Estudio bíblico de 2 Samuel 4:1-5:25

2 Samuel 4:1-5:25

Los capítulos 4 y 5 presentan la culminación del proceso por el cual David sería hecho rey sobre todo Israel. El tema preponderante en el capítulo 4 fue que

Is-Boset, el hijo de Saúl, fue asesinado

David, por su parte, ejecutó a los asesinos. Continuaron los tiempos problemáticos para la nación de Israel. La lucha interna y la guerra civil, siguieron a las muertes de Saúl y Jonatán. Fue un tiempo de gran angustia y dolor para el pueblo de Dios. El capítulo 4 es una sección que generalmente ha sido pasada por alto. Sin embargo, confiamos en que nos ha sido dada, al menos, por dos motivos. Primero, para mostrarnos la familia del Señor Jesucristo y para darnos Su genealogía. Y en segundo lugar, para darnos ejemplo. El apóstol Pablo nos dijo en su primera carta a los Corintios, capítulo 10, versículo 11: "Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales". Por tal motivo decimos que este capítulo nos ha sido dado, específicamente, para enseñarnos una lección espiritual.

Ya hemos visto que hubo una rebelión contra David, quien había sido hecho rey sobre la tribu de Judá. David se había trasladado a Hebrón, ciudad que estaba situada en el límite del reino, en el sur. Abner, por su parte, había encabezado una rebelión, haciendo rey a Is-boset hijo de Saúl. Pero como Is-boset reprendió a Abner por apropiarse de una de las concubinas de Saúl, Abner abandonó su defensa de la casa de Saúl y se alió entonces con David, como vimos en el capítulo 3. Ahora, ésta fue una gran equivocación porque Joab estaba esperando matar a Abner para vengarse por la muerte de su hermano Asael. Es que Hebrón era una ciudad de refugio y mientras Abner se quedara allí, estaba seguro. Joab, sin embargo, le atrajo con un engaño fuera de la seguridad de la ciudad y le dio muerte. Abner había sido un necio porque salió de la ciudad de refugio donde tenía seguridad total.

Ahora, este capítulo nos muestra que este joven Is-boset había perdido a Abner, su General militar, y su ejército por consiguiente se había debilitado. Sabía que no podía mantener su reino contra David sin un ejército. Pero el General Abner había sido también asesinado. ¿Qué haría entonces? Leamos, pues, los primeros tres versículos de este capítulo 4 del Segundo libro de Samuel:

"Luego que el hijo de Saúl supo que Abner había muerto en Hebrón, las manos se le debilitaron, y todo Israel se sintió atemorizado. Con el hijo de Saúl estaban dos hombres, capitanes de bandas de salteadores; el nombre de uno era Baana, y el del otro, Recab, hijos de Rimón, el beerotita, de los hijos de Benjamín (porque Beerot era también contado con Benjamín, pues los beerotitas habían huido a Gitaim, y viven allí como forasteros hasta hoy)."

Ahora, los beerotitas habían sido expulsados por Saúl, huyendo a Gitaim. Su pueblo Beerot, pasó entonces a ser una posesión de Benjamín. Leamos ahora, el versículo 4:

"Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán; su nodriza lo tomó y huyó, pero mientras huía apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset."

Ahora, Mefi-boset es un nombre extraño, pero debiéramos recordarlo. La historia de Mefi-boset y David es una de las historias más hermosas que jamás se hayan contado. Este joven era hijo de Jonatán. Mientras viviera, constituiría un peligro constante para David porque tenía derecho al trono. Sin embargo, siendo hijo de Jonatán, David nunca le haría daño. Más tarde veremos que David iría buscando a los miembros de la familia de Saúl y de Jonatán; no para matarles sino para mostrarles su bondad. Quería mostrarles que les amaba. Y al encontrar a Mefi-boset, todos creían que mataría al muchacho. Pero, en lugar de matarlo, por amor a su padre Jonatán le abrió como hogar el palacio, comería a la mesa de David y gozaría de la protección del rey.

David tenía muchas cualidades loables y su generosidad para con Mefi-boset, fue una de esas cualidades. En este acto de misericordia de David hay una gran lección espiritual. A usted y a mí, nos ha sido mostrada la bondad por medio de otro acto de misericordia. En aquel caso, David amó a Jonatán y por amor a Jonatán ejerció bondad. Usted y yo, hemos quedado heridos por causa del pecado. Pero Dios nos cubrió con Su justicia debido a lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Dios nos acepta y nos recibe debido a la obra de Jesucristo realizada a favor nuestro. ¡Qué descripción más apropiada del amor de Dios en acción!

