Estudio bíblico de Romanos 15:7-22

Romanos 15:7-22

Continuamos nuestro estudio en este capítulo 15 de la epístola a los Romanos. Y en nuestro programa anterior, estuvimos hablando de la consolidación o unión de judíos y no judíos en un solo cuerpo, para honrar y dar gloria a Dios. Y llegamos hasta el versículo 6 de este capítulo 15, y decíamos que debe haber tal armonía en la alabanza de los creyentes, que revele la unidad que existe entre ellos. Cuando realmente se glorifica a Dios, la pared intermedia de separación entre los judíos y los demás pueblos se derriba, como se derrumbó el muro de Jericó al tocar las bocinas y al gritar el pueblo. El Señor Jesucristo dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 13, versículo 35: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros".

Cierta vez a un campesino le preguntaron si él no creía que las cercas que separan las fincas echaban a perder el paisaje. El campesino declaró que estaba de acuerdo con esa opinión, pero dijo que allí se cultivaba un maíz que crecía más alto que la cerca. Por lo tanto, las cercas quedaban escondidas. Los desacuerdos entre los hermanos en Cristo, quedan ocultos por la vida fructífera de alabanza. Continuamos hoy con el versículo 7 de este capítulo 15, y dice:

"Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios".

Dios recibe al hombre, sea éste fuerte o débil, encumbrado o humilde, judío o no judío, en base a la aceptación de la persona de Cristo. En consecuencia, tanto el fuerte como el débil deben recibirse el uno a otro dando expresión a esta relación de compañerismo. La gloria de Dios es el objetivo supremo.

Necesitamos reconocer que aunque podamos diferir sobre algunos puntos, entre todos los verdaderos creyentes en Cristo estamos de acuerdo en cuanto a los temas principales, y eso es lo importante. Debemos recibir a otros como Cristo también nos recibió a nosotros. Dios recibe a las personas en base a su fe sencilla. Yo necesito reconocer que no estaré siempre de acuerdo con otros y que ellos tampoco estarán siempre de acuerdo conmigo. Y cuando uno de estos días lleguemos todos a la presencia de Dios, estaremos todos de acuerdo. ¿Y sabe usted por qué? Porque todos seremos transformados de acuerdo a Su imagen y entonces seremos semejantes a Él. Bien, continuemos ahora con los versículos 8 y 9 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

"Os digo que Cristo Jesús vino a servir a los judíos para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres. y para que los que no son judíos glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los no judíos y cantaré a tu nombre".

Cuando el Señor Jesucristo entró en el mundo, vino como siervo del pueblo judío, es decir, de los que practicaban la circuncisión. Y ésta fue la única vez que se mencionó este detalle. Su ministerio estuvo limitado a la nación de Israel. En el evangelio según San Mateo, capítulo 15, versículo 24, el mismo Señor Jesucristo respondiendo, dijo: "24 No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Y en el capítulo 10 del mismo evangelio según San Mateo, versículo 6, leemos: "6 id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Estas palabras fueron dirigidas a Sus discípulos.

Cristo vino a la tierra hace más de dos mil años. Vino en su calidad de enviado para confirmar las promesas hechas a Abraham, a Isaac y a Jacob. Dios dijo que de las entrañas de Abraham saldría uno que sería de bendición al mundo. Jesús vino para ser una bendición tanto al no judío como al judío. En el capítulo 2 del evangelio según San Lucas, versículo 21 leemos: "21Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuera concebido".

Su nombre no podía haber sido Jesús a menos que naciera en el linaje de Abraham y David, y a menos que guardara la ley. Le llamaron Jesús después que fue circuncidado. Vino para cumplir la totalidad del sistema mosaico. Allá en el capítulo 4 de la carta del apóstol Pablo a los Gálatas, versículos 4 y 5, leemos: "4Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos". La salvación vino a Israel mediante Cristo, al confirmar y cumplir Él la verdad de las promesas del Antiguo Testamento.

También por este método la salvación fue traída a los que no eran judíos. El único derecho de los no judíos consistió en la misericordia de Dios. Ninguna promesa fue hecha a los antepasados de los no judíos. Cristo vino para confirmar la verdad de las promesas hechas a los antepasados de los judíos, pero también vino para que los no judíos obtuvieran misericordia, pues no habían hecho nada para merecer la gracia de Dios. Por esto los no judíos deben honrar a Dios y proclamar Su gloria. Ahora, después de la frase: "como está escrito . . "., en el versículo 9 de Romanos 15, siguen cuatro textos citados del Antiguo Testamento, para mostrar que los no judíos debían alabar a Dios: Dos, son de los Salmos: Salmo 18, versículo 49; y Salmo 117, versículo 1. Uno es de la ley, y lo encontramos en Deuteronomio, capítulo 32, versículo 43. Y el otro es de los profetas, y está en el libro del profeta Isaías, capítulo 45, versículo 23.

