Estudio bíblico: Gran alegría en el pueblo de Dios - 2 Crónicas 30:15-27

Serie:   Ezequías   

Autor: Wolfgang Bühne
Email: estudios@escuelabiblica.com
Alemania
Resultado:
Votos: 3
Visitas: 5006

Gran alegría en el pueblo de Dios (2 Cr 30:15-27)

(2 Cr 30:15-27) "Entonces sacrificaron la pascua, a los catorce días del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas llenos de vergüenza se santificaron, y trajeron los holocaustos a la casa de Jehová. Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre, conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas: Porque había muchos en la congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban la pascua por todos los que no se habían purificado, para santificarlos a Jehová. Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, a Jehová el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario. Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo. Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días con grande gozo: y glorificaban a Jehová todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes a Jehová. Y habló Ezequías al corazón de todos los levitas que tenían buena inteligencia en el servicio de Jehová. Y comieron de lo sacrificado en la fiesta solemne por siete días, ofreciendo sacrificios de paz, y dando gracias a Jehová el Dios de sus padres. Y toda aquella asamblea determinó que celebrasen la fiesta por otros siete días; y la celebraron otros siete días con alegría. Porque Ezequías rey de Judá había dado a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y también los príncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas: y muchos sacerdotes ya se habían santificado. Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá. Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo: y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo."
Desde los días de Salomón, es decir, desde hacía 215 años, no se había percibido y documentado tal plenitud de alegría en el pueblo de Dios. Cuatro veces se nos habla de la "alegría" en estos pocos versículos:
"Así los hijos de Israel ... celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días con grande gozo" (versículo 21).
"Y toda aquella asamblea determinó que celebrasen la fiesta por otros siete días; y la celebraron otros siete días con alegría" (versículo 23).
"Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas" (versículo 25).
"Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén" (versículo 26).
Todo hombre anhela una alegría genuina, profunda y duradera. No obstante, todos sabemos por experiencia que este anhelo de gozo auténtico del corazón no se satisface ni con cosas materiales ni con alegrías sensuales.
Una alegría auténtica y contagiosa, que no depende de las circunstancias exteriores, a la verdad debería ser la característica de todo creyente. La Biblia nos exhorta muchas veces a gozarnos, y tenemos todas las razones para hacerlo. Pero la realidad es que hoy en día hay que buscar con lupa a los creyentes con una alegría no fingida y rebosante. Nuestra cara y expresión casi nunca es una buena propaganda para el cristianismo y es más apropiada para una empresa funeraria.
El filósofo y burlador Friedrich Nietzsche observó esto mismo: "Vuestras caras siempre han sido más afrentosas para vuestra fe que vuestras razones. Si esas buenas nuevas de vuestra Biblia se os notaran en vuestras caras, no tendríais necesidad de exigir con tanta testarudez la fe en la autoridad de este libro... una nueva Biblia debería formarse constantemente por medio de vosotros mismos."
En los tiempos de Ezequías, también había escasez de alegría. Generaciones de Israelitas habían vivido sin haber conocido ese gozo del Señor. Pero ahora Jerusalén casi explotaba de tanta alegría y júbilo. ¿De dónde vino eso y qué podemos aprender nosotros de ello?

La alegría y la idolatría no pueden ir juntas

El versículo 16 nos narra que "una gran multitud del pueblo" iba marchando hacia Jerusalén, para celebrar allí la pascua. El contexto parece indicar que se trataba de gente del norte de Israel que se pusieron en camino hacia Jerusalén, y también gente de las ciudades de Judá.
Una vez llegados a Jerusalén, vieron los altares dedicados a los ídolos de tiempos pasados y se deshicieron de ellos echándolos al torrente de Cedrón.
Los habitantes de Jerusalén parece que estaban tan acostumbrados a verlos que su presencia no les inquietaba. ¿Habían pasado inadvertidos algunos de ellos durante la limpia de Ezequías (2 R 18:3)?
No podemos dar una respuesta segura, porque no podemos determinar claramente el orden cronológico de las reformas de Ezequías. Pero sí que debemos notar que, lo que para ellos ya era normal, para sus vecinos del norte resultó ser algo terrible que había que destruir inmediatamente. Y es que a veces estamos ciegos a nuestros propios errores y nos vendría bien un examen desde afuera.
En todo caso, la idolatría, no importa de qué clase sea, no se lleva bien con el culto a Dios. Eso lo vieron claro los visitantes del reino del norte, y evidentemente los habitantes de Jerusalén no les estorbaron cuando comenzaron a eliminar los altares idólatras, e incluso les ayudaron. Eso es algo muy inusual.

Humildad, la condición necesaria para recibir bendición y alegría

Es interesante que el celo de los visitantes de Jerusalén sacó los colores a los sacerdotes y levitas presentes allí (el versículo 15 dice que estaban "llenos de vergüenza"). Aquellos que por sus conocimientos de las Escrituras hubieran tenido que ir por delante con su buen ejemplo, reaccionan con humildad ante la fidelidad de los peregrinos, se corrigen y no se sienten heridos en su dignidad. Eso es algo grande espiritualmente.