Ahora, volviendo a la historia aquí en el capítulo 4, encontramos que lo que sigue no es una historia precisamente agradable. Claro que la historia de la humanidad tampoco es una hermosa historia, especialmente si somos conscientes de que nuestra cultura contemporánea está siendo afectada por la maldad y el alejamiento de Dios. Aquella época que estamos estudiando era una hora de crisis. Era el período de transición del reino de Saúl al reino de David. Había rebelión y una guerra civil. Continuemos, pues, con los versículos 5 y 6 de este capítulo 4, del Segundo libro de Samuel:

"Los hijos de Rimón beerotita, Recab y Baana, se pusieron en camino, y a la hora de más calor, entraron en casa de Is-boset, que estaba durmiendo la siesta en su alcoba. La portera de la casa se había quedado dormida mientras estaba limpiando el trigo; y fue así como Recab y Baana, su hermano, se introdujeron en la casa."

Estos dos subordinados, Recab y Baana, eran oficiales inferiores a las órdenes de Abner en el ejército de Saúl. Cuando se enteraron de que Abner había muerto, y reconocieron la fuerza y el poder de David, conspiraron entonces, para matar a Is-boset hijo de Saúl. Cuando Is-boset estaba en su lecho, entraron y le mataron. Fue un acto sangriento y terrible el que cometieron. Y, por cierto, también fue una equivocación. Esperaban que por haber matado al joven rey, podrían hacer las paces con David. El hecho es que realmente creyeron que David les recompensaría por su acción. Leamos los versículos 7 y 8 del capítulo 4 del Segundo libro de Samuel:

"Cuando entraron en la casa, Is-boset dormía sobre su lecho en la alcoba; lo hirieron y lo mataron; luego le cortaron la cabeza y tomándola caminaron toda la noche por el camino del Arabá. Llevaron la cabeza de Is-boset a David en Hebrón, y le dijeron al rey: Aquí tienes la cabeza de Is-boset hijo de Saúl, tu enemigo, que procuraba matarte. El Señor ha vengado hoy a mi señor, el rey, de Saúl y de su linaje."

Vemos con verdadero estupor que incluso llegaron a traer la cabeza de Is-boset a David. David no estaba dispuesto a aceptarla, por supuesto y jamás aprobaría un acto como aquel. Leamos el versículo 12:

"Entonces David dio una orden a sus servidores, que los mataron, les cortaron las manos y los pies y los colgaron junto al estanque de Hebrón. Luego tomaron la cabeza de Is-boset, y la enterraron en el sepulcro de Abner, en Hebrón."

Recab y Baana eran asesinos, y asesinos de un rey, y David los ejecutó de un modo sumario por su cobarde acción criminal. Aquellas tribus en el norte reconocieron que ya no tenían ningún liderazgo, y que no tenía ningún sentido continuar su rebelión contra David. De modo que, trataron de hacer proposiciones de paz. Y ahora, aquí en el capítulo 5, veremos cómo hacen esas proposiciones. Y así llegamos a

2 Samuel 5

En este capítulo 5 ocurrieron los siguientes eventos: todas las tribus de Israel, ungen a David como su rey. David tomó a Sión, de los jebuseos y residió allí en Jerusalén, donde le nacieron once hijos. Y dos veces, derrotó a los filisteos.

Leamos el versículo 1, donde comenzaron las gestiones por las que

David fue reconocido como rey de todo Israel

"Vinieron todas las tribus de Israel adonde estaba David en Hebrón y le dijeron: Mira, hueso tuyo y carne tuya somos."

Las tribus enviaron representantes a David y le dijeron: hueso tuyo y carne tuya somos". Y esa era la verdad. Esta guerra civil había sido terrible, especialmente porque las tribus habían luchado entre sí. Ahora, la nación de Israel, después de más de siete años de guerra civil, se reunificó bajo el reinado de David, e iba a entrar en el período de mayor grandeza que jamás había disfrutado. Aquel período prefiguró la época futura, cuando Cristo regrese y reine. Pero continuemos con el versículo 2, ahora:

"Aun antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien sacabas a Israel a la guerra, y lo volvías a traer. Además, el Señor te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás quien gobierne a Israel."

Las tribus tardaron algo en reconocer a David como el soberano legítimo nombrado por Dios para reinar sobre ellos. Debieron haberlo reconocido mucho antes pero no lo hicieron. Avancemos ahora con los versículos 3 hasta el 5 de este capítulo 5 del Segundo libro de Samuel:

"Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel ante el rey en Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos allí delante del Señor; y ungieron a David como rey de Israel. Tenía David treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. Reinó en Hebrón sobre Judá durante siete años y seis meses, y reinó en Jerusalén treinta y tres años sobre todo Israel y Judá."

