Estudio bíblico de Hechos 15:3-18

Hechos 15:3-18

Continuamos estudiando hoy el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles. Y en nuestro programa anterior, estuvimos hablando del concilio que se había convocado en Jerusalén para considerar el asunto crucial de la Ley frente a la Gracia de Dios; o la Ley frente a la Libertad cristiana. El problema surgió porque algunos que venían de Judea estaban enseñando a los creyentes que si no se circuncidaban de acuerdo a la ley de Moisés, no podrían ser salvos. Y dijimos que no se trataba simplemente de si uno debía ser circuncidado o no, ni de si uno debía comer carne o no. Aquí se trató sobre si era necesario o no cumplir estos requisitos para ser salvo. Ahora, como surgió esta controversia, que dio lugar a discusiones acaloradas, se decidió que Pablo y Bernabé fueran a Jerusalén y se reunieran con los apóstoles y los ancianos, para tratar esta cuestión. Y dijimos que en realidad, era el evangelio lo que estaba en cuestión en este concilio. Destacamos también que era necesario leer la carta a los Gálatas para recibir una explicación más completa sobre este concilio.

Dijimos también que la palabra "evangelio" se usa en dos sentidos. Y vimos que en primer lugar, tenemos los "hechos del evangelio", hechos que son categóricamente fundamentales y esenciales. Esos hechos son: la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesucristo. Ése es el evangelio. Y estuvimos también considerando el segundo sentido de la palabra evangelio, que tiene que ver con la interpretación de los hechos. Esta interpretación fue la verdad fundamental tratada en la epístola a los Gálatas. Y ésta fue también la parte esencial en este primer concilio en Jerusalén. En aquellos tiempos no negaban los hechos del evangelio. Simplemente hubo demasiados testigos presenciales como para poder negarlos. Pablo dijo que más de quinientas personas vieron al Cristo resucitado. Y luego, los apóstoles también eran testigos del Cristo resucitado. Pero no, los judaizantes no dudaban ni negaban los hechos del evangelio. Dudaban de la interpretación de esos hechos.

Volviendo ahora al capítulo 15 de los Hechos, vamos a acompañar a Pablo y a Bernabé hasta Jerusalén. Leamos los versículos 3 y 4 de este capítulo 15:

"Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén fueron recibidos por la iglesia, por los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos."

Pablo y Bernabé presentaron su informe a la Iglesia en Jerusalén, así como también lo habían dado en la Iglesia de Antioquía. Les informaron de cómo habían predicado el evangelio a hombres y mujeres por todas partes en el país de Galacia, y que muchas de esas personas habían aceptado a Cristo. Se trataba de personas que no sabían nada sobre la ley de Moisés; simplemente confiaban en Cristo, y debido a su fe eran salvos. Ahora, observemos lo que ocurrió aquí en el versículo 5:

"Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la Ley de Moisés."

Ahora, estos creyentes querían añadirle algo al evangelio. Y estimado oyente, cuando se quiere añadirle algo al evangelio, ya no será entonces el evangelio, sino una religión, considerada como un conjunto de ritos. La única manera que tiene para acercarse a Jesucristo, es por medio de la fe. Todos tenemos que llegar a Cristo por la fe. No hay otra manera sino sólo por la fe. Dios no nos dejará venir a Cristo de alguna otra manera. El mismo Señor Jesucristo dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 14, versículo 6: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Incluyó en esta declaración a todo el mundo. Hay una sola pregunta que Dios hará al mundo perdido. Y esta pregunta es: ¿Qué has hecho con Mi Hijo, quien murió por ti?" Dios no va a preguntar, "¿Te portaste bien?" o, "¿asististe a la Iglesia?" o, ¿cumpliste este rito o aquella ceremonia?"

El punto clave es lo que usted estimado oyente, haga con el Hijo de Dios. ¿Acepta usted al Hijo de Dios, quien murió por usted y resucitó? ¿Pone usted su confianza en Él? Dice el Señor: "Nadie viene al Padre, sino por mí". Es como si Dios estuviera diciendo: "Mi hijo murió por ti. ¿Qué harás tú con Él?" La respuesta a esa pregunta determina su destino eterno. Éste era el asunto que se discutía en el concilio en Jerusalén. El versículo 6 del capítulo 15 de los Hechos dice:

"Entonces se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto."

Pasemos ahora a otro párrafo que nos habla sobre

La decisión del concilio

Los apóstoles y ancianos se habían reunido y hubo mucha discusión ese día. Fue una reunión tensa. Era necesario que se tomara una decisión y Simón Pedro fue el primero en expresarse en cuanto a este asunto. Dice el versículo 7:

"Después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo Dios escogió que los gentiles oyeran por mi boca la palabra del evangelio y creyeran."

