Estudio bíblico de Hechos 16:6-17:1

Hechos 16:6-17:1

Continuamos hoy nuestro estudio en el capítulo 16 de los Hechos de los Apóstoles. Y en nuestro programa anterior comenzamos a considerar el segundo viaje del apóstol Pablo. Y decíamos que este viaje había comenzado en realidad en el último versículo del capítulo 15 de los Hechos, donde vimos que Pablo y Silas, pasaron por Siria y Cilicia, confirmando la organización de las iglesias. Más tarde pasaron a Galacia. Y vimos que cuando Pablo estuvo en Listra, encontró a un joven a quien había conocido en su primer viaje misionero. Este joven se había convertido por medio del ministerio de Pablo y por eso Pablo lo llamaba "su verdadero hijo en la fe". Pablo conoció también a la madre y a la abuela de este joven. Y dijimos que este joven era Timoteo, quien llegó a ser compañero de Pablo y de Silas en este viaje. Vimos también que cuando Pablo le tomó por compañero, le circuncidó por causa de los judíos, para evitar cualquier tipo de controversia con los judíos y los no judíos. Y finalmente vimos que Pablo se alegró por los resultados del ministerio en Galacia. No solamente visitó las iglesias que habían sido fundadas anteriormente, sino que multitudes en otros lugares, se estaban convirtiendo a Cristo. Nuevas iglesias tuvieron que ser establecidas, como resultado del aumento en número de creyentes que tenía lugar cada día. Comenzaremos leyendo el versículo 6 de este capítulo 16 de los Hechos, para comenzar a considerar

El viaje de Pablo en Filipos

"Atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;"

Galacia incluía toda esta región. Opinamos que Pablo pasó desde este lugar al norte del país. La provincia de Asia quedaba más al sur, donde estaba la ciudad de Éfeso. En realidad Éfeso era la principal ciudad de la provincia de Asia. Posiblemente Pablo pudo haber planeado realizar un recorrido por Asia menor. Ésta era una región densamente poblada en aquel entonces, y era el centro de la cultura griega. Ésta fue una gran zona comercial, un centro político y un centro académico de gran importancia. Y Pablo esperaba describir un gran círculo pasando por el país de Galacia, luego por Frigia, más tarde hacia el sur a la provincia de Asia, y luego de regreso nuevamente a Antioquía para dar un informe a la Iglesia allí.

Pero el Espíritu de Dios tenía otros planes. Y se nos dice que a los viajeros les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la Palabra en Asia, lo cual fue sorprendente. Pablo quería ir hasta allí, y el Espíritu de Dios quería que la Palabra fuera promulgada. Pero, el mismo Espíritu le indicó a Pablo que quería que, en aquella ocasión, estuviera en un lugar diferente. Por lo tanto, Pablo naturalmente creyó que si no podía ir hacia el sur, se dirigiría hacia el norte. Bitinia quedaba en el norte, a lo largo del mar Negro. Había una gran concentración de hebreos en esa región y era un centro de población bastante importante. Esta región hoy en día, queda en Turquía. Leamos ahora el versículo 7 de este capítulo 16 de los Hechos:

"y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió."

El Espíritu les había prohibido ir al sur de la provincia de Asia y luego les prohibió dirigirse hacia el norte, a Bitinia. Habían venido desde el oriente. Y ahora, ¿A dónde irían? Bueno, quedaba una sola dirección y era hacia el occidente. Por lo tanto, Pablo siguió viajando hacia el oeste hasta que llegó a Troas. Allí tuvo que detenerse porque le era necesario tomar un barco para poder continuar. Pablo no pudo imaginarse lo que iba a hacer ni a donde dirigirse desde ese punto. Leamos el versículo 8:

"Entonces, pasando junto a Misia, descendieron a Troas."

Creemos que si hubiéramos conocido a Pablo durante el tiempo en que quedó demorado en Troas, podríamos haberle preguntado: "¿Pablo, a dónde irás?" Y estamos seguros que nos habría contestado que no lo sabía. Y tememos que la próxima pregunta que le habríamos hecho sería: "Y ahora, Pablo, ¿quiere decir que el gran apóstol a los no judíos no sabe hacia donde se dirigirá ahora? Seguramente debes saber cual es la voluntad de Dios para tu vida". Y entonces, nos habríamos sentado con él para charlar un rato en cuanto a la voluntad de Dios en la vida del creyente. Pero el gran apóstol simplemente no sabía cual era la voluntad de Dios. ¿Por qué? Porque el Espíritu de Dios le estaba guiando y allí en Troas, Pablo simplemente se encontraba esperando. Se necesitaría un impulso poderoso para lograr que Pablo saliera de Asia y fuese a Europa. Continuemos leyendo el versículo 9 de este capítulo 16 de los Hechos:

"Una noche, Pablo tuvo una visión. Un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos."

