Estudio bíblico de 2 Crónicas 29:1-31:21

2 Crónicas 29 - 31

Comenzamos hoy a estudiar el capítulo 29 del Segundo Libro de Crónicas. Y llegamos ahora al reinado de Ezequías en el reino de Judá o del norte, y tenemos aquí uno de los cinco períodos de renovación que tuvo esta nación. Uno podría pensar que después del período de Acaz, no habría ya ninguna esperanza para este pueblo. Ellos habían experimentado las pérdidas de la derrota en una guerra, habían sido traicionados y uno pensaría que ya no habría ninguna esperanza o ayuda para ellos. Pues, bien, Ezequías llegó al reino y creemos que para un tiempo como éste, fue el elegido de Dios. Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 29:

"Comenzó a reinar Ezequías a los veinticinco años de edad, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Abías, hija de Zacarías".

Uno puede apreciar que su madre y su abuelo son mencionados aquí, pero no su padre, que fue el rey Acaz. Aparentemente él podía haber tenido una madre piadosa. Aparentemente también tuvo un abuelo que había sido piadoso y que fue una influencia en este joven Ezequías. Y se nos dice ahora en el versículo 2:

"E hizo lo recto ante los ojos del Señor, conforme a todas las cosas que había hecho David, su padre".

Ya habíamos hablado antes de este rey cuando estábamos estudiando el Segundo Libro de Reyes, que tiene un relato más conciso de la renovación experimentada bajo Ezequías. Y leímos en esa oportunidad, en el capítulo 18, versículos 4 al 7, del Segundo Libro de Reyes que: "4Quitó los lugares altos, quebró las imágenes, rompió los símbolos de Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces los hijos de Israel le quemaban incienso; y la llamó Nehustán. 5En el Señor, Dios de Israel, puso su esperanza. Entre todos los reyes de Judá no hubo otro como él, antes ni después, 6pues siguió a Jehová y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que el Señor prescribió a Moisés. 7El Señor estaba con él, y adondequiera que iba, prosperaba. Ezequías se rebeló contra el rey de Asiria y no lo sirvió".

Cuando uno comienza con David y lee la lista de los 21 reyes que le siguieron en el trono, comprueba que no hubo ninguno que fuera igual a Ezequías. Él fue el más destacado de todos; fue un rey que confió en Dios.

Ezequías, trajo creemos nosotros, probablemente uno de los renovaciónes más grandes.

Lo leímos en el Segundo Libro de Reyes, y lo tenemos nuevamente aquí en el Segundo Libro de Crónicas, en este capítulo 29, donde fue escrito, como todos los acontecimientos de este libro, desde el punto de vista de Dios. Hay en este libro cuatro extensos capítulos dedicados a Ezequías. Evidentemente Dios se complació con la vida de Ezequías. Y cuando lleguemos al profeta Isaías, veremos que en el centro del libro de Isaías hay varios capítulos que son históricos, y no proféticos, que tienen mucho que ver con Ezequías. En tres diferentes ocasiones en la Palabra de Dios se nos habla de este hombre, y del gran retorno a Dios que él impulsó.

En Crónicas se nos habla de los aspectos positivos que él promovió para restaurar la adoración a Dios. En Reyes, se nos habla de los hechos negativos que él tuvo que realizar. Tuvo que remover los santuarios en los lugares altos, destruir las imágenes y romper en pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho porque la gente quemaba incienso ante ella. Así que tuvo que deshacerse de esa piedra de tropiezo. La llamó desdeñosamente "Nehustán", según vemos en 2 Reyes 18:4, porque era simplemente un objeto de bronce. Hubo un tiempo en el pasado cuando la gente había mirado a aquella serpiente de metal con fe, confiando en la promesa de Dios. Porque entonces la serpiente de bronce había sido la base de salvación física para aquellos que habían sido mordidos por las serpientes venenosas, aunque el mérito estaba en Dios mismo y no en aquel objeto. Sin embargo, con el tiempo se había convertido en un objeto de adoración, como un ídolo.

Pero, como ya adelantamos, en Crónicas, que está escrito desde el punto de vista de Dios, encontramos el aspecto positivo de las reformas de Ezequías. Leamos entonces el versículo 3 de este capítulo 29, del segundo libro de Crónicas.

"En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa del Señor y las reparó".

