Estudio bíblico de Lucas 3:9-4:13

Lucas 3:9-4:13

En nuestro programa anterior estábamos considerando el ministerio de Juan el Bautista ya habíamos leído parte de su discurso, llamando a la gente a arrepentirse de sus pecados y a producir en su vida frutos que demostrasen que habían establecido una relación con Dios. Continuemos leyendo aquel mensaje público en el versículo 9, que dice lo siguiente:

"Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego."

En los días de Juan, los árboles que no producían fruto eran considerados inútiles y se cortaban, para ser utilizados como leña. El mensaje de aquel profeta era realmente enérgico. Juan nunca comunicó el mensaje del amor redentor de Dios, porque no había sido llamado para transmitir esa clase de mensaje, sino más bien un mensaje de juicio inminente. Tenemos que reconocer que ésta también es una de las facetas del mensaje de Dios para nuestro tiempo. En el pasado, la nación de Israel no había sido productiva, como Dios había esperado, y el juicio sería para ellos una realidad. Juan le estaba diciendo a aquel pueblo que si no producían fruto, el hacha estaba lista para cortar de raíz a los árboles. En la actualidad, el Señor Jesucristo le está diciendo lo mismo a la iglesia. Continuemos leyendo los versículos 10 y 11:

"La gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? Respondiendo, les decía: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo."

Juan les estaba diciendo a los israelitas, con un lenguaje comprensible y sencillo, que estaban viviendo para sí mismos, sin intentar compartir lo que tenían con los necesitados.

Continuemos leyendo los versículos 12 y 13:

"Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado."

Los publicanos eran los recaudadores de impuestos, muy conocidos por su codicia. Sin embargo, se dirigieron a Juan y le preguntaron: ¿Qué haremos? También y en su momento, se dirigirían al Señor. Leamos el versículo 14:

"También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario."

El mensaje que Juan transmitió a aquellas personas de diferentes clases y condiciones sociales, fue práctico. Es que cada persona, no importa su preparación, profesión u ocupación revela su fe cristiana y su carácter cristiano, por la manera en que se comporta y desempeña en su profesión. Como bien dijera el Señor a Sus discípulos, "Por sus frutos les conoceréis".

Continuemos leyendo los versículos 15 al 17:

"Como el pueblo estaba a la expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Trae la pala en la mano para limpiar el trigo y separarlo de la paja. Recogerá el trigo en su granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará."

Juan aclaró que su mensaje no era el mensaje final. El estaba preparando el camino para Aquel que habría de venir.

Juan bautizó con agua. Y Jesús ha estado bautizando con el Espíritu Santo por más de 2.000 años, hasta este momento. El también bautizará con fuego en Su segunda venida. El fuego nos habla de juicio.

Algunos creen que ésta es una referencia al Día de Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo y tuvo lugar la aparición de lenguas de fuego sobre las cabezas de los que se encontraban reunidos. Sin embargo, es importante observar que en Hechos 2:3, la expresión utilizada fue: "lenguas como de fuego", indicando más bien una comparación.

La venida del Espíritu Santo no fue el cumplimiento del bautismo de fuego. Ese bautismo ocurrirá en la segunda venida del Señor.

Leamos ahora los versículos 19 y 20:

"Entonces Herodes, el tetrarca, era reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y por todas las maldades que Herodes había hecho. Sobre todas ellas añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel."

Juan había reprendido públicamente a Herodes por que éste se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe. Herodías se había enfurecido por ello y había pedido que Juan fuese encarcelado. Herodes cumplió sus deseos y Juan fue arrestado y detenido en la cárcel.

A continuación, leamos los versículos 21 y 22, que nos describen el

Bautismo de Jesús

"Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado y, mientras oraba, el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma; y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia."

Lucas no estaba tratando de guardar aquí un orden cronológico de los eventos. Si así fuese, no habría registrado el bautismo de Jesús antes del arresto de Juan el Bautista.

En el bautismo de Jesús, reveló la Trinidad. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús, que también es un miembro del la Trinidad, y el Padre Celestial habló desde el cielo.