Ahora, no creemos que esta fuera la primera vez que Pedro habló aquí en este concilio. Si se hubiera quedado callado todo ese tiempo de discusión, no habría actuado conforme a su carácter. Opinamos que ya había dado su opinión antes de esta intervención. Pero, en este momento dio un resumen en cuanto a este asunto. Recordemos que ésta no era una nueva decisión para Pedro. Él ya había declarado lo mismo el día de la conversión de Cornelio. En aquella ocasión Pedro mismo había quedado impactado antes de comprender la verdad de aquella nueva situación. Se le había encargado la misión de entrar en el hogar de un no judío para predicar el evangelio sin la añadidura de la ley. Estaba proclamando el evangelio a personas no circuncidadas, que no seguían el sistema e la ley mosaica, y que comían carne de cerdo y, sin embargo, ¡fueron salvas!

Creemos que los miembros de este concilio estuvieron dispuestos a escuchar a Pedro porque él era un hombre de miras estrechas. No decimos esto en un sentido negativo. Queremos decir que él era judío de judíos, es decir, muy estricto. El mismo dijo que nunca antes había comido nada que fuese impuro, y ni había pensado en entrar en una casa de un no judío. Estaba apegado al sistema mosaico como el que más y todos lo sabían. Por tanto, si Pedro se levantaba a hablar, con toda seguridad le escucharían.

Pues bien, Pedro comenzó testificando que los no judíos habían escuchado el evangelio de su propia boca, y que habían creído. Ahora, ¿Significó esto que realmente fueron salvos? Pedro declaró que sí, que habían sido salvos por medio de la gracia de Dios. Pedro mismo había tenido que aprender que la salvación no dependía de lo que uno comiese o dejase de comer; de si uno comía carne de cerdo, o no. La salvación no dependía de guardar el día de reposo, ni de observar el domingo, ni de guardar cualquier otro día de la semana. La salvación era por gracia, por medio de la fe. Eran libres para escoger lo que quisieran hacer en cuanto a esos ritos, de la misma manera que nosotros tenemos hoy esa libertad. Y en los versículos 8 y 9 el apóstol Pedro dijo:

"Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones."

¿Dijo Pedro que Dios había purificado los corazones de aquella gente en casa de Cornelio, cumpliendo la ley, o participando en algún rito o ceremonia? No. Fue por le fe. Es como si Pedro en esta reunión de Jerusalén les hubiera dicho: "Fui a casa de Cornelio y les presenté los hechos del evangelio. Creyeron y fueron salvos. El Espíritu Santo vino sobre ellos tal como había venido anteriormente sobre nosotros en Jerusalén". Estimado oyente, éste es el Único Camino de la Salvación. Es por medio de la fe. Uno no puede hacer nada para merecer la salvación. Jesucristo lo hizo todo por usted hace ya más de 2000 años. Todo lo que Dios pide que usted haga es que acepte a Su Hijo quien murió por usted. Continuó Pedro hablando en el versículo 10 del capítulo 15 de los Hechos y dijo:

"Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre los discípulos una carga que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?"

Simón Pedro admitió aquí algo que era de suma importancia. Dijo que ni ellos ni sus padres habían cumplido la ley. Ahora, usted que nos escucha habitualmente sabrá que hemos dicho esto muchas veces antes, y lo vamos a decir otra vez, y es esto: Dios nunca ha salvado a nadie por haber guardado la ley. Y, ¿sabe por qué? Porque nunca ha habido alguien que la haya cumplido. Dios salva sobre una sola base: la fe en la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo.

Antes de los tiempos de Cristo, las personas traían a Dios un sacrificio. Traían ese sacrificio por la fe. Abel entendió que el cordero nunca podría quitar el pecado. Comprendió que el cordero señalaba a Aquel acerca de quien Dios le había dicho a su madre. Había dicho, en Génesis 3.15, que alguien de la simiente de la mujer vendría y heriría la cabeza de la serpiente. Y Abel creyó aquello, es decir, le creyó a Dios y fue salvo por la fe.

Por tanto, Simón Pedro dijo: "Para decir la verdad - y por qué no admitirlo - no podemos cumplir la ley". Es que no hay nada que haga más hipócrita a una persona, que fingir que uno está viviendo en un nivel espiritual alto, que está cumpliendo la ley de Dios y que está complaciendo de esta manera a Dios. Es una actitud inútil e hipócrita fingir que uno vive según principios como los del Sermón del Monte, y que está cumpliendo las demandas éticas de Dios en la ley.

Si yo pudiera ahora mirarle a alguien a los ojos le preguntaría ¿Por qué no reconoce que es un pecador perdido? ¿Por qué no confiesa que usted no está agradando a Dios y que no tiene la capacidad requerida para hacerlo? ¿Por qué no viene a Dios como pecador que es, por la fe y confiando en Cristo como su Salvador personal? Le aseguramos estimado oyente, que Dios ¡le recibirá a usted! Cristo mismo dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 6, versículo 37: "y al que a mí viene, no le echo fuera."

