Estudio bíblico de Juan 2:1-12

Juan 2:1-12

Continuando con nuestro estudio en el evangelio según San Juan, llegamos hoy al capítulo 2. Pero antes de entrar de lleno en el capítulo 2, creemos que sería conveniente que hiciéramos un breve repaso de lo que aprendimos en el capítulo 1. El primer capítulo de este evangelio de Juan, fue un capítulo algo extenso y muy importante. Así es que sería apropiado que hiciésemos un repaso del mismo.

En primer lugar dividimos el capítulo 1 en dos secciones principales. Primero, el prólogo al evangelio de Juan, el cual trata de la encarnación de Jesucristo, y comprende los versículos 1 hasta el 18. Encontramos en el prólogo tres grandes bloques. Y los otros versículos, son como el cemento que los une. En cada bloque hay tres grandes declaraciones. En el primer bloque encontramos al Verbo, que es Dios, lo cual constituye la identificación. Y tenemos allí las tres declaraciones. El segundo bloque expone que el Verbo fue hecho carne, lo cual constituye la explicación, junto con sus tres declaraciones. Y en el tercer bloque, vemos que el Verbo dio a conocer a Dios, lo cual es la declaración, junto con sus tres declaraciones. En el resto del capítulo 1, desde el versículo 19 hasta el versículo 51, tenemos la introducción al evangelio de San Juan. En esta sección hay cuatro testimonios importantes.

En primer lugar, tenemos el testimonio de Juan el Bautista. En el versículo 36, encontramos que Jesús es el que revela a Dios. En el versículo 29, tenemos que Jesús es el Redentor de los hombres. En segundo lugar, tenemos el testimonio de Andrés. Y en el versículo 41, vimos que Andrés declaró que Jesús era el Mesías, el Cristo. En tercer lugar, tenemos el testimonio de Felipe, quien en el versículo 45, declaró que Jesús era el cumplimiento del Antiguo Testamento. Y en cuarto y último lugar tenemos el testimonio de Natanael, quien afirmó, en el versículo 49, que Jesús era el hijo de Dios, el Rey de Israel. En el capítulo 1, vimos el contraste entre Jesús y Juan que, por cierto, resulta muy evidente. Cristo existía desde la eternidad. En cambio Juan, vino a esta tierra como los demás seres humanos. Cristo es el Verbo, y Juan era un hombre, tan solo una voz. Cristo es Dios mismo, y Juan fue enviado por Dios. Cristo es la luz, y Juan testificó de la luz. Cristo es el objeto de nuestra confianza, y Juan fue el agente que señaló a Cristo. Y esto pues, constituye el contenido del capítulo 1 del evangelio según San Juan.

Y ahora sí, pasamos al capítulo 2. En este capítulo 2, encontramos el milagro de la boda de Caná; el primer milagro del Señor Jesucristo. Llegamos ahora a este incidente tan importante en el ministerio de Jesús. Ocurrió cuando fue convidado a la boda en Caná. Pues allí fue donde hizo Su primer milagro. Leemos en el versículo 11 que, "Este principio de señales hizo Jesús". Esta frase: "Este principio de señales", aclara de una vez por todas que Jesús no hizo milagros antes ni en ninguna otra parte. Este fue Su primer milagro.

Ahora, observe usted que una vez más, Juan relacionó ese evento con el tiempo y con el espacio. Comenzó diciendo: "al tercer día". Nuestro Señor, salió, pues, a ejercer Su ministerio. Leamos pues, los primeros dos versículos de este segundo capítulo del evangelio según San Juan.

"Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. También fueron invitados a las bodas Jesús y sus discípulos."

