y voluntariamente una vida inmoral.

Como pudimos apreciar en nuestro programa anterior, Sofonías mencionó en primer lugar la adoración a un dios llamado Baal, una adoración que fue introducida al reino del norte por la reina Jezabel, porque su padre era el sumo sacerdote de ese culto entre los habitantes de Sidón. Dios dijo en el versículo 4, de este capítulo 1 de Sofonías:

"Extenderé mi mano sobre Judá, y sobre todos los habitantes de Jerusalén, y exterminaré de este lugar los restos de Baal, y el nombre de los ministros idólatras con sus sacerdotes"

Dios dijo que Él iba a eliminar completamente la adoración a Baal. En el reino del norte, este culto había sido introducido por el rey Manasés; ningún rey se apartó tanto de Dios como este hombre. El ritual de adoración a esa deidad pagana era muy inmoral. Junto a Baal se encontraba la diosa Astoret, diosa de la fertilidad y del amor sexual, una deidad de mucha importancia entre los cananeos.

Llegó Josías al reinado y fue un buen rey. Su primera acción fue la de eliminar la adoración a Baal, que implicaba la adoración a la naturaleza. En el versículo que hemos leído se mencionó también a sus ministros y sacerdotes. En el siguiente versículo 5, Sofonías mencionó otra forma de idolatría que era muy común en esa tierra, mucho más sutil y más peligroso. El profeta dijo:

"Y a los que sobre los terrados se postran al ejército del cielo"

Los terrados, o tejados de las casas eran planos, y ese era el lugar donde se reunía la familia al atardecer. En realidad Dios, en el pasado, había presentado una ley indicando que se debía colocar una pared de protección en el tejado para evitar cualquier accidente, como una caída, cuando allí se encontraba reunida la familia. Pero, al extenderse el culto a Baal, el tejado llegó a ser un lugar de adoración al aire libre. Cada hogar era un pequeño templo pagano, en donde se practicaba la idolatría, porque se veneraba más la creación que al Creador. En ese culto se adoraba el sol, la luna, y a las estrellas. Se adoraba aquello que había sido creado, en lugar de adorar al Creador. Pero, la frialdad espiritual del pueblo se denunció en el versículo 6 de este capítulo 1 de Sofonías:

"Y a los que se apartan de en pos del Señor, y a los que no buscaron al Señor, ni le consultaron."

En el versículo 5, se hizo una alusión acerca de aquellos que juraban por el nombre de Dios, pero también juraban por Milcom. Milcom era uno de los nombres del dios Moloc, una deidad nacional de los amonitas. En ese culto la adoración consistía en que se ofrecían sacrificios de seres humanos vivos. La ambigüedad de este culto fue tan grande, que al realizarlo, ellos creían que profesaban también adoración al Dios vivo y verdadero. El pueblo creía conocer a Dios, creían en Él, y celebraban sus cultos de adoración en el templo. Pero, al mismo tiempo, también adoraban a la divinidad Moloc. Su fe y su creencia, se habían mezclado de tal manera que no distinguían la verdad de la mentira, el engaño humano con la realidad de una fe puesta a prueba muchas veces y un Dios que se había revelado de múltiples maneras a Su pueblo. Ésta es una severa advertencia a todos los hijos de Dios, para que no seamos engañados por filosofías, costumbres o prácticas que, con apariencias santas no tienen apoyo en la Palabra, ni la ley de Dios. Hay algunos que se llaman a sí mismos cristianos, pero con su vida y sus acciones viven lejos de las verdades de Cristo. Ignoran Sus enseñanzas, rechazan Su código moral y ético, y se rebelan contra Sus inapelables leyes espirituales. Amigo oyente, la iglesia de Jesucristo está edificado sobre solamente una Persona, y esta persona es Cristo Jesús; la iglesia se reúne para ofrecer adoración y alabanza solamente a Dios, las enseñanzas son para llegar a conocer a Jesucristo, nuestro Salvador y Señor, y para tener comunión los unos con los otros.

