La única forma de dar fruto agradable al Señor es dependiendo enteramente de él. Esto nos resulta difícil, porque de manera natural, preferimos depender de nuestras propias capacidades.
"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Ti 3:16)