El resto de este capítulo 3 de Lucas trata sobre la

Genealogía de María

Y no la de José. La de José se encuentra incluida en el Evangelio de Mateo. La genealogía de Mateo comenzó con Abraham, descendiendo hasta llegar al Señor Jesucristo, a través de David y de Salomón. El título legal al trono llegó por medio de José.

La genealogía de Lucas era diferente. Fue presentada en el orden inverso al de Mateo. Lucas se remontó hasta David y luego retrocedió hasta llegar a Adán. Lucas registró la historia de María y ésta es claramente su genealogía. La sangre real de David también corría por sus venas y el título al trono de David por razones de sangre se transmitió a través de ella.

Observaremos dos detalles sobre esta genealogía. En primer lugar, Lucas aclaró que José no era el padre del Señor Jesucristo. Leamos el versículo 23:

"Jesús, al comenzar su ministerio, era como de treinta años, hijo, según se creía, de José hijo de Elí"

La palabra correspondiente a "hijo" utilizada en esta genealogía no se encuentra en los mejores manuscritos. José no era hijo de Eli. La palabra "hijo" fue agregada para indicar el linaje a través del padre (o sea, del hombre), que era el cabeza de familia. En otras palabras, la genealogía está preparada de acuerdo con el nombre de los hombres. En Mateo, donde la genealogía se presentó a través de José, se indicó que Jacob engendró a José.

En segundo lugar, observemos lo que dice el versículo 31:

"hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán,"

Mateo trazó la línea de descendencia de Cristo a través del hijo de David, es decir, de Salomón. Esa era la línea real. Y Lucas trazó la descendencia de Cristo a través de otro hijo de David, es decir, de Natán. María tenía en sus venas la sangre de David; Jesucristo era el hijo de David.

Lucas reveló a Jesucristo como el Hijo del hombre y el Salvador del mundo. Su línea de descendencia no se detuvo con Abraham, sino que se remontó hasta Adán, quien fue el primer "hijo" de Dios, o sea, el hijo de Dios creado. Pero éste cayó de su elevada posición cuando pecó. Jesucristo, el último Adán y el Hijo de Dios, ha venido para conducir a la humanidad nuevamente a una relación con Dios, la que Adán antiguamente tenía y perdió. Esta relación se logra por medio de la fe en el Señor Jesucristo.

Lucas 4:1-13

Este capítulo incluye la prueba por la que pasó el Señor Jesús; Su regreso a Galilea y Nazareth y el rechazo a Su persona en su ciudad; también incluye su visita a Capernaum y la continuación de Su ministerio.

Como hombre, Jesús fue tentado por Satanás. Eran tentaciones humanas, como aquellas con las que todos nos enfrentamos, y cubren todo el espectro de las tentaciones humanas. Pueden dividirse en 3 partes.

(1) Transformar a las piedras en pan para satisfacer las necesidades del cuerpo. El pan es el sustento básico de la vida. El cuerpo necesita el pan y Jesús estaba padeciendo hambre. ¿Qué habría de malo en haber realizado ese milagro? El utilizar Su gran poder para atender a sus propias necesidades habría sido egoísta. El tenía que demostrar la verdad de un gran principio: "No solo de pan vivirá el hombre". Esto es contrario al pensamiento de esta época de materialismo puro y duro, que vive solamente para satisfacer los caprichos del cuerpo. El hombre de la sociedad secular de nuestro tiempo mantiene aun vigente la antigua frase de los gladiadores romanos: "Comamos y bebamos, que mañana moriremos". En lo que se refiere al ser humano, ése es el fin de todo. El egoísmo es la maldición de una sociedad materialista sin convicciones ni creencias firmes. Al enfrentar esta tentación, nuestro Señor rebatió la filosofía popular del mundo.

