Estudio bíblico de Romanos 11:22-33

Romanos 11:22-33

Continuamos hoy estudiando el capítulo 11 de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos. En nuestro programa anterior interrumpimos nuestro comentario en el versículo 21 de este capítulo. Y decíamos que, teniendo en cuenta que Dios no perdonó a la nación de Israel por abandonar su fe, siguiendo el mismo razonamiento, entonces tampoco perdonará a una iglesia apóstata. Nos referimos a una iglesia que mantenga todas las apariencias de estructura y organización, pero que carezca de una vida espiritual, es decir de una relación vital con Cristo. Esa clase de iglesia que fue descripta en el libro de Apocalipsis 3 como la iglesia de Laodicea entrará en la Gran Tribulación. Ahora, a la iglesia de Filadelfia, el Señor le dijo, como vemos en el capítulo 3 de Apocalipsis, versículo 10: "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que habitan sobre la tierra". Y el Señor prometió guardar a esta iglesia de ese tiempo terrible de tribulación. En la actualidad esta iglesia está integrada por todos los creyentes en Cristo, los cuales confían en el Señor Jesucristo como su Salvador y creen que la Palabra de Dios, debe ser oída por toda persona en la faz de la tierra. Esta iglesia será reunida y recogida por Jesucristo y no pasará por esa gran Tribulación. Estimado oyente, ¿cuál es su relación con Dios? ¿Está usted unido a Jesucristo, Su Salvador y Señor? ¿Pertenece usted al cuerpo de los redimidos por la obra de Jesucristo en la cruz y que ha compartido y vive espiritualmente en la victoria de Su Resurrección?

Continuando ahora nuestro estudio del capítulo 11 de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos, leeremos el versículo 22, que comienza a considerar un párrafo que se refiere a un evento que traerá una gran bendición en el futuro, y que hemos titulado

La restauración de la nación de Israel

"Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra manera tú también serás eliminado".

Éstas son palabras duras. Pablo pidió a los no judíos que considerasen dos ejemplos. El Israel desechado reveló la severidad de Dios, pero a los no judíos que se habían convertido a Dios, la bondad y benevolencia de Dios fue revelada. Estos dos aspectos de Dios necesitan ser revelados hoy: el juicio de Dios frente el rechazo de Cristo y contra el pecado, y la gracia de Dios hacia aquellos que confían en Cristo.

Pablo no tenía la imagen completa de la severidad de Dios hacia Israel. La historia de esta nación desde la destrucción de Jerusalén en el año 70 después de Jesucristo, y todo lo que ocurrió después, constituye una historia aterradora. Pero los no judíos no debían frivolizar el asunto de la gracia de Dios. Fue la gracia, la que los introdujo a la familia de Dios, y que nos concedió tantos privilegios. Durante este período de más de 2.000 años, la iglesia compuesta de no judíos, es decir de gente de los demás pueblos, ha fracasado tanto como Israel, y es posible que haya fracasado aún más.

Este versículo 22 no tiene nada que ver con la pérdida de la salvación personal. Pablo no estaba contradiciendo lo que dijo en el capítulo 8 de esta epístola, que nada nos podía separar del amor de Dios en Cristo Jesús. Aquí estaba hablando de los pueblos no judíos en su conjunto, apartándose del Evangelio, tal como Israel como nación había hecho, alejándose de Dios. Pasemos ahora al versículo 23:

"Y aun ellos, es decir los israelitas, si no permanecen en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar".

Desde que Dios aceptó a los no judíos, que no tenían ningún mérito, seguramente Dios podía restaurar a Israel, que tampoco tenía ningún mérito.