Estimado oyente: ¿Asiste usted a alguna iglesia? ¿Se menciona allí a Cristo como el único Mediador entre Dios y la humanidad, el que ha dado su vida en una espantosa y humillante cruz? ¿Se predica que únicamente el sacrificio de Jesucristo nos abrió las puertas a la misma presencia del Dios todo Santo? ¿Se anuncia en su iglesia al Cristo resucitado, que está sentado al lado de Dios Padre, y que intercede personalmente por cada uno de nosotros? Tristemente, la Cristiandad, los que nos llamamos cristianos o seguidores de Cristo, no hemos sido suficientemente "creíbles" en nuestro vivir y actuar como para que toda la Tierra quisiera conocer a Dios y oír Su mensaje de Amor y Perdón. Muchos reconocen en Cristo a un personaje interesante, a un líder revolucionario, a una persona que hacía el bien, que se acercaba a los más pobres y necesitados y avergonzaba a los hipócritas, ya fuesen ricos, religiosos o personas en el poder. Pero reconocer a Jesucristo como un líder excepcional no significa aceptar o creer en Él, como el Mediador y el Salvador de nuestra alma. A muchas personas les es más fácil creer en el supuesto poder de personas, de seres humanos que se llaman a sí mismos "guías o gurús", o confiar en objetos con poderes mágicos, místicos, de culturas primitivas de hace miles de años. Creer en un Dios de Amor que no espera sacrificios ni ofrendas, un Dios que sólo nos ofrece perdón, paz, amor y la vida eterna, no resulta tan exótico, o estrambótico, como algunos cultos y ritos que están ganando terreno espiritual en nuestra sociedad. También hay personas que hablan muy bien de la ética de Jesucristo, y le admiran como la persona más maravillosa que haya existido jamás: hasta le llaman "Súper Estrella". Pero su conocimiento no llega más allá, no profundiza en las enseñanzas que tanto admiran. No se comprometen, y eso no es ser un cristiano auténtico. Esa mezcla entre cultos paganos, y la verdad de un solo Dios, santo y celoso, esa situación confusa es la que también se vivía en los tiempos de Sofonías. Confundían y mezclaban su fe, con las creencias de otros pueblos que adoraban a ídolos fabricados por manos humanas. La adoración a la divinidad llamado Moloc fue una de las prácticas más crueles y sanguinarias conocidas en la historia de la humanidad. Era una adoración carnal con rituales aberrantes. En la actualidad, tristemente, también podemos encontrar cultos que no sólo niegan los grandes hechos de la fe cristiana, sino que también realizan prácticas contrarias a la Palabra de Dios.

Muchas personas piensan que si asisten con cierta regularidad a una iglesia que tiene un hermoso edificio, quizá con un campanario, un magnífico órgano, una buena coral y un diseño interior que inspira admiración y recogimiento, que todo esto satisface el corazón de Dios. Pero Dios ve más allá. Él mira las profundidades del corazón, conoce todos nuestros pensamientos, y escudriña todas nuestras intenciones. Simplemente, no podemos engañar a Dios de ninguna manera. Él nos conoce por nombre, a cada uno en particular. Su mensaje a través de toda la historia de la humanidad es el mismo, y es único. Y a todos aquellos que quieran conocerle a Él, el Dios único, el Creador de todo el Universo, el Santo y poderoso Dios, Dios se le revelará de una manera personal e inequívoca. Pero, para experimentar ese "encuentro" con Dios nos tenemos que presentar ante Él con humildad y sencillez. Continuamos con el versículo 7 del capítulo 1 del profeta Sofonías que es una advertencia no sólo aplicable a esa época lejana de la historia del pueblo de Israel; esa advertencia también es perfectamente actual y aplicable en nuestra época. Leamos la primera parte del versículo 7:

"Calla en la presencia de Jehová el Señor"

Estas palabras se refieren a un estado de una gran quietud y calma interior y exterior. "Ahora no es el momento de hablar", les dijo el profeta; "no pronuncien ninguna palabra; no protesten. Recuerden que nos encontramos en la presencia del Dios vivo".

