Estudio bíblico de 1 Samuel 9:16-11:15

1 Samuel 9:16-11:15

Continuamos hoy estudiando el capítulo 9 de este primer libro de Samuel. Y en nuestro programa anterior, decíamos que el día anterior a su llegada, Dios le había comunicado a Samuel que Saúl vendría. Y dice el versículo 16 de este capítulo 9 del primer libro de Samuel:

"Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un hombre de la tierra de Benjamín, al cual ungirás como príncipe sobre mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo de manos de los filisteos; porque yo he visto la aflicción de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta mí."

Muchas veces Dios contesta nuestra petición aun cuando no sea lo mejor para nosotros. Cuando insistimos en clamar al Señor pidiéndole lo que queremos, finalmente y en algunas ocasiones, Él hace por nosotros lo que hizo por Israel - nos da lo que pedimos. Cuando los israelitas vagaban por el desierto, clamaron pidiendo carne. Y Dios les dio carne, pero envió mortandad sobre ellos, a causa de su persistente rebelión e incredulidad. Es por eso que la oración debe ser elevada en el nombre de Cristo, lo cual quiere decir que uno debe pedir con sumisión a la voluntad de Dios y para Su gloria. Todas las peticiones deben depender de este factor tan importante. Leamos ahora el versículo 17:

"Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: Éste es el hombre del cual te hablé; él gobernará a mi pueblo."

Dios les concedió lo que pidieron y les dio un rey. Saúl fue un hombre que incluso impresionó para bien a Samuel. Veremos que Samuel le tuvo en alta estima y, más adelante, sentiría mucho cuando comenzó a malograrse. Continuemos con los versículos 18 hasta el 20 de este capítulo 9 del primer libro de Samuel:

"Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente. Samuel respondió a Saúl: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo. Mañana por la mañana te despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón. En cuanto a las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque han sido halladas. Además, ¿para quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?"

Saúl no fue, en realidad una elección de Dios. En otras palabras, que Él le dio a Israel el hombre que Él sabía que querían. Al pasar Saúl entre el pueblo habían visto que era alto, atractivo, y que tenía porte real. Por lo tanto, cuando pidieron un rey, Dios les concedió su petición. Prosigamos con el versículo 21:

"Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?"

Aquí en este versículo y por lo que decía, Saúl nos hace recordar a Gedeón. Parecía muy humilde. Recordemos que en el capítulo 6 del libro de los Jueces, versículo 15, Gedeón había dicho: "Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre". Gedeón realmente decía la verdad. Era cobarde y tenía mucho miedo. Ahora, los israelitas estaban en guerra cuando Gedeón fue llamado, y superados enormemente en número por el enemigo. Pero no había ningún estado de guerra cuando los israelitas quisieron que Saúl fuera su rey. Él no tenía pues, ningún motivo para tener miedo. Había estado buscando las asnas de su padre, las cuales ya habían sido encontradas. Su misión se había cumplido. El punto que deseamos recalcar aquí es que no había ningún motivo que provocase una declaración como la que pronunció Saúl. Personalmente creemos que su humildad era falsa. Creemos que Saúl estaba bien convencido de que él podía ser rey. Leamos ahora el versículo 22:

"Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo a la sala y les dio un lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres."

Al parecer, Samuel convocó a un grupo de líderes. Sigamos adelante con los versículos 23 al 27 de este capítulo 9 del primer libro de Samuel:

"Después dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te di, la que te dije que guardaras aparte. Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: Aquí tienes lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión se te guardó, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Saúl comió aquel día con Samuel. Cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en la azotea. Al otro día madrugaron; al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, el cual estaba en la azotea, y le dijo: Levántate, para que te despida. Luego se levantó Saúl, y salieron ambos, él y Samuel. Habían descendido al extremo de la ciudad, cuando Samuel dijo a Saúl: Di al criado que se adelante, y se adelantó el criado, pero espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios."