Fue de esa manera como yo también llegué al Señor. Todos los que siempre he conocido y que se han salvado, han acudido a Jesucristo de esa misma manera. Saulo de Tarso vino así. El eunuco etíope también. Todos los que han conocido a Cristo, han venido de esta manera, por medio de la fe. Pedro continuó hablando en el versículo 11 y dijo:

"Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos."

Simón Pedro lo explicó muy bien. Dijo que los judíos serían salvados exactamente como serían salvados los no judíos. Estamos seguros de que Simón Pedro todavía no había comido carne de cerdo. Pero, dejó en claro el hecho de que su salvación no se basaba en manera alguna en este hecho de haberse abstenido de comer carne de cerdo. Pedro se había salvado porque confiaba en Cristo. Era salvo por la gracia de Dios. Y observemos lo que ocurre aquí en el versículo 12 de ese capítulo 15 de los Hechos:

"Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los no judíos."

¡Qué historia tenían para contar! Les fue posible contar de los milagros resultantes de sus dones con señales. Podrían contar acerca del apedreamiento de Pablo y de cómo Dios le había levantado. Sin embargo, estamos seguros que sus dones y sus experiencias no constituyeron el centro de atención en sus historias. Las experiencias vienen y se van. Dirigieron sus corazones y mentes hacia la persona de Jesucristo. Los milagros y prodigios le habían dado autoridad a su mensaje con respecto a Jesucristo.

Ahora, el siguiente que se levantó para hablar fue Jacobo. Y vamos a hacer una breve pausa para observar que este no era Jacobo el hermano de Juan, ya que él ya había muerto como mártir, como usted recordará, en el capítulo 12 de los Hechos, versículo 2. Hay algunos interrogantes en cuanto a quién era este Jacobo. Sabemos que llegó a ser un líder de la Iglesia en Jerusalén. Pedro ya le había mencionado como líder, en el capítulo 12 de los Hechos, versículo 17. Muy bien pudo haber sido Jacobo hijo de Alfeo, uno de los doce, como leemos en el capítulo 10 del evangelio según San Mateo, versículo 3. Sin embargo, la tradición de la Iglesia, aun desde los padres de la Iglesia primitiva, ha identificado a este hombre como Jacobo, hermano de nuestro Señor, como lo encontramos en el capítulo 13 del evangelio según San Mateo, versículo 55, el mismo que escribió la epístola de Santiago.

Además, cabe añadir una observación más. Creemos que la mejor manera de estudiar el libro de los Hechos es estudiarlo junto con las cartas del Nuevo Testamento. Por ejemplo, ya hemos mencionado la carta a los Gálatas. En realidad, durante el estudio de los capítulos 13 y 14 del libro de los Hechos, sería oportuno leer esa epístola. Y aquí mismo, en Hechos 15, sería apropiado estudiar la epístola de Santiago.

Pues bien, Jacobo realmente resumió lo que pensaba este concilio en Jerusalén y expuso el programa de Dios para el futuro. Y debemos recordar que estos hombres estaban al comienzo de una nueva época en los tratos de Dios con los seres humanos. La Iglesia acababa de nacer en el día de Pentecostés. De modo que todo esto era aún muy nuevo; los creyentes estaban como en su infancia espiritual. Así que no seamos tan críticos con estos hombres que se encontraban en el umbral de esta nueva era. Y dice el versículo 13 de este capítulo 15 de los Hechos:

"Cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Hermanos, oídme."

Creemos que después de que Simón Pedro habló y después que Pablo y Bernabé presentaron su informe, hubo un silencio porque ninguno tenía nada que decir. Incluso los judaizantes se quedaron callados debido a los informes de lo que había sucedido. Cuando Jacobo habló a la multitud ese día, les pidió que escucharan con cuidado, pues lo que tenía que decir era muy importante. De modo que quiso decir que usted y yo, estimado oyente, también debiéramos escucharle con atención. Bien, vamos entonces a escuchar a Jacobo. Dice el versículo 14 de este capítulo 15 de los Hechos:

"Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los no judíos para tomar de ellos pueblo para su nombre."

Jacobo estaba completamente de acuerdo con Pedro. Los dos declararon cual era el plan de Dios para esta época. ¿Está salvando Dios al mundo entero? No. ¿Está estableciendo Dios Su reino? No. Bueno, entonces, ¿qué es lo que Dios está haciendo hoy? Está visitando a gente de todas las naciones "para tomar de ellos un pueblo para sí mismo". Vemos en el libro de Apocalipsis que delante del trono de Dios habrá gente redimida de todo pueblo, lengua y nación. La Palabra de Dios ha de llegar a todo el mundo. Habrá oposición hacia Su Palabra y habrá apostasía, pero la Palabra de Dios se difundirá por todo el mundo, porque Dios está tomando del mundo a un "pueblo para sí mismo".

