Estudio bíblico de Job 36:1-38:7

Job 36:1 - 38:7

Nos encontramos hoy en el capítulo 36 del Libro de Job y aún nos quedan dos capítulos más que forman el discurso de Eliú, que hemos estado considerando. Luego Dios mismo entrará a tomar parte en esta conversación. Destacamos nuevamente que este discurso es el más largo del Libro de Job. Eliú, pensamos nosotros, había llevado el argumento mucho más lejos que ninguno de los otros oradores. Él tenía una mayor percepción espiritual que los tres amigos de Job. Y aun así este conocimiento no era completo, como podemos ver en este capítulo. Leamos los primeros dos versículos del capítulo 36, que comienzan a considera a

Dios como el gran Maestro

"Eliú siguió diciendo: Espérame un poco y yo te instruiré, porque todavía tengo razones en defensa de Dios".

En ese momento Eliú estaba defendiendo a Dios. Y él tenía, como todos nosotros tenemos, un conocimiento limitado de Dios. Es que estamos tratando con un Dios infinito, y no tenemos todas las respuestas. Ése es el mismo problema que mucha gente encuentra hoy. Cierta persona dijo en una ocasión: "Yo no puedo creer". Y el Pastor le preguntó: "¿Y qué es lo que no puede creer? ¿Cree usted que el Señor Jesucristo murió en la cruz y resucitó?" Y contestó: "Si lo creo". "Pues bien", prosiguió el Pastor, "¿por qué entonces no puede confiar en Él?" "Bueno", dijo: "hay tantos otros asuntos: la creación, Jonás, Noé, los milagros". Además, esa persona tenía toda clase de problemas personales. Luego añadió: "Usted dice que es a causa de nuestro pecado que somos incrédulos, y yo quiero ser un creyente". El problema era que esa persona estaba cometiendo un pecado que consistía en permitir que lo que no sabía le molestase y fuese un estorbo para lo que sí sabía. Estimado oyente, si usted conoce lo suficiente como para confiar en Cristo, estos otros temas se resolverán por sí mismos.

Yo estoy en este instante sentado en una silla. Ahora, hay muchas cosas relacionadas con esta silla, que yo desconozco. Para comenzar puedo decir que no sé quién la hizo, no conozco ni el nombre de la Compañía que la fabricó. No sé qué clase de material se utilizó para construirla, como por ejemplo, la calidad de la madera. Verdaderamente sé muy poco acerca de esta silla; pero, estimado oyente, conozco lo suficiente como para sentarme en ella. Y confío que ha de sostenerme. Yo conozco muy poco acerca de los aviones pero me subo a uno de ellos cuando tengo que viajar y, aunque sienta alguna sensación de temor, me confío al avión. Y eso es todo lo que Dios le pide que usted haga cuando confía en Cristo.

Ahora, ¿sabe usted que Cristo murió por usted? ¿Y que Él resucitó de los muertos? Pues bien, entonces confíe en Él como Su Salvador, y entonces, podemos asegurarle que todas estas dudas que hemos mencionado, se irán aclarando por sí mismas. Muchos de nosotros a veces dejamos que lo que no conocemos nos desaliente en cuanto a lo que ya conocemos. Pues bien, notemos ahora lo que Eliú dijo al continuar aquí en el versículo 3, porque su conocimiento era bastante limitado, como podemos apreciar:

"Traeré mi saber desde lejos para atribuir justicia a mi Hacedor".

Esto es lo mismo que el apóstol Pablo diría mucho después, en Romanos 9:14. Pablo formuló la pregunta: "¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios?" Y la respuesta a esa pregunta fue "¡De ninguna manera!" Y eso es verdad, Dios es justo en todo lo que es y en lo que hace.

Aunque Eliú estaba atribuyendo justicia a Dios, también estaba dejando bien en claro que Dios estaba tan lejos del hombre que, en realidad, el ser humano no le puede conocer. Por cierto, hay cierto elemento de verdad en esto. Pero, ¿qué es lo que en la actualidad nos separa de Dios? Escuchemos lo que Eliú estaba diciendo aquí en el versículo 4, de este capítulo 36:

"Porque de cierto no son mentira mis palabras: ¡Contigo está uno que es íntegro en sus conceptos!"