Muchos creen que la presencia de María, la madre de Jesús allí, se debía a que ella era pariente de los que se casaban, o por lo menos de una de las familias. Creemos que esta es mayormente una suposición, pero, bien puede haber sido éste el caso. El Señor Jesús y Sus discípulos, también fueron convidados. Y como ya dijimos, veremos aquí a Jesús hacer Su primer milagro. Aquí en este capítulo 2 de San Juan, Jesús cambiaría el agua en vino. Se cree que esta referencia al "tercer día," significa que esto ocurrió en los últimos días de Febrero, o en los primeros días de Marzo del año 27, después de Jesucristo. Lo verdaderamente interesante es que Juan dio con mucho cuidado los lugares geográficos. En el último capítulo, estuvimos en Betsaida y ahora nos encontramos en Caná de Galilea. Luego, más adelante, veremos que Jesús irá hasta Capernaúm, según dice el versículo 12, y de allí a Jerusalén, según el versículo 13. De modo que Juan nos dio aquí muchos datos geográficos. Como ya hemos visto, Juan dijo que la madre de Jesús estuvo allí. Ahora, no sabemos por qué, pero Juan nunca la llamó por su nombre, María, en su evangelio. Bueno, en esta ocasión, ella vino a Jesús con una petición bastante extraña. Prestemos atención a lo que le dijo a Jesús. Versículo 3:

"Y faltó vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: No tienen vino."

En aquel entonces, el vino era parte integral, una parte principal de la dieta. Sin embargo, la embriaguez era condenada categóricamente. También es cierto, que usaban vino en las ceremonias levíticas. Era en la libación, cuando se derramaba vino con la ofrenda. Una boda era una celebración religiosa, y éstas eran personas que creían en el Antiguo Testamento. Y puede observarse que no hubo ningún caso de embriaguez en esta fiesta nupcial.

Ahora, la boda es una figura de otra boda futura. El Señor Jesucristo comenzó Su ministerio en la tierra, en una boda y lo terminará, en cuanto a la Iglesia, con la celebración de Su boda con ella. En la cena de las bodas del Cordero, la Iglesia le será presentada como novia.

Este, pues, es el primer milagro que hizo Jesús. El primer milagro público de Moisés en Egipto, en la primera de aquellas diez plagas, fue el de convertir las aguas del río Nilo en sangre. El primer milagro de Cristo, fue el de transformar el agua en vino. En este punto es interesante que, como Juan mismo nos dijo en el capítulo anterior, la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. ¡Qué contraste!

Ahora, ¿qué quiso decir María con su declaración? En primer lugar, es bueno que nos demos cuenta del hecho de que esta era una familia muy pobre. Simplemente, no había suficientes bebidas. En su comentario, Bengal dijo que cuando ella le dijo al Señor que no tenían vino, quiso indicar con delicadeza que Él y Sus discípulos deberían salir. Ahora, otro comentarista escribió que la observación de María era una sugerencia para que Él entretuviese a los convidados con un discurso. Este escritor creía que la madre de Jesús habría querido decirle: "¿Por qué no les presentas alguno de tus famosos discursos? Bueno, el caso es que Él todavía no había pronunciado ningún discurso, porque este era el principio de Su ministerio público. Pero, algunos creen que bien pudo haber sucedido de esa manera.

No creemos que el contexto aquí admita ninguna de estas dos interpretaciones. No creemos que la intervención de María fuera una sugerencia para que Él saliese de la fiesta. Tampoco creemos que fue una sugerencia para que entretuviera a los invitados. Creemos francamente que lo que ella, con toda sencillez le estaba diciendo fue: "Haz un milagro. Esta es una ocasión apropiada".

Ud. recordará que cuando el ángel Gabriel se le apareció a María y le dijo que ella sería quien daría a luz al Mesías, María le preguntó al ángel en cuanto al nacimiento virginal. Según el capítulo 1 de San Lucas, versículo 34, ella le preguntó: "¿Cómo será esto? pues no conozco varón". Y Gabriel le indicó con toda claridad, que el Espíritu Santo vendría sobre ella y que el Ser que nacería de ella sería divino y santo. María entonces demostró su fe y su sumisión cuando dijo en el versículo 38 de Lucas 1: "He aquí la sierva del Señor". Y desde ese momento en adelante, durante los años siguientes, siempre hubo dudas sobre su virginidad. Los hombres, de hecho, le hacían preguntas en cuanto a Jesús. Y creemos que aquí, en la boda de Caná, ella realmente le quiso decir a Jesús: "Aquí tienes tu oportunidad de hacer un milagro y demostrar que yo tenía razón, cuando dije que Tú tuviste un nacimiento virginal, y que Tú eres el que yo he declarado que eras". Pero Jesús le dio una respuesta muy clara. Leámosla aquí en el versículo 4, del capítulo 2 de San Juan:

"Jesús le dijo: ¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora."

