Estudio bíblico de 2 Samuel 6:1-23

2 Samuel 6:1-23

Continuando nuestro recorrido por el Segundo libro de Samuel, llegamos hoy al capítulo 6. Y en este capítulo, se destacan los siguientes eventos: David fue a buscar el arca que estaba en Quiriat-jearim. Uza fue herido al tocar el arca. Dios bendijo a Obed Edom por su cuidado del arca. David trajo el arca a Sión. Su esposa Mical le despreció y en consecuencia, no tendría hijos en toda su vida.

Este capítulo podríamos intitularlo: "Haciendo lo correcto, de la manera indebida". Suponemos que ésta es otra manera de expresar aquel antiguo epigrama que dice: "El fin, justifica los medios". Ha habido muchas organizaciones e individuos que han usado este lema como su filosofía de la vida. Ahora, no queremos sugerir que ésta haya sido la filosofía de la vida de David, porque no lo fue. Pero, por lo que se refiere a este incidente particular en el capítulo 6, es realmente aplicable. Creemos que ésta fue una página que registró de los días más destacados en la vida de David.

Supóngase que usted quisiera escoger el día más importante en la vida de David. ¿Qué día escogería usted? ¿Sería ese día en que Samuel echó el aceite de la unción sobre él, cuando era un joven pastor? O ¿el día cuando David mató al gigante Goliat? Ciertamente, su primer romance con Mical, la hija de Saúl que le fue dada en casamiento, merece alguna consideración. Ahora, quizá usted escoja el día en que David escapó de Saúl. O, es posible que elija el día en que murió Saúl, porque eso significó que David llegaría al trono. También podría ser que usted crea que un día notable fue aquel en que fue hecho rey sobre todo Israel. O, quizás el día en que su hijo Absalón se rebeló contra él y fue muerto. O, es posible que aun escogiera usted el día en que su hijo Salomón fue ungido rey. Pues bien, todos estos fueron días notables en la vida de este gran hombre que fue David.

Sin embargo, creemos que hubo dos eventos que sobresalieron más que los otros, en la vida de David. Uno fue el día en que David llevó el arca de Dios a Jerusalén, que se registra aquí en el capítulo 6, y el otro evento, fue la intención de David de construir una casa para Dios, que encontramos en el capítulo 7. Estos, probablemente, fueron los dos días más importantes en la vida de David. Ahora, debiera mencionar aquí, que el arca del pacto denotaba la presencia de Dios entre Su pueblo. Y para quienes no se han familiarizado todavía con el plano del Tabernáculo, les recordamos que en nuestro estudio del Éxodo hablamos ya de todo el mobiliario y su ubicación en el tabernáculo. En el atrio estaba el altar de holocaustos y la fuente de bronce. El problema del pecado era solucionado allí. Luego estaba el lugar Santo que contenía tres elementos que hablaban de la adoración y la persona de Cristo: el candelero de oro, el altar de oro, y la mesa de los panes de la proposición o de los panes de la presencia. Luego, dentro del lugar Santísimo estaba el arca del pacto y sobre ella el propiciatorio o tapa del arca. Aquí era donde Dios se reunía con Su pueblo. Creemos que el arca fue la mejor descripción de Cristo que tenemos en el Antiguo Testamento. En realidad, fue la única figura que Dios ha diseñado.

Personalmente, no nos llaman la atención las pinturas de Cristo, especialmente aquellas pintadas en la edad media. En realidad, no tenemos indicio alguno sobre la apariencia física del Señor Jesucristo. Hay quienes dicen que era blanco. Hay quienes dicen que era negro. Y otros dicen que era moreno. Sin embargo, hay una descripción de su personalidad en el tabernáculo, y especialmente en el arca, la cual era simplemente un cofre de madera de acacia con unas dimensiones determinadas, y recubierto de oro por dentro y por fuera. A Bezaleel le fue dado un ministerio especial por el Espíritu de Dios para que pudiera construir el arca. Este mueble indicó la presencia de Dios, y hasta llegó a ser un obstáculo para Israel, porque lo valoraron de una manera supersticiosa. Los israelitas creían que había algún mérito en aquel cofre, lo cual no era así. Simplemente era un símbolo, una descripción del Señor Jesucristo. Había sido hecha de oro, lo cual ilustraba Su deidad; y de madera, lo cual simbolizaba Su humanidad. No eran dos cofres sino uno solo. No era un cofre de madera ni un cofre de oro. Era un cofre construido por ambos materiales. Como tal, era un ejemplo de las dos naturalezas (divina y humana) unificadas en una sola personalidad, es decir en Jesucristo, quien fue Dios y Hombre

