Estudio bíblico de Malaquías 3:16-4:6

Malaquías 3:16 - 4:6

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro de Malaquías, y nos encontramos en el capítulo 3. Recordemos que estamos estudiando el último libro del Antiguo Testamento, que es una parte, la primera, de Las Sagradas Escrituras, la Biblia.

En el programa anterior, llegamos a esta sección donde se menciona la octava pregunta sarcástica que el pueblo de Israel presenta al Señor. Ellos se sentían ofendidos, heridos en su amor propio, ante las amonestaciones y las acusaciones de deslealtad, de incredulidad y frialdad de Dios. Dios les dijo en el versículo 13: Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice el Señor. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Y Dios les contestó de una manera directa: Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová, el Señor de los ejércitos? Este es un tema recurrente, lo pudimos comprobar al estudiar anteriormente el libro del profeta Zacarías. Continuaba aun en la época del Señor Jesucristo, cuando Él estuvo en esta Tierra; la mayor parte del pueblo continuaba con una actitud hipócrita llevaban a cabo los ritos y ceremonias, pero su corazón era incrédulo e indiferente. Estaban los fariseos y los saduceos, los herodianos y los escribas, todos llevando a cabo las formalidades requeridas por la práctica religiosa. Dios sólo veía una apariencia de piedad.

Quizá usted, estimado amigo oyente se pregunte: "¿y cuál es la actitud que Dios requiere o desea que observemos al acercarnos a Él?,¿ cuál es la verdadera adoración?" En las Escrituras se nos presenta una muy buena definición. Está en el Antiguo Testamento, en el libro del profeta Isaías, en el capítulo 58, versículo 3. Leemos: ¿Por qué, dicen, ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. Encontramos el mismo problema en el libro de Isaías. El pueblo ayunaba y humillaba sus almas. Pero Dios no lo tomó en cuenta. Escuchemos ahora, lo que dice una parte del versículo 4 de ese mismo capítulo 58 de Isaías: He aquí que para contiendas y debates ayunáis. Ellos solamente querían tener un argumento religioso, y Dios les dijo que a Él no estaba interesado ni impresionado por sus ayunos.

Lo que Dios está diciendo es que si deseamos entrar en comunión con Él y aprender a adorarle "en espíritu y verdad", debemos estar seguros de que nuestra vida es coherente, y que no solamente sea un gesto, sino el producto de nuestro amor y gratitud por quién Él es, y por lo que Él hace. Esa es la verdadera adoración, que nuestra vida llegue a ser como un perfume agradable ante Su presencia. Los ritos en sí no tienen ningún valor, a no ser que nuestro corazón está en paz con Dios. Ahora, volviendo al libro del profeta Malaquías que nos ocupa, continuemos con el versículo 16 del capítulo 3, que dice:

"Entonces los que temían a Jehová el Señor hablaron cada uno a su compañero; y el Señor escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen al Señor, y para los que piensan en su nombre."

El profeta dijo: Y fue escrito libro de memoria delante de él. Este tema sobre el libro que aquí y en otras partes de la Biblia se menciona lo trataremos algo más adelante, cuando estudiemos en detalle el último libro de La Biblia, el Apocalipsis.

En nuestro programa anterior ya mencionamos algo brevemente que enlaza con el libro de Apocalipsis, porque allí se menciona en el capítulo 3, versículo: El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

Si usted piensa que Dios ha preparado un libro allá arriba en los Cielos donde está apuntando todo, bueno, no creemos que eso sea así, estimado amigo oyente. La única forma en que podamos comprender este tema es que es una expresión retórica. Es entendible, y comprensible que Dios anota en el libro de la vida a aquellos que son salvos, así lo hemos leído. También es comprensible, para nuestras mentes humanas, que Dios tenga memoria y escriba en un libro el nombre de aquellos que recibirán una recompensa, algún reconocimiento. Pero no creemos que esa sea una expresión literal, que Dios tenga un libro que sea un compendio de hojas. Lo que sí nos dice en la última parte del libro de Apocalipsis, cuando los incrédulos sean llevados ante el Gran Trono Blanco, los libros -en plural- serán abiertos. Por ello podemos deducir que Dios tiene varios "libros", y en uno en particular estarán anotados todos los que creyeron y fueron salvos en el nombre de Jesucristo, que es "el único camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre, si no es por Él".

Ahora, para poder estar registrado en "el Libro de la Vida del Cordero", se debe aceptar a Cristo como su Salvador personal. Y de ese libro, nunca jamás será borrado.

