Estudio bíblico de 1 Samuel 12:1-13:14

1 Samuel 12:1-13:4

Continuando con nuestro viaje por las páginas del primer libro de Samuel, llegamos hoy al capítulo 12. En este capítulo Samuel testificó en cuanto a su integridad; reprochó al pueblo por su ingratitud; les aterró al pedir de Dios truenos y lluvias en el tiempo de la siega. Y los consoló al contarles de la misericordia de Dios. En este capítulo 12, Samuel transfirió toda la autoridad a Saúl. Y entregó su informe como juez sobre Israel. El versículo 3 es la autobiografía de Samuel; era un hombre admirable. Aunque Saúl fue la elección de Israel, como veremos en el versículo 13, Dios todavía bendeciría, si el pueblo obedeciera. El pueblo comenzó a ver y a reconocer su error. El versículo 22 es la revelación de la maravillosa gracia de Dios. Ahora, al llegar a este capítulo estamos seguros que alguien estará pensando que nos equivocamos en cuanto a Saúl y que lo hemos prejuzgado. Parecía como si Saúl estuviera comenzando muy bien. Ciertamente empezó bien su reinado y hasta aquí pareció ser un gran rey. Pero vamos a seguir nuestro estudio. Quizá sea en realidad una lástima que su historia no termine aquí. Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 12 del primer libro de Samuel, que da comienzo al párrafo titulado

La transferencia de autoridad de Samuel a Saúl

"Dijo Samuel a todo Israel: He oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he dado un rey."

Ésta fue la última obra de Samuel. Éste fue su discurso final. Era un hombre extraordinario y ahora Saúl le estaba sucediendo. Aunque Israel había elegido a un rey, antes que a Dios, Él aún les bendeciría, si le obedecieran. Saúl era el rey, y Dios le daría todas las oportunidades posibles. Continuemos con el versículo 2:

"Ahora, pues, ahí tienen al rey que ha de guiaros. Yo soy ya viejo y estoy lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día."

Samuel se había criado en el tabernáculo. Pasó su vida a la vista de todo el pueblo. Probablemente ningún hombre había tenido la vida pública que tuvo Samuel. Muchas veces en nuestra época, un hombre entra en la vida pública y el pueblo lo acepta. De repente alguien se entera de una mancha en su pasado y el héroe cae. Pero, no fue así en el caso de Samuel. La madre le había traído al tabernáculo siendo un niño. Había vivido toda su vida ante el pueblo. Luego añadió la siguiente nota triste de un padre cariñoso: "pero mis hijos están con vosotros". En otras palabras, ¿por qué no los habéis aceptado? Samuel había tratado de darles el cargo de jueces, pero Dios no los aceptó. Fueron jóvenes que no resultaron aceptables para el Señor. Avancemos con el versículo 3:

"Aquí estoy; atestiguad contra mí delante del Señor y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno o si de alguien he aceptado soborno para cerrar los ojos; y os lo restituiré."

Ésta es una tremenda declaración de un hombre que había estado ante el público por tantos años y que había servido como juez. Había tenido muchas oportunidades para enriquecerse, pero nunca cedió a la tentación. Samuel fue uno de los hombres sobresalientes de la Palabra de Dios, y sin embargo fracasó como padre. Muchos hombres públicos se han visto en la misma situación. Muchos líderes cristianos populares han tenido hijos que no siguieron el ejemplo de sus padres. Es difícil entenderlo, pero ésa ha sido la experiencia de la familia humana a través de los siglos.

Samuel dijo que si hubiera hecho alguna de las cosas reprobables que mencionó al pueblo, estaba listo para restituir lo que fuera necesario. Habría sido fácil que algún hombre que alguna vez se hubiera disgustado debido a una de las decisiones de Samuel, se hubiera adelantado para manifestar su queja. Pero, como podemos ver, ninguno se presentó. Leamos aquí el versículo 5 de este capítulo 12 del primer libro de Samuel:

"Él les dijo: El Señor es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mis manos. Así es, respondieron ellos."

La vida de Samuel pudo soportar este tipo de inspección pública. En verdad era un hombre de Dios.

En los versículos siguientes, Samuel repasó la historia de Israel. Muchos de los hombres a quines Dios hizo grandes, utilizaron este método de resumir la historia de Israel. Como, por ejemplo, Moisés, Josué, Gedeón, y luego Samuel. En el Nuevo Testamento cuando Esteban fuese traído ante el Sanedrín, él también presentaría una reseña de la historia de Israel. Aquí, en nuestro pasaje, Samuel le estaba recordando a su pueblo la fidelidad y la misericordia de Dios hacia ellos. Cuando su abandono de la fe les condujo a la esclavitud y, en su aflicción, clamaron al Señor, Él fue bondadoso y les envió un libertador. Samuel estaba diciendo, tal como había dicho en Mizpa, "Hasta aquí nos ayudó el Señor". Después de resumir su historia, Samuel llegó a su estado y condición presente y dijo en el versículo 13:

"Ahora, pues, aquí tenéis al rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que el Señor os ha dado un rey."