Tenemos aquí la formalidad que llevaron a cabo. Primero, Saúl comió con Samuel aquel día y luego tuvieron una reunión. Entonces, al día siguiente, los dos hombres hablaron a solas. Sin duda, Samuel habló al futuro rey acerca de la necesidad de un líder, el cual estaría totalmente dedicado al Señor y a Su programa. Y pasamos ahora a

1 Samuel 10

Leamos el versículo 1, que relato el acto por el cual

Samuel fue ungido rey

"Tomó entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido el Señor por príncipe sobre su pueblo Israel?"

Samuel ungió a Saúl como rey y después le besó, lo cual fue probablemente una demostración de su afecto por Saúl. Dice el versículo 2:

"Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en Selsa, en el territorio de Benjamín, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, y dice: ¿Qué haré acerca de mi hijo?."

En cuanto a Cis se refiere, su hijo Saúl estaba perdido. Pero Saúl estaba ocupándose de un asunto importante. Samuel le había ungido como rey cerca del sepulcro de Raquel que estaba en el territorio de Benjamín, cerca de Belén. Luego predijo una serie de cosas que se cumplieron en ese mismo día. Continuemos ahora leyendo los versículos 5 y 6 de este capítulo 10 del primer libro de Samuel:

"Después de esto llegarás al collado de Dios, donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, precedidos de salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando. Entonces el espíritu del Señor vendrá sobre ti con poder y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre."

Y aquí surge la pregunta: ¿Se había convertido Saúl? ¿Es este versículo la prueba de su conversión? No creemos que constituya ninguna prueba final de que Saúl se hubiera convertido. Creemos que Saúl nunca se convirtió. Es posible que parezcamos predispuestos en contra de Saúl, pero vamos a decirle por qué, estimado oyente. No nos estamos basando en el material que ya hemos estudiado en cuanto a él; sino en el que viene después en nuestro relato, lo cual nos hace creer que Saúl no era un hombre genuinamente convertido.

Ahora, alguien dirá: "Pero el Espíritu de Dios vino sobre Saúl y apareció como un hombre cambiado". Bueno, la Escritura no dice que llegó a ser un hombre nuevo. Después de todo, ¿no vino el Espíritu Santo también sobre Balaam? Y no tenemos pruebas de que él fuese convertido. Y, ¿qué diremos del caso de Judas? Cristo envió a Sus doce discípulos y se nos dice que todos hicieron milagros. Entonces, ¿Hizo milagros Judas? Claro que sí. Pero, no creemos que sean muchos los que aleguen que Judas fuera convertido. De modo que, vamos a evitar el adoptar una decisión definitiva en cuanto a Saúl, aunque parezca que ya hemos hecho la nuestra. Pero, sigamos con la lectura de este pasaje. Leamos los versículos 7 hasta el 9 de este capítulo 10 del primer libro de Samuel:

"Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo que te parezca bien, porque Dios está contigo. Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo junto a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo vaya a tu encuentro y te enseñe lo que has de hacer. Aconteció luego, que apenas volvió él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios el corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día."

Cuando Saúl se despidió de Samuel y él le vio alejarse, quizás quedó con una impresión favorable de Saúl. Pero estimado oyente, aun un profeta puede equivocarse. El profeta Natán, por ejemplo, se equivocaría cuando aconsejara al próximo rey, a David, que edificara una casa para Dios, y Dios tendría que intervenir, y Natán tendría que rectificar. Aquí creemos que Samuel se equivocó en cuanto a Saúl. Continuemos leyendo los versículos 10 y 11 de este capítulo 10 del primer libro de Samuel:

"Cuando llegaron allá al collado, la compañía de los profetas les salió al encuentro. Entonces el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos. Todos los que lo conocían de antes, al verlo que profetizaba con los profetas, se decían unos a otros: ¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también está entre los profetas?."

El Espíritu de Dios vino sobre Saúl y él profetizó. Todos los que le habían conocido antes supieron que algo le había sucedido. Y se preguntaron: "¿También Saúl es uno de los profetas?" Es que Dios le estaba dando a Saúl otra oportunidad. Dios nunca le negó nada, y sin embargo, al fin, él fracasó. Dicen los versículos 15 y 16:

"Dijo el tío de Saúl: Te ruego que me cuentes qué os dijo Samuel. Saúl respondió a su tío: Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas. Pero del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, no le contó nada."

