Estudio bíblico de Hebreos 11:3-6

Hebreos 11:3-6

Regresamos hoy, amigo oyente, a este maravilloso capítulo 11 de la epístola a los Hebreos, un capítulo que muchos llaman: "el catálogo de los héroes de la fe", y nosotros quisiéramos examinar lo que la fe ha hecho en la vida de los hombres y mujeres en todos los tiempos y bajo todas las circunstancias; desde las puertas mismas del jardín del Edén hasta el momento presente. Este capítulo nos animará a vivir por la fe.

Hoy vamos a continuar considerando los versículos 3 y 4, de este capítulo 11, de la epístola a los Hebreos. Llegamos ahora al momento de considerar la fe de los individuos. Queremos presentar aquí una cita del Dr. Campbell Morgan que consideramos oportuna en este punto. Él dijo: "La vida debe ser controlada por le fe y no por la duda; tiene que estar iluminada siempre por la esperanza, y no oscurecida por la desesperación, y en su actividad el amor tiene que ser practicado en la comunión y el compañerismo". Vamos a ver esto ilustrado aquí al considerar las vidas de estas personas. La fe no es una joya, como un diamante, que uno coloca en un estuche y lo contempla. Estas es la razón por la cual no queremos llamar a este capítulo un catálogo de los héroes de la fe. Estos fueron hombres y mujeres que actuaron en la vida diaria, es decir que la fe estuvo operativa en sus vidas. La fe, por tanto, no es algo que uno exhibe en una vitrina. La fe se apoya en la Palabra de Dios.

En este capítulo se nos presenta la experiencia de tres individuos que vivieron antes del diluvio, los llamaríamos antediluvianos. Uno de ellos incluso vivió durante el diluvio y después de él. Abel fue el primero, y en él podemos ver el camino o la vida de fe. Después, en Enoc, vemos el andar de la fe y en Noé, tenemos el "testigo" de la fe. Estos hombres vivieron antes del diluvio, y la fe ya estaba operativa en aquellos tiempos. Estos hombres caminaron por fe, vivieron por fe y fueron salvos por fe. Llegamos así a la experiencia de:

La fe de Abel

Con Abel, de una vez y para siempre, Dios estableció el principio, de que los hombres deben acercarse a Él sobre una sola base: por la fe, y que la salvación se obtendrá por la fe en Cristo. No sólo Abraham vio el día de Cristo y se alegró, sino también Abel. Leamos el versículo 4 de este capítulo 11 de Hebreos:

"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella."

Queremos retroceder al libro de Génesis, a la historia de aquellos dos jóvenes, Caín y Abel. Deseamos ver simplemente que era lo que tenía Abel y que Caín no tenía. ¿Cuál era la diferencia entre aquellos dos jóvenes?

En el libro de Génesis 4:1 leemos: "1Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad del Señor he adquirido un varón". Ahora, lo que ella dijo en realidad fue: "Del Señor he adquirido el varón". Ahora, ¿de qué varón estaba ella hablando? Bueno, Dios la había dejado claro a Eva que alguien vendría de su línea de descendencia, "la simiente de la mujer". Hablando de Satanás, Dios dijo en Génesis 3:15: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón". Pero Adán y Eva no supieron que la lucha con el pecado iba a durar tanto tiempo. Ellos pensaron que su primer hijo sería el hombre que venía para derrotar a Satanás, pero Caín no era el Salvador. Era un asesino.

Leemos más sobre esto en Génesis 4:2, que dice: "2Después dio a luz a su hermano Abel. Fue Abel pastor de ovejas y Caín, labrador de la tierra". Debemos detenernos aquí y hacer una comparación entre los jóvenes, porque ellos eran completamente opuestos aunque fueran hermanos. Por ejemplo, en una familia actual, nacen dos muchachos, y el primero de ellos es un joven muy bueno y destacado. Recibe las mejores calificaciones en la escuela, pasa por la universidad y llega a ser un profesional. Pero al otro no le gusta estudiar y abandona la escuela antes de finalizar. Comienza a beber y a tomar drogas, y se mete en problemas. ¿Cuál es pues, la explicación? Se consulta a algún sicólogo y él explica que según la teoría de Mendel, el joven sobresaliente, sale a un antepasado de la línea de su madre, mientras que el otro se parece a un antepasado de la línea de su padre. Esta es la explicación que se ha dado en numerosos casos, pero uno no puede usar este método con Caín y Abel. Ellos no tuvieron abuelos. Uno no puede usas la explicación de las leyes de la herencia para justificar la diferencia entre estos dos jóvenes. Creemos que ellos eran iguales, que se parecían mucho el uno al otro, se comportaron de la misma forma en muchos aspectos, pero eran diferentes.

