Estudio bíblico: La lepra de Naamán - 2 Reyes 5:8-14

Serie:   Eliseo   

Autor: Wolfgang Bühne
Email: estudios@escuelabiblica.com
Alemania
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La lepra de Naamán (2 Reyes 5:8-14)

(2 R 5:8-14) "Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio."
Este capítulo tan dramático como interesante ha sido desde siempre un tema favorito para la predicación y al mismo tiempo una de las historias del Antiguo Testamento más usadas para el mensaje evangelístico. Efectivamente, podríamos dar una serie de conferencias solamente sobre las cinco personas principales en este drama, y es para asombrarse que, al parecer, hasta ahora ningún director de cine haya tenido la idea de hacer una película sobre este tema tan emocionante.
En nuestra meditación, sin embargo, no podemos entrar en todos los detalles de este texto, por eso sólo quiero hacer una breve mención de los interesantes antecedentes de esta historia, para luego centrarme en Eliseo y su sabiduría espiritual al tratar con personas de tan distintas categorías como las que encontramos en este capítulo. Su ejemplo es también útil para nosotros y digno de imitar.

Un pobre rico héroe sirio

Este hombre valeroso del ejército sirio tenía todo aquello con lo que hoy sueñan la mayoría de las personas: éxito, honra, poder y dinero. Si hubiese vivido en nuestros días, probablemente sería el ídolo de muchos jóvenes y su foto estaría colgada en muchas paredes. Cuando este eminente héroe condecorado con grandes galardones se paseaba por las calles con su séquito, ninguno de sus admiradores sospechaba que este hombre era en realidad un miserable desolado. Llevaba consigo un secreto que turbaba todo su brillo exterior y le sumía en la desesperación: ¡era leproso! Evidentemente la lepra aún estaba en su fase inicial, de modo que aún no tenía que vivir aislado. Pero su estado no se podía ocultar en su entorno inmediato. Seguramente sus médicos íntimos ya se habrían dado cuenta de ello. Entre bastidores las cosas se ven diferentes que en el escenario, y así podríamos describir la miseria de muchos famosos, y de la mayor parte de las personas que viven sin Dios.

Una rica pobre sierva

En algún momento esta joven había sido llevada cautiva por los soldados sirios durante sus incursiones en Israel, y finalmente se había convertido en una esclava en la casa pagana del general Naamán. Probablemente abrumada por las experiencias traumáticas, pero, no obstante, sin amargura y bendecida con una compasión entrañable, tanta que quizá suspirando, tiene un mensaje de salvación para él: "Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra". ¡Qué fiel, ejemplar y digna de crédito tuvo que haber sido esta muchacha en su servicio en la casa de estos paganos! No fue una predicación, sino unas sencillas y pocas palabras dichas con compasión, las que hicieron que este general se pusiera en marcha después de consultar con su rey. Así que, con la billetera bien llena movilizó a sus soldados y emprendió el viaje a Samaria para ver al profeta Eliseo.

Un desvalido poderoso rey

La caravana de Naamán, bien preparada, se dirigió a la casa del rey Joram en Samaria, en cuyas cercanías esperaba encontrar a dicho profeta. Según las costumbres diplomáticas de la época, le presenta al rey la carta de recomendación de su señor. Éste la lee con sumo asombro y se pone pálido. En su impotencia rasga sus ropas reales, sospechando una estratagema de los sirios que siempre buscaban alguna razón para comenzar una guerra con Israel.
Joram no tenía buenos recuerdos de Eliseo, lo cual se puede deducir claramente de (2 R 3:13). Su orgullo no permitió que en esta precaria situación solicitara el consejo y la ayuda de ese odiado hombre de Dios que en aquella situación le había hablado con bastante dureza. ¿De qué sirven ropajes reales, si decoran a un hombre cuyo carácter era todo lo contrario de "real", y que en aquella escena dio un triste espectáculo? Su trono se tambaleaba y eso era más preocupante que la lepra de un general pagano.

Un hombre sin corona pero de la realeza

En ese momento preciso apareció un mensajero cuyo porte y mensaje seguramente no encajaba en los usos de la casa real. Enviado por el profeta Eliseo, quien no se presenta allí para saludar al poderoso general, sino para dar al rey Joram un buen escarmiento: "¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí?". Nuevamente voy a citar aquí a Hans Dannenbaum: "Los verdaderos profetas no enmudecen ante reyes y tampoco se encorvan ante generales".

