Estudio bíblico de 2 Samuel 21:22-23:8

2 Samuel 22:1-23:8

En nuestro programa anterior, estuvimos considerando la continua guerra que David tuvo con los filisteos. Y vimos que Isbi-benob, uno de los gigantes, había atacado a David y trató de matarlo. Pero vimos que Abisai, llegó en su ayuda y mató al filisteo. Ahora, ésa fue una experiencia rara para David. Los líderes de Israel, pues, al ver que David era ya demasiado mayor para participar en la batalla le dijeron que se le necesitaba más en casa, que en el campo de batalla. Y entonces se desarrolló una gran batalla y Dios dio la victoria a Israel. Ahora, el capítulo 21 concluye diciéndonos que los cuatro gigantes que se mencionan, eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales fueron vencidos por David y sus siervos. Ahora, al término de nuestro programa anterior, dijimos que el gigante, del cual habla el versículo 22 era Goliat, a quien David había vencido cuando era joven.

Usted recordará que, siendo joven, cuando David salió a pelear contra Goliat llevaba consigo su honda y cinco piedras lisas. Ahora, hemos oído decir que David creía que tal vez pensó que fallaría la primera vez, y que por eso llevaba consigo algunas piedras de reserva. Pero, en realidad, David no tuvo intención de llevar reserva alguna. La evidencia de eso se encuentra aquí en el capítulo 21 de este Segundo libro de Samuel. Goliat tenía cuatro hijos, los cuales eran parte del ejército de los filisteos. Y David sabía que cuando matara al gigante, sus cuatro hijos podrían salir para pelear contra él. Pues bien, David no mató a los cuatro hijos de Goliat cuando mató a su padre. Pero los mató años más tarde, según vemos aquí en este versículo 22 del capítulo 21 de Segundo libro de Samuel. Por lo tanto, Goliat y sus hijos ahora estaban muertos. Y una vez más vemos que Dios había librado a David de sus enemigos.

En este capítulo tenemos

La canción de liberación de David

que él entonó después de que Dios lo había librado de todos sus enemigos. Es casi idéntica al Salmo 18. Leamos el primer versículo de este capítulo 22 del Segundo libro de Samuel:

"Dirigió David al Señor las palabras de este cántico el día que el Señor lo libró de manos de Saúl y de todos sus enemigos."

Al parecer, ésta fue una canción que David escribió al final de su vida. Al reflexionar sobre su vida, pudo darse cuenta de cómo la mano de Dios había actuado, conduciéndole hasta la época de su vejez. Creemos también, que en ese tiempo David escribió el Salmo 23, porque en esta hora de su vida le fue posible decir: "El Señor es mi pastor, nada me faltará". El apóstol Pablo escribiendo su carta a los Filipenses, lo expresaría de esta manera, en el capítulo 1 de esa carta versículo 6:"estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de en que Jesucristo regrese". Estimado oyente, Dios le ha traído a usted hasta este momento. No vaya usted a creer que ahora Él le va a abandonar y a dejar solo. En el caso de David, el amante cuidado de Dios con él en el pasado, le infundía confianza para el futuro. Y dijo David, aquí en los versículos 2 y 3 de este capítulo 22 del Segundo libro de Samuel:

"Dijo: El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; Mi Dios, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio, mi salvador. De violencia me libraste."

Consideremos por unos momentos estas palabras: "El Señor es mi roca". Ahora, una roca es un lugar sobre el cual uno puede descansar. Y Cristo es la roca de nuestra salvación. Él es el fundamento. Descansamos sobre Él. ". . . y mi fortaleza", dice David. Él es también nuestra protección en la vida. ". . . y mi libertador". Es decir que, nos libertará en la hora de la tentación. "Dios mío, fortaleza mía. . ." dice David. El Señor no es solamente la Roca, sino también el Dios de mi roca, es mi fortaleza, es decir, mi fe. Él es el objeto de mi fe. Y además añade, ". . . en él confiaré. Mi escudo". Y esto quiere decir, estimado oyente, que Dios me protege del enemigo. David dice también que Dios es ". . . el fuerte de mi salvación". Es en Él, en quien me apoyo para la salvación. Él es "mi alto refugio". Allí es donde voy para mirar la tierra. Dios es mi visión, mi refugio, y mi Salvador. Él es el que me libra de la violencia.