Eso quiere decir que Dios tiene un conocimiento perfecto. Continuemos con los versículos 5 hasta el 7:

"Dios es grande, pero no desestima a nadie. Es poderosa la fuerza de su sabiduría. No concede vida al impío, pero a los afligidos otorga sus derechos. No aparta sus ojos de los justos; antes bien, con los reyes los sienta en trono y los exalta para siempre".

Todo el sentido de lo que él estaba diciendo era simplemente que Dios está apartado de nosotros; está separado de nosotros y no podemos comunicarnos con Él debido a que se encuentra tan lejos. Ahora, Eliú estaba equivocado en esto, y muchas personas que hoy comparten este concepto, también están equivocadas.

Escuchemos lo que el profeta Isaías diría más tarde en cuanto a lo que separa al hombre de Dios. No se trata de la distancia. No es debido a que Dios es grande y nosotros pequeños; ni tampoco porque Él sea infinito y nosotros finitos. Escuchemos lo que diría Isaías, en el capítulo 59, de su libro, versículo 2: "pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros". El profeta continuó describiendo la situación de ellos, en el mismo capítulo, versículos 3 y 4 dijo: "Porque vuestras manos están sucias de sangre y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira y habla maldad vuestra lengua. No hay quien clame por la justicia ni quien juzgue por la verdad. Confían en la vanidad y hablan vanidades; conciben maldades y dan a luz iniquidad". Dios dijo, entonces, que éstas eran las cosas que separaban al ser humano de Dios.

En el día de hoy, estimado oyente, no hay ninguna razón por la cual usted y yo debamos estar separados de Dios. El problema del pecado ha sido arreglado para siempre. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. Y nosotros podemos llegar por medio de Él a Dios mismo. Es por eso, que el gran clamor de Job era que alguien le pusiera en contacto con Dios. Ahora, Eliú fue el que más cerca estuvo de todos en llegar a hacer eso, pero no lo pudo lograr. Y ésa es la razón por la cual Dios finalmente intervino en la conversación con Job, como veremos más adelante.

Entonces Eliú declaró que Dios era el gran Maestro. Leamos los versículos 22 y 23:

"Dios es excelso en su poder; ¿Qué maestro es semejante a él? ¿Quién le ha trazado su camino? ¿Quién le dirá: Eso lo has hecho mal?"

Él pensó que él no podía comunicarse con Dios, pero sí dijo lo siguiente: "Nadie puede enseñar como Dios". Como ya hemos visto, eso era lo que destacaría al Señor Jesús cuando llegara aquí a este mundo. Él fue el mejor Maestro de todos. Como también vimos en Juan 7:46, incluso sus enemigos dijeron: "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" Y, estimado oyente, la enseñanza del Señor Jesucristo ha sido la enseñanza más extraordinaria que el mundo ha jamás conocido hasta la época actual.

Ahora, resulta extraño que muchos que hoy están rechazando al Señor Jesucristo, aun tratan de utilizar Sus enseñanzas. Hablan de amar al prójimo; hablan de misericordia; están hablando sobre el sermón del Monte. No hablan de adaptar y fomentar las enseñanzas de Platón o Aristóteles, aunque fueron hombres sabios. Por ello decimos que aún hoy el Señor Jesús se mantiene como el más grande de todos los maestros. Como dijo Eliú, "¿Qué maestro es semejante a Él?"

Llegamos así a

Job 37

Donde

Eliú concluyó su discurso

Terminando así todo lo que tenía que decir. De este capítulo vamos a destacar solo 3 versículos. Leamos entonces los versículos 22 al 24:

"Llega de la parte del norte la dorada claridad: ¡la terrible majestad que hay en Dios! Él es el Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder, que a nadie oprime en juicio y en su gran justicia. Lo temen por tanto los hombres, pero él no estima a ninguno que en su propio corazón se cree sabio".

Nuevamente él estaba deduciendo que Dios estaba tan alejado del hombre, que nosotros simplemente no podemos comunicarnos con Él. Él está allá arriba, tan lejos y nosotros aquí tan abajo. Sin embargo ya hemos leído que no es la grandeza o majestad de Dios lo que ha separado al ser humano de Él, sino el pecado del hombre.

El capítulo 37 de Job nos demuestra que este hombre Eliú no podía ser un profeta ni un mediador para Job. Los amigos de Job trataron de ser sus consejeros. Ellos estaban intentando ocupar el lugar de Dios en la vida de Job. Y el problema era que ellos no tenían el conocimiento adecuado. Su labor de aconsejar surgía de su propio conocimiento o experiencia humana.