El primer texto citado es del Salmo 18:49. Aquí Cristo estaba alabando a Dios por medio de los no judíos, lo cual implicaba la conversión de ellos. Y ahora en este versículo 10 de este capítulo 15 de la carta del apóstol Pablo a los Romanos, que estamos considerando, leemos:

"Y otra vez dice: Alegraos, naciones, con su pueblo".

Este texto citado es de Deuteronomio, capítulo 32, versículo 43. Concluyó el cántico de Moisés, el cual es un resumen profético de la historia de la nación de Israel hasta la venida del reino milenario. Aquí los no judíos fueron invitados a unirse a Israel en una alabanza a Dios. Y en el versículo 11 leemos:

"Y otra vez: Alabad al Señor todas las naciones y exaltadlo todos los pueblos".

Este texto es una cita del Salmo más breve, el Salmo 117. Fue una invitación a los no judíos para unirse a Israel en alabar a Dios. Es interesante destacar que la palabra "todos" aparece dos veces aquí en esta breve cita. Y ahora, en el versículo 12 de este capítulo 15, leemos:

"Y otra vez dice Isaías: Brotará la raíz de Isaí y el que se levantará para gobernar a las naciones, las cuales esperarán en él".

Esta cita es del capítulo 11 del libro del profeta Isaías, versículo 10. Aunque el Mesías fue del linaje de David, Él reinará sobre los no judíos. Evidentemente, la clara intención de Dios era que los no judíos vinieran a Cristo. Algunos habían venido a Cristo en los tiempos de Pablo y ellos fueron los primeros frutos. Recordemos que Pablo estaba escribiendo a los Romanos y la Iglesia de Roma ya era mayormente una iglesia integrada por no judíos, como nuestras iglesias cristianas en la actualidad. Prosigamos ahora con el versículo 13:

"Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo".

Dice aquí, "El Dios de esperanza" y éste fue un nuevo título para Dios, un título que por cierto es emocionante. El corazón del creyente encuentra aquí a la Roca de los Siglos, que es un refugio en medio de la tempestad. Y después añadió que el Dios de la esperanza les llenara de alegría y paz a los que tuvieran fe en Él. Y esta experiencia, estimado oyente, puede ser suya mediante el estudio de esta carta a los Romanos. Confiamos en que este estudio le haya permitido disfrutar de esa alegría, de esa paz, y que haya reforzado su fe, trayéndole esperanza y poder, fuerza, para su vida. Solamente el poder del Espíritu Santo puede producir tal fruto en el corazón de un peregrino cansado en su viaje por el mundo.

Ésta es la bendición que concluye la sección doctrinal de esta epístola a los Romanos. Sólo Dios puede tomar a un pecador perdido y condenado al infierno, y salvarlo, irle formando en el proceso de la santificación, colocarle en el servicio de Dios, y luego llenar su corazón de gozo y paz. Dios mostró al peregrino pecador la esperanza feliz del glorioso futuro, y le dio el poder del Espíritu Santo, que le trae paz y gozo en la presente oscuridad y tempestad.

A partir de aquí, tenemos una nueva sección, que presenta

La continuación del testimonio personal de Pablo

Como apóstol a los romanos, es decir, a los no judíos. Recordemos que Pablo comenzó esta carta de una manera muy personal. Entonces, al concluir esta sección doctrinal, recobró el estilo personal con el cual comenzó esta carta, con el que expresó su deseo de visitar Roma. En el versículo 10 del capítulo 1 de esa epístola leímos: "10Rogando que de alguna manera, si es la voluntad de Dios, tenga al fin un próspero viaje para ir a vosotros". Volviendo ahora al capítulo 15 de esta epístola, leemos en el versículo 14:

"Estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad y rebosantes de todo conocimiento, de tal manera que podéis aconsejaros unos a otros".

Pablo se disculpó en este versículo por su franqueza y atrevimiento con las que les habló a los Romanos en la sección doctrinal. Ahora, no se debió en manera alguna a que a ellos les faltaba bondad o conocimiento, sino más bien porque precisamente poseían estas cualidades, que Pablo pudo ser tan explícito con ellos. Es que esta carta a los Romanos es esencial para nuestro crecimiento espiritual, y para cimentar al creyente en la fe. El apóstol se expresó amable y humildemente, no queriendo actuar de forma dominante sobre los creyentes de aquella iglesia. Continuemos ahora con los versículos 15 y 16:

"Pero os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que de Dios me es dada para servir como ministro de Jesucristo a los no judíos, anunciando el evangelio de Dios, para que los no judíos le sean como ofrenda agradable, consagrada por el Espíritu Santo".