Usted recordará que durante el tiempo de Samuel, los filisteos capturaron el arca y se portaron de una manera muy supersticiosa en cuanto a ella. La pusieron en un carro que la llevó al campo de Abinadab, donde se quedó por muchos años. Cuando David sitió a Jerusalén, quiso traer el arca hasta allí porque creía que era el lugar donde debía estar y era, aparentemente, el lugar que Dios había elegido. Una de las cosas que le había sido dicha al rey era la siguiente. En Deuteronomio, capítulo 16, versículo 16, leemos: "Tres veces cada año aparecerá todos tus varones delante del Señor, tu Dios, en el lugar que él escoja: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante del Señor con las manos vacías". Cuando David tomó a Jerusalén la convirtió en capital, pero el arca todavía estaba en Quiriat-jearim, ciudad que estaba a unos pocos kilómetros al oeste de Jerusalén.

David tenía una pasión y un amor para Dios que raras veces se encuentra hoy. Sólo deseamos que en nuestro propio corazón haya ese amor y pasión para con Dios que David tenía. Escuchemos lo que él dijo en los Salmos, en el Salmo 9, versículo 1, por ejemplo: "Te alabaré, Señor, con todo mi corazón". David expresó su devoción desde lo más profundo de su corazón de una manera maravillosa. En el Salmo 108, versículo 1, pudo declarar: "Mi corazón, Dios, está dispuesto; cantaré y entonaré salmos; ésta es mi gloria". El Salmo 103, versículo 1, dijo: "Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre". ¡Qué pasión y amor para Dios tenía este hombre! Es por este motivo que quiso traer el arca de Dios a Jerusalén. En este capítulo veremos que intentaría hacerlo, pero de la manera equivocada.

El arca se menciona quince veces en los primeros 17 versículos del capítulo 6. Después de leer esta porción (y esperamos que usted la lea), se dará cuenta que el tema es el arca del Señor. Este tema pareció bastante importante para David y para el Señor.

Creemos que por lo menos 11 Salmos fueron redactados acerca de este evento de traer el arca a Jerusalén. Uno de ellos fue, por ejemplo, el Salmo 123. Sin embargo, puede usted estar seguro de una cosa, y es que David no tenía ninguna superstición peculiar en cuanto al arca. Él sabía donde estaba el Señor, y sabía que Él no estaba en ese cofre. En el Salmo 123, versículo 1, David dice: "A ti alcé mis ojos, a ti que habitas en los cielos". David sabía donde se encontraba su Dios, pero sabía que el acercamiento a Dios tenía lugar por medio del arca que, como ya hemos dicho, era en el Antiguo Testamento una figura del Señor Jesús, el Único mediador entre Dios y los hombres.

Ahora, hemos hecho esta introducción extensa porque creemos que este es un capítulo importante. Ahora, observemos lo que David quiso hacer. Leamos los primeros 3 versículos de este capítulo 6 del Segundo libro de Samuel:

"David volvió a reunir a todos los escogidos de Israel, treinta mil hombres. Se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo que lo acompañaba para trasladar de allí el Arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre del Señor de los ejércitos, que tiene su trono entre los querubines. Pusieron el Arca de Dios sobre un carro nuevo, y se la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en la colina. Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo."

Aquí es donde David se equivocó. Dios había dado instrucciones específicas en cuanto al transporte del tabernáculo y su mobiliario, y David no siguió esas instrucciones. Alguien dirá: "Bueno, los filisteos se la llevaron de esta manera y no les sucedió nada". Pero hay que tener en cuenta que ellos actuaron en su ignorancia.

Es que la luz del conocimiento crea responsabilidad. Si los seres humanos tienen acceso a la luz del evangelio, serán considerados responsables si la rechazan. No vamos a razonar en cuanto a la situación de los paganos en África u otras partes del mundo, sino en cuanto a los paganos que viven en su ciudad o en la mía, porque ellos sí pueden escuchar el evangelio y su responsabilidad es grande. Si usted vuelve su propia espalda a Jesucristo, estimado oyente, puede argumentar en cuanto a los paganos todo lo que quiera; pero, usted está perdido, juzgado, condenado. Ésa es la enseñanza de la Palabra de Dios. Podría ser que no le agrade este planteamiento, y si así fuera, debería salir de este universo para irse a otro, porque éste es el universo de Dios y estas son Sus leyes.

David, pues, estaba llevando el arca de una forma diferente a la que le había sido indicada. Ahora, en el libro del Éxodo, las instrucciones para el transporte del arca explican que el cofre tenía cuatro anillos en sus cuatro esquinas, dos en cada lado. Por estos anillos se introducían unas varas para transportar el arca. En la marcha a través del desierto los coatitas, que pertenecían a los Levitas, pusieron el arca sobre sus hombros llevándola de esta manera. David simplemente no siguió las instrucciones de Dios.

