Estudio bíblico de Mateo 1:16-25

Mateo 1:16-25

En nuestro programa anterior estudiamos los puntos más importantes de la genealogía de Jesucristo, que inaugura este Evangelio, y hoy comenzamos con lo que podríamos llamar la culminación de esta lista de la descendencia de Abraham y David, con el nacimiento de Jesucristo.

Leamos el versículo 16:

"Jacob engendró a José, el marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo."

Este versículo rompe el esquema que se sigue desde el versículo 2, donde decía que Abraham engendró a Isaac. A partir de ahí, la expresión "engendrar" se repite sistemáticamente hasta el principio del versículo 16, donde se dice que "Jacob engendró a José". Uno esperaría que se mantendría el mismo modelo hasta el final, concluyendo que José engendró a Jesús pero, como acabamos de leer, vemos que no fue así. No se dice que José engendró a Jesús. Obviamente Mateo estaba poniendo bien en claro que, aunque José era el marido de María, no era el padre de Jesús. Esta circunstancia se explica en el resto de este capítulo, mostrándonos cómo fue un cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento.

El nacimiento virginal de Jesucristo

Lucas, que escribió otro Evangelio que lleva su nombre, era un médico griego. Ambos Evangelios declaran que Jesús nació de una virgen, que José no era su padre, pero que María no había sido infiel con su marido y que Jesús no era un hijo ilegítimo. Su nacimiento fue algo totalmente nuevo. Nadie podrá afirmar que la Biblia no enseña el nacimiento virginal de Cristo. El único Jesús del cual tenemos un documento histórico, es aquel que nació de una virgen. Si alguien afirmase lo contrario, tendría que presentar evidencias; no es suficiente negar esta declaración de los Evangelios con meros razonamientos humanos. Siguiendo las pautas del racionalismo, algunos podrían aseverar que no pudo haber ocurrido así. Pero no olvidemos que Dios es el creador de las leyes naturales; El puede controlarlas, utilizarlas o dejarlas de lado para cumplir sus propósitos. Insisto. Los documentos históricos revelan claramente que Jesucristo tuvo un nacimiento virginal.

Leamos el versículo 17, que nos explica algo sobre la genealogía:

"De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones; y desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones."

Mateo presenta la genealogía organizada en 3 períodos, para dar una visión global de la historia del Antiguo Testamento. Una era se extiende desde Abraham hasta David, otra desde David hasta la cautividad Babilónica y la tercera, desde la cautividad Babilónica hasta el nacimiento de Jesucristo. Naturalmente, el Evangelista ha omitido algunos nombres de la genealogía, con el propósito de encajar 14 generaciones en cada período. ¿Y por qué lo habrá hecho así? Algunos opinan que el número 14 ( equivalente a 2 veces 7) ofrecía una prueba sobre la exactitud de la genealogía. Otros creen que la mejor solución consiste en considerar el valor numérico de las letras de la forma hebrea de la palabra "David". Sumando dichos valores, da un total de 14. De esta manera, se destacaría aun más la realeza de Jesús.

Leamos los versículos 18 y 19:

"Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo. Y José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto."

La explicación de Mateo se comprende mejor examinándola en el contexto de las costumbres matrimoniales hebreas de aquella época. Los matrimonios de los individuos eran concertados por sus padres, quienes negociaban los contratos correspondientes. Una vez finalizado este trámite, se consideraba a los miembros de la pareja ya casados, llamándoseles marido y mujer. Sin embargo, aun no vivirían juntos. La mujer continuaría viviendo con sus padres y el marido con los suyos, por un período de un año. Ese período de espera tenía por objeto demostrar la fidelidad de la garantía de pureza dada en relación con la novia. Si durante ese período ella quedaba embarazada o daba a luz a un niño, evidentemente no había sido pura sino que había estado implicada en una relación sexual infiel. En ese caso, el matrimonio podía ser anulado. Sin embargo, si el tiempo de espera de un año demostraba la pureza de la novia, el marido iría entonces a la casa de los padres de la novia y en una solemne procesión llevaría a la novia a su propio hogar donde, a partir de aquel momento comenzarían a vivir como marido y mujer, consumando físicamente su matrimonio.

