Para este desarrollo cada "juntura", o sea, cada miembro tiene el deber de suplir algo para el bien de la totalidad del Cuerpo según el don que el Señor haya concedido a cada uno. Se destacan especialmente los grandes dones (Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros), pero se hace constar que "a cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo" (Ef 4:7,11). El que no contribuye al crecimiento y al bienestar del Cuerpo por la humilde administración del don que ha recibido perjudica todo el organismo.