Estudio bíblico de Romanos 15:23-16:2

Romanos 15:23 - 16:2

Continuamos hoy nuestro estudio de este capítulo 15 de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Y en nuestro programa anterior, dijimos que Pablo se había propuesto muchas veces ir a Roma, pero tuvo que completar la tarea que Dios le había dado en el territorio entre Jerusalén y Roma. Ahora, cuando Pablo dijo que él había sido impedido muchas veces, en el versículo 22, podemos estar seguros que en verdad muchos obstáculos fueron puestos en su camino. Continuamos, pues, hoy nuestro estudio con los versículos 23 y 24 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

"Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, cuando vaya a España, iré a vosotros, pues espero veros al pasar y ser encaminado hacia allá por vosotros una vez que haya disfrutado de vuestra compañía".

Hay una pregunta en cuanto a lo que el apóstol Pablo quiso decir exactamente aquí en estos versículos. ¿Quiso decir acaso que ya no había más oportunidad para predicar el evangelio en esta parte del Imperio Romano en la que él se encontraba? ¿Se le habían cerrado todas las puertas? ¿Se habían convertido todos? ¿Había quizá evangelizado a todos en ese lugar? Bueno, mantenemos que la respuesta es "no" a cada una de estas preguntas. Creemos que el evangelio sí había sido proclamado por toda esa región. Pablo y los demás apóstoles habían sido fieles en su testimonio, para que todos, tanto judíos como no judíos oyeran, aunque todos no se convirtieron a Cristo.

En ese momento, Pablo buscaba un territorio nuevo y tenía sus ojos puestos en las fronteras del imperio. Era misionero que cumplía su ministerio de predicar el evangelio a los no judíos por todas partes del Imperio Romano, y a aquellos que todavía no habían oído. En realidad, Roma no era su destino final. España era su meta; España constituía el límite del lejano oeste del Imperio Romano. Había estado en un extremo del Imperio y quería llegar al otro extremo. Roma era meramente una parada en su esfuerzo por alcanzar esa meta.

Ahora, ¿Logró Pablo ir a España? Bueno, si efectivamente lo hizo, no hay constancia de que fuera, pero tampoco hubo constancia de que hubiera ido a la región de Iliria. Si no se nos dijera aquí en este capítulo 15 que él fue a Iliria, nunca lo habríamos sabido. Creemos que Pablo fue a España y también al resto del Imperio Romano. Hacemos esta declaración basándonos en las Escrituras. Cuando el apóstol Pablo llegó al final de su vida, en la segunda carta que él escribió al joven Timoteo, capítulo 4, versículos 6 al 8, pudo decir: "6Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. 7He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida".

Pablo acabó la carrera, amigo oyente. No creemos que Pablo pudiera haber hecho la declaración que hizo en su carta a Timoteo, al final de su vida, si no hubiera ido a España, porque España era parte de su itinerario previsto. Había acabado su carrera. Había ido a todas partes donde Dios le había indicado que fuera. No habrá muchos de nosotros que podamos decir como él dijo: "he acabado la carrera". Pablo quería ir a España, y también a Jerusalén. Bien, leamos ahora los versículos 25 y 26 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

"Pero ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos, porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén"

El apóstol quería ir al oriente hasta Jerusalén. Pablo explicó su ministerio de aquel tiempo dando así otro toque personal y conocimiento acerca de su vida. En tiempos pasados él había perseguido a la Iglesia en Jerusalén. Pero ahora como creyente y miembro del cuerpo de Cristo, dijo que ayudaría a esta Iglesia. Pablo quería compensar a esta Iglesia por sus acciones del pasado. Había perseguido a los cristianos en tiempos pasados, y ahora quería llevarles una ofrenda. Insistió, pues, en llevar él mismo la ofrenda a Jerusalén. Pablo llamó a esta ofrenda aquí en la epístola a los Romanos, una comunión, usando la palabra koinonia. Esta palabra fue usada para designar todo lo que los creyentes podrían compartir, es decir, Cristo, la Palabra de Dios, la oración, la cena del Señor y los bienes materiales. En el libro de los Hechos de los apóstoles, capítulo 24, versículo 17: "17Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas". En su segunda carta a los Corintios, capítulos 8 y 9, contó que esa ofrenda fue un gran peso en su corazón. Continuemos, pues, con el versículo 27:

"Les pareció bueno hacerla, ya que son deudores a ellos, porque si los no judíos han sido hechos partícipes de sus bienes espirituales, deben también ellos ayudarlos con bienes materiales".