Samuel aclaró sin lugar a dudas que Saúl había sido la elección del pueblo. Muchos creen que la voz de la mayoría y la elección del pueblo, tiene que ser la voz de Dios. La Biblia, estimado oyente, contradice este modo de pensar. La Biblia declara que por lo general la minoría está más cercana a determinar la voluntad de Dios. Martín Lutero dijo: "Uno con Dios constituye una mayoría". El pueblo quiso tener a Saúl como su rey. Más tarde, veremos que Dios elegiría a David. ¡Qué diferencia se puede apreciar cuando Dios hace la elección! Sigamos adelante con el versículo 14 de este capítulo 12 del primer libro de Samuel:

"Si teméis al Señor y lo servís, si escucháis su voz y no sois rebeldes a la palabra del Señor, si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís al Señor, vuestro Dios, haréis bien."

Simplemente porque Saúl había sido la elección del pueblo, Dios no le desecharía. Dios iba a darle otra oportunidad. Y continuamos leyendo aquí en el versículo 15:

"Pero si no escucháis la voz del Señor, si os rebeláis contra sus mandatos, la mano del Señor estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres."

Samuel estaba hablando claro. Si el pueblo servía a Dios, Él les bendeciría. Si no le servían, el juicio vendría sobre ellos. Y veremos que Dios respondería confirmando estas palabras de una manera dramática y milagrosa. Continuemos leyendo los versículos 16 al 18 de este capítulo 12 del primer libro de Samuel:

"Esperad aún ahora y mirad esta gran cosa que el Señor hará ante vuestros ojos. ¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré al Señor, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis cuán grande es la maldad que habéis cometido ante los ojos del Señor pidiendo para vosotros un rey. Luego clamó Samuel al Señor, y el Señor dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo sintió un gran temor del Señor y de Samuel."

Elías no fue el primer hombre que logró una tempestad como respuesta a su oración. Él logró una tormenta con truenos, pero Samuel la logró antes de Elías. Y creemos que éste fue el sello de aprobación de Dios sobre la vida de Samuel. Los truenos y las lluvias constituyeron el gran "amén" sobre la carrera de Samuel como portavoz de Dios. Prosigamos ahora con el versículo 19:

"Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos al Señor, tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir un rey para nosotros."

Habían pecado al pedir un rey. Estaban rechazando a Dios cuando pidieron un rey que reinara sobre ellos, a fin de ser como las demás naciones. Y Samuel respondió al pueblo, aquí en el versículo 20:

"Pero Samuel dijo al pueblo: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no dejéis de seguir en pos del Señor, sino servidle con todo vuestro corazón."

Estimado oyente, no deje que los pecados y las equivocaciones del pasado inutilicen su vida. A pesar de quien sea usted o de lo que haya hecho, si usted se vuelve al Señor Jesucristo para ser salvo y recibir el perdón, Dios le aceptará y le bendecirá abundantemente. No deje, pues, que el pasado destruya su futuro ni malogre su presente. Volviendo a nuestro pasaje, vemos que Samuel continuó hablando al pueblo y dijo aquí en el versículo 21 de este capítulo 12 del primer libro de Samuel:

"No os apartéis en pos de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades."

Al tratar de utilizar nuevos métodos, y con sumisión al Señor y a Su Palabra, los creyentes tendrían que desechar aquellos que estimulen la vanidad humana, recordando que solo los procedimientos que Dios aprueba, serán los que Él bendiga. En realidad, no creemos que la Biblia necesite ser defendida. Necesita ser explicada. Necesita ser proclamada, y eso es lo importante. Avancemos con el versículo 22:

"Pues el Señor no desamparará a su pueblo, por su gran nombre; porque el Señor ha querido haceros pueblo suyo."

Éste es un versículo glorioso. ¿Ha invocado usted, estimado oyente, el nombre del Señor? ¿Es Él su Salvador? ¿Está usted descansando en Dios? Él no le desamparará. El Señor dice a través del escritor de la epístola a los Hebreos, en el capítulo 13, versículo 5: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; pues él dijo: No te desampararé, ni te dejaré". ¡Cuán maravilloso es nuestro Dios! Al Señor le ha complacido hacernos pueblo Suyo.