Aquí vemos que Saúl permaneció en silencio en cuanto a ese tema. Continuemos con los versículos 17 al 19 de este capítulo 10 del primer libro de Samuel:

"Después Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa, y dijo a los hijos de Israel: Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de manos de los egipcios y de manos de todos los reinos que os afligieron. Pero vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y habéis dicho: "No, tú nos darás un rey". Ahora, pues, presentaos delante del Señor por vuestras tribus y familias."

Cuando los hijos de Israel pidieron un rey y eligieron a Saúl, significó que estaban dando la espalda a Dios. Su aceptación de Saúl implicó su rechazo de Dios. Veamos ahora, cómo fue escogido públicamente el primer rey de Israel. Leamos los versículos 20 al 22:

"Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel, y fue designada la tribu de Benjamín. Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por familias, y fue designada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Lo buscaron, pero no fue hallado. Preguntaron, pues, otra vez al Señor si aún no había concurrido allí aquel hombre. Y respondió el Señor: Está ahí, escondido entre el bagaje."

Cuando llegó la hora para que Samuel presentara a Saúl al pueblo como su rey, no le podían encontrar. Este gran hombre Saúl, se portó exactamente como un niño, pues vemos que corrió y se escondió; y tuvieron que encontrarle y traerle. Encontramos en esa actitud otra evidencia de una falsa modestia. El aceite de la unción había sido derramado sobre él y se le había dado la oportunidad de ser rey y servir a Dios, lo cual le permitía presentarse en público y actuar como un rey. Leamos lo que dice aquí los versículos 23 y 24:

"Entonces corrieron, lo sacaron de allí y, puesto en medio del pueblo, sobresalía por encima de todos de los hombros para arriba. Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al elegido del Señor? No hay nadie como él en todo el pueblo. Entonces el pueblo gritó con alegría: ¡Viva el rey!"

Esta fue la primera vez en Israel que se gritó: ¡Viva el rey! Leamos también el versículo 25 de este capítulo 10 de 1 Samuel:

"Samuel expuso luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante del Señor."

Luego Samuel les explicó a los israelitas el modo de comportarse en el reino y lo escribió en un libro. Ahora, basados en esto, creemos que Samuel escribió por lo menos la primera parte del Primer Libro de Samuel. Ahora, este capítulo 10 concluye con una nota discordante. Desde un principio Saúl tuvo sus enemigos; hombres que no estaban dispuestos a someterse a su autoridad como rey. Dice aquí el versículo 27:

"Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste?. Lo despreciaron y no le llevaron presentes; pero él disimuló."

Llegamos ahora a

1 Samuel 11:1-15

El relato total de este capítulo abarca la victoria de Saúl sobre los amonitas y la transferencia de autoridad de Samuel a Saúl. En el capítulo 10 dijimos algunas cosas algo duras en cuanto al rey Saúl, aunque parecía que no tuviéramos suficientes motivos para decirlas en ese momento. Toda la evidencia que teníamos era una fuerte sospecha de que Saúl no era una persona genuina. Habría sido un buen actor, pero no un buen rey, aunque es verdad que comenzó bien su reinado. Leamos, pues, los primeros tres versículos de este capítulo 11 de 1 Samuel:

"Después subió Nahas, el amonita, y acampó contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas: Haz alianza con nosotros y te serviremos. Nahas, el amonita, les respondió: Con esta condición haré alianza con vosotros, que a todos y cada uno de vosotros le saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel. Entonces los ancianos de Jabes le dijeron: Danos siete días para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel, y si no hay quien nos defienda, nos rendiremos a ti."

Esta exigencia de Nahas a los hombres de Jabes, era sumamente violenta y repugnante. Necesitaban ser libertados. Leamos ahora, los versículos 4 hasta el 7:

"Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl y dijeron estas palabras a oídos del pueblo, todo el pueblo alzó su voz y lloró. En ese momento venía Saúl del campo detrás de los bueyes, y preguntó: ¿Qué tiene el pueblo que está llorando? Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes. Al oír Saúl estas palabras, el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y se apoderó de él una violenta ira. Tomó entonces un par de bueyes, los cortó en trozos y los envió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: Así se hará con los bueyes del que no salga detrás de Saúl y detrás de Samuel. El temor del Señor cayó sobre el pueblo, y salieron todos como un solo hombre."