Ahora, la palabra "volverlos" es la palabra clave. Dios restaurará nuevamente a Israel. El Antiguo Testamento deja claro el hecho de que Israel se volverá nuevamente a Dios. En este sentido, recomendamos la lectura de Jeremías capítulo 23, versículos 3 al 8, que es una de las muchas profecías verdaderamente notables en cuanto a la restauración de Israel. Y el profeta Zacarías 12:10, dijo lo siguiente: "Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por la muerte del hijo único, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito". Aquel día futuro será como aquella antigua fiesta del Día de la Expiación. Ellos se volverán a Dios con una actitud de arrepentimiento y Dios les salvará tal como nos ha salvado a nosotros, por su maravillosa e infinita misericordia y gracia. Dios es poderoso para vencer su terquedad y rebelión. El pasaje que acabamos de leer sugiere que al ver sus heridas le preguntarán al Señor: "¿Qué quiere decir la señal de los clavos en Tus manos?" Y llorarán a causa de esa señal. Volviendo ahora al capítulo 11 de esta epístola a los Romanos, leamos el versículo 24:

"Si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más estos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?"

Pablo continuó con su ilustración del olivo. El olivo representaba a Israel con Abraham como la raíz. Algunas de las ramas fueron desgajadas. La nación, como tal, fue rechazada. Dios injertó a los no judíos, no para que llegaran a ser prosélitos judíos, lo cual significaría que tendrían que aceptar todo el ritual del Antiguo Testamento. Más bien, Él desgajó a Israel e injertó a la iglesia, que incluye a judíos y no judíos, directa e inmediatamente sobre Abraham por la fe. Ahora, si a Dios le fue posible hacer esto, y lo hizo, es razonable concluir que puede y que tomará las ramas naturales para injertarlas nuevamente. En otras palabras, Él no desechará permanentemente a Israel. Pasando ahora al versículo 25, leemos lo siguiente:

"No quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la plenitud de los que no son judíos".

La frase "la plenitud de los que no son judíos" se refiere al período que comenzó con el llamado de la iglesia. Es a lo que se refirió Jacobo en su discurso de Hechos 15:14, cuando dijo: "Simón Pedro ha contado como Dios visitó por primera vez a los no judíos para tomar de ellos pueblo para su nombre". Ese período se prolongará hasta que la iglesia sea completada y recogida por el Señor. Es decir, usando las palabras de este versículo, hasta que hayan entrado los no judíos. Y la ceguera espiritual y el endurecimiento de Israel continuará mientras la Iglesia esté presente en el mundo. Pablo afirmó aquí clara y definitivamente lo que ya había sugerido muchas veces en este capítulo 11. La ceguera, el endurecimiento de Israel serían temporal y parcial. La palabra clave en este versículo es la palabra "hasta" en la frase que dice "hasta que haya entrado la plenitud o la totalidad de los que no son judíos".

Hay que distinguir entre "la plenitud de los no judíos" y "los tiempos de los no judíos" que nuestro Señor Jesucristo mencionó en el evangelio según San Lucas, capítulo 21, versículo 24, cuando dijo: "Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los no judíos, hasta que los tiempos de los no judíos se cumplan".

Este período, es decir, "los tiempos de los no judíos", empezó con la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor, se extiende por toda la historia posterior y continuará durante el periodo de la Gran Tribulación hasta el regreso de nuestro Señor Jesucristo a la tierra para establecer Su reino.

Necesitamos ahora dar una palabra de explicación en cuanto a la palabra "misterio". En el antiguo mundo de los tiempos de Pablo había religiones de misterio. Hoy en día, la palabra "misterio" se aplica de un modo popular a una historia o novela que tiene una trama, una persona o un hecho no revelado. En el Nuevo Testamento, la palabra se usa para referirse a lo que antes era ocultado, pero que ahora ha sido descubierto. El misterio aquí es la identificación de la plenitud de los no judíos. Éste no fue un asunto revelado en el Antiguo Testamento. Leamos ahora, los versículos 26 y 27 de este capítulo 11 de la epístola de Pablo a los Romanos:

"Luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados".

Cuando aquí dice que "todo Israel será salvo", no quiere decir que todos los israelitas serán salvados. Es la nación, la que Pablo nos presenta en este capítulo, más que los individuos. Pablo siempre considera las colectividades: el bloque del mundo judío y el conjunto del mundo pagano. En cada época, siempre ha habido un remanente salvo.

