Estudio bíblico de Gálatas 1:2-10

Gálatas 1:2-10

Regresamos hoy, amigo oyente, a la epístola del apóstol Pablo a los Gálatas. Estamos en una sección que hemos identificado como la introducción. En los primeros cinco versículos de este Libro, encontramos una salutación bastante fría y formal por parte del apóstol Pablo, a estas Iglesias que estaban prestando atención a los que estaban promoviendo la observancia de la ley de Moisés. Luego el apóstol Pablo iba a pronunciar una disertación cálida, digamos fogosa, en los versículos 6 al 10; y dejaría bien en claro qué era el Evangelio.

En nuestro programa anterior, en el versículo 1, Pablo estaba diciendo aquí algo que era muy importante. Que él era un apóstol no por disposición de hombres, y en el griego, la preposición "apo" da a la traducción el significado: "no de parte del hombre", es decir, que no era apóstol debido a disposiciones legales emanadas de los hombres. No había sido nombrado o comisionado después de haber ido a algún colegio, o de haber completado algún curso especial.

Pablo también declaró que su apostolado no era por hombre. Ahora, la preposición "dia" indica que no fue designado por medio de los hombres, es decir, a través del ritual de la imposición de las manos de los otros apóstoles, o de algún tribunal eclesiástico.

Pablo era un apóstol ¿cómo?, por Jesucristo y por Dios el Padre, Aquel que lo resucitó de los muertos. Y el Cristo resucitado le llamó, y le apartó para el oficio apostólico (Hechos 9:15 y 16).

Ahora, en el versículo 2, Pablo dijo:

"y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:"

Usted puede notar que fue una salutación bastante fría, formal, y escueta, muy breve. No se menciona a nadie personalmente. Él no estaba escribiendo a una sola iglesia sino a varias, es decir, a las iglesias de Galacia.

Hay dos formas en las cuales la palabra "iglesia" fue utilizada en el Nuevo Testamento. Un significado del término incluye a todo el cuerpo de creyentes de todos los diferentes grupos, es decir, a aquellos que han confiado en Cristo Jesús y le han recibido como su Salvador personal. El otro significado de esta palabra "iglesia", se refiere a las asambleas o congregaciones locales, y así es como se utilizó en este pasaje de la carta a los Gálatas. Había diferentes Iglesias o congregaciones locales situadas en varios lugares en la zona de Galacia. Había una en Antioquía de Pisidia, también en Derbe, en Listra y en otras ciudades que el apóstol había visitado. Y así, estaba escribiendo a todas aquellas congregaciones. Por eso hemos dicho que aquí el significado del término "iglesia" se refiere a la iglesia local y no a al cuerpo espiritual de los creyentes en general. Ahora, cuando lleguemos a la carta a los Efesios vamos a ver allí entonces, a la Iglesia como un cuerpo incorporado de todos los creyentes en general, que es la Iglesia invisible. Pero este cuerpo invisible se hace visible en un organismo, en ese cuerpo. Y los creyentes deberían estar identificados con un cuerpo local, en la zona en que viven. Leamos ahora el versículo 3, de este capítulo 1:

"Gracia y paz sean a vosotros, de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo"

Éste era el saludo formal que Pablo usaba en la mayoría de sus cartas. Aquí tenemos la palabra "gracia", la cual ya hemos visto, "karis", y ésta era una manera típica de saludar a los no judíos en aquel tiempo, mientras que "shalom", es decir paz, era el saludo religioso de los judíos. Ahora, es importante destacar aquí que la gracia de Dios debe ser experimentada, antes de que la paz que proviene de Dios el Padre pueda ser una realidad en la vida de una persona. Ahora, leamos el versículo 4, donde Pablo dijo:

"El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre"

Aquí tenemos otro de esos versículos maravillosos, que cuando uno los lee, realmente no sabe cómo elevarse a esas alturas.

El apóstol Pablo mencionó en el versículo 3, al Señor Jesucristo. Y aquí dijo de Él: el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados. Estimado oyente, no hay nada que usted ni yo podamos añadir al valor del sacrificio de Cristo. ¡Nada! Él se entregó a sí mismo. ¿Qué es lo que usted puede dar? ¿Alguna cosa? ¿Puede usted agregar algo a Su sacrificio? Él se entregó a sí mismo. ¡Cuán maravilloso y glorioso es esto! Me faltan las palabras cuando leo un versículo como éste. Cuando usted se da a sí mismo, usted ha dado todo lo que usted es, todo lo que tiene; su tiempo, su talento; es decir, que usted ha entregado todo. Y Jesús se entregó a sí mismo. No pudo haber entregado nada más. Y Pablo no pudo esperar más para decirlo. El Señor Jesucristo se dio a sí mismo por nuestros pecados. Éste fue el germen del tema tratado por el apóstol.