Pablo les recordó a los Romanos que él era apóstol a los que no eran judíos. En base a esta responsabilidad asignada por Dios, que le fue dada por la gracia de Dios, él ejerció ese ministerio, escribiendo de esta manera a los Romanos. En otras palabras, aquí Pablo les estaba sirviendo, estaba ejerciendo un sacerdocio. Esta declaración de Pablo, le daba más peso, más autoridad a la inspiración de sus escritos. Pablo usó aquí el lenguaje del sacerdocio levítico y de la adoración del templo, al describirse a sí mismo como un ministro que predicaba el evangelio.

Los no judíos eran aceptables sólo por medio de Jesucristo, aparte de la ley o de cualquier religión, tal como lo estaba predicando Pablo. Ellos eran como una ofrenda agradable calificada como "santificada", es decir, que en ellos moraba el Espíritu Santo, comenzando con Cornelio, el primer creyente que no era judío, cuya conversión a Cristo es mencionada en la Biblia. La obra santificadora del Espíritu Santo empieza en los judíos y no judíos en el mismo momento de la regeneración, o sea, cuando el Espíritu de Dios viene a morar en el creyente. Pablo les había comunicado el evangelio, pero Dios les había dado el Espíritu Santo cuando ellos creyeron.

Debemos tener en cuenta que Pablo era apóstol a los no judíos en un sentido muy especial. Se ofreció a ellos cual sumo sacerdote, presentando una ofrenda, un sacrificio sobre el altar. Hoy, es difícil para nosotros comprender el significado pleno de todo esto; sin embargo nosotros como no judíos hemos entrado en todo lo que esto implica. Estimado oyente, si usted nunca ha dado gracias a Dios por haber enviado al apóstol Pablo, debiera dárselas ahora mismo. Leamos el versículo 17:

"Tengo, pues, como creyente en Cristo, motivos para gloriarme de mi servicio a Dios"

Pablo había escrito con audacia a los Romanos, y les pidió constantemente disculpas, sabiendo que estos creyentes en Roma, probablemente, no necesitaban de sus instrucciones. A pesar de esto, sin embargo, escribió con confianza a los Romanos. No hay ninguna arrogancia personal aquí. Pablo era siervo de Cristo Jesús y estaba cumpliendo la voluntad de Dios. Es importante que veamos esto. Si hay una cosa que nunca debiera caracterizar a un siervo de Dios, es el orgullo. Nunca debiéramos actuar como quien desempeña un oficio o una profesión, sino más bien ocupar la posición de que estamos simplemente sirviendo al Señor y que Él es el que ejerce la autoridad.

En cuanto a este versículo 17, el Dr. Stifler, comentarista bíblico, sugiere lo siguiente: "Este versículo forma la transición para lo que el apóstol tiene que decir, en cuanto a su campo de labor". Leamos, entonces, los versículos 18 y 19:

"porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí, para conducir a los no judíos a la obediencia. Y lo he hecho de palabra y de obra, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta la región de Iliria, todo lo he llenado del evangelio de Cristo".

Pablo estaba diciendo algo muy importante en este pasaje. Si vamos a comprender al apóstol Pablo, o si vamos a saber específicamente si fue él o fue Pedro quien fundó la Iglesia en Roma, debemos prestar suma atención a lo que se dice aquí. Si seguimos esto detenidamente, no llegaremos a ninguna suposición falsa. Pablo no se atribuyó ningún honor a sí mismo por la obra de Dios que comenzó en el día de Pentecostés, y que resultó en la proclamación del evangelio a los no judíos. Pablo no reclamó ningún reconocimiento porque el evangelio llegase a los primeros no judíos, porque fue Simón Pedro el primero en predicar a no judíos, cuando lo hizo en la casa de Cornelio. Pablo solamente se atribuiría lo que Dios hizo por medio de él en palabra y obra. Pablo dijo que él nunca edificó sobre fundamento ajeno. El tuvo un ministerio peculiar como apóstol a los no judíos.

Dice aquí en este versículo 19 "con potencia de señales y prodigios" y éstas eran las credenciales, por así decirlo, de los apóstoles y ministros en la Iglesia primitiva. Estas manifestaciones fueron dadas para establecer la Iglesia sobre un buen fundamento, antes de que el Nuevo Testamento fuera escrito. Pablo hablando de la Iglesia y de los creyentes, dijo en su carta a los Efesios, capítulo 2, versículo 20 dice que ellos fueron "20edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo". Pablo no tenía intención de establecer que los apóstoles eran el fundamento, sino que Jesucristo es el fundamento. Y en su primera carta a los Corintios, capítulo 3, versículo 11, declaró enfáticamente: "11Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo". Pero los apóstoles fueron los que colocaron el fundamento de Jesucristo. Esto es lo que Pablo dijo en este pasaje.