Ahora, la cita que Pablo menciona aquí, procede del profeta Isaías, capítulo 59, versículo 20, donde dice: "Vendrá el Redentor a Sión, y a los que se vuelven de la iniquidad en Jacob, dice el Señor". El mensaje dirigido al individuo era que debían arrepentirse de sus culpas ante el Señor. Habrá un remanente que se convertirá a Dios y todos ellos se salvarán. Pablo estaba hablando del remanente salvo como de la nación de Israel.

El pacto al cual se refirió en el versículo 27 de Romanos 11, es el nuevo pacto que Dios hará con la nación de Israel. El escritor a los Hebreos nos dijo en el capítulo 8 de su carta, versículo 8: "Vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo Pacto".

Otros versículos pertinentes sobre este tema, son la misma carta a los Hebreos, capítulo 10, versículo 16, donde leemos: "Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré". Y también Zacarías, capítulo 13, versículo 1, donde leemos: "En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia".

Es importante recordar que siempre ha habido un remanente que se salvó. Hubo un remanente en los tiempos de Elías, lo hubo en los tiempos de David, también en los tiempos de Pablo, y hay uno en el día de hoy. Y habrá un remanente durante la Gran Tribulación. Dios siempre es fiel a Su promesa. Continuando ahora con el capítulo 11 de esta epístola a los Romanos, leamos los versículos 28 y 29:

"Así que en cuanto al evangelio, los judíos son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de sus padres, porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios".

En estos dos versículos el apóstol Pablo estaba resumiendo la discusión precedente. Había dos pensamientos que parecían estar en pugna y contradictorios. Ambos eran ciertos. En primer lugar, Israel era considerado enemigo por causa de los no judíos, para que el Evangelio pudiera ser proclamado a los no judíos. Por otra parte, los judíos eran amados por causa de Abraham, Isaac y Jacob. Porque lo que Dios da no lo quita, ni revoca su llamamiento. Por lo tanto, un cristiano no debiera implicarse en ninguna forma de antisemitismo.

Ni el fracaso de Israel ni el fracaso nuestro cambiará el plan o el propósito de Dios. Los dones aquí no son dones naturales. La palabra tiene que ver con la gracia de Dios. El llamamiento aquí no es una invitación, sino el llamamiento eficaz de Dios. Prosigamos ahora con los versículos 30 y 31 de este capítulo 11:

"Como también vosotros erais, en otro tiempo, desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia".

Recordemos que Pablo estaba escribiendo a los no judíos. La iglesia en Roma era mayormente una iglesia integrada por no judíos. En ese tiempo, muchos no judíos estaban siendo salvos. Aquí él estaba destacando el contraste entre la nación de Israel y los no judíos. En los tiempos pasados los no judíos no habían creído, pero en ese momento, un remanente de los gentiles había obtenido la misericordia y compasión de Dios. Durante ese mismo período, Israel como nación, que anteriormente había creído, no creía. Y Pablo sentó el principio por el cual Dios salva al judío y al no judío. Es por la gracia, por la misericordia. Y así como Dios mostró misericordia a los no judíos, Él mostrará misericordia a la nación de Israel. Aunque Israel había rechazado a Dios, Dios tratará con ellos en misericordia. Leamos el versículo 32:

"Pues Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos".

Tanto los judíos como los no judíos, están en la obstinada condición de rebelión e incredulidad. El Doctor Kenneth S. Wuest, un estudioso de la Biblia, ha sugerido la palabra "corral" para la palabra "sujetó" que significa acorralar o encerrar. Dios, pues, encerró a toda la raza en la rebelión. "No hay justo" ni dentro de sí mismo ni por alguna fe salvadora que él origine. El mismo apóstol Pablo dijo en su carta a los Efesios, capítulo 2, versículos 8 y 9: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". La misericordia de Dios es la causa que originó la salvación de todos los hombres.