Ahora este hombre Eliú, casi quiso convertirse en una especie de mediador para Job. Pero fracasó en su intención aquí ante el hecho de que él no conocía verdaderamente a Dios como debía haberle conocido. No sabía como aproximarse a Dios, al estar tan alejado de Él. Por todo ello fue necesario que Dios interviniera, haciéndose presente en la escena.

Usted habrá notado que en el versículo 22 de este capítulo 37, Eliú habló sobre el estado del tiempo, diciendo llega de la parte del norte la dorada claridad. ¿Por qué piensa usted que él dijo eso? Bueno, creo que durante la mayor parte de su discurso, se había estado formando una tormenta sobre el horizonte. El cielo se estaba oscureciendo al avanzar la tormenta; probablemente comenzó a soplar el viento, y comenzaron a caer algunas gotas de lluvia, se trataba de una gran tormenta y todo el mundo corrió a buscar refugio. Creo que después de finalizar su discurso, Eliú mismo corrió para guarecerse de la intensa lluvia. Y así fue como todos dejaron solo a Job. Llegamos así a

Job 38:1-7

Este capítulo da comienzo a la escena séptima del libro, que se extiende hasta el capítulo 42:6, que hemos titulado "El Señor y Job". El capítulo anterior terminó cuando vimos a Job solo. A partir de ahora veremos como Dios se acercó a este hombre que se encontraba en una posición de debilidad. Se acercó a él en momentos en que le vemos en toda su insuficiencia y podemos admirar la grandeza de Dios. Vamos a reflexionar por unos momentos sobre el encuentro entre

El Señor y Job

Uno de los grandes rasgos de un buen maestro es que él comienza a enseñar partiendo desde el punto donde se encuentra el alumno. Y partiendo desde ese punto, lleva al estudiante al lugar donde el maestro quiere llegar. El Señor Jesucristo es también un maestro, el mejor maestro. Y Él quiere enseñarnos algo hoy.

Al escuchar como Dios le enseñaba a Job observaremos que comenzó Su enseñanza donde la interrumpió el que le precedió en el discurso anterior, hablando de la naturaleza. Una tempestad se acercaba y Dios intervino como el Creador. Él comenzó allí, y llevaría a Job a donde Él quería llevarlo.

El Señor Jesucristo también enseñó de esa manera. No creemos que las parábolas del Señor Jesús fueran imaginadas. Él simplemente se detenía a observar las vidas de las personas de aquel tiempo, y ese sería el tema de Sus parábolas. Jesús se acercaba a las personas dirigiéndose directamente a sus respectivas situaciones. Por ejemplo, en Mateo 13:3 leemos: "Un sembrador salió a sembrar". Por toda Palestina había pequeñas colinas y, donde quiera que Jesús caminaba solía ver a los sembradores sembrando el grano. Y en Mateo 13:33 leemos: "El reino de los cielos es semejante a una levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina" Ésta era una experiencia común y Jesús había visto a mujeres haciendo esto una y otra vez. Por eso decimos que el Señor Jesús comenzó Su enseñanza dirigiéndola hacia la situación concreta de las personas, y luego las llevó hacia donde Él como maestro quería llevarlas.

Encontramos este principio de enseñanza por toda la Biblia, que constituye la mayor enseñanza disponible para los seres humanos. Este libro comienza hablándonos a nuestra propia situación y nos conduce a la condición en la que Dios quiere que vivamos.

El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, contaba que cuando él visitaba diferentes pueblos y ciudades para dar conferencias en esos lugares; dos o tres días antes de comenzar una serie de mensajes, él compraba el periódico del pueblo para enterarse de cuáles eran los temas de interés local, que podían pertenecer al ámbito político o social. Y siempre comenzaba a hablar haciendo alguna referencia a esos asuntos que preocupaban a la gente, para que la Palabra de Dios se dirigiera exactamente a las preocupaciones de las personas que allí vivían.

Así que Dios apareció en la escena en que Job se encontraba. Llegamos ahora al punto donde Dios aparece en la escena, y creemos que ésta es la mejor parte de todo el Libro de Job. Leamos entonces lo que Dios nos tiene que decir, y haremos los comentarios pertinentes a la lectura. Leamos el primer versículo del capítulo 38, para escuchar lo que

El Señor habló con Job

"Entonces respondió el Señor a Job desde un torbellino y dijo"

Aquí vemos que Dios respondió a Job de en medio de la tempestad, desde esa tormenta que acababa de desencadenarse sobre Job. Y Dios le estaba hablando como el Creador. Leamos ahora el versículo 2:

"¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?"