Recordemos que el rey Acaz había cerrado las puertas del templo. Así que nadie estaba usándolo. Pero tan pronto como Ezequías comenzó a reinar, abrió por primera vez en mucho tiempo, las puertas del templo. Entonces ordenó que se procediese a limpiarlo. Continuemos con los versículos 4 y 5:

"Hizo venir a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental y les dijo: ¡Oídme, levitas! Santificaos, purificaos ahora, y santificad, purificar la casa del Señor, el Dios de vuestros padres; sacad del santuario la impureza".

Todo esto implicaba que ellos debían volver a vivir una vida santa, con honestidad e integridad. Debían apartarse de todo lo impuro para tener una relación de compañerismo con Dios. Era algo que realmente necesitaban y creemos que nosotros necesitamos lo mismo hoy, en una época en que el cristianismo se diluye hasta el punto de que en muchos aspectos no se distingue de lo que no es auténticamente cristiano, al mezclarse lo bueno y lo malo, en un aparente esfuerzo para adaptarlo a ideas ajenas a la Biblia, para convertirlo en una religión permisiva y atractiva. Y podemos notar varias cosas aquí. Hubo confesión; leamos los versículos 6 y 7:

"Porque nuestros padres se han rebelado y han hecho lo malo ante los ojos del Señor, nuestro Dios; porque le dejaron, apartaron sus rostros del tabernáculo del Señor y le volvieron las espaldas. Y aun cerraron las puertas del pórtico, apagaron las lámparas y no quemaron incienso ni sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel".

Ezequías colocó la culpa donde realmente correspondía. A causa de sus pecados habían provocado un desastre sobre ellos mismos, abandonando a Dios completamente. Leamos los versículos 8 y 9 de este capítulo 29:

"Por tanto, la ira del Señor ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a turbación, espanto y burla, como veis vosotros con vuestros ojos. Por eso nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres fueron llevados cautivos".

Y entonces el rey les dijo lo que había decidido hacer. Lo leemos en el versículo 10:

"Ahora, pues, yo he determinado hacer pacto con el Señor, el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira".

Leamos entonces los versículos 20 y 21, donde vemos que

Se restauró la adoración en el templo

"El rey Ezequías se levantó de mañana, reunió los principales de la ciudad y subió a la casa del Señor. Y presentaron siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para expiación por el reino, por el santuario y por Judá. Y dijo a los sacerdotes hijos de Aarón que los ofrecieran sobre el altar del Señor".

O sea que, él estaba dando un buen ejemplo: Dio un testimonio público de su identificación con Dios. Y creemos estimado oyente, que ésa es una de las actitudes que probablemente se necesitan más que cualquiera otra: Los hijos de Dios deben mantenerse firmes del lado de Dios identificándose con Él públicamente. Necesitamos adoptar esta actitud en nuestro lugar de trabajo y en las reuniones sociales.

Los sacerdotes presentaron ofrendas por el pecado y holocaustos por todo Israel. La música fue restaurada en la adoración del templo. Hubo música vocal e instrumental, tal como el rey David la había organizado. Y toda la congregación cantó alabanzas a Dios y le adoró. Y añade el versículo 36:

"Y se alegró Ezequías con todo el pueblo de que Dios hubiera preparado al pueblo; porque la cosa fue hecha rápidamente".

Llegamos así a

2 Crónicas 30

donde vamos a leer el primer versículo, que trata sobre

La restauración de la pascua

"Después Ezequías envió mensajeros por todo Israel y Judá, y también escribió cartas a Efraín y a Manasés, para invitarlos a la casa del Señor, en Jerusalén, a fin de celebrar la Pascua al Señor, Dios de Israel".

Aquí tenemos otro gran logro de este rey. Recordemos que su padre había llevado a cabo una guerra contra el reino del norte y muchos del reino de Judá fueron hechos prisioneros. Uno pensaría que Ezequías podría haber llegado al trono con un espíritu de venganza en su corazón, quizá con una actitud de ajustar cuentas. Pero vemos que después de abrir el templo de Dios, de restaurar la adoración a Dios y dar un testimonio personal público, envió una invitación al reino del norte para que vinieran a adorar a Dios. Esta actitud nos revela la grandeza de su espíritu. Y dice el versículo 2:

"Pues el rey había consultado con sus príncipes y con toda la congregación en Jerusalén, para celebrar la Pascua en el mes segundo"

La autoridad para celebrar la pascua en el mes segundo, en vez de hacerla en el mes primero, proviene de las indicaciones dadas en Números 9:10 y 11. Y aunque la invitación enviada por Ezequías al reino del norte, fue rechazada y ridiculizada por algunos, muchos respondieron a ella y acudieron a celebrar la pascua con sus hermanos de raza. Dicen los versículos 15 al 17:

"Entonces sacrificaron la Pascua, a los catorce días del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas, llenos de vergüenza, se santificaron y trajeron los holocaustos a la casa del Señor. Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre, conforme a la ley de Moisés, varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas. Porque había muchos en la congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban la Pascua por todos los que no se habían purificado, a fin de santificarlos para el Señor".

