Estudio bíblico de Isaías 38:1-39:8

Isaías 38 y 39

Regresamos hoy, amigo oyente, al Libro profético de Isaías. Y llegamos ahora al capítulo 38, y aquí leemos acerca de la enfermedad del rey Ezequías, así como de su oración y sanidad. Debemos recordar que mientras el rey se encontraba acosado por el peligro del ejército Asirio, estaba gravemente enfermo. Su liberación de la muerte debe haber tenido lugar antes de la destrucción del ejército Asirio. Ezequías reinó durante 29 años. Reinó por 15 años después de su sanidad, de manera que su enfermedad tuvo lugar en el año 14 de su reinado, y se nos dice que Senaquerib vino contra Jerusalén en el año 14 del reinado de Ezequías (ver Isaías 36:1). Así que todo esto sucedió en el mismo año; nos referimos a la enfermedad de Ezequías y al sitio de Jerusalén por parte de los Asirios.

Leamos entonces el versículo 1 de este capítulo 38 de Isaías, que encabeza el párrafo que nos expone:

La enfermedad de Ezequías cuando se le dijo que iba a morir

"En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y el profeta Isaías hijo de Amoz, vino a él y le dijo: Esto dice el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás."

Es interesante ver la forma en que comienza este capítulo. Hemos mencionado que la expresión "en aquel día" es una expresión técnica que nos habla de los días de la tribulación y del reino. Este versículo no comienza diciendo "en aquel día" sino diciendo "en aquellos días". ¿A qué días se refería Isaías? Estaba hablando de aquellos días en los que vivió Ezequías. Él estaba enfermo de muerte. Le había aparecido una llaga en su cuerpo y su estado era de extrema gravedad. Y además, estaba siendo acosado por los Asirios. Algunos creen que la llaga de Ezequías era cáncer, lepra o una enfermedad similar. En cualquier caso, se trataba de una enfermedad terminal, así que la hora de su muerte había llegado.

La sentencia de muerte le fue comunicada a Ezequías por Isaías. Ahora, es cierto que sobre cada uno de nosotros pesa una sentencia de muerte, aunque no sabemos el día ni la hora en que se cumplirá. Pero, como dice Hebreos 9:27, que "está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio",. Ésta es una fecha divina. Si cada uno de nosotros supiera el momento exacto, nuestro estilo de vida cambiaría.

El Dr. McGee dijo que cuando él tuvo su experiencia con la enfermedad del cáncer, y cuando su médico le informó francamente que él pensaba que sólo le quedaban unos tres meses de vida, fue consciente de cómo ciertas cosas perdían repentinamente su importancia. Una de esas cosas fue su casa, y pensó que sólo viviría en ella unas pocas semanas más, así que perdió la importancia que él le daba. Pero el lugar al cual él iba a ir se convirtió en algo importante. Pero Dios, por cierto, tenía otros planes para él, por lo cual él se sentía muy agradecido. Y le daba gracias a Dios por cada nuevo día que el Señor le concedía.

Ahora, ¿qué fue lo que hizo este hombre Ezequías, al ser confrontado con la muerte? Leamos el versículo 2:

"Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared e hizo oración al Señor"

Ya hemos visto anteriormente a Ezequías en oración cuando expuso la carta del rey Asirio Senaquerib ante en Señor. Continuemos leyendo el versículo 3:

"Y dijo: Señor, te ruego que recuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías amargamente."

En una ocasión como ésta es lógico que un hombre llore. El autor de estos estudios manifestó que él lloró cuando se enteró que iba a morir. Pero Ezequías también oró basándose en lo que había sido su vida. Este hombre tenía una buena reputación ante Dios y en aquellos tiempos, bajo la ley de Moisés, ésta era una forma apropiada de actuar. El segundo libro de los Reyes, capítulo 18, versículo 5, nos dijo de Ezequías: "En el Señor, Dios de Israel, puso su esperanza. Entre todos los reyes de Judá no hubo otro como él, antes ni después". Ezequías fue un hombre sobresaliente. Y no estaba presumiendo cuando oró de esa manera.

Leamos ahora los versículos 4 y 5, donde el rey recibió:

La promesa de sanidad - el milagro del reloj de sol

"Entonces vino palabra del Señor a Isaías, diciendo: Ve y dile a Ezequías: El Señor, Dios de tu padre David, dice así: He oído tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años."

Dios escuchó y respondió a su oración, y prolongó su vida quince años más. Lo hizo, no por causa de Ezequías, sino por causa de David.

Bueno, ésa no es la base sobre la cual Dios escucha y contesta nuestras oraciones en el presente. Nuestras oraciones son escuchadas por causa del hijo más importante de David, el Señor Jesucristo. él dijo lo siguiente en el capítulo 16, del evangelio según San Juan, versículos 23 y 24: "En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido". En el día de hoy usted y yo podemos acudir a Dios con nuestro pedido en el nombre de Cristo. Orar en el nombre de Cristo quiere decir que usted está unido a Cristo, y que usted está orando para que Su voluntad sea hecha. Significa que nuestro pedido es para agradarle a Él. A veces Él sanará y otras veces no lo hará. Dios es el que decide. Leamos ahora el versículo 6 de este capítulo 38 de Isaías:

"Te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé."

