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Estudio bíblico de 2 Pedro 3:5-10

2 Pedro 3:5-10

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el capítulo 3 de la segunda epístola del Apóstol Pedro. Y en nuestro programa anterior, avanzamos hasta el versículo 5 en este capítulo y quisiéramos comenzar hoy a partir de este punto. Hemos dividido en tres partes esta quinta sección de la epístola, titulada "El calendario de Dios para el mundo": (1) el mundo pasado; (2) el mundo presente y (3), el mundo futuro. Leamos entonces los versículos 5 y 6 de este tercer capítulo de su segunda carta, para ver lo que nos dijo sobre

El mundo pasado

"Estos ignoran voluntariamente que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua."

En primer lugar se nos habló sobre estos que ignoran voluntariamente. Parecía referirse a quienes tuvieran grandes capacidades intelectuales, y que de manera intencional cerraran su mente a las afirmaciones de las Sagradas Escrituras.

Y el apóstol continuó refiriéndose a la desaparición del mundo de los seres humanos y animales por medio de una inundación. Esta pudo ser (1) una referencia al mundo anterior a la existencia de Adán, o (2) podría referirse al diluvio del tiempo del patriarca Noé. Después de considerarlo cuidadosamente, nos inclinamos personalmente por el segundo punto de vista.

Con respecto al primer punto de vista, podemos decir que algunos de nosotros creemos en el pasaje Bíblico del libro del Génesis, capítulo 1, versículo 1. Hubo una interrupción entre ese versículo 1, y el versículo 2, porque en aquel punto del tiempo tuvo lugar una gran catástrofe. Esta opinión ha sido mayoritariamente rechazada por los científicos cristianos. Sin embargo, las teorías científicas, por su misma naturaleza, van cambiando en el transcurso de los años, así que ninguna conclusión puede considerarse aun definitiva.

Así que no se descarta que haya habido un juicio en el mundo anterior al momento en que el hombre fue colocado sobre la tierra. Algunos estudiosos de la Biblia han sugerido que tal juicio fue descrito en el libro del profeta Isaías, capítulo 14, versículos 12 al 14, que dicen: 12¡Cómo caíste del cielo, Lucero, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones. 13 Tú que decías en tu corazón: "Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono y en el monte del testimonio me sentaré, en los extremos del norte; 14 sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo". Satanás siempre quiso ser diferente a Dios, sino que más bien quiso ocupar su lugar. Y en esta tierra siempre ha habido seres humanos que han querido ser como dioses. Cualquier individuo que se esté ocupando de lograr por sus esfuerzos su propia salvación, que cree que es lo suficientemente bueno como para ir al cielo, ignora el hecho de que está tratando con un Dios santo. El ser humano no parece ser consciente de que es un pecador. Pero la verdad es que el hombre está perdido, pero también afirmamos que Dios ha provisto una redención para él. En el Evangelio de Juan, capítulo 14, versículo 6, vemos que el Señor Jesús dijo: nadie viene al Padre sino por mí. Recordemos que estas palabras fueron pronunciadas por un Dios hecho hombre. Ahora, si una persona creyera que puede llegar a Dios el Padre pos sus propios medios y esfuerzos, es como si estuviera adoptando aquellas palabras de Isaías, en el sentido de que cree que puede elevarse y sentarse junto a Dios, porque se cree digno de ser como El. Ese fue precisamente el deseo de Satanás, que produjo un juicio que evidentemente apartó del cielo a una gran cantidad de ángeles que unieron sus fuerzas a las de Satanás, llamado Lucifer, el hijo de la mañana.

El segundo punto de vista que mencionamos anteriormente sostiene que el apóstol Pedro, en estos versículos 5 y 6 de su tercer capítulo, se estaba refiriendo al juicio por agua que tuvo lugar en los días del patriarca Noé. Ese es el punto de vista que preferimos.

La civilización antediluviana fue destruida por un diluvio e inundación, y se han encontrado evidencias de esa catástrofe. En excavaciones realizadas en el emplazamiento de la antigua ciudad de Ur de los Caldeos mostraron que varias civilizaciones fueron destruidas. En dichas excavaciones los arqueólogos encontraron grandes depósitos de arena y sedimentos depositados allí por una inundación. Por debajo de ellos, encontraron los restos de una gran civilización. Por otra parte, en áreas montañosas, se han encontrado conchas y caparazones de crustáceos, cuya presencia allí no tendría razón de ser sin la presencia del mar en alguna época de la historia. Así que muchos de nosotros creemos que Pedro se estaba refiriendo directamente al diluvio de los tiempos de Noé y esta tierra posee evidencias de tal inundación.