(2) Las naciones del mundo hacen derivar su poder de la fuerza bruta y de la intriga política. La guerra es una forma de vida. El odio y el temor son como el látigo que fustiga a las turbas. Todo ello es satánico en su origen y Satanás ofrece los reinos del mundo bajo estas condiciones. Por ello, los seres humanos tienen que cambiar para poder entrar en el reino de Dios. Recordemos lo que Jesús le dijo a un maestro de la ley en Juan 3:3, Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. La declaración de Jesús en aquella prueba denotaba una finalidad: "Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás". Y años más tarde el apóstol Pablo diría en 2 Corintios 10:3-5, Es cierto que somos humanos, pero no luchamos como los hombres de este mundo.  Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas. Y así destruimos las acusaciones  y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que le obedezca,

(3) La tentación de arrojarse desde la parte alta del templo parecía un buen procedimiento para que Jesús impresionase a la multitud en cuanto a Su persona y Su misión. Pero Jesús no elegiría un camino fácil para llegar al trono. El tenía que llevar la corona de espinas, antes de llevar sobre su cabeza una corona de rey. Stifler lo resumió en pocas palabras cuando dijo: "Hay dos maneras de despreciar a Dios; una es ignorando Su poder y la otra, presumiendo de él. Ambas formas son pecado. (Es fácil quedarse sin hacer nada y luego, con palabras huecas pronunciar frases piadosas diciendo, por ejemplo, que como Dios provee a los gorriones, se ocupará de que tengamos lo necesario para vivir. Pero Dios ha dicho: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan". Así también, el misionero que va a un país extranjero, tendrá que estudiar y aprender el idioma y después, por supuesto, Dios le ayudará. Recordemos que somos compañeros asociados de Dios para una tarea, y no títeres.)

De hecho, Jesús comenzó sus actividades públicas en la ciudad donde se había criado, en Nazareth, donde fue rechazado y de la cual fue expulsado. Fue en aquella sinagoga donde anunció el cumplimiento de la profecía de Isaías 61:1-2, de una manera extraordinaria.

Leamos los versículos 1 y 2, que comienzan a relatarnos

La prueba de Jesús

"Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días, pasados los cuales tuvo hambre."

Así es que tenemos ante nosotros la prueba del Señor Jesucristo. Todos los Evangelios Sinópticos - Mateo, Marcos y Lucas -, registraron esta prueba. Juan no relató este incidente porque él estaba presentando al Señor Jesús como el Hijo de Dios, con un énfasis en Su deidad. Los Evangelios Sinópticos colocaron el énfasis sobre el aspecto humano del Señor Jesús. El fue tentado como hombre. En este Evangelio de Lucas, El fue presentado como el Hijo del Hombre. (En el capítulo 3:38, se dice lo siguiente: hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios. Como dijimos anteriormente, ésta era la genealogía de María, que trazaba la línea de descendencia de Cristo retrocediendo en el tiempo hasta llegar a Adán. El ser un hijo de Adán le vinculaba con el principio de la raza, de la cual nosotros somos miembros. Así que, como ser humano, El fue tentado en todos los aspectos, tal como nosotros lo somos, pero sin que hubiese pecado en El.)

Hay como una temible oscuridad en cuanto a la tentación de nuestro Señor, que constituye un tremendo enigma. Tengo que confesar que no puedo explicarlo. Intentaré conducirte hasta los mismos límites de este misterio, y espero que podamos aprender algo al respecto. Había alrededor de Jesús fuerzas del mal invisibles y ocultas. Estaba rodeado por los poderes de las tinieblas y de la destrucción. Fue como una lucha cuerpo a cuerpo con los problemas básicos de la humanidad, con todo lo que es terrenal, y El ganó una victoria para la humanidad. El logró una victoria para ti y para mí.

Hay varias consideraciones preliminares que tenemos que tener en mente al considerar la prueba del Señor. Se nos dijo que El había sido lleno del Espíritu Santo. Como hombre, el Hijo de Dios necesitaba estar controlado por el Espíritu Santo para poder enfrentar la tentación. Ni yo ni nadie puede hacer frente a las tentaciones del mundo por sus propias fuerzas. En Romanos 7:21, San Pablo nos dijo: Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. ¿No has descubierto que esto es cierto? En Romanos 8:3 y 4, el apóstol continúa diciendo: Porque Dios ha hecho lo que no pudo hacer la ley de Moisés, que era incapaz de hacerlo a causa de la debilidad humana: Dios envió a su Hijo en la misma débil condición del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de este modo condenar al pecado en la propia debilidad de nuestra condición.  Y lo hizo para que podamos cumplir lo que la ley exige, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu. Y así, San Pablo concluyó diciendo en Gálatas 5:16, Por lo tanto, digo: Vivid según el Espíritu y no busquéis satisfacer vuestros malos deseos. Realmente, necesitamos al Espíritu Santo.