Éste fue el llamado de Pablo a Macedonia. Ahora, Macedonia quedaba al otro lado del mar Egeo, en Europa continental. Pablo estaba en Asia. El evangelio pasaría de Asia a Europa. Vemos que el Espíritu de Dios le estaba dirigiendo en esa dirección. No sabemos por qué Pablo fue dirigido hacia el occidente, hacia Europa. No comprendemos por qué no fue dirigido hacia el oriente, a un país como China. Y damos muchas gracias a Dios por el hecho de que ésta fue la dirección que tomó.

Leamos ahora el versículo 10 de este capítulo 16 de los Hechos:

"Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciáramos el evangelio."

Ahora, ¿Quiénes son los que se incluyen aquí en este cambio de persona, aquí donde dice que "Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio". Observemos el cambio de la tercera persona del plural "ellos" en el versículo 8, a la primera persona del plural "nos" en este versículo 10. Es que a partir de ese momento el doctor Lucas, el escritor de este libro, se unió a este equipo que, entonces, pasó a ser un cuarteto. En verdad, es posible que hubiera otros que también les acompañaban, pero, ahora tenemos por lo menos a cuatro nombres que podemos identificar: Pablo, Silas, Timoteo, y el doctor Lucas. Ésta que entró en Europa, fue realmente una cualificada delegación. Ahora, el versículo 11 nos dice:

"Zarpando, pues, de Troas, navegamos directamente a Samotracia, el día siguiente a Neápolis"

Neápolis estaba situada a alguna distancia de la costa. Continuemos con el versículo 12:

"y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia. Estuvimos en aquella ciudad algunos días."

Filipos era una colonia de Macedonia, o sea, que era una colonia romana. Y en esta ciudad residía el gobernador romano. Sus habitantes tenían costumbres romanas y hablaban en latín.

Ésta fue su primera parada en Europa. Pablo fue a un centro estratégico para comenzar allí su ministerio en Europa. Esto hizo que la Iglesia en Filipos fuera una Iglesia notable. También había otras razones que veremos en nuestro estudio de la epístola a los Filipenses, por las cuales esta Iglesia estuvo tan cerca al corazón de Pablo. Ésta era la Iglesia que le amaba. Y Pablo amó a esta Iglesia.

Continuemos con el versículo 13, para ver

El ministerio de Pablo en Felipos

"Un sábado salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración. Nos sentamos y hablamos a las mujeres que se habían reunido."

Ahora, observemos que apenas fuera de la ciudad, junto al río, se celebraba un culto de oración. Nos preguntamos si esa reunión de oración no tuvo algo que ver con la llegada del apóstol Pablo a Europa y con la visión del varón macedonio. Y una mujer llamada Lidia era que dirigía este culto de oración. Leamos el versículo 14 de este capítulo 16 de los Hechos:

"Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo. El Señor le abrió el corazón para que estuviera atenta a lo que Pablo decía"

Tiatira estaba situada en Asia Menor. Era el lugar donde estaba situada una de las siete Iglesias que recibiría una amonestación de nuestro Señor en los capítulos 2 y 3 del libro de Apocalipsis. De allí procedía esta mujer, que adoraba al Dios vivo y verdadero, pero, tenía muy poco conocimiento de Él. Esta mujer Lidia era una persona extraordinaria. Era una mujer de carácter dominante y dotes de liderazgo. Al parecer, era ella quien dirigía el culto de oración y debió ser la primera persona convertida a Cristo, en Europa. Continuemos con el versículo 15:

"y cuando fue bautizada, junto con su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, hospedaos en mi casa. Y nos obligó a quedarnos."

No sabemos nada en cuanto al marido de Lidia, pero debe haber estado en alguna parte. Hay familias así como esa, en las que la mujer tiene un carácter dominante. Y al parecer, ése era el caso aquí, porque toda su familia se convirtió a Cristo mediante su testimonio. Y ahora, encontramos que Pablo y su grupo se quedaron en su hogar y se hospedaron allí. Es de suponer que Lidia era una mujer de ciertos recursos y que le fue posible atender a las necesidades del grupo de viajeros. Ahora, continuemos con el versículo 16 de este capítulo 16 de los Hechos:

"Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando."

No pensemos que la gente allí creía en una simple superstición. Esta muchacha estaba endemoniada. Es bueno ser conscientes de que estamos viendo en nuestros tiempos un resurgimiento del interés en el ocultismo y en los demonios. Es que la creencia en demonios está basada en la realidad. Esta muchacha que se menciona aquí en este pasaje, estaba poseída por demonios. Era esclava y sus amos la usaban para obtener grandes ganancias. Continuemos con los versículos 17 al 19 de este capítulo 16 de los Hechos:

"Ésta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba: ¡Estos hombres son siervos del Dios Altísimo! Ellos os anuncian el camino de salvación Esto lo hizo por muchos días, hasta que, desagradando a Pablo, se volvió él y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora. Pero al ver sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades."