Volviendo a nuestro relato, diremos que la ley Mosaica era muy específica. En su aplicación más extrema, establecía que si una mujer era culpable de infidelidad, debía ser lapidada hasta la muerte. Pero en este caso hemos de reconocer que Dios, que no comete errores, escogió a la pareja acertada. Dios escogió a María, una mujer admirable, para ser la madre de nuestro Señor. Y si José hubiese sido un hombre impulsivo y egoísta, habría actuado de forma opuesta. Pero José era también un hombre extraordinario, que amaba a María y no quería herirla ni perjudicarla de ninguna manera, aunque pensara que le había sido infiel. Decidió no crear un escándalo público exponiendo su condición ante los jueces en la puerta de la ciudad, lo cual conduciría al inevitable castigo de muerte que imponía la ley.

Continuemos leyendo los versículos 20 al 22:

"Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no Temas recibir a María tu mujer, porque lo que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo. . ."

Mateo, que estaba escribiendo para la nación de Israel, destaca que todo había sucedido para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado. Estaba apelando a la nación para que comprendiese que El que había venido, tenía que ser el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento.

Se ha dicho que hay más de 300 profecías sobre la primera venida de Cristo, que se han cumplido literalmente. No se cuántas de ellas se encuentran en este Evangelio de Mateo, pero tengo la certeza de que este evangelista citó más veces el Antiguo Testamento que los evangelistas Marcos, Lucas y Juan juntos. Mateo registraba los hechos comprobándolos a la luz del Antiguo Testamento, porque su preocupación principal no consistía en presentar una "vida de Cristo", es decir, una biografía completa de Jesús, sino que quería demostrar que los acontecimientos eran el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento referentes a Jesús.

Y a continuación incluyó la profecía dada en el libro del profeta Isaías 7:14. Leamos el versículo 23;

"He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros."

El ángel le dijo a José que todo lo que estaba sucediendo formaba parte del plan eterno de Dios, porque el profeta Isaías había declarado, hacía 700 años, que una virgen concebiría y daría a luz un hijo. Los especialistas en hebreo mantienen posiciones divergentes sobre si, en el pasaje de Isaías, la palabra hebrea almah debiera traducirse "virgen" o "doncella". El hecho de que algunos de ellos reconozcan que la traducción "virgen" sería la forma más normal de traducirla, lógicamente conduce a pensar que si se elige la traducción "doncella", se estaría tratando de suavizar o atenuar la palabra "virgen" por motivos más teológicos que lingüísticos, por parte de aquellos que no creen en el nacimiento virginal de Cristo.

Veamos brevemente el contexto del pasaje de Isaías. El incidente sucedió en el reinado de Acaz, un rey que vivió lejos de Dios. Dios envió a Isaías para hacerle llegar un mensaje que, en principio no quiso escuchar. Pero el Señor le habló nuevamente y le dijo: "Pide para ti una señal del Señor tu Dios que sea tan profunda como el Seol o tan alta como el cielo". Pero Acaz respondió que no la pediría ni tentaría al Señor. El mensaje enviado a través de Isaías anunciaba que Dios le daría a Acaz la victoria. Como este rey no creería a Dios, para estimular su fe Isaías le anunció que Dios le daría una señal. En realidad la señal no solo sería para el rey sino también para toda la casa de David. Y esa señal está expresada en el 7:14 de Isaías, que podemos leer nuevamente. (leer) Evidentemente si aquí se hubiera referido a una "doncella" que daría a luz un hijo, se trataría de un nacimiento natural, como cualquier otro y como tal, no hubiera sido una señal para el rey Acaz, ni para la casa real de David. Pero si se trataba de una "virgen" que daría a luz un hijo, entonces sí que se trataba de una señal extraordinaria, de una señal sobrenatural de Dios para aquel rey y para toda la nación.