Pablo le llamo "nuestro Señor Jesucristo". Él es mi Salvador. ¿Puede usted también decir que Él es su Salvador, estimado oyente? ¿Y puede usted también decir: "El Señor es mi Pastor"? Una cosa es decir que Él es un Pastor; y otra cosa muy diferente es decirlo en una forma posesiva, "el Señor es mi Pastor". ¿Puede usted referirse a Él de esta manera, estimado oyente?

Pablo continuó diciendo: para librarnos del presente siglo malo. Observemos que Él nos rescata de este mundo malvado. Aquí tenemos por lo tanto el valor presente del evangelio que demuestra su poder y autenticidad. El evangelio puede liberarle. Hemos recibido muchísimas cartas de personas que se han vuelto a Cristo y han experimentado esa liberación. Han sido liberados de las drogas, del control del alcohol y de pecados sexuales. En estos casos, sólo Cristo puede traer libertad a las personas. Y ello demuestra la autenticidad del Evangelio. Es que Cristo se entregó por nuestros pecados. Ocupó nuestro lugar en aquella cruz. Murió por nosotros y resucitó de los muertos para librarnos de todas las formas de esclavitud de un mundo perverso.

Ahora, lo que hemos dicho hasta ahora no agota la riqueza de este versículo. Observemos que su liberación fue conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Él nos puede librar y eso no será de acuerdo a la ley, pero que tiene que ser de acuerdo con la voluntad de Dios, estimado oyente. La voluntad de Dios es que cuando él le salva, usted no tiene que vivir en el pecado. Él nos puede librar, Él quiere librarnos, y Él nos librará y lo hará según la voluntad de Dios. Está claro que la voluntad de Dios es que usted sea liberado.

Leamos ahora, lo que dijo más adelante; leamos el versículo 5:

"A quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén".

Éste fue un momento en que Pablo se detuvo para rendir alabanza a Dios. Hemos llegado a convencernos de que debemos alabar a Dios mucho más de lo que lo hacemos. Tenemos que ir al grano, llegar bien a lo básico, estimado oyente, poner el dedo en la llaga misma. ¿Alabó usted a Dios esta mañana al levantarse? ¿Le dio gracias a Él por el nuevo día? Quizás desde el punto de vista del clima, hace frío, o calor, o está cayendo una tormenta. O puede que sea un día difícil, en el que hay que tomar decisiones críticas o enfrentar graves problemas. ¿Pero no ha encontrado usted motivos para agradecerle y alabarle por haberle permitido llegar hasta este día?

El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee decía que él había tenido que sufrir la enfermedad del cáncer antes de poder darse cuenta de que cada día, lo primero que debía hacer por la mañana era decir: "Gracias Señor por traerme este nuevo día". Necesitamos alabarle más. Yo deseo que la gloria y la honra sean para el nombre de mi Dios y mi Salvador. Él es Dios manifestado en un cuerpo físico. Él se entregó a Sí mismo por mí, y yo quiero alabar Su nombre. Y para Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Ahora, ese "por los siglos" comenzaba para el apóstol en ese momento y continuaría hasta la eternidad.

Esto concluye los saludos del apóstol Pablo. Aunque estos versículos contienen algunas verdades gloriosas, creemos que hay que admitir que esta forma de saludar del escritor de esta carta fue fría e impersonal. Ahora llegamos a un párrafo que podríamos titular:

El tema elegido - Un discurso fogoso

A continuación Pablo iba a indicar cuál era el tema a tratar. Y él cambió de frío a caliente, y podemos decir que se encolerizó. ¿Y por qué? Porque había gente que está mutilando el evangelio. Pablo estaba dispuesto a entregar su vida por el evangelio. Escuchemos lo que dijo aquí, en el versículo 6, de este capítulo 1:

"Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente".

El evangelio tiene dos aspectos y puede ser usado en realidad en dos sentidos. (1) Están los hechos del evangelio y (2), la interpretación de los hechos. (1) diremos que los hechos del Evangelio son la muerte, la sepultura y la resurrección corporal de Cristo. El apóstol Pablo mismo dijo en su epístola a los Corintios, capítulo 15, versículo 3: "Primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí. Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras". Éstos son los hechos históricos del evangelio, que no pueden ser cambiados. Alguien que no mencione estos acontecimientos, no estará predicando el Evangelio. Y estos hechos han de ser recibidos por la fe, y solamente por la fe.