Dios unió la liberación de la ciudad de Jerusalén con la liberación de Ezequías de la muerte. Es decir que la respuesta de Dios a un pedido del creyente, le anima a éste porque también responderá a otros pedidos. Continuemos leyendo los versículos 7 y 8:

"Esto te será por señal de parte del Señor, que el Señor hará esto que ha dicho: He aquí, yo haré regresar la sombra diez grados más de los grados que ya ha descendido en el reloj de Acaz. Y volvió el sol diez grados atrás, sobre los cuales ya había descendido."

En aquel día Dios le dio a Ezequías una señal, que indicaba que Él respondería su oración. Otra versión traduce este versículo de la siguiente manera: "Haré que en la escalera de Acaz la sombra del sol retroceda las diez gradas que ya ha bajado. Y la luz del sol retrocedió las diez gradas que ya había bajado". La palabra "grados" también puede traducirse como "gradas" o peldaños de una escalera. Un investigador Bíblico escribió lo siguiente: "Podemos transportarnos con el espíritu al palacio de Ezequías, y a su habitación privada. Allí yace el rey postrado en su lecho, pero con su rostro ya no se haya dirigido hacia la pared, sino que la alegría y la esperanza brillan en sus ojos a medida que mira por la ventana hacia los jardines, en medio de los cuales, en un lugar prominente se destaca un obelisco, o una columna, con una sería de escalones que ascienden hacia ella, y al menos diez de ellos se encuentran en la sombra de la columna; porque la luz del sol ha descendido tanto como para arrojar la sombra sobre ese número de escalones. Pero al mirar otra vez ve que los escalones que una vez estuvieron bajo la sombra están ahora bajo la luz brillante del sol. Y ésta era la señal que el rey había pedido".

Leamos ahora el versículo 9, que presenta el:

Poema de alabanza de Ezequías

"Escrito de Ezequías, rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad"

Los versículos siguientes constituyen una buena tesis sobre la muerte, escrita por alguien que estaba muy cerca de ella. Muchos creen que Ezequías compuso el Salmo 116 en esos días.

Ahora surge la pregunta: ¿Estuvo Ezequías acertado al pedir a Dios que prolongara su vida? Continuemos leyendo el versículo 20 de Isaías 38:

"¡El Señor me salva! Por eso tocaremos nuestros instrumentos y cantaremos en la casa del Señor todos los días de nuestra vida."

En ese momento brotó la alabanza en el corazón de Ezequías. Su canción de alabanza fue evidentemente preparada musicalmente para ser interpretada.

Sin embargo, después de esta experiencia, Ezequías se convirtió en un hombre orgulloso y arrogante. En el Segundo Libro de Crónicas, que constituye el punto de vista de Dios sobre la historia, en el capítulo 32, versículo 25 leemos lo siguiente: "Pero Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, por lo cual vino la ira contra él, contra Judá y Jerusalén". Aquí tenemos evidencia del hecho de que quizá él no debía haber pedido que se le prolongara la vida, porque ello dio entrada al orgullo en su vida.

Después de haber experimentado un milagro como el de Ezequías, existe el peligro de alejarse del Señor. Uno creería que tal experiencia le acercaría más a Él, pero aunque no lo parezca, existe el grave peligro de apartarse de Él.

¿Fue correcto por su parte pedirle a Dios que prolongara su vida? ¿No tendría que haber aceptado su muerte cuando le llegó la hora? Y hay otra razón que nos lleva a creer que él tendría que haber muerto cuando se encontraba gravemente enfermo. Manasés, su hijo, ascendió al trono cuando tenía solamente doce años de edad, lo cual quiere decir que Manasés nació después de la enfermedad de Ezequías. ¿Qué podemos decir acerca de Manasés? Que él llegó a ser el peor rey que tuvo cualquiera de los dos reinos. Consideramos a Manasés peor que Acab y Jezabel juntos. Y creemos que fue durante su reino que se apartó del pueblo la gloria Shekinah, símbolo de la presencia de Dios. Si no se apartó durante su reinado, no encontramos ninguna razón para que se apartara más tarde. Manasés se pareció mucho al Anticristo, el llamado por San Pablo el "hombre de pecado", cuya aparición tendrá lugar en el futuro.

En el próximo capítulo veremos que Ezequías se comportó de manera insensata después de su experiencia de sanidad.

Ahora, ¿cómo sanó Dios a Ezequías? ¿Le dijo a Isaías que orara sobre él? ¿Puso el profeta sus manos sobre él con tanta fuerza que éste cayó de espaldas? No, no ocurrió de esa manera. Notemos lo que Isaías dijo que se debería hacer. Leamos el versículo 21:

"Y había dicho Isaías: Tomen una masa de higos y pónganla en la llaga, y sanará."