En Deuteronomio 8:2, Dios les dijo a los Israelitas. Acordaos de todo el camino que el Señor vuestro Dios os hizo recorrer en el desierto durante cuarenta años para humillaros y poneros a prueba, a fin de conocer vuestros pensamientos y saber si ibais a cumplir o no sus mandamientos. En otras palabras, Dios estaba probando a aquel pueblo. Dios nunca prueba a nadie con el mal.

Se nos ha dicho que antes de que el Señor fuese probado, fue llevado (Marcos dijo que fue "impulsado") por el Espíritu Santo al desierto. En otras palabras, el Señor no buscó la tentación. Incluso en el jardín de Getsemaní oró a Dios de esta manera: "aparta de mí esta copa".

La tentación del Señor no comenzó al final de los 40 días; más bien, Lucas nos estaba diciendo que después de la tentación, tuvo hambre. Estuvo siendo tentado durante aquellos 40 días. Satanás tampoco cesó de tentarle después de la tentación en el desierto. Y en el jardín de Getsemaní tendría lugar otro asalto de Satanás. Significativamente, en el versículo 13 de este capítulo, Lucas nos dijo lo siguiente: Cuando acabó toda tentación el diablo, se apartó de él por un tiempo.

Algo más que tenemos que entender es que, aunque muchos no lo crean, Satanás es una persona, tal como lo afirma la Biblia. Cuando tentó al Señor Jesús, la Biblia dice que el Señor se encontró con él cara a cara. Tenemos que darnos cuenta de su astucia. A veces se presenta como un león rugiente buscando a quien devorar (como explicó 1 Pedro 5:8) y otras, como un ángel de luz que puede engañar incluso a los escogidos de Dios (como afirmó San Pablo en 2 Corintios 11:14).

¿Cuál es el significado de la tentación del Señor? La palabra tentar tiene un significado doble. En primer lugar significa incitar o estimular para hacer el mal; o sea, seducir. Si una persona puede ser seducida para obrar mal, significa que hay algo en ella que la impulsa a ceder a la tentación. No sería una tentación a menos que algo en la persona la hiciese rendirse ante ella. Sin embargo, éste no era el caso del Señor Jesucristo. Como nos relató Juan 14:30, El mismo pudo decir: Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el que manda en este mundo. Él no tiene ningún poder sobre mí. En nuestro caso, cada vez que ese enemigo se acerca a nosotros, siempre encuentra un área a la cual llegar y causar un daño. Pero en el caso del Señor, El era santo, inocente, puro y apartado de la maldad de los pecadores (Hebreos 7:26). La tentación de Cristo no constituyó una tentación a hacer el mal.

En segundo lugar, la palabra tentar se ha utilizado de otra manera. En Génesis 22:1, se nos dice que Dios puso a prueba a Abraham. También probó o puso a prueba a Israel durante 40 años en el desierto. De ahí surge la pregunta: ¿pudo el Señor Jesucristo haber sucumbido? No. Cristo no podía haber caído. ¿Fue entonces aquella una tentación legítima? Fue una prueba.

Y así fue la llamada tentación de Cristo. Acabamos de mencionar a Hebreos 7:26, que nos mostraba a un Jesús santo y sin maldad. Hebreos 7:25 nos muestra a un Jesús que puede salvar para siempre a los que se acercan a Dios por medio de El.

El Señor fue probado en una manera en que nosotros nunca podríamos haber sido probados. Cuando somos puestos a prueba hay siempre un punto de ruptura. Cuando lo alcanzamos, la resistencia se quiebra y desaparece la presión. En el caso de Jesús, la presión ejercida sobre El nunca cesó.

La suya fue una tentación tripartita: física, psicológica y espiritual. En cuanto al ámbito físico, leamos el versículo 3:

"Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan."