Tampoco se puede utilizar el argumento del medio ambiente, para explicar las diferencias entre Caín y Abel. Muchísimas personas creen hoy que el medio ambiente es lo que determina las diferencias entre los individuos. Dicen que si uno pudiera simplemente preparar el medio ambiente apropiado, todas las personas serían buenas. Dicen que si pudiéramos librarnos de los barrios pobres y colocar a la gente en hogares cómodos, entonces, la gente también sería buena. Pero parece que esa realidad no funciona de esa manera. Estos dos jóvenes tuvieron el mismo medio ambiente. No podemos imaginar que haya existido otro hogar que haya sido tan homogéneo y coherente para dos hijos como el hogar de Caín y Abel.

Génesis capítulo 4, versículo 3, continuó diciendo: "3Pasado un tiempo, Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda al Señor". La frase "pasando un tiempo" significa "al final de los días". Creemos que era el día sábado, porque estos jóvenes pertenecían a la primera creación, es decir, a la vieja creación. Así que se presentaron ante el Señor en un momento determinado.

Dice aquí que "Caín trajo", este verbo implica la idea que lo presentó en un lugar determinado.

Y continúan diciendo los versículos 4 y 5 del Génesis: "4Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró el Señor con agrado a Abel y a su ofrenda; 5pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante". Ahora, ¿cuál fue la diferencia entre las dos ofrendas? ¿No se presentaron con una actitud de obediencia a Dios? No, no fue así. Es que Dios les había revelado a ellos que tenían que traer un sacrificio, un cordero, y ese cordero señalaba hacia Cristo. Ahora, quizás alguien destaque que el relato del Génesis no dice nada al respecto. Y es cierto, pero Hebreos 11:4 lo dice: "4Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín". ¿Y cómo pudo hacerlo? Él lo hizo por la fe.

Ahora, ¿qué es le fe? Recordemos la frase de Romanos 10: "La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios". Abel había tenido una revelación de parte de Dios. Lo mismo le sucedió a Caín. Ambos estaban en la misma familia. Pero Caín ignoró esa revelación, y presentó lo que él quería presentar; el fruto de la tierra, aquello que él había producido. En otras palabras, aquí encontramos al primer hombre que presentó sus obras a Dios. Muchas personas están aún acercándose a Dios de la misma manera, o sea, con sus propias obras. Y Caín trajo a Dios lo que él había producido con su esfuerzo.

Pero Abel trajo un cordero y lo sacrificó. Si usted hubiera estado allí, quizás le había preguntado por qué lo hacía. Y él le habría respondido: "Porque Dios lo ha ordenado". A continuación usted le podría haber preguntado: "¿Crees que este cordero quita tu pecado?" Entonces él habría continuado explicando: "Ya he dicho que Dios nos mandó traerlo. Él le dijo a mi madre que habrá alguien que vendrá de su descendencia que va a ser un Salvador, y que esa Persona será a quien está señalando este cordero. Yo lo estoy presentando por la fe, mirando al tiempo en que un libertador y Salvador vendrá".

Así es que, al mismo comienzo de los tiempos, estimado oyente, Dios presentó muy claramente un camino abierto hacia Él. Recordemos también la frase de este libro: "Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados". Nosotros nos presentamos ante Dios sobre la única base de que somos pecadores, y de que el castigo por nuestros pecados debe ser pagado. Fue por esa razón que ese cordero debía ser sacrificado. El pequeño cordero no podía quitar el pecado, pero prefiguraba, anunciaba la venida de Cristo, que es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Así es que, la ofrenda de Abel fue ofrecida con fe.

La ofrenda de Abel señaló a Cristo, y él la presentó por la fe, que es el camino de salvación. Por lo tanto, estimado oyente, Dios mostró el camino con mucha claridad desde el mismo principio. En la actualidad, aunque el hombre pueda ser un extraño, un caminante errante, y un insensato, no necesita, por ello, cometer el error de Caín. Dios nos ha presentado este asunto de manera muy clara: Cristo es el camino hacia Dios; Él le entregó para morir por nuestros pecados. Abel, en consecuencia, nos ilustró el camino de la fe, el camino rociado con sangre, ese camino que es Cristo mismo.

Ahora, volviendo al capítulo 11, de la epístola a los Hebreos, continuamos con el siguiente personaje que aquí se presenta. Ahora destacamos:

La fe de Enoc

Al llegar a este personaje, enfatizamos el camino de la fe. Si usted, estimado oyente, viene a Dios por medio de Cristo, entonces tendrá que caminar, vivir con Él. Es aquí donde el camino del creyente se convierte en un elemento importante. Leamos el versículo 5 de este capítulo 11 de Hebreos:

"Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo trasladó Dios; y antes que fuera trasladado, tuvo testimonio de haber agradado a Dios."