Después de haber mencionado estos dos puntos de vista, diremos que, tanto si Pedro se estaba refiriendo a un juicio anterior a Adán como si se refirió al juicio del tiempo de Noé, éste es un tema abierto a conjeturas. Indiferentemente que uno acepte el primer punto de vista o el segundo sobre la frase el mundo de entonces pereció anegado en agua, lo importante es que esa catástrofe ocurrió en algún momento del pasado. Como hemos visto, hay evidencias de que tuvo lugar un gran cataclismo, y de que todas las cosas no han continuado ocurriendo como lo eran desde el principio de la creación.

Leamos ahora el versículo 7, que nos inicia a la consideración de

El mundo presente

"Pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos."

Este versículo afirmó que esta tierra estaba reservada para el fuego. La expresión sugiere que hay fuerzas residentes en el mundo que podrían destruirlo. No es que Dios va a hacer llover fuego del cielo, sino que la tierra lleva en sí misma su propio juicio. En la actualidad, a veces tenemos la sensación de que estamos viviendo sobre un polvorín o, más concretamente, sobre una bomba nuclear. Es que no habrá otro diluvio que destruya la tierra. Ese juicio ya ha tenido lugar; el agua destruyó el mundo pasado. Ahora el mundo está reservado para otro juicio, el juicio del fuego. En otras palabras, el curso actual de los acontecimientos es temporal, porque se está moviendo hacia otro juicio y el apóstol Pedro nos daría más detalles en el versículo 10.

La expresión reservados es una traducción de la misma palabra Griega que el Señor Jesús cuando nos habló de aquel hombre que acumulaba riquezas. Dios ha estado guardando el secreto sobre como creo este universo, y pareciera que el hombre ha irrumpido en la cámara secreta de las riquezas de Dios. Parece que el hombre ha abierto la caja de Pandora y, en la actualidad, hay pensadores muy preocupados al respecto.

Uno de los investigadores que trabajó en el diseño de la bomba atómica comenzó su artículo en una revista especializada con las siguientes palabras: "Soy un hombre asustado y quiero asustaros a vosotros". Winston Churchill dijo: "El tiempo es breve". Un historiador dijo: "Por todo el mundo, los pensadores e investigadores que escudriñan el horizonte del futuro intentan evaluar los valores de la civilización y están especulando sobre su destino". Y utilizando la terminología del relato del banquete del rey Belsasar (relatado en el libro de Daniel 5) que vio el anuncio del juicio de Dios escrito sobre una pared del palacio, otro historiador dijo: "La escritura en la pared de los cinco continentes nos dice hoy que el Día del Juicio está cercano". El presidente de una conocida fundación de influencia internacional dijo: "A muchos oídos llega el sonido de un destino funesto. El tiempo es breve". Otro destacado investigador dijo: "El mundo ya no aguanta más. El final de todo lo que llamamos vida se encuentra cercano". Por otra parte, un destacado militar de la segunda guerra mundial dijo: "Hemos tenido nuestra última oportunidad". Y otro estratega militar, que llegó a ser presidente de su país dijo: "Sin una regeneración moral que afecte a todo el mundo, no queda esperanza para nosotros, ya que parece que algún día vamos a desaparecer convertidos en polvo por una explosión nuclear". Y finalmente, un ex-presidente de una célebre Universidad dijo: "El final no puede estar lejos".

Si personajes de todos los sectores sociales están hablando de esta manera, seguramente, usted y yo, que hemos creído en la Biblia, declaraciones tan claras sobre el juicio que vendrá sobre el mundo y sobe la forma en que éste será destruido, deberían mantenernos alerta. No estamos diciendo que una explosión nuclear será el método de Dios para la destrucción del mundo. Lo que decimos es simplemente que el ser humano, al fin, ha comprobado que este pasaje de 2 Pedro tiene sentido. Este es un medio por el cual Dios podría destruir el universo que no solo parece lógico, sino que es al mismo tiempo, tiene una explicación científica.

A continuación, Pedro se refirió a lo que se presentaría en el futuro, es decir, en el mundo que vendría. Simplemente, como la tierra será destruida, ello no significa que Dios habrá terminado con ella. Así como la tierra fue juzgada en el pasado, será juzgada en el futuro, pero continuará existiendo. Anticipémonos ahora el versículo 13 de este tercer capítulo, que nos presenta

El mundo futuro

"Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia."

En este mundo en el cual usted y yo vivimos, estimado oyente, no predomina la justicia; parece que ésta no se siente como en casa en esta tierra. Pero la justicia habitará en la nueva tierra y en los nuevos cielos.