Nos encontramos en una época en la que casi todo es manejado por computadoras y por la alta tecnología. Vivimos en una edad científica. ¿Dónde ha quedado la contemplación admirativa de las obras de Dios en la naturaleza y en las vidas de las personas? ¿Queda aún lugar para una visión espiritual profunda de nosotros mismos y la vida humana? Cuán monótona es la existencia cuando Dios es excluido de ella. David reconoció a Dios en todas las experiencias de su vida y la expresión poética de su gratitud constituye una obra maestra de la literatura. Y pasando ahora al versículo 36 de este capítulo 22 del Segundo libro de Samuel, leemos lo que David dijo después:

"Me diste el escudo de tu salvación, y tu benignidad me ha engrandecido."

David era un hombre duro y tosco. Era impulsivo. Pero Dios es benigno, y el amor de David por Dios, y su asociación con Dios lo había apaciguado. Había hecho de David un hombre bondadoso. Dijo David, "Y tu benignidad me ha engrandecido". Estimado oyente, necesitamos asociarnos de una manera más estrecha con Dios. ¡Cuánto necesitamos de Dios en esta hora de la historia en la que vivimos! Éste es un gran Salmo, y maravilloso, como los demás. Los Salmos abren el corazón. Abren la mente. Abren la vida. Nos permiten vivir de verdad.

Oímos tanto hoy en día, en cuanto a las personas que quieren vivir. Hoy tenemos abundancia de comodidades y toda clase de artilugios. Muchos se están criando en hogares caracterizados por la prosperidad. Sin embargo, tenemos el caso de muchos que se apartan de todo ese ambiente, para vivir una vida de vagabundos. Dicen que es porque quieren vivir realmente. Buscan una forma auténtica de disfrutar de la vida. Estimado oyente, la prosperidad y comodidades materiales, de por sí, no pueden conducirnos a "vivir" realmente, en forma que satisfaga nuestro espíritu. Pero, por otra parte, tampoco lo puede hacer el simple hecho de apartarnos de todo vínculo con posesiones materiales, ni tampoco el arrojar por la borda todas las limitaciones que Dios como creador nos ha impuesto para nuestro bien. Es sólo cuando establecemos una relación correcta con Dios, que nos es posible vivir la vida en toda su plenitud. El capítulo 22 de este Segundo libro de Samuel, es un gran Salmo, que David escribió al dirigir una mirada retrospectiva sobre su vida. Cuando lleguemos al Salmo 23 podremos ver que ese Salmo no fue escrito por un joven falto de juicio e inmaduro, que en verdad no sabía qué era la vida. Tampoco fue escrito por un hombre de edad madura que aspiraba llegar al apogeo del negocio o de la política. No fue escrito por alguien que quería ser famoso. El Salmo 23, estimado oyente, fue escrito por un anciano rey que reflexionó sobre su vida y que pudo ver la mano de Dios actuando en ella. David era un hombre que había probado de todo lo que el mundo de su tiempo podía ofrecer Y la conclusión de David fue que su experiencia más maravillosa había sido comprobar que: "El Señor era su pastor, y que nada le faltaría."