(2) Ahora, en cuanto al segundo aspecto del Evangelio, diremos que el tema de la carta de Pablo a los creyentes de Galacia es la interpretación de los hechos del Evangelio. Los judaizantes habían seguido a Pablo hasta el país de los Gálatas. Ellos no cuestionaron ni pusieron en duda los acontecimientos, los hechos del evangelio. Después de todo, quinientos testigos habían visto al Señor después de Su resurrección. Y cuando usted tiene tantas personas que aún están viviendo y que han sido testigos, uno no va de un lugar a otro negando los hechos del evangelio. La herejía que ellos estaban propagando tenía que ver con la interpretación de esos hechos, ellos estaban cambiando la interpretación de esos hechos. Lo que ellos estaban diciendo era lo siguiente, y lo hacían de una manera muy sutil, muy disimulada, posiblemente preguntaban: "¿Ha pasado el hermano Pablo por aquí?" Y la gente les contestaba: "Sí, él vino y predicó el evangelio, y nosotros lo aceptamos; somos convertidos y conocemos ahora a Cristo como nuestro Salvador, y formamos parte del cuerpo de creyentes". Entonces respondían, "Ah, así que él dijo eso, ¡qué bien! Ustedes saben que el hermano Pablo es muy exacto en lo que está diciendo, pero él no dice todo lo que tiene que decir. ¿Les dijo, por ejemplo, que tenían que guardar la ley? ¿No les dijo eso, verdad? Pues bien, les debería haber dicho que sí, que ustedes tienen que confiar en Cristo, pero también tienen que seguir la ley de Moisés, o de otra manera, no serán salvos".

Ésta fue una de las herejías conocidas más antiguas y aún está presente en la actualidad. Implica añadir algo al Evangelio de la gracia; requiere hacer algo en vez de creer simplemente en algo. Es la fe, y algo más, en vez de ser fe únicamente. Toda secta o culto requiere que usted haga algo para poder ser salvo.

Resulta interesante oír lo que Pablo le dijo al carcelero de Filipos, en Hechos 16:31: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo". Y Simón Pedro le dijo al Sanedrín, que era el tribunal supremo religioso de los judíos: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos". Y Cristo les pidió a los apóstoles que predicaran el mensaje de salvación por la gracia de Dios. Ellos no tendrían que hacer nada para obtener su salvación, sino que tenían que confiar en lo que Cristo ya había hecho por ellos en la cruz. El Evangelio deja fuera a todas las obras que uno pueda realizar para lograr el favor de Dios. Por ello comprendemos por qué el apóstol les habló de esa manera cuando les dijo, en el versículo 6: "Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente". Pero continuemos leyendo el versículo 7 de este primer capítulo de Gálatas.

"No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren alterar el evangelio de Cristo".

Esa palabra "alterar" proviene de la palabra griega "metastrapho". Es una palabra muy fuerte, áspera, usada por el Evangelista Lucas cuando estaba mencionando el sermón de Simón Pedro en los Hechos de los apóstoles, capítulo 2, versículo 20; cuando éste dijo: cuando el sol se convertirá en tinieblas. Y Santiago, en 4:9, también usó la misma palabra, cuando dijo: "vuestra risa se convierta en lloro". En otras palabras, el intentar cambiar el evangelio tenía el mismo efecto de convertirlo en lo opuesto, lo contrario a lo que era en realidad. Es muy importante que notemos esto. Veamos ahora, lo que dijo en el versículo 8:

"Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema, es decir, que caiga bajo maldición".

El lenguaje que Pablo utilizó aquí fue extremadamente duro. Él dijo que si un ángel del cielo proclamara cualquier otro mensaje que no fuera el evangelio, sería despedido con un lenguaje muy fuerte.

En nuestros días hay muchos cultos y sectas que están intentando presentarnos otro evangelio. Aunque aquellos que los propagan puedan ser seguidos con la misma devoción que si fueran ángeles, hay que recordar que, después de todo, hasta Satanás mismo puede transformarse en un ángel de luz. Pablo dijo: "Si alguno os predica un evangelio diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema". Estimado oyente, no podríamos expresarlo en un lenguaje más claro, ni más duro. Luego, él continuó diciendo en el versículo 9:

"Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguien os predica un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema".

O sea, que el predicase un evangelio diferente, caería bajo maldición. Realmente, no podría haber un castigo más severo.