A Pablo le fue posible echar fuera al demonio en el nombre del Señor Jesucristo. Pero, esto afectó al dinero que sus amos estaban obteniendo. De modo que, estos hombres ahora se declararon públicamente como enemigos de Pablo y su grupo. Continuemos con los versículos 20 y 21:

"Los presentaron a los magistrados y dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos."

Recordemos que Filipos era una colonia de Roma cuyo pueblo practicaba la idolatría romana. Pablo y sus hombres fueron acusados de tratar de cambiar las cosas al predicar acerca del Dios verdadero. Pero el verdadero punto en disputa era que aquellos hombres habían perdido su fuente de ingresos financieros. Continuemos con los versículos 22 al 24:

"Entonces se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarlos con varas. Después de haberlos azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardara con seguridad. El cual, al recibir esta orden, los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo."

Observemos que estos hombres fueron azotados y con sus espaldas laceradas, fueron echados en la cárcel. Para mayor seguridad, notamos que el carcelero sujetó sus pies en el cepo. Ahora, el versículo 25 dice:

"Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían."

Qué escena maravillosa fue esta en la que estos hombres cantaban alabanzas a Dios mientras se hallaban en una situación tan miserable. ¡No fue extraño pues, que las puertas se abrieran! Continuemos con los versículos 26 y 27. Pero leamos el 25 una vez más:

"Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Se despertó el carcelero y, al ver abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido."

Vamos a considerar por un momento a este carcelero filipense. Él era el responsable de estos presos, y naturalmente pensó que si las puertas se habían abierto y las cadenas habían caído, los presos habrían huido. Y él sería responsable de su huida y tendría que perder su vida por incumplimiento de su deber. De modo que se dispuso a caer sobre su propia espada. Cuando una persona se encuentra en una situación como ésta, piensa en la eternidad. Y esto fue lo que este hombre hizo, como así lo indicó su pregunta a Pablo. Veamos lo que ocurrió en los versículos 28 al 31:

"Pero Pablo le gritó: ¡No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí! Él entonces pidió una luz, se precipitó adentro y, temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas. Los sacó y les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa."

¿Qué debe hacer una persona para ser salva? Debe creer en el Señor Jesucristo. ¿Podría creer uno por otro miembro de su familia o por alguna otra persona? No. Debía creer en el Señor Jesucristo, y sería salva; y si su familia creía en el Señor Jesucristo, ellos también serían salvos. Ese es el significado aquí. Ahora, los versículos 32 y 33, continúan diciéndonos:

"Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas, y en seguida se bautizó con todos los suyos."

¡Qué diferencia! Él había causado las heridas de estos hombres. Pero entonces, les lavó las heridas. Era un hombre totalmente transformado. Continuemos con el versículo 34:

"Luego los llevó a su casa, les puso la mesa y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios."

En una sola noche fueron azotados, arrojados en la cárcel, liberados por la intervención directa de Dios y, finalmente, agasajados en la casa de estos alegres recién convertidos a Cristo. Continuemos leyendo los versículos 35 y 36:

"Cuando fue de día, los magistrados enviaron guardias a decir: Suelta a esos hombres. El carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid y marchaos en paz."

Esta acción se debió a que ellos se dieron cuenta de que lo que habían hecho era ilegal. Y en consecuencia estaban ordenando soltar a los presos para que se fuesen en paz. Sin embargo, Pablo elevó una objeción. Dijo que no saldría bajo tales circunstancias. Leamos los versículos 37 hasta el 40 de este capítulo 16 de los Hechos:

"Pero Pablo le dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial y siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos liberan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos. Los guardias hicieron saber estas palabras a los magistrados, los cuales tuvieron miedo al oír que eran romanos. Fueron y se excusaron; los sacaron y les pidieron que salieran de la ciudad. Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia y, habiendo visto a los hermanos, los consolaron y se fueron."

Observemos que Pablo objetó al hecho de que estos magistrados quisieran sacarles encubiertamente, después de haberles azotado públicamente sin sentencia judicial, a pesar de ser ciudadanos romanos, lo cual era ilegal. Y entonces, al oír esto los magistrados, dice aquí el versículo 38, "tuvieron miedo al oír que eran romanos". De modo que decidieron venir y les rogaron que salieran y se fueran de la ciudad. Ellos entonces, saliendo de la cárcel, entraron en la casa de Lidia y después de ver a los hermanos, los consolaron y se fueron. Por supuesto, la insistencia de Pablo en un reconocimiento público de sus inocencia se debió a su intención de proteger a los nuevos creyentes, quienes quedarían en Filipos después de su partida.