Estimado amigo oyente, ¿ya está su nombre anotado en el Cielo, apuntado por el dedo del Padre Celestial que espera el regreso de todos los hijos pródigos extraviados, a todos los que se arrepienten de su vida alejada de Dios, que no le conocen y no tiene paz en su alma, en su espíritu? Nosotros sabemos que si Dios nos llamara a Su presencia en este momento, partiríamos a la Eternidad, a Su presencia, confiadamente, porque ya hemos recibido la salvación, el regalo gratuito

También se menciona que Dios, en una de las siete cartas que encontramos en Apocalipsis, concretamente a la iglesia de Sardis, les dice que habrá nombres que serán quitados, borrados, del Libro de la Vida. Dios está hablando de las obras de los cristianos en esa iglesia. El Apóstol Pablo nos indica en una de sus cartas que nuestras obras van a ser probadas, examinadas, por el fuego, para comprobar la calidad de las mismas. Si las obras son halladas como "el heno y hojarasca", y el fuego las consume, ¿será salvo esa alma? El Apóstol Pablo responde con un rotundo "sí", será salvo "como por fuego". ¡Qué tristeza será presentarse ante nuestro Creador, nuestro Padre Celestial, ante Jesucristo quien murió por nosotros, y no presentar nada más que "manos vacías", porque de lo que hemos hecho, nada valió a los ojos de Dios!

Dios TODO lo recuerda, aunque así lo dicen varios libros en Las Escrituras, como lo mencionó el profeta Malaquías: Y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre

Es cierto que la salvación es gratis, es un regalo, es por fe, y no es por obras. Sin embargo, después de que aceptado ese don, ese regalo, entonces sí es cuando las obras adquieren valor y tienen su importancia, porque serán una consecuencia de nuestro amor y gratitud por tan inmerecido y inmenso favor de Dios. Esa es la razón por la cual hemos dedicado algún tiempo en este estudio.

El tema de los registros y los libros, y de la memoria de Dios también se mencionan en otros textos del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en el Salmo 56, versículo 8, podemos leer: Mis huidas tú has contado. Dios conoce exactamente donde hemos estado todo el tiempo de nuestra vida. Quizá su familia, sus vecinos, los miembros de su iglesia, o su pastor no lo sepa, pero Dios sí lo sabe, y la oscuridad y las tinieblas no pueden esconder ningún secreto, todo es como luz para Él. Él sabe dónde ha estado usted. Él sabe lo que usted ha hecho.

"Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma", escribió el salmista. Una redoma es una botella, una vasija de cristal. Estimado amigo oyente, cuando pensamos en una madre piadosa que llora a causa de un hijo que anda por malos caminos, creemos que Dios coloca estas angustiosas lágrimas en Su vasija. ¡Qué hermoso es pensar que Dios es tan paternal, tan tierno, tan detallista que hasta recoge nuestras lágrimas, Él las tome en cuenta, le importan, y las atesora. Dios dice: He puesto tus lágrimas en mi redoma. ¿No están ellas en Tu libro?

En los Cielos habrá un libro que registra nuestras vidas, amigo oyente. Para que nuestra mente lo pueda comprender nos lo imaginamos como si fuese una película en la que veremos nuestra vida, desde nuestro nacimiento hasta la muerte. Todo estará allí. Probablemente no será como lo que se diga en nuestro funeral, lo bueno y maravillosos que hemos sido, y todo lo que a los ojos de la sociedad y nuestra familia habremos realizado. Dios presentará nuestra vida tal cual fue.

Regresando a Malaquías, leemos en el capítulo 3, versículo 17, ahora:

"Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová, el Señor de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve."

Es así como Dios actúa con Sus hijos, Sus joyas. Porque la iglesia lo será, la iglesia es la Perla de Gran Precio. Israel nunca valoró realmente el ser escogida como a la perla de Dios. Los gentiles, los que no pertenecemos a Su Pueblo, por no haber nacido como judíos, ahora también somos Su Perla de Gran Precio, porque pertenecemos a su familia, a Su Reino, a Su Iglesia. Y Dios va a guardar Sus joyas como especial tesoro, y habrá muchas de ellas. Y este versículo 17 dice:

"Y serán para mí especial tesoro, ha dicho el Señor de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve."

Este será el remanente, el grupo fiel y dedicado, que sinceramente y de corazón adoran al Señor, en espíritu y en verdad. El versículo 18 continúa diciendo:

"Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve."