Es por eso mismo que estamos tan ansiosos de proclamar la Palabra de Dios. Ahora mismo hay gente de todo color, de todo clima, de toda condición, de toda raza, y prácticamente de toda nación, que escuchan este programa de radio de enseñanza Bíblica, y que se transmite por emisoras situadas alrededor del mundo. Gracias a Dios que podemos usar este medio para proclamar la Palabra de Dios. ¿Qué hace Dios con aquella Palabra? Está tomando de los que la oyen, un pueblo para Sí mismo. Ahora, no todos los que la oyen, creen la Palabra de Dios. Todos no aceptan las buenas noticias de Jesucristo. Pero sería bueno subrayar esta frase del versículo 14 en su Biblia: Dios está visitando a los no judíos para tomar de ellos pueblo para Su nombre, para sí mismo. Es por eso que damos muchas gracias a Dios que nos ha dado esta oportunidad de hablar con todos acerca de la salvación que se halla en el Señor Jesucristo, y de compartir las enseñanzas de la Palabra de Dios. Continuó pues Jacobo hablando y dijo en el versículo 15:

"Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito"

Ahora, ¿Creía usted que esta nueva edad sería contraria a la enseñanza del Antiguo Testamento? Bueno, pues no lo es. La palabra de los profetas estaba de acuerdo con este nuevo período histórico. Y Jacobo siguió hablando y dijo: "Después de esto. . ." Ahora, Jacobo comenzó a citar a un profeta, el profeta Amós, en el capítulo 9, versículos 11 y 12, y citó diciendo: "Después de esto", mientras que en la profecía de Amós decía: "En aquel día". ¿Qué significaba esto? ¿Después de qué? Después de que Dios tomara un pueblo para Su Nombre. Dios está hoy llamando a personas para Su pueblo, que se convierten en miembros de la iglesia, el cuerpo u organismo de los creyentes. El día vendrá cuando Dios quitará a Su Iglesia del mundo. Será el próximo evento en la agenda de Dios. "Después de esto", significa pues, después que la iglesia haya dejado esta tierra. Y continuó Jacobo hablando y citando al profeta Amós y dijo en el versículo 16 de este capítulo 15 de los Hechos:

"Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar"

La casa real de David estaba caída. De eso no había ninguna duda. No había nadie en ninguna parte que pretendiera ser del linaje real de David. En realidad el Único que tiene ese derecho está a la derecha de Dios en este mismo momento. Pero Dios lo edificará nuevamente. Enviará nuevamente a Jesús. El escritor a los Hebreos dijo en el capítulo 1 de su carta, versículo 13: "¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Dios está trayendo a todos los enemigos de Cristo para ponerlos bajo Sus pies. La rebelión contra Él se acabará uno de estos días. Hasta aquel día cuando envíe nuevamente a Jesús, la Palabra de Dios se seguirá promulgando a mucha gente. El Espíritu de Dios dijo en el Salmo 2, versículo 12: "Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían."

El programa de Dios estaba siendo pues bosquejado. Él está llamando un pueblo en el mundo. Su segundo paso será restaurar la casa de David. Y continuó Jacobo citando al profeta Amós en el versículo 17 de este capítulo 15 de los Hechos y dice:

"para que el resto de los hombres busque al Señor, y todas las naciones, sobre los cuales es invocado mi nombre"

Hoy en día Dios está tomando un pueblo de todas las naciones. Sin embargo, el tiempo vendrá cuando habrá un gran retorno a Dios, después de que la Iglesia haya sido quitada de este mundo. Estos son los que entrarán en el reino. "El resto de los hombres que buscan al Señor" y "todas las naciones, sobre las cuales es invocado mi nombre" como se menciona aquí, volverán al Señor. Éste, entonces, será el tercer paso en el programa de Dios. Y concluyó Jacobo su cita del profeta Amós y dijo aquí en el versículo 18:

"dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos."

Así pues Jacobo al presentar este resumen, comprendió que Dios estaba llevando a cabo Su plan. Pero dentro de ese plan para las naciones de la tierra, hoy destacamos que los seres humanos han sido objeto de Su amor, y por ello Su Palabra y Su Espíritu destacan la centralidad de Jesucristo en la historia, y desde la Biblia resuenan palabras muy antiguas que invitan a las personas, a usted también estimado oyente, a fijar una mirada de fe en el Señor Jesús. Me refiero a las siguientes palabras del profeta Isaías 45:22: "Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro".

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