El diablo no le pidió al Señor que cometiese una atrocidad. El pan, como sustento básico para la vida, era necesario. En una ocasión el Señor alimentó a una multitud de 5.000 personas y en otra, a 4.000. En el Edén, Eva contempló al árbol que se encontraba en medio del jardín y vio que era bueno para comer y comió de él. En 1 Juan 2:16, el escritor llamó a esa prueba los malos deseos de la naturaleza humana. El ser humano debe vivir y para ello, tiene que comer. No me refiero a las necesidades básicas para vivir sino a la filosofía de la mayoría hoy. El clamor de la multitud en la actualidad es "¿Qué comeremos y beberemos, y con qué nos vestiremos?". Para muchísima gente esa es la máxima aspiración de la vida. ¿No tendrá algo que ver con la fiebre del consumismo que vemos a nuestro alrededor? Los seres humanos mentirán, robarán, o venderán lo que sea, incluso su propio cuerpo para obtener algo con lo que gratificar al cuerpo. Satanás reveló el bajo concepto que tiene de la humanidad, cuando, en el relato de Job 2:4 le dijo a Dios que el hombre estaba dispuesto a sacrificar todo por salvar su vida. Eso no era cierto porque Job no cedió. Y el Señor utilizó la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, para vencer al diablo. Como dice el versículo 4:

"Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios."

Después, Satanás probó al Señor en al ámbito psicológico: leamos los versículos 5-8:

"Luego lo llevó el diablo a un alto monte y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Le dijo el diablo: A ti te daré todo el poder de estos reinos y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada y a quien quiero la doy. Si tú, postrado, me adoras, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás."

Esta prueba tiene que ver con lo que Juan llamó el deseo de poseer lo que agrada a los ojos. (1 Juan 2:16). En el Edén, Eva miró al fruto del árbol que estaba en medio del jardín, y le resultó agradable. Satanás le mostró a Cristo los reinos del mundo y se los ofreció. Los "reinos del mundo" comprendían al gran Imperio Romano. Pero Cristo se estaba encaminando hacia la cruz. Fue como si Satanás estuviese intentando evitar que El pasase por la cruz. El apóstol Pablo dijo que el mensaje de la muerte de Cristo en la cruz parecería una tontería a los que van a la perdición. ¿No era humanamente absurdo tomar el camino del sufrimiento cuando Satanás le estaba ofreciendo una vía fácil para llegar al trono? Realmente, no es posible intentar establecer un reino aquí en la tierra sin el Señor Jesucristo. Solo hay 2 soberanos: el Señor Jesús y Satanás. Si no tienes en cuenta al Señor, tienes que contar con el otro. (En 1 Corintios 2:2 el apóstol Pablo les dijo a sus lectores: Entre vosotros no quise saber de otra cosa que de Jesucristo y, más exactamente, de Jesucristo crucificado.)

Finalmente, el Señor fue probado en el ámbito espiritual. Leamos los versículos 9 al 13:

"Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. Cuando acabó toda tentación el diablo, se apartó de él por un tiempo."

En el Edén, Eva deseó el fruto del árbol que estaba en el medio del jardín porque le dijeron que le permitiría alcanzar la sabiduría. El apóstol Juan llamó a esta prueba "el orgullo de la vida y las riquezas". Tenía que ver con el área del espíritu y la fe. Satanás quiso que el Señor demostrase que era el Hijo de Dios, para que la gente le aceptase. Era como desafiar a Dios, porque la fe implica esperar pacientemente en Dios y hacer Su voluntad.

¿Por qué fue tentado Cristo? Para demostrar que tú y yo tenemos un Salvador en quien no hay pecado ni impureza alguna y que, por lo tanto, puede salvar a los pecadores. El demostró que tenía todo el poder, por ello, hay en el cielo un Hombre, un Salvador que nos comprende y puede compadecerse de nosotros. Por eso en 1 Juan 2:1 y 2, el autor escribió lo siguiente: Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no cometáis pecado. Aunque si alguno comete pecado, tenemos ante el Padre un abogado, que es Jesucristo el Justo. Jesucristo se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados; y no solo los nuestros sino los de todo el mundo. Realmente, podemos depender de Jesucristo ante todas las circunstancias de la vida.

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