Es maravilloso tener un pastor como el Señor. A propósito, ¿qué clase de pastor tiene usted hoy? ¿Ha encontrado una satisfacción verdadera que sea duradera? ¿Está acaso tratando de dilatar su mente o experimentar con su cuerpo para vivir sensaciones excitantes mediante las drogas? Por otra parte, son multitudes los que están hallando una relación personal con Jesucristo mediante la Palabra de Dios. Están descubriendo algo muy maravilloso, algo que en realidad vale la pena vivir. David encontró esto también. Y en el Salmo 42, versículo 1, expresó lo siguiente: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía". Esta hermosa canción de alabanza que hemos considerado es más que una gran obra literaria, porque abre frente a nosotros un panorama que, espiritualmente hablando, resulta más atractivo que un atardecer o que la majestuosa salida de la luna. Porque describe la hermosa relación de un ser humano con el Dios todopoderoso.

Pasemos entonces a

2 Samuel 23:1-8

Este capítulo contiene las últimas palabras de David y menciona a los hombres valientes que le rodearon. Luego, este capítulo termina con una lista de los valientes de David. No los consideramos a todos en detalle porque esta sección es repetida en el primer libro de Crónicas, donde se nos da más detalle en cuanto a estos hombres. Sin embargo, hay algunas cosas que deseamos considerar en este capítulo. Comencemos, pues, leyendo el primer versículo de este capítulo 23 del Segundo libro de Samuel:

"Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel"

David era hijo de Isaí. Isaí era campesino en Belén. David nunca se avergonzó de ello. Y Dios lo exaltó. Dios le puso entre los grandes hombres del mundo. David fue el "ungido del Dios de Jacob". El mismo Dios que tomó a aquel astuto y confabulador Jacob y lo transformó en Israel, príncipe de Dios, fue el mismo Dios que tomó a David y lo puso en el trono. Es el mismo Dios que me salvó a mí, y el mismo Dios que le ha salvado a usted, estimado oyente. Él es bondadoso, bueno, y amante.

David también era el dulce cantor de Israel. Era músico. Escribió música, la interpretó y le encantaba escuchar la música. El Segundo Libro de Samuel podría ser llamado la autobiografía de David. Leamos ahora, el versículo 2 de este capítulo 23 del Segundo libro de Samuel:

"El espíritu del Señor habla por mí, su palabra está en mi lengua."

El Espíritu de Dios vino sobre David, y fue justamente por eso que David escribió los Salmos. El apóstol Pedro nos dijo que así también fue como se escribió todo el Antiguo Testamento. En su segunda carta, capítulo 1, versículos 20 y 21 dijo el apóstol: "Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo". Volviendo ahora al capítulo 23 del Segundo libro de Samuel, leamos el versículo 3:

"El Dios de Israel ha hablado, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios."

Es obvio que las decisiones tomadas por las naciones en la actualidad, no son hechas en el temor de Dios. Y son hechas muchas veces con el propósito de aumentar la popularidad entre los votantes. Por eso, no se hace ningún esfuerzo para agradar a Dios, sino más bien para agradar a los votantes o al sector que tenga las riendas del poder.

Leamos ahora el versículo 4 de este capítulo 23 del Segundo libro de Samuel. Dijo David:

"Será como la luz matinal, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra."

Ésta es una de las declaraciones más extraordinarias que David jamás hiciera. Recordemos que dijimos que el capítulo 7 de este Segundo libro de Samuel, es uno de los más grandes capítulos de la Biblia. En el capítulo 7 Dios hizo un pacto con David, sobre el cual el futuro reino de Cristo iba a ser fundado, proveyó para David la promesa de posteridad en su casa; un trono real de autoridad, y un reino en la tierra establecido para siempre. Dios prometió que el Mesías vendría del linaje de David. Era el mismo que le había sido prometido a Eva en el huerto de Edén. Era el mismo que le fue prometido a Abraham, a Isaac, y a Jacob. Él era aquel de quien Moisés habló. Y Josué también habló de Él, y ahora encontramos que hizo un pacto con David. Y leemos en el versículo 5 que dice David:

"Por eso mi casa está firme en Dios; pues ha hecho conmigo un pacto eterno, bien ordenado en todo y bien seguro, aunque todavía no haya hecho él florecer toda mi salvación y mi deseo."