En nuestros días, por un gran desconocimiento, y mucha ignorancia, existe una grave falta de reverencia hacia Dios. Hay personas que se atreven sin pudor a maldecir el nombre de Dios, o lo mezclan en frases malsonantes. Amigo oyente, nuestro Dios es un Dios grandioso, inmenso, poderoso y justo; un Dios, ante el cual, nadie puede quedar en pie, y nos postraríamos humildemente sobre nuestros rostros, porque Él es el Creador, el Gran Dios, el Creador del universo, y nosotros solamente somos criaturas muy frágiles y pequeñas. "Calla en la presencia de Jehová el Señor", dijo el profeta. ¿Por qué? "Porque el día del Señor está cercano". Esta es la primera mención que tenemos aquí en este libro acerca del "día del Señor". "Porque el Señor ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados."

Ahora, en la segunda parte de este versículo 7, leemos:

"Porque el día del Señor está cercano"

Recordemos que "el día del Señor" se presenta, primordialmente como un tiempo de juicio. Si usted quiere situarlo dentro de la cronología de los acontecimientos, dentro del "programa de Dios", éste será el período de la Gran Tribulación. Usted y yo estamos viviendo "en el día de Cristo, el día de gracia". El "día del Señor" comenzará cuando la iglesia, los verdaderos creyentes, serán recogidos de esta tierra. Entonces Dios comenzará a actuar, y comenzará Su juicio.

En la historia de la humanidad han habido períodos muy difíciles, de guerras, sufrimiento, persecución y hambre, tiempos cuando se creía que ya había llegado ese temido "día del Señor". Así ocurrió por ejemplo, cuando el rey Nabucodonosor atacó y destruyó a Jerusalén. La quemó completamente, arrasó con todo, llevó en cautiverio a toda la población, y esa tierra quedó completamente desolada y destruida. En el Israel actual se han plantado más de un millón de árboles, pero esa reforestación es insuficiente, porque se pueden ver montañas y cerros completamente desprovistos de vegetación. Siglos atrás toda esa tierra estaba cubierta de árboles y de viñedos. Era la tierra fértil de la leche y de la miel, la Tierra Prometida por Dios para Su pueblo. Pero siglos de batallas, guerras, e invasiones terribles cambiaron su aspecto. Fueron invadidos por los babilonios; algo más tarde fue conquistada por Alejandro Magno, como también por los ejércitos Medos y Persas. La ocupación del ejército romano se prolongó por muchos años y cada uno de estos enemigos victoriosos sobre el pueblo de Israel dejó su huella destructiva en esa fértil tierra.

Si usted tiene la oportunidad de visitar Israel alguna vez, puede ir viajando por el Neguev, dirigirse hacia el Mar Muerto, pasando por Beerseba y llegar hasta Asdod. Y, al observar la tierra de la Biblia, quizá usted se pregunte, ¿cómo es que ese lugar pudo haberse llamado alguna vez, una tierra donde fluía leche y miel? Aunque el Estado de Israel ha realizado muchos esfuerzos para repoblar grandes extensiones de su pequeño país, convirtiendo en vergeles y buenas tierras de cultivo las regiones abandonadas y secas, mucho falta para que vuelva a ser lo que fue. Y, ¿por qué se encuentra así en la actualidad? Porque Dios indicó claramente que iba a enviar juicio sobre esa tierra. Aunque muchas veces, a lo largo de la historia el pueblo sufrió períodos de grandes sufrimientos, en cautividad, en esclavitud, y dominados por pueblos que buscaban su aniquilación total, todavía no había llegado "el día del Señor"; eso ocurrirá cuando Cristo venga y establezca Su reino en esta tierra.

La última frase del versículo que estamos estudiando, el versículo 7 dice:

El Señor ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados.

Y los convidados serán el sacrificio, y el sacrificio será el juicio sobre esta nación. Continuamos en el versículo 8 de este capítulo 1 de Sofonías. Leemos:

"Y en el día del sacrificio del Señor castigaré a los príncipes, y a los hijos del rey, y a todos los que visten vestido extranjero."

