"Por la voluntad de Dios". No había sido su propia elección, sino que fue un encargo divino que le había llegado directamente de Cristo (Ga 1:1).
"Según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús". Pablo fue hecho apóstol con el fin de predicar el evangelio que trae la vida a través de Cristo y que había sido antes prometido por medio de los profetas del Antiguo Testamento y el mismo Señor Jesucristo. Si no hubiera habido tal promesa, él no habría sido constituido apóstol.
"Gracia". Pone el énfasis en la inmerecida bondad de Dios hacia el hombre pecador que no merece nada. Pero no debemos asociar la gracia únicamente con el momento en que somos recibidos al convertirnos, sino que es una corriente constante que nos capacita para afrontar cada nueva necesidad que se presenta. El evangelio de Juan la describe como "gracia sobre gracia" (Jn 1:16). Y Pablo sabía que era suficiente para superar las dificultades y los tiempos de prueba (2 Co 12:9). Un poco más adelante en esta misma carta vuelve a recordarle que su salvación y llamamiento habían sido por medio de "la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos" (2 Ti 1:9), y que para cumplir adecuadamente su ministerio sería necesario que se esforzara en la gracia que es en Cristo Jesús (2 Ti 2:1). Ahora, en su saludo, Pablo le manifiesta su deseo de que en todo momento sea consciente de la presencia de la gracia de Dios en su vida.
"Misericordia". Destaca la bondad espontánea de Dios, que trata con compasión y ternura al miserable.
"Paz". Es el resultado de disfrutar de la gracia y la misericordia.
De esta forma se indica que el origen de estas bendiciones no es humano, sino divino: "de Dios Padre".
También se señala el medio por el que llegan: "de Jesucristo nuestro Señor".
El hecho de que Pablo, un monoteísta absoluto, asociara el nombre de Jesús con el de Dios como la fuente conjunta de estas bendiciones, es una alusión clara a la deidad de Cristo.