Encontramos a Enoc mencionado por primera vez en el capítulo 5 de Génesis que es, por cierto, un capítulo muy triste. Dice el primer versículo de este capítulo: "Este es el libro de los descendientes de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo". Se nos dice que Adán vivió 130 años y engendró a un hijo, llamado Set. Después murió y Set engendró a un hijo, después de lo cual, él también murió. Esta sucesión de eventos nos recuerda la frase del apóstol Pablo en 1 Corintios 15, "en Adán todos mueren". Y ésa es la forma en que este proceso ha venido ocurriendo por un período de tiempo enormemente largo. El quinto capítulo de Génesis es simplemente como caminar a través de un cementerio e ir leyendo lo que está escrito en las lápidas. Se convierte en un paseo monótono, pero constituye la triste historia de la humanidad hasta el día de hoy. Es como una película de la hora actual en que vivimos. El guión de la vida no ha cambiado en estos aspectos. El ser humano aún continúa muriendo. Las expectativas de vida se han prolongado, pero, ¿qué importancia tiene vivir unos años más cuando uno los compara con mil años, o incluso con la eternidad?

Pero en Génesis 5:19-24, leemos lo siguiente sobre Enoc: "19Después que engendró a Enoc, Jared vivió ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 20Así, todos los días de Jared fueron novecientos sesenta y dos años, y murió. 21Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. 22Después que engendró a Matusalén, caminó Enoc con Dios trescientos años, y engendró hijos e hijas. 23Así, todos los días de Enoc fueron trescientos sesenta y cinco años. 24Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios". Esta fue, pues, la historia de Enoc. El capítulo 5 de Génesis sigue una cierta genealogía, una línea de descendencia muy definida. Se nos dice que aquellos patriarcas engendraron hijos e hijas, pero no se nos dice nada más sobre ellos. Sólo uno de los hijos fue destacado en este relato: Enoc, el hijo de Jared.

Se nos dijo que Enoc vivió 65 años y engendró a un hijo llamado Matusalén. Dice el texto que "después que engendró a Matusalén, caminó Enoc con Dios". No sabemos lo que hizo antes de engendrar a Matusalén, pero seguramente no caminó con Dios. Quizás vivió una vida descuidada, indiferente o, posiblemente, una vida de pecado. El relato no nos lo aclara. Simplemente dice que caminó con Dios después que engendró a Matusalén. Siempre nos hemos imaginado a Matusalén como un hombre muy anciano, con una larga barba. Pero en aquel momento era simplemente un niño pequeño y cuando su padre, Enoc un día lo miró, fue consciente de su responsabilidad y ese sentimiento cambió su vida. Y comenzó a caminar, a vivir con Dios.

Estimado oyente, si la presencia de un hijo en su hogar no cambia su estilo de vida, nada lo conseguirá. Incluso los sermones de un predicador no podrán decir mucho que le afecte personalmente. Pero estos pequeños tienen una manera de recordarnos a Dios, aunque sean incapaces de pronunciar una sola palabra. Llegan a este mundo, se hacen presentes en nuestra vida y muestran una vitalidad tal que, de una forma u otra, nos transmiten un mensaje de Dios. Con toda seguridad, esto fue lo que hizo Matusalén por su padre Enoc, y entonces su estilo de vida cambió.

El relato histórico nos dice que después de Matusalén, Enoc tuvo otros hijos, pero no nos dice que murió. El texto dice que, "caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios". Así que en Enoc vemos el camino de la fe. El escritor a los Hebreos dijo: "Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para no ver muerte. . . y antes de que fuera trasladado, tuvo testimonio de haber agradado a Dios". Su vida agradó a Dios porque vivió por la fe, no por normas y reglas. Creyó en Dios y caminó por la vida de una forma en que complació a Dios. Entonces Dios lo tomó. Enoc no murió, sino que fue trasladado. Esta fue la primera vez que la Biblia registró que un ser humano fue arrebatado fuera de este mundo. Fue removido de la escena de esta tierra y trasladado al cielo.