Pablo dejó en claro el hecho de que ésta era una ofrenda voluntaria. En su segunda carta a los Corintios, capítulo 9, versículo 7, dijo: "7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre". Ésta fue la ofrenda que el apóstol recogió. Pablo hace valer también el hecho de que tenían una obligación y deuda moral que pagar. Los no judíos habían recibido el evangelio de los judíos. En el evangelio según San Juan, capítulo 4, versículo 22, el Señor Jesucristo le dijo a la mujer Samaritana: "22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos". El evangelio comenzó en Jerusalén. Macedonia y Acaya tenían una deuda espiritual con Jerusalén. En aquel momento los creyentes de Jerusalén estaban teniendo problemas económicos, evidentemente por causa de la persecución. Aquí vemos una situación de misiones en sentido inverso. Y vemos a la Iglesia "hija" ayudando a la Iglesia "madre". Continuemos con el versículo 28:

"Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado esta ofrenda, pasaré entre vosotros rumbo a España".

Ahora, observemos el celo personal del apóstol Pablo por llevar esta ofrenda a Jerusalén, viaje que lo puso en manos de sus enemigos, los cuales le hicieron arrestar. Ahora, eso no quiere decir que el apóstol se hallaba fuera de la voluntad de Dios en ese tiempo. No estamos de acuerdo con quienes dicen esto. Creemos que Pablo estaba absolutamente dentro de la voluntad de Dios cuando subió a Jerusalén, como hemos visto en el libro de los Hechos de los apóstoles.

Personalmente creemos que si uno va a contribuir con dinero para alguna obra, debe saber lo que realiza esa obra. Nunca se debe dar una ofrenda a una obra u organización supuestamente cristiana, a menos que se sepan dos cosas en cuanto a esa organización. Primero, ¿Qué clase de trabajo desempeña esta organización o persona? Y en segundo lugar, ¿Está proclamando esa organización o esa persona, la Palabra de Dios de una manera eficaz a los corazones? Continuemos, ahora, con el versículo 29 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

"Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo".

Esto constituyó el visto bueno de Pablo para su próspero viaje a Roma. Fue allí según la voluntad de Dios y en el cumplimiento de su oficio apostólico. Dios le dio un discernimiento divino en cuanto a este viaje. Pablo no se hallaba fuera de la voluntad de Dios en cuanto a su viaje a Jerusalén ni tampoco estaba fuera de la voluntad de Dios al ir a Roma. Aparentemente, para algunos no fue un próspero viaje, pero Dios lo usó en medio de aquellas circunstancias. Es muy fácil para los hijos de Dios pensar, cuando le llegan las dificultades, que se hallan fuera de la voluntad de Dios. Pero, hermano que nos escucha, simplemente porque tenga problemas y se sienta agobiado y perplejo, no quiere decir que usted está fuera del cumplimiento de la voluntad de Dios. En realidad, estos problemas pueden constituir una señal de que usted está actuando según la voluntad del Señor. Por otra parte, si usted vive hoy en perfecta calma y sin que se le presente ningún problema ni contrariedad; es muy probable que usted no esté viviendo según la voluntad de Dios. Pero, avancemos ahora, con el versículo 30 de este capítulo 15:

"Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios"

Hemos pasado mucho tiempo en esta sección. Un motivo es que esta sección es personal y Pablo compartió con nosotros algunas de sus reacciones personales e íntimas. Otro motivo es que estamos viendo cómo el cristianismo funcionaba en el primer siglo. Estamos viendo el lado práctico del cristianismo. En la primera parte de esta epístola a los Romanos, Pablo nos dio la enseñanza de la doctrina. Ahora Pablo estaba poniendo en práctica esa doctrina.

Muchos expositores de la Biblia, consideran que este versículo 30 que acabamos de leer, constituye uno de los llamamientos a la oración, más solemnes y serios del apóstol Pablo en la Biblia. Pablo reconoció que enfrentaba peligro y que había llegado a una crisis en su ministerio. Sus enemigos estaban por todas partes. Pablo tenía amplios motivo para temer, como los eventos que siguieron así lo demostraron. Aquí, pues, Pablo pidió oración "por nuestro Señor Jesucristo". Él era consciente de que todo lo que le sucediera estaría bajo el control de su Señor. Pidió a los creyentes en Roma y en Jerusalén que le ayudaran con sus oraciones. Y podemos ver que el Señor Jesús, es el intercesor por medio del cual todos los creyentes tienen que acudir a Dios.

Ahora, las palabras "por el amor del Espíritu" nos dicen que el amor es el fruto del Espíritu que une a los creyentes y que el mismo apóstol lo mencionó en su carta a los Gálatas, capítulo 5, versículos 22 y 23, donde dice: "Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley". Los creyentes deben por lo tanto, orar los unos por los otros.