Llegamos ahora a la última división de este capítulo 11 de la epístola a los Romanos. Y tenemos aquí la división que expone

El motivo para restaurar a la nación de Israel

¿Cuál es el motivo por el que la nación de Israel será restaurada? Bueno, el motivo está encerrado en el misterio las riquezas de la sabiduría de Dios. Estimado oyente, debemos descansar en el hecho de que lo que Dios está llevando a cabo es sabio, justo, y es lo mejor que pueda ser realizado. Usted y yo tenemos una vieja naturaleza humana que cuestiona a Dios cuando Él toma una decisión. Muchos cristianos preguntan: "¿Por qué se pierden los paganos, si nunca han oído el Evangelio? ¡Dios no tiene derecho a condenarlos!" Estimado oyente, por una parte, Dios tiene todos los derechos imaginables porque Él es Dios. Y por otra parte, nuestra fe nos impulsa a aceptar que todo lo que Él hace es justo. Nuestra dificultad en aceptar estas verdades radica en que nuestra naturaleza humana se rebela espontáneamente contra su Creador. La segunda división principal de este libro concluirá con una poderosa y majestuosa bendición o doxología, como concluyó la primera división en la última parte del capítulo 8. Lo que sigue ahora, es un himno de alabanza. Leamos el versículo 33:

"¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!"

Aquí vemos que el apóstol Pablo había llegado al momento de reconocer la sabiduría y la gloria reveladas en todos los asuntos que había estado considerando.

La declaración de Godet en cuanto a esta sección es digna de citar. Dice él: "Como un viajante que ha subido a una elevación alpina, el apóstol se vuelve y contempla. Las profundidades están allí abajo, a sus pies, pero las ondas de luz las iluminan, y se extiende delante de sus ojos un horizonte inmenso".

Esta sección es pura alabanza y no tenemos aquí la exposición de ningún argumento. Sin embargo, podríamos decir que aquí se encuentra el argumento más grande de todos. Si nosotros no entendemos el por qué de los tratos de Dios con Israel, con los no judíos, y con nosotros mismos, no es porque no haya un motivo bueno y suficiente. La dificultad está en nuestra incapacidad para comprender la sabiduría y los designios de Dios. El mismo apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 2, versículo 14, dijo: "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente".

Así, los hijos pequeños muchas veces no entienden ciertas actitudes o decisiones de sus padres, que pueden llegar a ser molestas o incluso dolorosas, y entonces se rebelan contra ellas. Pero los padres, con un conocimiento superior de la vida, y de acuerdo con las circunstancias, actúan siempre procurando lo más beneficioso y saludable para sus hijos. Y, estimado oyente, Dios hace lo que es mejor por nosotros. Es posible que no comprendamos muchas cosas que nos ocurren, pero debemos creer que Dios las permite para nuestro bien. Pero somos como niños pequeños y no podemos comprender los propósitos de Dios. Es posible que nuestras circunstancias, no sean siempre buenas, pero las pruebas y las dificultades, nos vienen de la profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios. Es el ser humano natural, con su vieja naturaleza, quien tiende a dudar de Dios, cuando Él toma una decisión.

Dios nos dijo en el libro de Isaías, capítulo 55, versículos 8 y 9: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". Ah, estimado oyente, ¡cuánto necesitamos reconocer esto! Por ello queremos concluir con este pensamiento, que siempre trae paz al corazón en tiempos de angustia o perplejidad ante ciertos acontecimientos que nos conmueven profundamente, o que nos dejan un sabor de tristeza o duda. Teniendo en cuenta que Dios nos ama y desea para nosotros lo mejor, necesitamos pedirle, como los discípulos a Jesús, que aumente nuestra fe para darle gracias ante cualquier circunstancia. Y ello sólo es posible mediante la acción del Espíritu de Dios, que habita con Su presencia fortalecedora y consoladora, y con Su poder, en todos aquellos que han confiado en el Señor Jesucristo como su Salvador.

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