En su obra Hamlet, Shakespeare describió su época diciendo que los tiempos estaban como descoyuntados, dislocados. Y tenía razón. Pero nos alegramos que habrá otro mundo, un nuevo cielo y una nueva tierra. Y constituirá una gratísima experiencia vivir en una tierra caracterizada por la justicia.

Leamos ahora el versículo 8 del capítulo 3 de la segunda epístola del Apóstol Pedro:

"Pero, amados, no ignoréis que, para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día."

Ahora, parece que la destrucción de la tierra y cielos tendrá lugar durante el período que hemos llamado "el Día del Señor". El profesor McGee cree que se trata de un prolongado período de tiempo que incluiría los años de la gran tribulación y los mil años del reino sobre la tierra. Cuando el Señor Jesús regrese a la tierra al final del período de la gran tribulación y establezca Su reino, va a renovar a esta tierra, pero ésta no será una renovación permanente y definitiva. No hasta que transcurran la tribulación y el reino, con su rebelión final, se producirá la destrucción de la tierra de la cual habló el apóstol Pedro en el versículo anterior, el versículo 7 de este tercer capítulo. Después de esa destrucción habrá entonces cielos nuevos y una tierra nueva. Continuemos leyendo el versículo 9 de este tercer capítulo:

"El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento."

Dios es sufrido, paciente, y no está apresurando los acontecimientos. Después de todo, tiene a la eternidad tras El. No necesita preocuparse por el tiempo. Para Él, mil años son como un día, y un día es como mil años. Pero el caso es que el juicio final, la destrucción de la tierra y los cielos, aunque esté temporalmente lejana en el tiempo, se está aproximando. Mientras tanto, El está dando a los seres humanos otra oportunidad para arrepentirse y volverse a Él. Esta es la razón por la cual usted y yo necesitamos difundir la Palabra de Dios. Esa Palabra es el único factor que puede cambiar, transformar a los corazones y vidas. Es por la Palabra de Dios que las personas renacen espiritualmente, como el apóstol Pedro escribió en su primera epístola, capítulo 1, versículo 23, diciendo: 23pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

El versículo 9 de este tercer capítulo de la segunda epístola, que leímos hace un momento, dice que Dios no desea que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Estimado oyente, la voluntad de Dios es que usted no perezca. Una de las razones por las cuales usted está leyendo este libro es simplemente que Dios no quiere que usted se enfrente con el juicio. El quiere que, espiritualmente hablando, usted pase de muerte a vida. Y esta puede ser una realidad para usted si se vuelve a Él y recibe la extraordinaria salvación que El tiene para usted.

¿Sabía usted que no puede evitar que Dios le continúe amando? Usted puede rechazar Su amor, pero no puede lograr que El deje de amarlo. Tampoco podría usted evitar que llueva, pero sí puede abrir un paraguas y evitar de esta forma que la lluvia caiga sobre usted. Usted puede cobijarse bajo el paraguas del pecado, o el paraguas de la rebelión para no experimentar el amor de Dios, pero no puede hacer que Dios deje de amarlo.

La mitología Griega nos dejó una historia cargada de fantasía, pero que ilustra lo que acabamos de decir. Un hombre joven tenía una madre maravillosa, pero se enamoró de una joven malvada, perversa. Esta joven odiaba la madre del joven, y no podría estar en su presencia. No era porque la madre la reprendiera, pero su mismo carácter, su misma presencia constituía una molestia, un motivo de inquietud. Pero aún así, este joven estaba desesperadamente enamorado de ella, porque era una mujer muy hermosa. Y finalmente, rogó a la joven que se casara con él. Esta respondió: "lo haré pero con una condición; debes cortar el corazón de tu madre y traérmelo". Bueno, este joven estaba tan perdidamente enamorado que descendió al bajo y miserable nivel de cometer este acto diabólico. Así que, mató a su madre, le quitó el corazón, y cuando se lo estaba llevando a la joven, tropezó y cayó. Entonces, el corazón habló y dijo: "Hijo mío, ¿te has hecho daño?

Estimado oyente, usted podría abofetear el mismo rostro de Dios; puede darle la espalda; puede blasfemarle, pero no puede evitar que El quiera salvarle ni, como ya dijimos anteriormente, que El le ame, porque El proveyó un Salvador, Su propio Hijo, para que muriera en lugar de usted. El Señor Jesús le salvará si usted recibe la salvación que El ofrece. Tenga en cuenta que las cosas no van a continuar en el estado en que actualmente se encuentran. Para algunos la vida es como si todo transcurriera con un cierto tedio y monotonía. Pero algún día, al llegar al final de la historia, vendrá el juicio. Usted y yo estamos viviendo en un mundo que se está moviendo hacia el juicio. Leamos ahora el versículo 10 de este tercer capítulo de la segunda carta de Pedro:

"Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas."