En marcha con grandes expectativas

Seguro que Naamán presenció esa escena incómoda con sentimientos de inseguridad y precaución. Pero percibió el nombre del profeta y vio que de nuevo podía ponerse en marcha. Prevenido con 350 kg de plata, 70 kg de oro y 10 costosos ropajes, acompañado además de un impresionante séquito de soldados, interiormente se prepararía para el anhelado encuentro con el profeta. Ya había oído algunas cosas de él y pronto le vería personalmente.
Educado en el marco de ritos paganos y ceremonias misteriosas, durante el viaje seguramente imaginó cómo el varón de Dios, vestido solemnemente y envuelto en nubes de incienso, murmuraría palabras desconocidas y pondría sus manos mágicas sobre la lepra al sonido de unas campanillas, y finalmente le sanaría bajo las aclamaciones de los presentes. Una oleada de sentimientos religiosos inundaría su cuerpo y le sanaría...
Probablemente se sobresaltaría de su ensueño cuando la caravana se detuvo ante una sencilla choza de donde el siervo de Eliseo salió para darle un mensaje de parte del profeta que acabó con todas sus ilusiones. Seguramente sacó a Naamán de todos sus sueños religiosos: "Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio".
No hubo una salutación personal, ni un recibimiento digno, ni una ceremonia embriagadora para los sentidos. Nadie hizo una reverencia ante el general condecorado y tampoco hubo intercambio de medallas y regalos. Sólo un mensajero enviado con la orden poco sensible de sumergirse siete veces en el ridículo río Jordán y lavarse. ¡Esto era demasiado! Lleno de rabia, de inmediato dio la orden de volver atrás, añadiendo palabras de desprecio sobre "las aguas de Israel". La Biblia nos dice que "se volvió, y se fue enojado". Esta escena emotiva es una perfecta ilustración de lo que Pablo escribió a los corintios: "pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura" (1 Co 1:23).
La persona religiosa está dispuesta a pagar una fortuna para su salvación, a sufrir torturas corporales y hacer penitencias de toda clase, pero el mandato sencillo y claro de creer en el Señor Jesucristo crucificado, eso es un mensaje sumamente indignante y escandaloso. Pero eso no quita que todo aquel que quiera ser librado de la lepra de su pecado tenga que inclinarse ante el crucificado. Aún no ha entrado nadie por "la puerta estrecha" montado a caballo, como Naamán esperaba hacer en esta ocasión.

Un vuelco inesperado

Mientras que el general lleno de rabia da la orden de regresar, sus criados, al parecer, se quedaron muy pensativos. Casi podemos leer entre líneas como hablaban entre ellos hasta llegar a una convicción y una decisión que no hubiéramos esperado de ellos.
Con humildad, pero con osadía, se presentaron delante de su comandante haciéndole una pregunta bien premeditada e inteligente: "si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?". Sólo había una respuesta a esa pregunta. Es asombroso que los siervos se dirigieran a él llamándole "Padre mío". ¿Qué comandante de tan alto rango ha sido jamás llamado así por sus subordinados?
Wilhelm Busch anota al respecto: "¡Qué escena más deliciosa! Es tanto una recomendación para los siervos como para el mismo Naamán ... Qué relación más buena tuvo que haber tenido este general con sus subordinados para que se atrevieran a llamarle padre!"
Esto nos hace pensar en lo que dijo Salomón en (Pr 25:15): "Con larga paciencia se aplaca el príncipe, y la lengua blanda quebranta los huesos".
Aquí vemos cómo unas lenguas blandas han quebrantado un duro hueso, y al final, el general cambia de opinión gracias a la pregunta y argumentación sabia y amante de sus siervos.