Israel estaba entonces por entrar en su período de mayor prosperidad y expansión. David tenía treinta años de edad cuando empezó a reinar en Judá. Había reinado sobre Judá durante siete años y medio en Hebrón. Reinaría treinta y tres años y medio en Jerusalén sobre todo Israel y Judá, es decir sobre las doce tribus. En consecuencia, David reinaría por un total de cuarenta años y seis meses. Observemos que lo primero que David hizo, fue consolidar el reino. Leamos los versículos 6 y 7 de este capítulo 5 del Segundo libro de Samuel, donde veremos que

David trasladó su capital a Jerusalén

"El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban en aquella tierra, los cuales le dijeron a David: Tú no entrarás aquí, pues aun los ciegos y los cojos te echarán (queriendo decir: David no puede entrar aquí). 7Pero David tomó la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David."

Aquí, una vez más, hubo hombres que subestimaron a David. Era un gran líder militar, un gran dirigente político, un gran rey, y lo más relevante y mejor de todo, fue que era un hombre de Dios. Ahora, Sión era el sitio favorito de David. Cuando uno viaja por esa tierra, se da cuenta de que Sión es el lugar alto de la ciudad de Jerusalén. En realidad, en los tiempos de David, Jerusalén estaba cerca del valle de Cedrón. Los muros que rodeaban la ciudad en aquel entonces, han sido hallados a varios metros bajo tierra. La ciudad actual de Jerusalén se encuentra más cerca al monte de Sión, donde el palacio de David fue construido. Mas tarde, bajo el monte de Sión, se construyó el Templo, y David fue quien eligió esta disposición de los edificios.

Jerusalén era la ciudad de David. En muchos de sus Salmos habló acerca del Monte de Sión y de Jerusalén. Francamente, no habría sido nuestra ciudad favorita. Estamos de acuerdo con David en muchas cosas, pero no en cuanto a Jerusalén. Pilato, por ejemplo, aborrecía esa ciudad. Iba a Jerusalén solamente durante los días de fiesta. Fue por ese motivo que estaba en Jerusalén cuando Jesús fue arrestado; estaba allí para la Pascua. Iba allí para mantener la paz, y cuando la Pascua terminaba, regresaba a Cesarea donde vivía, y que estaba situada en el Mediterráneo. Y creemos que también nosotros preferiríamos estar en Cesarea antes que en Jerusalén. Sin embargo y por lo que a la Biblia se refiere, Jerusalén algún día será la gran capital de todo el mundo. Y nos alegramos de saber que en la eternidad, no estaremos viviendo allí, en la Jerusalén terrenal. Estaremos en la Nueva Jerusalén.

Observemos aquí que David capturó la fortaleza de Sión. Es decir, que tomó la parte alta del monte, y no la ciudad propiamente dicha. Desde esa posición ventajosa le fue posible conquistar esta ciudad de los jebuseos. Los jebuseos se encontraron superados incluso antes de que supieran que se estaba librando una batalla. Leamos ahora el versículo 8:

"David había dicho aquel día: Todo el que ataque a los jebuseos, que suba por el canal y hiera a los cojos y ciegos, a los cuales aborrece el alma de David. De aquí el dicho: Ni ciego ni cojo entrará en la Casa."

Este versículo ha sido una fuente de controversia. Algunos expositores Bíblicos que estas palabras fueron una réplica de David para burlarse de los jebuseos. Y otros les atribuyen un significado más profundo. Al parecer, la forma de hablar de David era la forma agresiva de expresarse de alguien que había vivido años como fugitivo. Ahora, ¿Hizo siempre lo que era correcto? ¿Controló siempre sus palabras? Posiblemente no. Tengamos en cuenta que Dios nunca permitiría que David construyera el Templo. En cualquier caso, las Escrituras no añaden aquí ninguna explicación ni comentario, así que no podemos conocer el significado exacto de estas expresiones. Cabe, sí, destacar la fidelidad con que la Biblia retrata a los héroes del pasado, tanto en sus aspectos positivos como negativos. Podemos decir que los desmitifica totalmente. De esa manera sobresale el mérito de Dios, de lograr los grandes hechos de la historia utilizando instrumentos humanos débiles e imperfectos. Leamos ahora, los versículos 9 hasta el 12, de este capítulo 5 del Segundo libro de Samuel:

"David se instaló en la fortaleza y le puso por nombre la Ciudad de David. Edificó una muralla en derredor, desde Milo hacia el interior. E iba David adelantando y engrandeciéndose, y el Señor Dios de los ejércitos estaba con él. También Hiram, rey de Tiro, envió embajadores a David, así como madera de cedro, carpinteros y canteros para los muros, los cuales edificaron la casa de David. David supo entonces que el Señor lo había confirmado como rey de Israel, y que había engrandecido su reino por amor de su pueblo Israel."