Ahora, observemos cómo Saúl se identificó con Samuel. No creemos que en ese tiempo el haber utilizado solo el nombre de Saúl habría sido suficiente. Sin embargo, cuando Saúl pidió que el pueblo saliera y unió su nombre al de Samuel, el pueblo entonces salió. También salieron debido a dos temores principales. Tenían miedo de lo que Saúl haría con sus bueyes si se quedaban en casa, y también de lo que los amonitas les podrían hacer. Continuemos con los versículos 8 hasta el 11 de este primer libro de Samuel 11:

"Los contó Saúl en Bezec, y eran los hijos de Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de Judá. Luego respondieron a los mensajeros que habían venido: Así diréis a los de Jabes de Galaad: Mañana, al calentar el sol, seréis librados. Fueron los mensajeros y lo anunciaron a los de Jabes, que se alegraron. Y los de Jabes dijeron a los enemigos: Mañana nos rendiremos a vosotros, para que hagáis con nosotros lo que bien os parezca. Aconteció que al día siguiente dispuso Saúl al pueblo en tres compañías, que irrumpieron en medio del campamento en la vigilia de la mañana y abatieron a los amonitas hasta el mediodía. Los que quedaron fueron dispersados, de tal manera que no quedaron dos de ellos juntos."

Aquí hemos visto la táctica que Saúl utilizó para vencer a los amonitas. La dispersión del ejercito enemigo fue tal que cada amonita que quedó tuvo que huir solo. Y el versículo 12 dice:

"Entonces el pueblo dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que decían: Acaso va a reinar Saúl sobre nosotros? Dadnos esos hombres y los mataremos."

Al finalizar el capítulo anterior vimos que algunos de los israelitas se oponían a la idea de tener a Saúl como rey. Samuel había ignorado esa oposición hasta que la nación estuviese unida a favor de Saúl. Ahora vemos que el liderazgo de Saúl y la habilidad con que dirigió la batalla contra los amonitas, neutralizó la oposición. Y los versículos finales de este capítulo 11 del primer libro de Samuel, versículos 13 hasta el 15 dicen:

"Pero Saúl dijo: No morirá hoy ninguno, porque hoy el Señor ha traído salvación a Israel. Y Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos a Gilgal para instaurar allí el reino. Todo el pueblo fue a Gilgal, y allí en Gilgal, delante del Señor, invistieron a Saúl como rey. Y sacrificaron allí ofrendas de paz delante del Señor, y se alegraron mucho Saúl y todos los de Israel."

Entonces sí, todo Israel aceptó a Saúl como su rey. A estas alturas del relato, seguramente algunos pensarán que las sospechas sobre la integridad de Saúl estaban infundadas. Porque Saúl comenzó muy bien. Pero, en nuestro próximo programa continuaremos con esta historia. Y así concluye este capítulo 11 del primer libro de Samuel.

En este encuentro de hoy hemos dicho que la aceptación del rey Saúl por parte de aquel pueblo, significó un rechazo a la soberanía y gobierno de Dios. Por ello destacamos las palabras de ánimo de Dios al profeta Samuel, porque éste se sintió relegado cuando el pueblo le pidió que nombrase a un rey. Según 1 Samuel 8:7, Dios le dijo: "No te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos". Estimado oyente, le invitamos a reflexionar sobre estas palabras. No quisiéramos que nadie se encuentre en ese grupo de personas que no desean tener una relación con Dios, que prefieren una libertad aparente, una libertad que no existe, porque todos los seres humanos que no han aceptado la obra del Señor Jesucristo a favor de ellos en la cruz, están a merced de la maldad y no podrán apartarse de ella. Las consecuencias de esta actitud de rechazo a Dios han sido bien evidentes en los relatos de la Biblia y están a la vista en el mundo en el cual vivimos. Le invitamos a creer, le invitamos a dar un paso de fe, depositando su confianza en lo que el Señor Jesucristo hizo para salvarle y darle la vida eterna. De esa manera, Dios sí podrá reinar en su vida y transformarla por Su Espíritu.

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