Santiago dijo que se podían hacer dos cosas. En su capítulo 5:14, dijo que los ancianos de la iglesia podían ir y ungir a la persona con aceite en el nombre del Señor, y ese ungimiento no era ceremonial. Tenía, además, propiedades medicinales. Y los ancianos tenían que orar por aquel que estaba enfermo. De estos dos casos, el de Ezequías y el relatado por el apóstol Santiago, es apropiado deducir que cuando uno está enfermo, en primer lugar debe orar y acudir al médico. Dios espera que seamos sensatos. Y Dios, en su soberanía, actuará utilizando los medios que Él quiera. Y ahora llegamos al:

Capítulo 39

Continúa hablando sobre Ezequías y Babilonia. La transferencia del enemigo de Asiria a Babilonia es una de las características destacadas de esta sección. En ese tiempo Babilonia era una ciudad combatiente a orillas del río Éufrates, incapaz de vencer a Asiria. Sin embargo, Babilonia habría de convertirse, en los tiempos de predominio de los no judíos, en la gran cabeza de oro de la estatua mencionada en el libro de Daniel. Y ese hecho hace de éste un capítulo significativo.

Este capítulo revela el grave error de la vida de Ezequías, así como su fragilidad humana y su debilidad. Es después de la hora de un gran triunfo espiritual, cuando tienen lugar nuestras peores derrotas.

Leamos el primer versículo de este capítulo 3 de Isaías, que comienza el relato de cuando:

Ezequías recibió a la embajada de Babilonia

"En aquel tiempo, Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías, porque supo que había estado enfermo y que se había restablecido."

Merodac-baladán, fue un personaje que para nosotros carece de significado, aunque su nombre está lleno de significado. Merodac significa el "rebelde" y baladán, significa: "No del Señor". Detrás de este rey, como antepasado, por supuesto, estaba Nimrod, fundador de Babilonia y Satanás, que es el verdadero rebelde contra Dios, y el "dios de este mundo."

Estos embajadores trajeron una carta que halagó a Ezequías. Y en el versículo 2, del capítulo 39, leemos:

"Se regocijó con ellos Ezequías y les mostró la casa de su tesoro: la plata y el oro, las especias, los ungüentos preciosos, toda su casa de armas y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo cosa en su casa y en todos sus dominios que Ezequías no les mostrara."

En ese momento Ezequías no había perdido muchas de las riquezas que los reyes Salomón y David habían reunido. Y cometió el error de mostrar a los visitantes el oro y la plata que poseía, porque era inmensamente rico. En el Segundo Libro de Crónicas, capítulo 32, versículo 27 y 28, se nos dice: "Ezequías tuvo riquezas y gloria, muchas en gran manera; y adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos, y toda clase de joyas deseables. Asimismo hizo depósitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos para toda clase de bestias, y apriscos para los ganados."

Es interesante ver cómo recibió Ezequías a los embajadores de Babilonia. Ellos le trajeron un regalo y una carta deseándole que se mejorara de parte del rey. En vez de tomar esa carta y abrirla ante el Señor, como había hecho con la carta enviada por los Asirios, la puso a un lado. Ellos le habían halagado y así él otorgó a los visitantes el trato de personas importantes. Les condujo en un recorrido de la ciudad de Jerusalén. Salomón había acaparado el mercado mundial del oro, y había hecho lo mismo con algunos otros productos. Todo ello estaba guardado en Jerusalén. Ezequías, en su insensatez, mostró a sus visitantes estas grandes riquezas, y ellos regresaron a su rey, contándole lo que habían visto y diciéndole que cuando él se encontrara lo suficientemente fuerte, podría obtener todo aquel oro, plata y alhajas que necesitaría para mantener la guerra.

Ezequías, como ya hemos dicho, cometió un enorme error e Isaías oyó hablar de lo que él había hecho. Dice el versículo 3 de este capítulo 39:

"Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías y le dijo: ¿Qué dicen estos hombres y de dónde han venido a ti? Ezequías respondió: De tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia."

Ezequías creía haber realizado una gran acción diplomática, pero el profeta Isaías reconoció el peligro. Dice el versículo 4:

"Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto; ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado."

Ezequías había cometido una verdadera locura. Dicen los versículos 5 al 7:

"Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra del Señor de los ejércitos: 6He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice el Señor. De tus hijos que saldrán de ti y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia."

O sea que Ezequías, con su insensatez, hizo el ridículo. Nunca debería haber mostrado sus tesoros a extranjeros. La profecía de Isaías se cumplió literalmente (ver 2 reyes 24 y 25, y Daniel 1). Finalmente, leamos el versículo 8:

"Y dijo Ezequías a Isaías: La palabra del Señor que has hablado es buena. Y añadió: A lo menos, haya paz y seguridad en mis días."

La respuesta de Ezequías al profeta Isaías fue muy extraña. Fue como si hubiera dicho: "Bueno, me alegro que esta profecía no se va a cumplir en mi tiempo". O sea, que se sintió agradecido de que esos eventos no ocurrirían en sus días pero ¿qué les sucedería a sus hijos, nietos y demás descendientes? Porque esas desgracias se cumplirían literalmente en el tiempo de vida de ellos. Durante esos años ocurrieron tres cosas terribles.

Este capítulo concluye la sección histórica del libro de Isaías. Y constituye una seria advertencia para aquellos que pretenden conducir su vida por senderos ajenos a la Voluntad de Dios.

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