Él le estaba diciendo: "Esta no es la ocasión. Yo te vindicaré, pero no aquí". Cuando Jesús colgaba de la cruz y Su madre estuvo bajo aquella cruz, usted recordará que Él la miró y le dijo, según el capítulo 19 de San Juan, versículo 26: "Mujer, he ahí tu hijo". En ese momento, Su hora había llegado y estaba por morir. Pero dentro de tres días, resucitaría de los muertos.

Creemos que cuando los discípulos se reunieron en el aposento alto, después de la resurrección y ascensión de Jesucristo, le fue entonces posible a María mirar a su alrededor, y decirle a cada uno de esos discípulos: "¿No te dije que Él era el Hijo de Dios?" El apóstol Pablo dijo, escribiendo a los Romanos, en el capítulo 1 de esa carta, versículo 4: ". . . que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos".

De modo que, aquí ella le estaba pidiendo a Jesús que hiciera algo que demostrase quién era Él, y que la vindicase a ella. Entonces, Él le dijo que haría exactamente eso, pero que la hora aún no había llegado. Ahora, ¡Esa hora sí llegaría! Su resurrección comprobaría quién era. Y no olvidemos que la resurrección también probaría el nacimiento virginal de Cristo. Somos propensos a considerar el nacimiento virginal, solamente durante el tiempo de la Navidad y como un hecho aislado. Pero, éste tiene una íntima relación con Su resurrección, que probó que Jesucristo era quien dijo ser. Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 2 del evangelio según San Juan:

"Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que él os diga."

¡Qué consejo tan bueno! Sería un buen texto para un sermón en el día de la madre. "Haced todo lo que os dijere". El título del mensaje sería: "El Consejo de una Madre". Creemos que fue un buen consejo. De hecho, un excelente consejo. Continuemos con los versículos 6 y 7 de este capítulo 2 del evangelio según San Juan:

"Había allí seis tinajas de piedra para agua, dispuestas para el rito de purificación de los judíos; en cada una de ellas cabían entre cincuenta y setenta litros. Jesús les dijo: Llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta arriba."

Nuestra atención ahora, es dirigida hacia estas seis tinajas de agua. Las usaban en los ritos de purificación externa. Esta era una familia pobre, y evidentemente estas tinajas eran viejas, muy usadas, y probablemente las habían guardado aparte en algún lugar. Esperaban que cuando los convidados vinieran, ninguno se fijara en ellas. Y creemos que nuestro Señor debe haberle causado a esta familia una cierta sensación de incomodidad, cuando pidió que trajeran estas tinajas. Pero luego Él les explicaría lo que quería que hiciesen y entonces, las llenaron hasta el borde. Leamos ahora los versículos 8 al 10:

"Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y presentadlo al encargado del banquete. Y se lo presentaron. Cuando el encargado del banquete probó el agua hecha vino, sin saber de dónde era (aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), llamó al esposo y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando han bebido mucho, el inferior; sin embargo, tú has reservado el buen vino hasta ahora."

Ahora, no quisiera que nos desviemos del Tema aquí, y que entremos en discusiones sobre si este era un vino con, o sin alcohol. No creemos que tal tipo de discusiones sean provechosas, y más que eso, ésta no es la cuestión de importancia en este pasaje.

Observemos que aquí hay un detalle que se omite. ¿Dónde estaba la novia? No la encontramos en ninguna parte. Y, ¿cómo era el traje de la novia? ¿No era esto acaso, lo más importante de la boda? Quizá usted, al igual que yo, ha presenciado muchas bodas y se habrá dado cuenta que, cuando el que tiene a su cargo el servicio religioso entra en la iglesia, nadie tiene verdadero interés en él. Luego, entra el novio y francamente, tampoco muestran mucho interés en él. La única persona que le da una sonrisa al novio, es la madre de él. Pero entonces entra la novia y todo el mundo la mira y admira. Ahora, qué tipo de traje tenía esta novia de Caná, no lo sabemos. Jesús y aquellas tinajas para el agua, son aquí lo más importante. Estimado oyente, en esta escena hay algo que es maravilloso. Jesús tomó unas tinajas y mandó que las llenaran de agua. Luego, sirvieron el agua y creemos que el milagro se produjo cuando llevaron el agua y la sirvieron a los convidados. El agua se transformó en vino. Creemos que así fue como el milagro tuvo lugar.