En el valle de la humillación

En su libro "Humility: A Forgotten Virtue" ("Humildad, una virtud olvidada") Wayne A. Mack escribe: "El valle de la humildad equivale a todas las experiencias humillantes que Dios permite que ocurran en nuestra vida para aniquilar el pecado del orgullo y para ayudarnos a desarrollar la humildad divina. Su sirviente le había testificado a su mujer y ella se lo había dicho a él. Eliseo le había dado una instrucción breve, clara y humillante a través de un mensajero, junto con la promesa inequívoca: y serás limpio. Finalmente sus subordinados le habían animado amablemente a obedecer las palabras del profeta.
"Entonces descendió". Primero descendió del caballo de su orgullo y después a la orilla del Jordán, donde se quitó todas las señales exteriores de su dignidad y estima propia. Allí en su ropa interior ya no podía ocultar la fealdad de su lepra delante de los ojos de sus subordinados. Se ve a sí mismo tal como es verdaderamente y permite que los demás también lo vean. Ya no se encuentra condecorado con medallas y signos de honor, sino que trágicamente se han hecho visibles para todos las señales de la enfermedad mortal. Y luego el último "descenso" dentro de las aguas del Jordán, donde se sumerge siete veces "conforme a la palabra del varón de Dios". Seguro que le atormentarían mil dudas y obviamente no tendría muchas esperanzas cuando la sexta vez que se sumergió aún no vio ninguna señal de curación. Pero la palabra del hombre de Dios tuvo validez, y después de sumergirse la última vez, leemos las sencillas palabras: "y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio".
No hubo relámpagos ni truenos resonando desde las montañas. Las aguas del Jordán no cambiaron de color, sino que siguieron fluyendo con normalidad. Pero del agua salió un hombre que había nacido de nuevo. Naamán había confiado en la palabra del profeta y la promesa se había cumplido: quedó limpio.
D. L. Moody escribe sobre este pasaje: "Naamán primero perdió la paciencia, luego perdió su orgullo y al final perdió su lepra. Normalmente este es el orden como ocurre el cambio en los pecadores soberbios y rebeldes".
La "curación" de Juan Wesley (1703-1791)
La experiencia de Juan Wesley, el que más tarde iba a ser un predicador del avivamiento, ilustra muy bien el significado de la curación de Naamán para nosotros:
El 24 de mayo de 1738, Juan Wesley consintió de mala gana en ir con su anfitrión James Hutton a una reunión de los hermanos de Herrnhut. Entonces tenía 35 años y llevaba años sirviendo como clérigo oficial de la iglesia anglicana. Había fracasado en su lucha durante años por llevar una vida santa con extremada disciplina y castigando el cuerpo. Unos pocos días antes había renovado su decisión de consagrarse seria y enteramente a Dios, determinando incluso no reírse nunca más, excepto si alguien le obligaba a ello. Pero poco después Peter Böhler, uno de los hermanos de Herrnhut, había estudiado con él en el Nuevo Testamento griego las palabras de Pablo al carcelero de Filipos: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo". Pero Wesley no podía creer. Su mente estaba de acuerdo, pero su corazón se negaba a atreverse a creer.
Pero ahora Wesley y Hutton estaban de camino a una reunión en la calle de Aldersgate, y Wesley lo comentó de esta manera en su diario:
"Por la tarde fui de mala gana a un grupo a la calle Aldersgate, donde alguien leyó el prefacio de Lutero a la Epístola a los Romanos. Aproximadamente a las nueve menos cuarto, cuando habló sobre el cambio del corazón que Dios obra por la fe en Jesucristo, sentí como mi corazón se calentaba de forma extraña. Sentí como yo confiaba en Cristo y que había quitado mis pecados, precisamente los míos, y que me había librado de la ley del pecado y de la muerte."
A la mañana siguiente anotó:
"Inmediatamente después de despertarme, Jesús el Señor estaba en mi corazón y en mi boca. Y descubrí que toda mi fortaleza estaba en el hecho de mantener mis ojos puestos en Él" (John Pollock, John Wesley).
Conceda Dios que todos los lectores de estas líneas hayan experimentado en su vida esta fe que salva y que para la seguridad de su salvación se basen únicamente en la palabra de Dios y su promesa.

Comentarios

Venezuela
  Jean Carlos Bolívar Quevedo  (Venezuela)  (15/02/2024)
Excelentes enseñanzas, que el Dios Eterno les bendiga siempre.
México
  Eluzai Bedan Montejo  (México)  (28/07/2023)
La historia de Naamán es muy interesante como en realidad es la vida de cada ser que está separado de Dios es un gran espejo... muy bien explicado.
Colombia
  Irma Chery Montoya Moreno  (Colombia)  (20/01/2023)
Qué maravillosos son sus estudios, podemos con ellos deleitarnos en el poder de Dios entendido de una manera sencilla y clara, me siento bendecida leyendo estos estudios, mi corazón se regocija y termino cada uno amando más a mi Señor, creyendo más en su bondad y amor.
Felicito a todo el equipo de Escuela Bíblica, le pido al Señor los bendiga y por favor no dejen de enseñarnos, no dejen de regalarnos sus enseñanzas.
Mil bendiciones a todos y felicitaciones al hermano Wolfgang Bühne.
Panamá
  Harold Palacio  (Panamá)  (07/06/2022)
Me fascinan sus estudios bíblico. Gracias por ese regalo del todopoderoso me ha dado através de ustedes. 🙏

El señor les siga dando tan magna sabiduría. bendiciones a todo el equipo. Gracias.
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