Precisamente de esta manera, Dios quiere que se difunda hoy el Evangelio. Y a veces nos preguntamos ¿por qué es que Dios no busca un mejor instrumento que yo, por ejemplo? y ¿por qué no escribe el mensaje del evangelio en el cielo? Pero el mensaje de Jesucristo ha de ser llevado hoy a través del mundo sobre los hombros de los que creen en Él. Ésa es la forma de Dios de hacer las cosas en la actualidad. Y la forma que acabamos de indicar, era la forma indicada por Dios para el tiempo de David. Pero, David se equivocó. Y por eso se vio implicado en dificultades; así como el pueblo de Dios hoy en día se encuentra con problemas si se equivoca en sus métodos. Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 6 del Segundo libro de Samuel:

"David y toda la casa de Israel danzaban delante del Señor con toda clase de instrumentos de madera de haya, con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos."

David era músico. Y por supuesto que llevaba el arca a Jerusalén con un gran acompañamiento musical. Continuemos con los versículos 6 y 7:

"Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano hacia el Arca de Dios y la sostuvo, pues los bueyes tropezaban. Entonces el furor del Señor se encendió contra Uza: allí mismo lo hirió Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al Arca de Dios."

Ésta fue una situación muy seria. El arca estaba en el carro y los bueyes estaban volcando el carro. Uza trató entonces de sostener el arca con su mano y el Señor lo hirió y murió. Alguien dirá quizá que éste fue un castigo extremo para una infracción tan pequeña. La muerte de Uza afectó tanto a David que hizo detener la procesión y dejó el arca en la casa de Obed-edom. David quedó conmocionado y enfadado con el Señor. Y el Señor también se enojó, porque David estaba llevando el arca de una manera muy diferente a la que Dios mismo había indicado. Y leemos aquí en los versículos 8 y 9:

"David se entristeció por haber herido el Señor a Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta el día de hoy. Y temiendo David al Señor aquel día, dijo: ¿Cómo ha de entrar en mi casa el Arca del Señor?"

Usted y yo, estimado oyente, hacemos bien en temer al Señor. No se trata de tenerle miedo, sino de respetarle y tomar en serio las normas que Él ha establecido. El Salmo 111, versículo 10, nos dice lo siguiente: "El principio de la sabiduría es el temor del Señor". Y muchos necesitan reconocer hoy esta realidad. Dios va a juzgar. Solemos decir que Dios es amor. ¡Claro que Dios es amor! Por supuesto que Dios le ama a usted, pero usted podría seguir viviendo en pecado, volverle la espalda a Dios, y en consecuencia, quedar perdido. No hay salida humana para esa situación. No hay otra alternativa. Pero el Señor Jesucristo mismo dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 14, versículo 6: "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Jesucristo mismo pronunció estas palabras y por lo tanto, constituyen una verdad. Debemos considerar con respeto y seriedad lo que Él nos manda hacer. David temió al Señor ese día, y por fin se preguntó: "¿Cómo ha de entrar en mi casa el arca del Señor?" Continuemos ahora con los versículos 10 al 12 de este capítulo 6, del Segundo libro de Samuel:

"De modo que David no quiso llevar a su casa, a la ciudad de David, el Arca del Señor, sino que la hizo llevar a casa de Obed-edom, el geteo. Y estuvo el Arca del Señor en casa de Obed-edom, el geteo, tres meses; y bendijo el Señor a Obed-edom y a toda su casa. Cuando se le avisó al rey David: El Señor ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene a causa del Arca de Dios, fue David y trasladó con alegría el Arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David."

David vio cuan bendecidos fueron Obed-edom y su familia debido al arca. Por lo tanto, decidió traer el arca a la ciudad de David. ¿Había aprendido su lección? ¿Cómo la iba a traer ahora? La traería sobre los hombros de los sacerdotes. Leamos los versículos 13 y 14:

"Y cuando los que llevaban el Arca de Dios habían dado seis pasos, él sacrificó un buey y un carnero engordado. David, vestido con un efod de lino, danzaba con todas sus fuerzas delante del Señor."