Como podemos ver, la gente vino de todo Israel y algunos de ellos no se habían purificado. Continuemos leyendo los versículos 18 al 20:

"Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no actuaron conforme a lo que está escrito, pues comieron la Pascua sin haberse purificado. Pero Ezequías oró por ellos diciendo: El Señor, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, al Señor, el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario. El Señor oyó a Ezequías, y sanó al pueblo".

Creemos que ésta es una de las cosas más hermosas que hizo este rey. Ezequías motivó el retorno de su pueblo a Dios y a la Palabra de Dios. Y luego envió estas invitaciones que mencionamos. Y desde el reino del norte, muchos llegaron a Jerusalén, muchas personas de diferentes tribus para adorar. Pero usted puede apreciar que esta gente no había escuchado la Palabra de Dios en toda su vida. Ellos habían estado viviendo en el reino del norte en un lugar dominado por la idolatría, y sin embargo, ellos tenían una ilusión, un deseo de servir a Dios y obedecerle. Ellos pues, llegaron, y se suponía que tenían que haber sido purificados, tendrían que haber preparado sus corazones para la pascua, pero ellos no lo habían hecho. Ellos procedieron a participar de la pascua sin saber esto. Se lo informaron a Ezequías y él entonces oró por ellos pidiendo que el Señor perdonara a todos los que de corazón sincero habían venido a buscar al Dios de sus antepasados, aunque no se hubiesen purificado, como lo requería la santidad del templo. ¿No fue este un gesto hermoso? Ellos habían obrado así a causa de su ignorancia. Sus corazones habían estado buscando al Señor, pero no habían entendido que tenían que purificarse. Y el Señor oyó la oración de Ezequías y perdonó al pueblo. Esto nos demuestra que las formas y ceremonias no son asuntos importantes. En aquella ocasión, Dios demostró estar interesado en la condición de los corazones de las personas. Realmente, tenemos aquí una gran lección. Leamos también el versículo 21 de 2 Crónicas 30:

"Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los Panes sin levadura por siete días con grande gozo; y glorificaban al Señor todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes al Señor"

Evidentemente el pueblo estaba viviendo una experiencia tan especial que decidieron prolongar la fiesta por una semana más. Dice el versículo 23:

"Y toda aquella asamblea determinó que celebraran la fiesta por otros siete días; y la celebraron otros siete días con alegría".

Así que todos vivieron un alegre retorno a una relación con el Señor y con Su Palabra. Leamos los versículos 26 y 27, que nos ofrecen más detalles:

"Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón hijo de David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y fue oída su voz, y su oración llegó hasta el cielo, su santa morada".

Quisiéramos, estimado oyente, que usted observara a este hombre, al rey Ezequías. Su padre, Acaz, había convertido a la idolatría en la religión del estado de Judá. Pero Ezequías comenzó a librar a la nación de todos los ídolos. Llegamos así a

2 Crónicas 31

Donde en el primer versículo leemos:

"Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí salieron por las ciudades de Judá, quebraron las estatuas, destruyeron las imágenes de Asera y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, así como en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo. Después regresaron todos los hijos de Israel a sus ciudades, cada uno a su posesión".

Después de aquellos días, tuvo lugar un gran período de reformas y el rey Ezequías fue el líder que promovió este movimiento de renovación. Dicen los versículos 20 y 21:

"De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante del Señor, su Dios. En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la Ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado".

Ahora, examinemos más de cerca la vida de Ezequías. ¿Qué clase de hombre era?

En primer lugar digamos que él era un hombre de fe. Y cuando decimos "fe", queremos decir algo más de lo que se quiere decir en el día de hoy cuando oímos esa palabra fe. En el día de hoy, la fe popular y la fe de la Biblia, son cosas distintas.