Ahora, ¿Por qué escogería Dios a la nación de Israel? Cuando usted busque la respuesta a esa pregunta, mire a Dios y no al pueblo. Dios lo escogió y eso es suficiente. Estimado oyente, Dios le escogió a usted y es posible que algunos de sus amigos se estén preguntando por qué. Pero Dios nos escogió a usted y a mí y eso es suficiente. Gracias a Dios por eso. Pudo habernos pasado por alto, pero me alegro mucho de que no lo hiciera así. Éste fue un gran mensaje el que Samuel estaba pronunciando ante los israelitas ¿No se encuentra usted feliz por poder tener una amistad con Dios? ¿No es importante el hecho de que Él sea su Salvador? Él está a favor de usted y no en contra. Dios quiere ayudarle. Es un ayudador poderoso, estimado oyente, así como ha sido su Salvador. Volviendo al capítulo 12 del primer libro de Samuel, leamos ahora el versículo 23. Y Samuel continuó diciendo:

"Así que, lejos de mí pecar contra el Señor dejando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto."

En este ministerio radial hemos encontrado que muchos tienen un don. Y es el don de orar y creemos que proviene de Dios. Hay algunos que se encuentran postrados en el lecho de aflicción y dolor; personas que jamás se levantarán de ellas, pero que tienen un ministerio de orar. No cambiaríamos nada por el respaldo de sus oraciones. En realidad necesitamos las oraciones de todos nuestros oyentes.

Samuel dijo: "lejos de mi que pecar contra el Señor dejando de rogar por vosotros". Todos nosotros tenemos la responsabilidad de orar. También es mía la responsabilidad de orar por mi familia. Si yo no oro por ella ¿quién más orará por ella? Tengo además la responsabilidad de orar por mi ministerio radial. Usted, amigo cristiano que nos escucha, también tiene esa responsabilidad, y esperamos que ore por nosotros. Debemos orar los unos por los otros. Hay muchos que necesitan apoyo espiritual y solidaridad. El hecho es que hay un grupo aquí que se reúne con regularidad para elevar al trono de Dios en oración las peticiones que nos llegan por medio de las cartas que se dirigen a este programa. Nunca desearíamos pecar contra el Señor dejando de orar los unos por los otros. Y concluyó Samuel su discurso diciendo aquí en los versículos 24 y 25 de este capítulo 12 del primer libro de Samuel:

"Solamente temed al Señor y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues habéis visto cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Pero si perseveráis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis."

Con esta seria advertencia concluye nuestro estudio de este capítulo 12 del primer libro de Samuel. Llegamos así a

1 Samuel 13:1-14

Y en este capítulo el tema principal es la rebelión de Saúl contra Dios. La verdadera naturaleza de Saúl comenzó a hacerse evidente. Aquí veremos que su hijo Jonatán fue quien ganó la victoria en Mismas. Sin embargo, Saúl hizo tocar la trompeta y se atribuyó a sí mismo la victoria. Por presunción, Saúl se entremetió en el oficio del sacerdote, como lo veremos en los versículos 8 al 10. Samuel reprendió a Saúl en los versículos 13 y 14. Y en los versículos 19 al 22, se reveló el desarme de Israel.

En este capítulo 13, creemos que será posible mantener la tesis que presentamos en el capítulo 9 en cuanto al rey Saúl. La apariencia exterior de Saúl era muy apropiada para su oficio como rey, pero, según su carácter interior no era apto en manera alguna para ser rey. Comencemos pues, leyendo los primeros cuatro versículos de este capítulo 13 del primer libro de Samuel:

"Había ya reinado Saúl un año, y cuando llevaba reinando dos años sobre Israel, escogió a tres mil hombres de Israel; estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín, y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas. Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo supieron los filisteos. Entonces Saúl hizo tocar trompeta por todo el país, diciendo: ¡Que oigan los hebreos! Cuando todo Israel supo que se decía: Saúl ha atacado a la guarnición de los filisteos; y también que Israel se había hecho odioso a los filisteos, se reunió el pueblo tras Saúl en Gilgal."

El verdadero carácter de Saúl comenzó a revelarse, como ya hemos dicho. Ahora, vamos a conocer lo falso que era. Leemos en estos versículos que "Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos". Ahora, ¿Quién se llevó el mérito de la victoria? Saúl. Jonatán era un líder militar muy capaz. Más adelante veremos como Jonatán ganó otra victoria usando una estrategia muy interesante. Pero en esta batalla Jonatán fue quien luchó, y Saúl hizo tocar la trompeta. Sin embargo, fue Saúl quien se atribuyó la victoria, sin reconocer ningún mérito a su propio hijo. Reunió a todo Israel y dio un informe falso. Seguramente el ejército sabía que el informe de Saúl no era verdadero, y más aun lo sabían los seguidores de Jonatán. ¿Era entonces humilde Saúl? Dijimos en el principio que creíamos que Saúl era un caso de humildad falsa y creemos que los hechos lo estaban confirmando. Prosigamos leyendo los versículos 5 hasta el 7:

"Se concentraron entonces los filisteos para pelear contra Israel: treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar. Luego subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en peligro (porque el pueblo estaba en grave aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. Algunos de los hebreos pasaron el Jordán hacia la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando."