Luego dice, "que me ayudéis". Esta palabra griega tiene el sentido de "luchar". Pidió que se unieran con él en la lucha. Cuando Pablo oraba, él esperaba resultados.

Las palabras "por mí" indican que Pablo estaba pidiendo oración por su protección personal, para que pudiera llegar "con la plenitud y abundancia de la bendición del evangelio de Cristo". Ésta es la clase de oración que se necesita hoy en día. Pablo no sacó ninguna lista de oración para orar apresurada y mecánicamente por cada persona incluida en su lista. No hay nada malo con tener una lista de oración, pero a veces pasamos muy precipitadamente por ella. La oración para el apóstol Pablo constituía una verdadera e intensa lucha. En verdad, Pablo se asió de Dios, se aferró a Él. Y hoy en día, estimado oyente, necesitamos mucho a creyentes que sepan orar por nosotros. Bien, pasemos ahora, al versículo 31 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

"Para que sea librado de los rebeldes que están en Judea y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea bien recibida"

Ésta fue la petición concreta de oración que hizo Pablo, y fue doble. Primero, su vida estaba amenazada por los no creyentes en Judea, especialmente por los líderes religiosos; y en segundo lugar, la Iglesia en Jerusalén podría estar indecisa en cuanto a aceptar una ofrenda de quienes no eran judíos y él quería que dicha ofrenda fuera aceptada. Ambas peticiones fueron contestadas. Es verdad que Pablo fue arrestado, pero fue puesto inmediatamente en manos de los romanos, lo cual le permitió presentarse ante reyes y finalmente, ante el Cesar en Roma, y cumplir así la voluntad de Dios para su vida. Ahora, el versículos 32, de este capítulo 15, que dice:

"Para que, si es la voluntad de Dios, llegue con gozo a vosotros y pueda descansar entre vosotros".

Ésta es la conclusión de la petición de oración de Pablo. La oración fue contestada. Su vida fue salvada. La Iglesia en Jerusalén aceptó la ofrenda. Pablo llegó con alegría a Roma, aunque pasó dos años de sufrimiento en la cárcel de Cesarea; sufrió un naufragio durante el viaje y por último, llegó a Roma atado con cadenas; esto lo podemos ver en el capítulo 28 del libro de los Hechos de los apóstoles. También es cierto que cuando Pablo por fin llegó a Roma, aunque encadenado, experimentó el gozo del Espíritu Santo. Ésa es la clase de alegría que los creyentes necesitamos hoy en día.

La pregunta que surge ahora es: ¿Encontró Pablo reposo, alivio y consuelo en Roma? La respuesta es discutible; pero creemos que Pablo en verdad encontró reposo y mucho más en Roma, al proseguir su viaje hasta España y finalmente, al entrar en la presencia de Cristo. Cerca del final de su vida le escribió al joven Timoteo, en el capítulo 4, versículos 6 al 8 las siguientes palabras, que ya citamos anteriormente: "Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mi, sino también a todos los que aman su venida". Estas palabras, pues, confirman lo que estamos diciendo. Leamos entonces el versículo 33, versículo final de este capítulo 15, que dice:

"Que el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén".

Pablo concluyó con una bendición. Ahora, el uso de las palabras "el Dios de paz" muestra que Pablo conocía la paz aun encontrándose encadenado en una cárcel, en medio de la tempestad y en el naufragio. Y nuestra oración, estimado oyente, es que usted también pueda conocer esa clase de paz en su vida diaria.

Concluimos así, pues, nuestro estudio de este capítulo 15 de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Llegamos ahora, al último capítulo de esta gran epístola,

Romanos 16:1-2

Y tenemos aquí, la demostración de las relaciones mutuas entre cristianos. Éste es uno de los capítulos más reveladores en toda la Epístola a los Romanos. Pablo descendió desde las cumbres de la doctrina hasta los pavimentos o las veredas de Roma. Y aquí vemos el cristianismo puesto en práctica en Roma, es el cristianismo en acción. Y nos llena de emoción cuando pensamos que en aquel imperio pagano de Roma, había cristianos que andaban por las calles con la alegría del Señor en sus corazones. Estas grandes doctrinas proclamadas por Pablo, no fueron proyectiles dirigidos hacia el espacio extraterrestre, sino vehículos que verdaderamente se desplazaron por los caminos romanos. El evangelio se tradujo en vida y en realidad.

Este capítulo extraordinario no debe omitirse ni descuidarse en el estudio de esta epístola a los Romanos. Y aquí concordamos de todo corazón con el comentario del Dr. Newell, que dijo: "Este capítulo 16 ha sido desatendido por muchos para su propia pérdida".