Dice aquí: Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Hay cierta discusión sobre si esto tendrá lugar en el momento de la segunda venida de Cristo, o al final del reino terrenal. El Dr. McGee, como expresamos anteriormente, cree que el Día del Señor es un período de tiempo prolongado que se inaugurará con la tribulación, y será seguido por el reino milenario de Cristo, por la breve rebelión final, y por el juicio del Gran Trono Blanco. Entonces, como dice el libro del Apocalipsis, habrá cielos nuevos y una tierra nueva.

Con respecto a la frase que dice que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, diremos que la misma expresión que el apóstol Pablo usó su primera epístola a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 2. Esta expresión indica que el día del Señor comenzará inesperadamente, de repente.

El versículo 10 continúa diciendo: Entonces los cielos pasarán con gran estruendo. Aquí se describió el final como un estruendo espantoso, quizás comparable al de una explosión nuclear.

Y dice además este versículo los elementos ardiendo serán deshechos. La materia no es eterna, como una vez se creyó. Uno puede librarse de la materia, es decir, que puede ser convertida en energía. Pedro mencionó aquí a los elementos, es decir, los bloques de construcción, los elementos esenciales, los componentes básicos del universo.

La palabra desechos fue traducción del verbo Griego "luo", que simplemente significa "desatar" o "soltar". Al producir la fisión del átomo, liberando su energía, el hombre pudo fabricar la bomba atómica, que produjo efectos tremendos e impresionantes. Le energía nuclear ha sido aprovechada en un mundo en el cual han comenzado a escasear los recursos. Cuando Dios creó el mundo esta tierra estaba provista de abundancia de petróleo y alimentos. Pero vino el ser humano y prostituyó la tierra. Los seres humanos han contaminado la tierra y están comenzando a agotar todos los recursos que Dios proveyó en abundancia, así que la crisis energética es ya una realidad. Y así como hay un inmenso potencial de energía en un pequeño átomo, cuando Dios destruya algún día a esta tierra, será algo tremendo. Podemos imaginar los efectos de una serie de explosiones nucleares, lo cual, desgraciadamente, teniendo en cuenta las zonas de tensión del mundo y los crecientes recursos del terrorismo, no resulta inimaginable ni mucho menos.

Y el versículo 10 termina diciendo: y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Esto incluirá seguramente a la gran cantidad de agua que existe sobre la tierra. Sabemos que el agua se compone de dos elementos: hidrógeno y oxígeno, y ambos son gases inflamables, que pueden resultar, después de ciertos procedimientos, altamente explosivos. Los bomberos han dicho que en cierto tipo de incendios, si se utilizara agua, solo se conseguiría avivar más el fuego, por lo cual se usan otros productos químicos para extinguir el fuego, en lugar del agua.

Pedro estaba diciendo que Dios juzgará en el futuro tal como lo ha hecho en el pasado. Al principio de este capítulo, en el versículo 4, Pedro dijo que los burlones dirían: todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. La gran falacia de los burlones consistió en no conocer el pasado, aunque fue una de las teorías sobre el origen de la vida que hizo un gran hincapié en que hubo una gran catástrofe en el pasado. Creemos que sí hubo una gran catástrofe en un pasado remoto, pero fue el resultado de un juicio de Dios.

El día del Señor también incluirá el juicio. La expresión "el día del Señor" constituye una expresión familiar en la Biblia. Los profetas la utilizaron, el Señor Jesús la usó, así como muchos de los escritores del Nuevo Testamento. Fue una expresión técnica. El día del Señor comenzará con oscuridad, como dijeron los profetas del Antiguo Testamento - comenzará con la tribulación. Terminará con una gran explosión, de la cual hemos leído al comentar este gran juicio de la tierra, que será consumida por el fuego. El Dr. McGee cree que entre estos dos grandes eventos tendrán lugar el período de la tribulación, la venida de Cristo a la tierra para establecer Su reino, el reino, la breve liberación de Satanás y la rebelión de aquellos que lo secunden, el confinamiento final de Satanás y el juicio de los perdidos del Gran Trono Blanco. Después del juicio de la tierra, que el apóstol Pedro estaba describiendo, aparecerán los nuevos cielos y la nueva tierra.

Estimado oyente, nuestro tiempo ha llegado a su fin. Continuaremos Dios mediante en nuestro próximo programa, en el cual finalizaremos nuestro estudio de esta segunda epístola del apóstol Pedro. Como esperamos contar con su compañía. Le sugerimos que lea el resto de este capítulo 3, para que pueda estar más familiarizado con el contenido total del mismo.

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