Más adelante veremos que Job estaría finalmente dispuesto a decir que había pronunciado palabras sin conocimiento, lo cual constituía un pecado. Y de eso tenemos mucho en el día de hoy. En algunos programas de entretenimiento se expresan a veces palabras y declaraciones anodinas, insustanciales que, sorprendentemente, captan la atención y el renovado interés de los oyentes o televidentes. Continuando con nuestra lectura, leamos los versículos 3 y 4, de este capítulo 38, que dicen:

"Ahora cíñete la cintura como un hombre: yo te preguntaré y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? ¡Házmelo saber, si tienes inteligencia!"

¿Qué es lo que mantiene este universo en el espacio? Y este mundo no está fijo, inmóvil, en el mismo lugar. Usted y yo nos encontramos en este pequeño mundo que es tan inestable en sí mismo, como lo más inestable que pueda existir. Nos preguntamos cuando lo observamos y vemos que no hay nada debajo para sostenerlo, ¿qué es lo que lo mantiene allí? En lo que se refiere al universo, uno no sabe cuál es la parte de arriba o cuál es la de abajo. ¿Por qué no comienza a dirigirse hacia alguna dirección? ¿Por qué continúa girando? Aparentemente ha venido haciéndolo por millones de años. Aquí Dios se dirigió hacia Job preguntándole donde se encontraba él cuando el Creador afirmó la tierra. Y esa pregunta, que fue como un desafío para quien había cuestionado la sabiduría y la justicia de Dios, continúa siendo un desafío también hoy, que va dirigido hacia quienes han apartado a Dios de todo lo que tenga que ver con el origen del universo y de la vida en nuestro planeta.

Leamos ahora los versículos 5 y 6, de este capítulo 38 de Job:

"¿Quién dispuso sus medidas, si es que lo sabes? ¿O quién tendió sobre ella la cuerda de medir? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular"

Aparentemente el libro de Job proviene del período anterior a cualquier texto Bíblico escrito. Dios comenzó a tratar con Job en el mismo punto en que comenzó a tratar con todos los seres humanos en aquel período en particular, es decir, en el punto de la creación. El apóstol Pablo comenzó en el mismo punto cuando habló de la revelación de Dios a toda la humanidad. Y dijo en Romanos 1:18-20, "18La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, 19porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: 20Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa".

Para nosotros es sumamente importante ver que Dios estaba hablando a Job y a la gente de su tiempo a través de Su creación. Ellos estaban tan próximos a la creación, como para que no existiera el ateísmo. En cambio, había politeísmo. En realidad, adoraban a la criatura antes que al Creador. Éste fue el tema tratado por el apóstol Pablo en el capítulo 1 de Romanos, especialmente entre los versículos 21 al 23.

Como Pablo dijo en Romanos, la creación habla de Dios; de la persona de Dios, del poder de Dios, y de la sabiduría de Dios. La creación revela la grandeza de nuestro Dios. Ésa es la impresión que nos impacta cuando Dios habló del hecho de que Él es el Creador y sabe muchísimas cosas que el ser humano desconoce. Y dice el versículo 7:

"Cuando alababan juntas todas las estrellas del alba y se regocijaban todos los hijos de Dios?"

En realidad, el ser humano llegó relativamente tarde al universo de Dios. Había alegría y júbilo en la Creación, incluso antes de que el hombre fuese creado.

Estimado oyente, si usted pertenece a Dios, si es Su hijo, entonces, va a experimentar alegría en su vida. Él quiere que usted tenga gozo. Dijo el apóstol Pablo en Efesios 1:3, "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo". Bendito, sí. Quiere decir "feliz". Dios es feliz y quiere que nosotros podamos disfrutar de una auténtica alegría, aunque con frecuencia estemos rodeados de motivos para sentir tristeza. Esperamos que la alegría del Señor forme parte hoy de nuestra vida. Y si usted no es un hijo de Dios, le invitamos a creer en el Señor Jesucristo como su Salvador, aceptando por la fe la victoria de Su muerte y resurrección. Entonces le dará entrada a Dios en su vida y Él, por Su Espíritu, comenzará una verdadera transformación que hará realidad, en medio del dolor, del sufrimiento y de la desilusión, la paz, la calma y la alegría que nadie sino sólo Él puede dar.

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