Un fuerte apoyo para traducir la palabra hebrea almah como virgen, nos viene de la Septuaginta. Recordemos que durante el período entre los dos testamentos, se reunieron 72 especialistas en hebreo, 6 de cada una de las 12 tribus de Israel, y prepararon en Alejandría, Egipto, esta traducción del Antiguo Testamento en Hebreo, al Griego, llamada Septuaginta. Cuando los traductores llegaron a este pasaje de la "señal", en Isaías, entendieron que la citada palabra hebrea almah significaba "virgen", traduciéndola en consecuencia por la palabra griega parthenos, que es la misma palabra que Mateo utiliza en su Evangelio. Pues así es; parthenos significa "virgen", y no "doncella". Por lo tanto, reconocemos que el texto de la traducción de la Septuaginta es un testigo de alto valor de la antigua interpretación judía que ha quedado, además, consagrada en el Evangelio según Mateo, quien vio en Isaías un anuncio de la concepción virginal de Cristo.

Por todo ello creemos que formó parte de la intención de Dios el escoger la traducción adecuada y más común de la palabra hebrea almah como "virgen" en el Antiguo Testamento para anunciar la señal sobrenatural de la concepción milagrosa de María, y así confirmó a Mateo que se estaba cumpliendo aquella profecía anunciada hacía 700 años.

Para finalizar este programa, consideremos algunos detalles sobre

El nombre

del niño que había de nacer. El último versículo que hemos leído en nuestro pasaje de hoy, el 23, decía además que "le pondrán por nombre EMMANUEL, que traducido significa: DIOS CON NOSOTROS".

Hasta ahora estábamos familiarizados únicamente con el nombre Jesús, que le fue dado al Señor porque El salvaría a su pueblo de sus pecados. O sea, Jesús es su nombre, y Cristo, es Su título. Aquí se anunció que también sería llamado Emmanuel, que significa "Dios con nosotros".

Estimado oyente, esta frase expresa una de las verdades más maravillosas de la Palabra de Dios: Dios con nosotros. Pero El no podía ser Emmanuel, es decir, Dios con nosotros, a no ser que hubiera nacido de una virgen; ¡era la única manera! Y observemos igualmente que, a no ser que El fuese Emmanuel, no podía ser Jesús, el Salvador. El motivo por el que se le llama Jesús, y Salvador, es que El es Dios con nosotros. Esta verdad sobre Aquel que descendió a la tierra es una de las más maravillosas de la Biblia.

El escritor de la carta a los Hebreos, 2:9, dijo asi;

"Pero vemos a aquel que ha sido hecho un poco inferior a los ángeles, es decir, a Jesús, coronado de gloria y honor a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios probara la muerte por todos."

El tenía que ser un sacrificio aceptable. Ni yo, ni nadie podría haber muerto por los pecados del mundo. Yo, ni siquiera podría morir experimentando una muerte redentora por mis propios pecados. Pero El sí pudo. ¿Cómo puede Jesús ser un Salvador para el mundo? Porque El es Emmanuel, es decir, Dios con nosotros. ¿Y cómo llegó El a acercarse para estar con nosotros? Por nacer de una virgen.

Considero que ésta es una verdad muy importante. Yo necesitaba un Salvador que fuera capaz de descender a mi nivel, para alcanzarme y salvarme. Si El hubiera sido simplemente otro hombre, como yo, no podría haberme resultado de mucha ayuda. Pero al haber sido Emmanuel, es decir, Dios con nosotros, nacido de una virgen, entonces sí, El pudo ser mi Salvador. El es mi Salvador.

Mi estimado oyente, ¿es El hoy tu Salvador? El asumió, llevó El mismo nuestra humanidad de manera que pudiese experimentar y probar la muerte por nosotros, para que muriese de forma redentora en la cruz, por nosotros.

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