Notemos primeramente que hay treinta y cinco personas que se mencionaron por nombre en este capítulo. Todos eran o creyentes que vivían en Roma o creyentes que se encontraban con Pablo. Y creemos que él estaba en Corinto cuando escribió esta Epístola. Aquí vemos una expresión de amor mutuo y de afecto tierno que era totalmente desconocido y estaba en contradicción con la filosofía y práctica romana. Estos cristianos eran diferentes. No es extraño, pues, que Roma se admirara de estos cristianos, ni que exclamara: "¡Cómo se aman!"

Ahora, antes de entrar en un estudio de su contenido, quisiéramos compartir un breve resumen de este capítulo 16. En este capítulo final, tenemos primero la recomendación de Febe, quien fue la portadora de esta carta. Tenemos luego, un saludo para los cristianos en Roma, que se encuentra entre los versículos 3 hasta el 15. Sigue entonces, en los versículos 16 al 20, la discusión sobre la conducta que debe haber en las relaciones entre cristianos. Luego, en los versículos 21 al 24, tenemos los saludos de Pablo y los cristianos que estaban con él. Y como conclusión tenemos la doxología, que es una fórmula de alabanza a Dios, en los versículos 25 al 27. Comencemos, pues, leyendo los primeros dos versículos de este capítulo 16, que contienen

La recomendación de Febe

"Os recomiendo, además, a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea. Recibidla en el Señor, como es digno de los santos, y ayudadla en cualquier cosa en que necesite de vosotros, porque ella ha ayudado a muchos y a mí mismo".

Febe fue la primera que se mencionó en este catálogo de héroes de la fe, por así decirlo. Ella no era judía, como su nombre así lo indica. Como ya hemos declarado, había muchos que no eran judíos en la Iglesia de Roma. Ahora, Febe recibió su nombre en honor a la diosa griega Diana que en la mitología griega era la diosa de la luna, así como su hermano Apolo era el dios del sol. Entonces, muchos creyentes tomaron nuevos nombres al ser bautizados al cristianismo, pero por alguna razón Febe se quedó con su nombre pagano.

Febe, pues, fue la portadora, o sea la que llevó hasta Roma esta epístola a los Romanos; aunque reconocemos que hay quienes no creen que ella fuera la portadora. El filólogo e historiador Renán dijo: "Febe llevó bajo los pliegues de su manto todo el futuro de la teología cristiana". Al parecer, ella era una mujer prominente en la Iglesia. Esto revela que era una mujer de mucha preparación y capacidad. Era diaconisa o consagrada para ejercer ciertos ministerios en la Iglesia de Cencrea. En aquel entonces, Cencrea era el puerto oriental de Corinto.

Al parecer, Pablo escribió esta carta a los Romanos desde Corinto y Febe vivía en Cencrea. Ella era una mujer que disponía de medios, que probablemente se ocupaba en alguna profesión o negocio y que, como ya dijimos, llevó la carta del apóstol Pablo a Roma. El hecho de que ella era una diaconisa, revela que había algunas mujeres que ocupaban un lugar prominente en la Iglesia primitiva.

Al parecer, pues, Febe había estado particularmente activa en una posición oficial en la Iglesia local en Cencrea. Posiblemente ella iba a Roma en un viaje de negocios, y por tanto Pablo le dio a ella la Epístola a los Romanos, para que ella la entregara a la Iglesia, antes que confiar esa carta al transporte público. Roma tenía un sistema de correos, aunque éste era bastante lento. Pablo iba rumbo a Jerusalén cuando entregó su carta a Febe, y él la recomendó de una manera especial a los creyentes en Roma, a quienes ella entonces, aún no había conocido. Ella fue, pues, la primera mujer que se mencionada en este último capítulo.

En nuestro programa de hoy hemos destacado la importancia que el apóstol Pablo otorgó a la oración, que es el privilegio de los creyentes, como hijos, de dirigirse a su Padre celestial para expresar su gratitud por los bienes recibidos, y el medio para manifestarle sus peticiones de ayuda, en el nombre de Jesucristo. Pero para llegar a ser hijos de Dios es necesario aceptar al Señor Jesucristo como Salvador. Su muerte en la cruz y Su resurrección es el camino que Dios ha provisto para que el ser humano, que está alejado a causa del pecado, pueda establecer una relación con Él y recibir así la vida eterna. Estimado oyente, esperamos que adopte usted este paso de fe, para que pueda usted hoy dirigirse a Dios como su Padre, en el nombre y por los méritos del Señor Jesucristo, para expresarle tanto su gratitud por el don de la salvación, como sus peticiones de ayuda, consuelo y fortaleza. Dios es el único, en todo el universo, que puede proveernos lo que realmente necesitamos.

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