La concepción moderna de la fe nos hace recordar de una visita que uno puede hacer a esos parques de diversión donde por lo general hay un lugar donde tienen un juego que tiene como un termómetro grande, y hay un martillo, un mazo muy grande que uno debe golpear para que una pieza de metal suba por ese termómetro hasta golpear la campanilla que se encuentra al tope del mismo. Si uno puede hacerlo, entonces recibe un premio. Entonces, lo que uno trata es de esforzarse al máximo para poder alcanzar a golpear esa campanilla; darle a ese mazo con toda la fuerza que uno tiene para poder hacer subir el peso y así ganar el premio. Y muchas personas, estimado oyente, hoy en día, piensan que la fe es algo así; que hay que hacer un esfuerzo suficiente, un esfuerzo muy grande, supremo para poder tener esa fe. Bueno, estimado oyente, la fe no es la respuesta sicológica a alguna cosa. No es eso. La fe no se encuentra en los sentimientos, sino que es un hecho consumado. Fe es lo que llega a nuestra alma, que se produce en el alma por medio del Espíritu Santo. Es una convicción profunda que nace en el espíritu del hombre.

Recordemos que en Mateo 16:17, después que Simón Pedro había hecho esa gran confesión de fe en Cristo, el Señor le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún ser humano, sino mi Padre que está en los cielos". De modo que podemos ver entonces, que la fe no es un mérito propio. El apóstol Pablo nos dijo en Efesios 2:8, que "Somos salvos por gracia por medio de la fe". Así que la fe es sólo el instrumento. Cristo es el Salvador y Él es el objeto de nuestra fe.

El gran predicador Carlos Spurgeon dijo una vez: "No es la manera de asirte de Cristo lo que te salva. ¡Es Cristo mismo! No es el gozo que sientes en Cristo lo que te salva, es Cristo mismo. Ni siquiera es tu fe, aunque ése es el medio, el instrumento. El mérito está en la sangre de Cristo". Hasta aquí la cita. No hay mérito en la fe misma. No se trata de creer lo suficiente. Porque uno puede incluso creer en algo equivocado. Hay muchas personas que mueren como mártires a causa de sus creencias fanáticas. Esas personas pueden tener mucha fe, pero una fe depositada en las personas o creencias erróneas.

La fe es como presentarse ante Dios sin nada, para recibirlo todo. La fe dice: "Señor, yo creo, ayúdame en mi incredulidad". La fe confía en Dios.

Ahora, en el resto de este capítulo 31, vemos más reformas de Ezequías. Estimado oyente, cuando Jesucristo le salva, también usted experimentará reformas en su vida. Él va a cambiar su vida de una manera total.

Recuerde que, siguiendo el relato de Lucas 5:22-24, cuando le presentaron a Jesús a un hombre paralítico, Jesús le dijo al enfermo que sus pecados quedaban perdonados. Entonces, la multitud de escribas y fariseos comenzó a murmurar, diciendo que ése era un caso de blasfemia. Y Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo; "¿Qué pensáis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: Tus pecados te son perdonados, o decir, levántate y anda?" Ellos no supieron qué responderle. Obviamente, era tan fácil hacer lo uno como lo otro. Dios es el único que puede realizar cualquiera de las dos acciones. Sólo Dios puede perdonar el pecado. Y sólo Dios puede hacer que un paralítico se levante y ande. Y entonces, Jesús continuó diciéndoles: "Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico, a ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".

Estimado oyente, si Cristo ha perdonado su pecado, es como si usted, que se encontraba postrado, se hubiera levantado, tomado su camilla y comenzado a caminar. Usted ha abandonado su antigua vida. Usted se ha apartado del dominio de su viejo pecado. Usted ha comenzado a ser transformado. Pero si usted aún no se ha levantado, es porque permanece paralizado por el pecado.

El rey Ezequías fue un hombre que depositó una auténtica fe en Dios y ello cambió su vida. Y entonces comenzó a transformar su reino. No sólo fue un hombre de fe; fue también un hombre de oración. Estimado oyente, le invitamos a salir del estado de postración en el que se encuentran tantos seres humanos, a pesar de la apariencia de vida, de actividad, y de la imagen de éxito que pretenden proyectar. Si por la obra del Espíritu, usted extiende por la fe su mano, encontrará que Dios ya ha extendido la suya para levantarle y ofrecerle una vida de calidad aquí en la tierra, y la vida que perdura para siempre más allá de esta tierra.

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