Ahora, sabemos que habrá algunos que se extrañen del hecho de que David danzaba, pero fue Dios quien incluyó este detalle en Su Palabra. La danza de David era una danza de adoración. Aquí, David estaba expresando su alegría ante Dios. Dejando de lado el tema de la danza, que puede ser una cuestión cultural, diremos que nos agradaría ver a más gente disfrutando de la presencia de Dios y alegrándose con ella. Los rostros adustos que solemos observar en reuniones de alabanza y adoración, difícilmente pueden expresar el júbilo que brota de un corazón agradecido a Dios, y no creemos que a Él le agrade lo que algunos parecen ofrecerle con desgana y como por cumplir una obligación. Debemos entrar en Su presencia con alegría, con regocijo. David entró con alegría, y la expresó a la manera de su pueblo. Avancemos ahora con los versículos 15 y 16:

"Así, con júbilo y sonidos de trompeta, David y toda la casa de Israel conducían el Arca del Señor. Cuando el Arca del Señor llegaba a la ciudad de David, aconteció que Mical, hija de Saúl, miró desde una ventana, y al ver al rey David que saltaba y danzaba delante del Señor, lo despreció en su corazón."

A Mical no le agradó que alguien se enamorara de Dios hasta tal extremo y por ello, despreció a David. Ahora, recordemos que Mical era la esposa de David. Su actitud fue un asunto muy grave, por lo que a su relación con David se refería. Prosigamos con el versículo 17:

"Metieron, pues, el Arca del Señor, y la pusieron en su lugar, en medio de una tienda que David le había levantado; y sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante del Señor."

Los holocaustos que David ofreció ilustraban la persona de Cristo. Las ofrendas de paz y reconciliación hablaban de la paz que sería lograda por medio de la sangre que Cristo derramaría en la cruz. También eran una demostración de la maravillosa relación que existía entre Dios y David. Estimado oyente, más allá de los argumentos que puedan presentarse ante la muerte de Uza o las danzas de David, lo importante es que veamos la lección espiritual que Dios tiene para nosotros. ¿En que estado se encuentra la relación suya con el Señor? Y por lo que a mí se refiere, debo formularme la misma pregunta.

Permítame decir una palabra personal aquí, estimado oyente. Esta mañana al levantarme, le di gracias a mi Dios, por haberme concedido ver la luz de un nuevo día. Le di gracias por haberme perdonado todos mis pecados, y por conocer la alegría de vivir en una relación de armonía con Él. Y le dije que le amaba. Lo importante fue que David se había enamorado de Dios. Tenía una relación íntima con Dios y estaba entusiasmado por poder servirle. ¡Qué diferente puede llegar a ser la forma de disfrutar de la vida cuando experimentamos la alegría del Señor! Leamos ahora el versículo 20 de este capítulo 6 del Segundo libro de Samuel:

"Volvió luego David para bendecir su casa; y salió a recibirlo Mical, y le dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!"

David se "descubrió" (como dice aquí) en el sentido en que se quitó la ropa real que le distinguía como el rey, se mezcló con el pueblo, dio gracias a Dios, y expresó su alegría por el hecho de que el arca estaba siendo traída a la ciudad de David. Pero, a Mical no le agradó esta actitud. A ella le gustaban las formas, la pompa solemne y la dignidad de la realeza en la adoración. Más allá de las formas de adoración expresadas de forma tan variada en todos los pueblos de la tierra, debemos pensar que Dios ve el interior de las personas y se deleita al contemplar corazones que rebosan de gratitud y de devoción por Él. Leamos ahora los versículos finales, versículos 21 al 23 de este capítulo 6 del Segundo libro de Samuel:

"Entonces David respondió a Mical: Fue delante del Señor, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme como príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante del Señor. Y me humillaré aún más que esta vez; me rebajaré a tus ojos, pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado. Y Mical, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte."

Aquí David estaba diciendo: "Dios me eligió y yo me regocijaré delante de Él". Ojalá que más personas tuvieran ese intenso deseo de experimentar alegría cuando acuden a la Iglesia. Disfrutarían más de la adoración, la alabanza, y al escuchar la Palabra de Dios. Ahora, cuando David dijo: "Y me humillaré aún más que esta vez; me rebajaré a tus ojos;" simplemente quiso decir que descendería hasta el nivel del adorador más humilde, y que no le importaba el ser informal en su adoración de Dios. Y debido a que Mical despreció a David, él le impuso la desgracia más grande que se podría imponer a una mujer oriental. Se apartó de ella permanentemente, y ella se quedó sin hijos. Evidentemente, ella no compartía el amor de David ni su entusiasmo por Dios.

Estimado oyente, al ver las obras de Dios y, especialmente la obra en la cruz de Su hijo Jesucristo, y la victoria de Su resurrección, le invitamos a apropiarse, por la fe, de la gracia de Dios. Entonces podrá usted identificarse con estas jubilosas palabras de David en el Salmo 70:4, "¡Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan! Y digan siempre los que aman tu salvación: ¡Engrandecido sea Dios!"

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