Llegamos ahora al capítulo 4 de Malaquías. Aunque el cuarto capítulo no se encuentra en el Hebreo, sino que es el final del capítulo 3. Este capítulo consta de sólo 6 versículos, en los que encontramos la predicción del "día del Señor", y "el sol de justicia" que lo introduce. En el primer versículo, encontramos una descripción muy vívida y dramática sobre el período de la Gran Tribulación, leemos:

"Porque he aquí, viene el día"

¿A qué se refiere esta frase? Es el día del Señor del cual hemos estado hablando. Leamos el versículo 1 del capítulo 4 de Malaquías, que dice:

"Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa"

Vamos a hablar más en detalle cuando lleguemos al libro de Apocalipsis, porque allí leeremos que será aniquilada, repentinamente, de un golpe, una cuarta parte de la población del mundo. Y continúa este versículo 1 diciendo:

"Aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová el Señor de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama."

Hay personas que piensan que con la muerte se ha acabado la vida. La Biblia sin embargo no enseña esto, estimado amigo oyente. El cuerpo físico terminará en una tumba, ya sea el cuerpo de un cristiano o no. Pero la esencia de la vida, nuestra alma y nuestro espíritu llegará a algún lugar en la eternidad. Lo que acabamos de leer enseña que los no creyentes serán juzgados en el período de la Gran Tribulación, y serán quitados de la escena terrenal. Y en el versículo 2 de este capítulo 4 de Malaquías, leemos:

"Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada."

No vamos a considerar los detalles de este versículo hoy, en este programa, porque lo vamos a tratar, en el próximo que será el último estudio de este libro de Malaquías. Hablaremos del "Sol de Justicia", en el Antiguo Testamento, que es la misma persona que se presenta en el Nuevo Testamento como la "Estrella de la mañana". A Cristo nunca se le llama el "Sol de justicia" en el Nuevo Testamento. Y nunca se le llama la "Estrella de la mañana" en el Antiguo Testamento. Y la razón para ello, la veremos también en nuestro próximo programa. Ahora, continuando con el versículo 3 de este capítulo 4 de Malaquías, leemos:

"Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová el Señor de los ejércitos."

Es decir, que cuando Él venga a esta tierra a establecer Su Reino, los malos, los impíos, serán dominados. El Señor los quebrantará como a un vaso de alfarero. Ese es el lenguaje de las Escrituras. Ahora, el versículo 4 de este capítulo 4 de Malaquías, dice:

"Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel."

En ese momento de Malaquías, Israel está a punto de entrar en un período de 4 siglos durante el cual el Señor no les volverá a hablar. Aparecerá otro Zacarías, 400 años más tarde, que estará sirviendo como sacerdote en el Templo en Jerusalén. El evangelio de Lucas nos cuenta que un ángel se le aparece al sacerdote Zacarías, para anunciarle el nacimiento de su primer y anhelado hijo, Juan, al que llamamos "el Bautista". Y con esa intervención asombrosa y sobrenatural, terminan los 400 años de silencio de Dios. Ahora, mientras tanto, ellos deberán recordar la ley de Moisés. Esa será su norma de vida, que deberían permanecer bajo la ley de Moisés, bajo el sistema instaurado por Él, el Señor. Y luego, en el versículo 5, leemos:

"He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor, grande y terrible."

Dos testigos aparecerán en los "días postreros", y eso lo estudiaremos al llegar próximamente al libro del Apocalipsis. Creemos que uno de esos dos testigos mencionados, será el profeta Elías.

En la fiesta de la Pascua, en el hogar de un judío ortodoxo, se acerca una silla a la mesa, pero que no es ocupada. Esa silla es en recuerdo a esa promesa del retorno del profeta Elías. Cuando se llegó a conocer el ministerio de Juan el Bautista, la gente pensaba que era la encarnación de Elías. Pero Juan el Bautista no era Elías, y él lo sabía y así se lo comunicaba a la gente.

Juan el Bautista no era Elías, porque él estaba anunciando definitivamente al Mesías, al Salvador del mundo. Él dijo: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". (Juan 1:29). Y eso está muy lejos de anunciar ese "día de Jehová el Señor, grande y terrible". Y ahora, en el versículo final de este capítulo 4 de Malaquías, el versículo 6, dice:

"El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición."

El Antiguo Testamento concluye con una maldición. Revela el hecho de que la maldición que comenzó con la rebelión de Adán y Eva en el jardín del Edén, que fue la entrada del pecado en la raza humana, no había sido quitada; y no será quitada hasta cuando el Señor Jesucristo regrese a esta Tierra por segunda vez.

En nuestro próximo programa finalizaremos el estudio de este práctico libro del profeta Malaquías. Continua nuestra oración por usted, estimado amigo, amiga, para que el Espíritu de Dios le revele las preciosas verdades de Su Palabra, y se haga plena luz en su alma y en su corazón, para que, si todavía no ha hallado la paz y el perdón de Dios, pueda obtener ese regalo hoy mismo. ¡Dios le bendiga!

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