El profesor McGee cree que este relato tiene un mensaje espiritual para nosotros. Hay quienes opinan que la Iglesia debe pasar a través del período de la Gran Tribulación, y han utilizado a Noé como un ejemplo. Pero Noé no representa a la Iglesia, sino a aquellos que estén en el mundo, que serán salvos durante la Gran Tribulación y que serán guardados por Dios. ¿Quiénes serán? El Profesor McGee cree que serán 144.000 de Israel y un gran número de no judíos. Ellos no formarán parte del cuerpo de creyentes que llamamos la iglesia. En el libro de Apocalipsis se nos dice que antes de que los vientos de la gran tribulación comiencen a soplar sobre la tierra y los cuatro jinetes del Apocalipsis comienzan a avanzar, 144.000 de Israel y un gran número de no judíos serán sellados. Estos están representados por Noé. Estimado oyente, Dios puede guardarle a usted durante la gran tribulación, pero la cuestión no es si Él puede guardarle a usted, sino que lo importante es lo que Dios dice, y Él dice que va a remover a los creyentes. Dios le dijo a la iglesia de Filadelfia (como vemos en Apocalipsis 3:10) "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero para probar a los que habitan sobre la tierra". Ahora, ¿cuál será esa hora en la que Él va a probar al mundo entero? La única mencionada en la Biblia es el período de la Gran Tribulación. Esa gran multitud de judíos y no judíos será protegida, y Noé los representó. Enoc fue el hombre que representó a la iglesia. Él no tuvo que pasar por el diluvio, porque fue removido de la tierra. Él no estuvo en el arca. Dios pudo haberlo colocado en el arca pero no lo hizo. Él pudo haber guardado a Enoc en un lugar seguro durante el diluvio, pero en lugar de hacerlo así, lo trasladó fuera de esta tierra. Y esto es lo que Dios va a hacer con la iglesia, por ello el profesor McGee cree que Enoc representa a la iglesia.

Volviendo a Hebreos, en el versículo 5 dice que Enoc fue trasladado, es decir, transportado. Él fue trasladado de una esfera de vida a otra. Y la mejor manera para describir lo que sucedió es hacerlo como lo hizo una niña que cuando su madre le preguntó qué había aprendido en la Escuela Dominical, ella respondió: "La maestra nos relató la vida de Enoc". Y la niña le contó a su madre la historia, de esta manera: "Enoc vivió hace mucho tiempo y Dios venía a verlo cada tarde y le decía: "Enoc, ¿quieres salir a caminar conmigo?" Y Enoc respondía: "Sí, me gustaría caminar contigo Así fue que Dios iba a la casa de Enoc todos los días, y salía a caminar con Dios. Cierto día llegó Dios y le dijo: "Enoc, en el día de hoy tengamos una caminata bastante larga porque quiero conversar contigo". Entonces caminaron, y caminaron, y caminaron; y por fin se hizo bastante tarde. Entonces Enoc dijo: "Bueno, se está haciendo tarde y nos hemos alejado bastante de mi casa; sería mejor que regresemos". Y Dios le dijo: "Enoc, tú estás más cerca de mi casa que de la tuya, así es que ven, vayamos a mi casa". De modo que, Enoc fue a la casa de Dios.

Y estimado oyente, esta sencilla historia nos ilustra lo que sucederá algún día con la Iglesia. La Iglesia, es decir, el cuerpo de los verdaderos creyentes, caminando con Dios de la misma manera en que lo hizo Enoc, algún día se irá a su hogar definitivo con Dios cuando el Señor venga a buscarla. El apóstol Pablo escribió en su primera carta a los Tesalonicenses, capítulo 4, versículo 17, "El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor". Volviendo a nuestro capítulo 11 de Hebreos, leamos el versículo 6:

"Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan."

"Sin fe es imposible agradar a Dios" Enoc agradó a Dios. ¿Cómo lo logró? Por medio de la fe. Estimado oyente, a menos que usted esté dispuesto a venir a Dios de la manera en que Él lo ha establecido y crea en Él, es imposible que usted pueda complacer a Dios.

Continúa diciendo este versículo "porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe y que recompensa a los que lo buscan". En esta carta a los Hebreos se habla mucho sobre recompensas, y esto se debe a el énfasis recae sobre la vida cristiana. A la luz del hecho de que tenemos a un Salvador viviente allí arriba que está a favor nuestro, hay una recompensa por vivir la vida cristiana. Pero la salvación no es una recompensa, sino un don gratuito. Usted y yo trabajamos para recibir un reconocimiento, pero no para obtener la salvación. La salvación nos viene por la fe, y después, el sendero de la vida del cristiano también ha de vivirse por la fe. No olvidemos que Enoc caminó con Dios por la fe.

Estimado oyente, hemos llegado al final de nuestro programa de hoy. Continuamos sugiriéndole que lea los versículos siguientes de este capítulo 11 para recordar estos personajes Bíblicos que nos hacen sentir la verdadera importancia de la fe en nuestra relación con Dios, para una vida fructífera y que le agrade a Él aquí en la tierra.

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