Sin sinceridad no hay gozo auténtico

Una reacción en cadena muy positiva son los hechos espirituales que vemos ocurrir en los siguientes versículos: ya hemos visto que los sacerdotes y levitas se humillaron cuando sus vecinos del norte, "mucho menos espirituales", les habían mostrado la vergonzosa idolatría que todavía quedaba en Jerusalén. Pero después de esto, ellos mismos se dieron cuenta de que no se habían purificado adecuadamente, por lo que no querían sacrificar los animales que habían traído. Es interesante notar que el hecho de que vieran los defectos de otros, no les cegaba para ver también sus propias faltas y pecados, algo que no suele ocurrir con frecuencia. Seguramente fue la humildad y sinceridad de los sacerdotes y levitas lo que les condujo a ellos mismo a reconocer sus propios errores. ¡Qué ilustración más impresionante de (Stg 5:16): "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados"!

Donde está la gracia, allí también hay paz

Hace muchos años un hermano anciano me llamó la atención sobre el hecho de que todas las epístolas de Pablo a las iglesias comienzan con el saludo: "Gracia y paz a vosotros de Dios" (Ro 1:7) (1 Co 1:3) (2 Co 1:2) (Ga 1:2). Su breve comentario al respecto se me ha quedado grabado de manera imborrable en la memoria: "Donde está la gracia, allí también hay paz".
La historia de la iglesia y los problemas actuales en muchas iglesias confirman esta observación. Ezequías conocía perfectamente las deficiencias en el pueblo de Dios en lo referente a la purificación y santificación. Había suficientes pruebas que hubieran justificado serias discusiones, "reunión de ancianos" y disciplina. Pero Ezequías se dirigió en oración a Dios intercediendo por su pueblo, una actitud que nosotros también deberíamos recordar cuando pasamos por situaciones semejantes: "Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario. Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo" (versículos 18-20).
Con razón pregunta el conocido comentarista C. H. Mackintosh en sus meditaciones sobre Ezequías: "¿Por qué nos falta a nostoros tantas veces la fuerza acogedora de la gracia?".

Lo importante es el corazón

En el versículo 19 Ezequías ora por aquellos en el pueblo de Dios que, a pesar de no estar purificados según la ley, habían "preparado su corazón para buscar a Dios". Y en el versículo 22 Ezequías habla "al corazón de todos los levitas que tenían buena inteligencia en el servicio de Jehová". Las deficiencias en el conocimiento eran un motivo de oración para Ezequías, no un motivo para un procedimiento disciplinario. Detectó y se interesó por aquellos cuyo corazón buscaba a Dios a pesar de sus muchas faltas y deficiencias.
Pero Ezequías también habló al corazón de los levitas que conocían muy bien las leyes de la purificación, y que quizás estaban en peligro de controlar demasiado la piedad formal. Normalmente, a estas personas les cuesta gozarse en la gracia de Dios visible en la vida de aquellos hermanos que aparentemente no son tan fieles.

La bondad de Dios da lugar a la generosidad

El conocimiento de la bondad de Dios tuvo un efecto positivo en Ezequías. Regaló "al pueblo mil novillos y siete mil ovejas". Su generosidad se extendió a los principales del pueblo: ellos también "dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas".
Cuando los corazones están puestos en Dios, gozándose en la bondad y misericordia del Señor, entonces no hay necesidad de llamamiento a hacer donativos. Entonces se experimenta que "más bienaventurado es dar que recibir" (Hch 20:35).

Alegría rebosante

Siete días celebró el pueblo de Dios la fiesta de los panes sin levadura "con grande gozo" (versículo 21). Y el último día de la fiesta todos deseaban una sola cosa: "¡Queremos celebrar otros siete días!". En este capítulo hallamos, por lo tanto, el único ejemplo en la Biblia en que esta fiesta de los panes sin levadura se celebrara durante 14 días. Este gozó único y rebosante marcó esta fiesta, que terminó de una manera inmejorable: "Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo" (versículo 27).

¿Y las consecuencias?

"Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí salieron por las ciudades de Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron las imágenes de Asera, y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo" (2 Cr 31:1).
El haber vivido esa alegría en la presencia de Dios les dio a los israelitas la motivación y la fuerza para destruir toda idolatría también en su vida cotidiana y su entorno acostumbrado, lo cual antes no pudieron hacer.
Animémonos los unos a los otros con las palabras de Nehemías: "el gozo del Señor es vuestra fortaleza" (Neh 8:10). El verdadero gozo en el Señor hará que nos cueste poco soltar las "alegrías" dudosas y fortalecer nuestras manos. Esto nos llevará a asumir las consecuencias necesarias y visibles en nuestro propio entorno y se dejará ver en nosotros quién es la única fuente de nuestra alegría: "La alegría radical en Dios destruye el pecado y glorifica a Cristo".
Copyright © 2001-2024 (https://www.escuelabiblica.com). Todos los derechos reservados
CONDICIONES DE USO