El pensamiento expresado aquí fue que ellos, el pueblo, se había apartado, pero también sus príncipes, sus autoridades, se habían alejado de Dios. Recordemos las lecciones que estudiamos acerca de lo que sucedió en la época del reinado de Sedequías, quien fue el último de los reyes del pueblo de Israel. Este hombre sufrió la agonía de tener que contemplar el asesinato de sus hijos, antes que le sacaran los ojos. Fue un juicio muy severo para la casa y la familia del rey, como para todo el pueblo, aunque Dios les había advertido de la consecuencia de su deslealtad y alejamiento de las leyes. Ahora, leamos el versículo 9 de este capítulo 1 de Sofonías:

"Asimismo castigaré en aquel día a todos los que saltan la puerta, los que llenan las casas de sus señores de robo y de engaño."

Cuando él dijo aquí "los que saltan la puerta", se refirió a aquellos que se apoderaban de la tierra y de las casas de los pobres, una práctica habitual, en esos días. La clase media había desaparecido, y sólo existían los muy ricos y los muy pobres. Y Dios les advirtió que Él los iba a juzgar por ese egoísmo, contrario a la Ley de Dios. El versículo 10 de este capítulo 1 de Sofonías, dice:

"Y habrá en aquel día, dice el Señor, voz de clamor desde la puerta del Pescado, y aullido desde la segunda puerta, y gran quebrantamiento desde los collados."

La puerta del Pescado se conoce hoy como "la puerta de Damasco", la puerta por la cual se traía el pescado del mar de Galilea y del río Jordán. Se encuentra en el lado norte de la ciudad de Jerusalén. Esta ciudad está rodeada de montes y collados. Así que, cuando la hora del juicio llegara sobre ellos, habría gente clamando y gritando desde todos los puntos cardinales. Leamos el versículo 11:

"Aullad, habitantes de Mactes, porque todo el pueblo mercader es destruido; destruidos son todos los que traían dinero."

Mactes, significa mercado. Y se supone que el mercado estaba ubicado en una zona baja, en una depresión de Jerusalén. Allí efectuaban sus negocios los mercaderes. Era un lugar donde el valle pasaba a un lado del templo, donde se encuentra el famoso resto del "muro de las lamentaciones" en el presente. Ahora, el versículo 12 dice:

"Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: el Señor ni hará bien ni hará mal."

Aquí el profeta mencionó, "los hombres que reposan tranquilos". Es decir, aquellos hombres que estaban muy cómodos y muy tranquilos, disfrutando de sus bienes materiales. La sociedad de aquel tiempo era una sociedad con bastantes recursos económicos. Lo que estos hombres estaban diciendo era algo como: "Bueno, podemos estar tranquilos, Dios no está haciendo nada".

Quizá usted recuerda que esa era precisamente la pregunta que se hacía el profeta Habacuc: "¿Por qué no haces algo, Señor?" Y Dios le respondió que ya estaba en marcha y que tenía planes. A continuación Dios le dio al profeta una visión de lo que Él estaba proyectando, y Habacuc, con gran temor clamó a Dios por misericordia. Hay muchas personas que en la actualidad dicen: "Bueno, Dios no está haciendo nada. Quizá Dios ha muerto". Existen filosofías que enfatizan el pensamiento "Nosotros no necesitamos a Dios para nada; somos capaces y autosuficientes; nuestros conocimientos, la razón, los avances de la ciencia y la tecnología moderna suplen todas nuestras necesidades". Pero ¡cuán equivocados están! En los versículos siguientes el profeta Sofonías expondrá claramente el pensamiento de Dios para con Su pueblo.

Pero, por la limitación del tiempo vamos a detenernos en nuestro estudio de la profecía de Sofonías que continuaremos exponiendo en nuestro próximo programa. Mientras tanto, nos permitimos aconsejarle que continúe leyendo este capítulo para poder comprender mejor las profundidades de la enseñanza de Dios. Aunque las profecías fueron proclamadas hace muchos siglos, sin embargo, como toda la Palabra de Dios, nos enseñan lecciones muy prácticas que podemos aplicar en nuestra vida personal.

Hasta nuestro próximo programa. Continuamos pidiendo a Dios que Su Espíritu guíe su vida, apreciado amigo oyente, hacía la Verdad y la Vida Eterna.

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