Ahora, la región de Iliria, que se menciona aquí en el versículo 19, era una provincia del Imperio Romano situada junto a Italia. Se extendía desde el mar Adriático hasta el río Danubio. Pablo había predicado en este tiempo desde Jerusalén hasta la provincia situada junto a Roma. No había llegado aún a Roma misma. Por cierto, no hay constancia en la Biblia, de tal visita de Pablo. Indudablemente fue a muchos lugares cuyos nombres no nos han sido señalados. Algunos creen que llegó hasta España, pues había declarado su intención de ir. Y posiblemente llegó hasta Gran Bretaña, porque abarcó, como veremos, a todo el Imperio Romano.

Tenemos ahora los versículos 20 y 21 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

"Y de esta manera me esforcé en predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán".

Fue una cuestión de honor para Pablo, más que de competencia, lo que le motivó ir como pionero, a donde el evangelio no había sido predicado. En otras palabras, Pablo tenía un ministerio peculiar. Era un verdadero misionero. No predicó donde ya había una Iglesia, ni donde otros ya habían ido. Pablo era un "evangelista" según el significado de esta palabra en el Nuevo Testamento. Pablo nunca envió a un equipo para que fuera primero a prepararle el terreno. Cuando Pablo entraba en un pueblo, no recibía ninguna bienvenida oficial. El alcalde no salía para saludarlo. Si alguien le saludaba, por lo general era el jefe de la policía, que generalmente le arrestaba y le metía en la cárcel. Y ya que los apóstoles pusieron el fundamento, los creyentes tenían que ser muy cuidadosos en discernir quienes eran realmente los apóstoles y a quienes estaban escuchando. Ahora, Pablo tenía estas credenciales. En el libro de los Hechos de los apóstoles, capítulo 14, versículo 3, leemos: " 3 se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con valentía, confiados en el Señor, el cual daba testimonio de la palabra de su gracia, concediendo que se hicieran por las manos de ellos señales y prodigios". Éstas fueron, pues, las características de los apóstoles y los primeros predicadores del Evangelio. Ellos no llegaron con un Nuevo Testamento en sus manos, porque ese libro aún no había sido escrito. Ellos llegaron con esas credenciales, que aquí en el versículo 19 se denominan "señales y prodigios".

Y ya que Pablo dijo que él no iría a donde el Evangelio ya hubiera sido predicado antes, surge la pregunta. ¿Quién fue el fundador de la iglesia en Roma? Bien, el apóstol lo dejó claro, tanto en la introducción como en esta parte del texto, que él había sido el fundador de la iglesia en Roma.

En el capítulo 16 de esta epístola, se nos presentará a otro grupo de personas, a quienes Pablo conoció. El relato nos dirá que él las condujo al Señor. Alcanzó a estas personas en diversas partes del Imperio Romano, y muchas de ellas emigraron posteriormente a Roma. Allí se reunieron alrededor de la persona del Señor Jesús. Estamos seguros de que hablaban muchas veces, acerca de su amado Pastor, el apóstol Pablo. O sea que Pablo fundó la iglesia, no yendo personalmente a esa ciudad sino por su contacto previo con aquellos creyentes y por su influencia espiritual sobre ellos.

El texto del Antiguo Testamento citado en estos versículos lo encontramos en el capítulo 52 del libro del profeta Isaías, versículo 15, que dice en la versión de los Setenta: "Verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído". A Pablo le entusiasmó poder predicar el evangelio a aquellos que estaban espiritualmente ciegos. Y nos dijo después, aquí en el versículo 22:

"Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros".

Pablo se propuso muchas veces ir a Roma, como ya vimos en el capítulo 1, versículo 13 de esta epístola, pero tuvo que completar la tarea que Dios le había dado en el territorio entre Jerusalén y Roma.

Cuando Pablo dijo que él había sido "impedido muchas veces", podemos estar seguros que en verdad muchos obstáculos fueron puestos en su senda. Pero el mensaje de las buenas noticias del Evangelio siempre llegó a donde tenía que llegar. Y lo mismo sucede en la actualidad. El mensaje del amor de Dios revelado en Jesucristo, en Su muerte y resurrección, llega a usted, estimado oyente, esperando que usted lo reciba, dándole toda la importancia que se merece, sabiendo que es el mensaje personal que Dios quiere hacerle llegar en esta ahora, como la única alternativa, la única opción para recibir la salvación, la vida eterna, y para ser transformado por el Espíritu de Dios, comenzando a vivir, de esta manera, una vida de auténtica calidad humana y espiritual. En otras palabras, la única vida que vale la pena vivir.

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