Dice aquí que David capturó primero el Monte de Sión estableciendo allí su fortaleza, y después, tomó la ciudad. David fue engrandeciéndose, y Dios estaba con él. Hiram rey de Tiro, reconoció que David era un hombre sobresaliente, y por tanto, hizo un arreglo con David por el cual suministró los materiales y los obreros para la construcción del palacio. Y leemos aquí en el versículo 13:

"David tomó más concubinas y mujeres de Jerusalén, después que vino de Hebrón, y le nacieron más hijos e hijas."

Este es simplemente un simple registro de los hechos. Dios, por supuesto, no aprobó lo que David hizo. Veremos que Dios definitivamente desaprobó la poligamia. La consecuencia de ciertas prácticas de David resultaron, en el tiempo del reinado de su propio hijo Salomón, en la división del reino, proceso que culminó con la cautividad babilónica del reino del sur. ¿Por qué? Porque David y Salomón, como reyes, estaban en las más destacadas posiciones de liderazgo. Pero sus acciones fueron malas. Ahora, ¿Quién dijo que eran malas? ¡Dios mismo dijo que eran malas! Después de todo, éste es Su Universo, y Él es quien dicta las leyes. Aunque puede que no nos agraden dichas reglas, las normas de Dios son buenas. Dios no solo nos creó, sino que también estableció normas y reglas para nuestra vida, que hubieran podido traer a la humanidad la felicidad y el bienestar definitivos. Continuemos ahora con los versículos 14 al 16, de este capítulo 5 del Segundo libro de Samuel:

"Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Nefeg, Jafía, Elisama, Eliada y Elifelet."

Ahora, no sabemos nada en cuanto a los dos primeros niños que se mencionan en estos versículos; pero, sí sabemos algo en cuanto a Natán y a Salomón. Del linaje de Natán procedió María, la madre de Jesús. Y de Salomón, procedió José esposo de María. El Señor Jesucristo recibió su parentesco natural y Su título legal al trono de David, por medio de Natán y Salomón. Es por ese motivo que esta información se registró aquí para nosotros. Avancemos ahora con el versículo 17, que nos habla de

La guerra contra los filisteos

"Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido como rey de Israel, subieron todos para buscar a David. David lo supo y descendió a la fortaleza."

Cuando David escapaba de Saúl y se había ido a vivir en el país de los filisteos, por lo menos el rey Aquis y los suyos habían considerado que David estaba de parte de ellos. Pero al haber David regresado a su propia nación, siendo ungido como rey sobre todo Israel, los filisteos se lanzaron todos en su busca. Leamos, pues, para terminar, los versículos 19 hasta el 21 de este capítulo 5 del Segundo libro de Samuel:

"Entonces consultó David a al Señor, diciendo: ¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos? Respondió el Señor a David: Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tus manos. Llegó David a Baal-perazim. Allí los venció David, y dijo: El Señor me abrió brecha entre mis enemigos, como corriente impetuosa. Por esto llamó el nombre de aquel lugar Baal-perazim. Los filisteos dejaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los quemaron."

Hoy hemos considerado la difícil época de la transición del reinado de Saúl, primer rey de Israel, a David, que le sucedió en el trono a la muerte de Saúl. El relato nos llevó a examinar tanto las luchas e intrigas internas de este proceso, como las batallas contra los enemigos exteriores. Nos llama la atención el buen comienzo del reino de David y su actitud de consultar a Dios ante los conflictos armados. En esta etapa el rey, en una actitud de dependencia de Dios, confiaba en la guía de Dios y en Su protección. Fueron sus errores en el aspecto personal y familiar, los que le conducirían a desavenencias familiares; fue en esa área donde tomó decisiones que Dios no aprobó y cuyas consecuencias afectarían a todas las áreas de su vida. A nosotros hoy, viviendo en una sociedad en la cual priman los valores materiales, y en una época caracterizada por el egoísmo y la agresividad entre miembros de la familia, y por una verdadera crisis de confianza en la amistad y en las relaciones humanas en general, nos queda la lección de valor supremo de establecer una relación con Dios que nos permita confiar en Él y depender de Su guía y protección en un contexto tan conflictivo como el que acabamos de describir. Nos despedimos hoy con estas palabras de David en su Salmo 31:1-3, que revelan su relación con Dios, y su pedido de guía y protección; Dijo David: "Señor, en ti busco protección; ¡no me defraudes jamás¡ ¡Ponme a salvo, pues tú eres justo! ¡Dígnate escucharme!; ¡date prisa, líbrame ya! Sé tú mi roca protectora, ¡sé tu mi castillo de refugio y salvación! ¡Tú eres mi roca y mi castillo! ¡Guíame y protégeme; haz honor a tu nombre!"

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