Al parecer, a los filisteos todavía les fue posible pelear, y así vinieron con un gran despliegue de fuerza contra los israelitas. Continuemos leyendo los versículos 8 y 9:

"Esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había fijado, pero Samuel no llegaba a Gilgal y el pueblo se desbandaba. Entonces dijo Saúl: Traedme el holocausto y las ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto."

Aquí se reveló otro aspecto del carácter de Saúl. Tuvo la osadía de pensar que porque era rey, podría ofrecer un holocausto, que era un sacrificio en el que la víctima se quemaba por completo. Más tarde, (en 2 Crónicas 26) veremos que otro rey, llamado Uzías, también presumiría que podía desempeñar una función sacerdotal y Dios le heriría con lepra. Aquí Saúl ignoró las instrucciones explícitas de Dios, de que solo un sacerdote de la tribu de Leví podía ofrecer un holocausto. Leamos ahora los versículos 10 y 11 de este capítulo 13 del primer libro de Samuel:

"Cuando él acababa de ofrecer el holocausto, vio a Samuel que venía; y Saúl salió a su encuentro para saludarlo. Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se desbandaba y que tú no venías dentro del plazo señalado, mientras los filisteos estaban ya concentrados en Micmas"

Ahora, Saúl no había estado dispuesto a esperar a Samuel. Era impaciente y presuntuoso. Él creyó que tenía tres razones válidas para no esperar a que Samuel llegara. Primera, que el pueblo desertaba; en segundo lugar, que los filisteos venían contra él; y tercera, que Samuel se demoraba un poco en llegar. Claro que Saúl buscó una explicación razonable que justificara sus acciones. Estaba culpando a todos menos a sí mismo. Y continuó diciendo aquí en el versículo 12:

"me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal y yo no he implorado el favor del Señor. Así que me vi forzado a ofrecer el holocausto."

Saúl "se esforzó" en ofrecer el holocausto y hacer su petición al Señor. Yo diría que Saúl mintió aquí. Demostró un falso sentimiento religioso. Éste sí que era el verdadero Saúl. Entonces, Samuel dijo a Saúl en los versículos 13 y 14:

"Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has actuado; si hubieras guardado el mandamiento que el Señor, tu Dios, te había ordenado, el Señor habría confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Pero ahora tu reino no será duradero. El Señor se ha buscado un hombre conforme a su corazón, al cual ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que el Señor te mandó."

A Saúl se le dijo en el principio que si obedecía a Dios, Dios le bendeciría. Pero, si le desobedecía, sería juzgado. Un rey debía obedecer al Señor. Lo que el mundo necesita hoy es que los gobernantes sean gobernados por el Señor. Ése es nuestro problema. Claro, que no tendremos uno hasta que el Señor Jesucristo mismo vuelva a la tierra. Ése es el propósito final de Dios en Su plan para esta tierra. Ahora, Saúl había desobedecido. De modo que Dios designaría otro para que fuese el rey y le colocaría en la escena un poco más tarde. Y ni siquiera Samuel en ese momento sabía quién sería ese hombre.

La actitud de un corazón se demuestra frente a lo que Dios ha dispuesto en Su Palabra. La obediencia o desobediencia ponen de manifiesto la naturaleza de una relación con Dios, a la ausencia de toda relación con Él. Y llega un momento en el cual las apariencias de una persona se ven superadas por la verdad, por su personalidad real. Y ése fue el caso de Saúl.

Mas allá de las apariencias que las personas puedan presentar ante sus semejantes, suelen ocultar, a veces, sus ambiciones, ilusiones, interrogantes, frustraciones y fracasos. Pero el autor del Salmo 139, desnuda su alma delante del Dios Creador y comienza su poema diciendo: "Señor, tú me has examinado y me conoces; tú conoces todas mis acciones; aun de lejos, te das cuenta de lo que pienso". Por lo tanto, finaliza diciendo: "Oh Dios, examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira si voy por el camino del mal y guíame por el camino eterno". El deseo del salmista de transitar por el camino eterno hallaría su cumplimiento en el Nuevo Testamento, porque en sus páginas, el evangelista Juan, en el prólogo de su libro, en el capítulo 1, nos mostró que, desde la eternidad, Dios envió a Su Hijo Jesucristo como una luz que alumbra a toda persona que viene a este mundo, para señalarnos ese camino eterno, el camino de la vida eterna, el camino de la salvación eterna. Por tal motivo, concluyó con la siguiente declaración que, estimado oyente, dejamos hoy con usted, como una invitación: Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en Él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.

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