Lo que David está diciendo es simplemente lo siguiente: "Mi casa no es digna de esto. No lo recibimos por mérito propio alguno. Él no hizo este pacto por ser yo quien soy". Si David hubiera recibido lo que justamente merecía, Dios nunca habría hecho un pacto con él. Dios tampoco nos salva a nosotros, estimado oyente, en base a nuestro propio mérito. Dios hizo un pacto eterno con David. Dios ha hecho un pacto con nosotros también, que está registrado en el capítulo 3 del evangelio según San Juan, versículo 16, el Señor Jesucristo nos dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Ahora, yo me apoyo en ese pacto. Dios ha hecho ese pacto. Yo nunca le pedí que lo hiciera. Él no lo hizo impulsado por que nosotros seamos quienes somos. Él no esperaba que como seres humanos le hiciéramos una sugerencia. Él lo hizo hace más de 2000 años. Dijo: "Aquí lo tienen; acéptenlo o rechácenlo". Por cierto, yo lo acepto, me apoyo en él. David dijo que Su pacto fue "ordenado en todo, y bien seguro". Estimado oyente, se puede contar con Dios. David dijo que era "mi salvación y mi deseo". Pues bien, el pacto de Dios conmigo es mi salvación. Es lo que deseo. Debe ser el anhelo del corazón de todo creyente, siguiendo la expresión de David, "aunque todavía no la haya hecho él florecer."

Ahora, los versículos 6 y 7 presentan como contraste lo que les espera a los impíos, aquellos que no quieren entrar en ningún pacto con Dios. Leamos estos versículos 6 y 7 del capítulo 23 del Segundo libro de Samuel:

"Pero todos los malvados serán como espinos arrancados, que nadie recoge con la mano; quien quiere tocarlos, se arma de un hierro o del asta de una lanza, y son allí mismo consumidos por el fuego."

A continuación se incluye la lista de

Los valientes de David

Y tal como lo mencionamos antes, no vamos a entrar en un estudio detallado de estos valientes, porque lo haremos en nuestro estudio del capítulo 11 del Primer libro de Crónicas. Leamos, pues el versículo 8:

"Estos son los nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet, el tacmonita, el principal de los capitanes, que era Adino, el eznita, quien mató a ochocientos hombres en una ocasión."

Recordemos que estos hombres se unieron a David durante el tiempo de su exilio. Cuando David era acosado por Saúl, y había sido expulsado, siendo perseguido como un animal; y tuvo que esconderse en las cuevas de la tierra. Fue durante este tiempo en el que aquellos que se hallaban en angustia se acercaron a David. Eran hombres perseguidos y oprimidos por Saúl, y abrazaron la causa de David. También vinieron otros que habían contraído deudas que no podían pagar, que estaban descontentos, y aquellos que estaban con el ánimo quebrantado.

Así también es como los seres humanos vienen a Cristo. Muchos oyentes que han venido a Cristo, se hallaban oprimidos por las dificultades, según lo que entendemos por las cartas que nos escriben. Nos cuentan de sus experiencias con el Señor. Vinieron a Cristo sintiendo el peso de sus deudas del pecado, y Él canceló esas deudas. Dios cancela nuestras deudas de pecado cuando venimos a Él, con lo cual establecemos una relación con Dios. Estimado oyente, si usted se encuentra satisfecho por estar viviendo una vida de plenitud interior, de realización personal, supongo que no tengo ningún mensaje para usted. Pero si usted, al ser consciente de su lejanía con respecto a Dios, y de ese espacio vacío en su alma que nada ni nadie puede llenar, y que transmite un descontento general a todas las áreas de su vida, le invitamos a apropiarse de la salvación, de la vida eterna que el Señor Jesucristo ofrece. Será ésta la única manera en que pueda usted disfrutar de esa relación de compañerismo con Dios, por medio Su Espíritu, entonces se removerá todo sentimiento de culpa. Entonces vivirá como una experiencia propia las palabras que Jesucristo mismo pronunció en Juan 7, Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.

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