Y aquí tenemos una gran lección espiritual para nosotros. Jesús nos usa hoy en día, como utilizó a aquellas tinajas de agua. Somos como tinajas usadas y maltrechas. No somos atractivos, y por eso debiéramos ser apartados y ocultados de la vista. Pero, Jesús quiere usarnos. Quiere llenarnos de agua. Ahora, ¿cual es el agua? El agua, estimado oyente, es la Palabra de Dios. Quiere llenarnos a Ud. y a mí del agua de la Palabra de Dios. Luego, después de habernos llenado del agua de la Palabra de Dios, quiere que la compartamos con los demás. Y cuando hacemos esto, sucede algo que no sabemos cómo explicar; porque cuando el agua es vaciada de las tinajas y llega hasta los sedientos, es entonces transformada en vino, en el vino de la alegría, por medio de la operación del Espíritu Santo. En la carta a los Efesios, capítulo 5, versículo 18, se nos manda lo siguiente: "No os embriaguéis con vino, pues eso lleva al desenfreno; al contrario, llenaos del Espíritu Santo". El Espíritu Santo, estimado oyente, toma esa agua y hace un milagro en el individuo. No lo podemos explicar, porque se trata de un hecho sobrenatural; pero sabemos que sí sucede porque lo hemos visto y experimentado.

Son varias las personas que nos han escrito y que nos han contado que han sido salvadas, simplemente al escuchar la Palabra de Dios, por medio de este programa. No lo podemos comprender. Porque somos simplemente como una de aquellas viejas tinajas, y tenemos dentro de nosotros un poco de agua de la Palabra. Tratamos de compartirla con usted, estimado oyente, y utilizamos la radio como un medio para compartirla. Allí donde usted se encuentre, Dios transforma esta agua en el vino de la alegría, cuando usted la recibe.

Es precisamente por eso que enseñamos la Palabra de Dios con tanto ahínco en este programa. Creemos que lo que le falta a usted es, figurativamente hablando, el vino de la alegría en su vida. Y nada menos que la Palabra de Dios puede traérselo. Y sabemos que esto es verdad, porque hemos recibido muchas cartas que así lo manifiestan. Leamos ahora el versículo 12 de este capítulo 2 del evangelio según San Juan:

"Después de esto descendieron a Capernaúm él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días."

Creemos que esto se refiere a ese tiempo en que Su pueblo natal no le quiso aceptar. Usted recordará que en aquella ocasión trataron de acabar con Él. El evangelio de Lucas 4, nos cuenta que cuando Jesús entró en la sinagoga y leyó del libro del profeta Isaías, y dijo que estas profecías se cumplían con Su venida, el pueblo no le creyó y dijeron: "¿No es éste el hijo de José? (Lucas 4:22). Entonces se produjo un grave incidente e intentaron destruirle en aquella ocasión. Por tanto, cambió su centro de actividades a Capernaúm y, que sepamos, ése continuó siendo el centro de operaciones de Jesucristo, durante su ministerio público de tres años.

En este pasaje Bíblico hemos visto a Jesús presente en una boda. Más adelante en nuestro estudio le veremos entrevistándose con hombres y mujeres de condiciones sociales opuestas, y también en la casa de una familia embargada por la tristeza, porque un ser querido acababa de morir. En fin, le veremos en las más variadas situaciones humanas, llenando con Su Palabra y Su presencia las vidas de las personas en sus momentos de alegría, como en nuestra escena de hoy, pero también en los momentos de soledad e incertidumbre, en los casos de otros individuos. Para cada uno, tuvo las palabras apropiadas. Y lo mismo sucede hoy. Estimado oyente, la Palabra de Dios quiere llevarte hacia un encuentro con el Salvador y el Señor, quien por su obra en la cruz y su victoria en la resurrección, puede transformar las vidas de todos aquellos que acudan a Jesús.

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