Y así concluye el capítulo 16 de este libro de los Hechos de los Apóstoles. Llegamos así a

Hechos 17

En este capítulo el tema principal es la continuación del segundo viaje misionero de Pablo. Estamos acompañando a Pablo en su segundo viaje misionero por Tesalónica, Berea y Atenas. Vimos en el capítulo 16 que Pablo había entrado por primera vez al continente europeo, lo cual constituyó un paso memorable, significativo y revolucionario. Llevó el evangelio a los antepasados de muchos de nosotros. Ahora, no podemos alegar ser superiores a otros. En realidad, Dios escoge lo que el mundo considera débil simplemente para que mundo sepa que todo lo que Él hace se debe a Su soberana gracia y no a ningún mérito humano. Y le damos gracias a Dios por enviar el evangelio a Europa.

Vimos que Pablo fue primero a la ciudad de Filipos y que allí le trataron muy mal. Sin embargo, en aquel pueblo se pudo establecer una pequeña Iglesia. Cuando estudiemos la carta que Pablo escribió a esa Iglesia, veremos que fue la Iglesia más cercana al corazón del apóstol Pablo que cualquier otra Iglesia, o cualquier otro grupo de creyentes.

Y así, pues, continuó su viaje misionero. Esperamos que usted lo esté siguiendo en su mapa como le hemos sugerido. Y notará que Pablo fue a Tesalónica y a Berea, aún viajando hacia el oeste, a Macedonia, y después en dirección al sur, a Atenas. Tesalónica fue pues, su próxima parada importante en su actividad misionera. Comencemos leyendo el versículo 1 de este capítulo 17 de los Hechos, para ver

El ministerio de Pablo en Tesalónica

"Pasando por Anfípolis y Apolonia llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos."

Ahora, como hemos destacado anteriormente, Pablo acostumbraba a usar la sinagoga como un punto de partida para introducirse a la vida de la ciudad, o de la comunidad. Esto le conducía a relacionarse con los judíos devotos de la ciudad, y algunos de esos judíos creerían. Nunca sucedió que todos creyeran, pero, siempre hubo algunos que sí creyeron. El hecho fue que la mayoría de ellos le rechazaría, y esto le impulsaría a dirigirse a los no judíos. Entonces, algunos de los gentiles también creerían. Y ésta fue la manera como una iglesia comenzaría a existir. Una iglesia local integrada por judíos y gentiles.

Anfípolis también fue llamada "Nueve Caminos", y este nombre sugiere su importancia estratégica y comercial. La mayoría de las ciudades se edifican sobre un modelo cuadrado; pero esta ciudad había sido construida como una edificación redonda, y el muro alrededor de ella era también redondo. Anfípolis pues, era un punto importante en la Vía Ignacia, un camino romano que era la vía pública prominente que pasaba por aquella región. Por este camino, Helesponto quedaba a unos 800 kilómetros de Dyrrhachum en el mar Adriático. Ésta sería la carretera utilizada por el ejército romano. Por esta ruta viajaban también los comerciantes. Y ahora, venían algunos misioneros que iban de camino a Tesalónica. Y Apolonia era otro pueblo importante en esta misma Vía Ignacia.

Tesalónica, por su parte, estaba situada a unos 61 kilómetros al oeste de Apolonia en la vía Ignacia. Quedaba en el interior pero era en realidad un puerto marítimo porque desde allí salían tres ríos que desembocaban en el mar. Era una ciudad importante de aquel entonces; otra colonia romana. Casandro, un rey macedonio, la re-edificó alrededor del año 315 A.C. y le dio el nombre de Tesalónica, en honor a la hermanastra de Alejandro Magno. El nombre anterior de Tesalónica era Terme, debido a que había allí fuentes de aguas termales. Ahora, Casandro fue uno de los generales de Alejandro Magno, y él se hizo cargo del gobierno de aquella región, después de la muerte de Alejandro. Sin embargo, en los tiempos de Pablo, la ciudad ya era una colonia romana.

En este programa hemos considerado el extraordinario suceso de la cárcel de Filipos, que condujo a la conversión del carcelero y su familia. Recordamos la gran pregunta de aquel carcelero: "¿Qué debo hacer para ser salvo? Ante el fracaso humano cuando todo lo que nos rodea se derrumba, y ante la posibilidad de dejar esta tierra, pasar a la eternidad y enfrentarse con las consecuencias de una falta de relación con Dios, ésta es la pregunta que se han formulado millones de personas a través de los siglos. Estimado oyente, la respuesta continúa siendo la misma que San Pablo pronunció en aquella ocasión. "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo".

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