El Evangelio deja de lado todas las obras. Romanos 4:5, dice: "5pero al que no trabaja, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia". Con frecuencia encontramos a muchas personas que piensan que son lo suficientemente buenas como para salvarse. Una de ellas nos dijo: "Quiero convertirme en un cristiano, y trataré de ser mejor de lo que soy. Y si consigo mejorar, llegará a ser un cristiano". Entonces le respondimos: "si usted mejora, nunca se convertirá en un cristiano. La única clase de personas que Dios está salvando, son pecadoras". El Señor Jesús dijo que Él no había venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Y el motivo por el cual dijo esto fue que no hay nadie que sea justo, ni siquiera uno. En Isaías 64:6, en el mensaje profético, se compara a la justicia del ser humano, ante la mirada de Dios, con los trapos sucios, Y como las demandas de la ley nos condenan, debieran enmudecernos, dejarnos sin saber qué decir o qué hacer, antes que la gracia pueda salvarnos.

Romanos 3:19 nos dice: "19Pero sabemos que todo lo que la Ley dice, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios". La verdadera dificultad no es que algunas personas se consideren "lo suficientemente buenas" como para salvarse, sino que no se consideran lo "suficientemente malas" como para necesitar salvarse. Es que los seres humanos rehúsan reconocer su condición perdida ante Dios.

Como dijimos antes, los judaizantes no negaban los hechos históricos del Evangelio, es decir la muerte y resurrección de Cristo. Lo que negaron era que estos hechos fuesen suficientes. Insistieron en que uno tenía que guardar la ley, además de creer en Cristo. Y Pablo estaba diciendo que todo aquel que tratara de mezclar la ley y la gracia, quedaría bajo maldición. ¿Por qué? Porque estaría pervirtiendo, distorsionando el Evangelio. Y pervertir el Evangelio era aceptar los hechos históricos del Evangelio, pero tergiversar esos hechos, interpretándolos mal.

Finalmente por hoy leamos el versículo 10, de Gálatas 1:

"¿Acaso busco ahora la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo".

Es que la predicación del Evangelio de la gracia no resulta agradable para el ser humano perdido. Y nadie puede complacer a Dios y a los hombres.

Si usted predica hoy el Evangelio de la gracia de Dios, podría tener problemas porque el ser humano detesta escuchar el mensaje de la gracia y lo desprecia. Las personas desean escuchar lo que apela a su naturaleza humana. Y el Evangelio de la gracia nos coloca al nivel del polvo y nos muestra como mendigos que somos delante de Dios.

Por su propia naturaleza, el hombre y la mujer reaccionan mejor ante el legalismo. Piensan que no necesitan a un Salvador. Todo lo que necesitan es una ayuda, como por ejemplo una norma de conducta u otro requisito o recurso humano.

Incluso podemos decir que Dios no nos está pidiendo que vivamos la vida cristiana. En realidad, no podemos vivirla por nosotros mismos. En cambio, Dios está pidiendo que le permitamos producir la vida cristiana a través de nosotros. Y la carta a los Gálatas nos enseña esta verdad. Pero en primer lugar tenemos que venir a Cristo como pecadores para ser salvos. Hay muchos que profesan ser cristianos pero no son salvos. ¿Sabe usted por qué? Porque nunca han venido a Cristo para recibirle como Salvador. Piensan como si tuvieran algo que comprometerse a ofrecer algo al Señor. Estimado oyente, usted no tiene nada que ofrecerle a Él. En cambio, Él sí quiere ofrecerle algo a usted. Jesús fue el que murió y el que está dispuesto a dar. Dice Romanos 6:23, "23porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro". Es tan simple y sencillo como esto. ¿Ha aceptado a Jesucristo como su Salvador? Eso es lo verdaderamente importante.

La conciencia humana es un testigo ante la Ley, y la convicción legal conducirá a las obras. El ser humano trata de compensar el hecho de que no está haciendo lo suficiente. Trata de mantener en equilibrio sus buenas obras y sus pecados, e intenta conseguir acumular suficientes puntos positivos a su favor, para ser salvo. Recordemos que antes de su encuentro con Cristo, el apóstol Pablo trató de hacer esto. Él tenía muchos puntos positivos a favor suyo. Pero un día vino a Cristo y entonces dijo, en Filipenses 3:7, "7Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo".

El Espíritu Santo es hoy un testigo ante la gracia. Ésta es la convicción del Evangelio que conduce a la fe. En realidad, la ley niega la caída del hombre, y ésta era la posición de Caín, quien ofreció a Dios los resultados de su esfuerzo personal. Mientras que la gracia reconoce la caída del ser humano, como Abel hizo cuando trajo su ofrenda ante Dios.

Estimado oyente, por todo ello le invitamos a presentarse delante de Dios tal como usted se encuentra. No necesita traer nada para ofrecerle a Dios. Simplemente y por la fe, puede mirar al sacrificio de Cristo a favor suyo reconociendo que es suficiente para perdonar sus pecados y establecer una relación con Dios. Y, con sus propias palabras, las que salgan espontáneamente de su corazón, puede aceptar su ofrecimiento de salvación.

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