Estudio bíblico de Josué 2:8-4:9

Josué 2:8-4:9

Continuamos nuestro estudio en el capítulo 2 de Josué. Y vamos ahora a considerar el aspecto de "El pacto entre Rahab y los espías". Y veremos la respuesta a la pregunta: ¿por qué mintió Rahab para proteger a quienes pertenecían a un pueblo enemigo? Leamos los versículos 8 y 9 de este capítulo 2 de Josué:

"Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros."

Es este pasaje Rahab reveló lo que pensaban los cananeos de su tiempo. Al parecer, los de la ciudad de Jericó habían oído que una gran multitud de nómadas del desierto habían llegado a la orilla oriental del río Jordán. Se había corrido la voz de que se disponían a ocupar esa tierra. Los espías se enteraron de esta información importante, de que la población estaba consternada y con miedo. Ésas fueron las noticias que Rahab les contó a los espías. Por su profesión, ella estaba en una posición adecuada para enterarse de todos los rumores y se dio cuenta que en su pueblo cundía el pánico por el avance de Israel. La misma evidencia que persuadió a Rahab a seguir a Dios, parecía simplemente endurecer a sus compatriotas. Continuemos leyendo el versículo 10:

"Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido."

El milagro en que se secaron las aguas del Mar Rojo había tenido lugar cuarenta años antes de que los hijos de Israel llegaran al río Jordán. Es decir que, por cuarenta años Dios les había dado a los habitantes de la tierra de Canaán, una oportunidad para volverse a Él, de creer en Él. Usted dirá: "Y, ¿Cómo es que usted sabe eso?" Bueno, porque Dios le había dicho a Abraham años antes, como dice en Génesis capítulo 15, versículo 16: "Y en la cuarta generación volverán a este lugar; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo". Este versículo se cumplió 420 años más tarde. En otras palabras, Dios iba a darles a los pueblos de Canaán 420 años para decidir si se volvían a Dios o no. El hecho es que, además, Dios guardó a Su pueblo en el desierto para que los cananeos tuvieran más oportunidades para poner su confianza en Él.

Hay algunos críticos que acusan al Dios del Antiguo Testamento de ser un Dios cruel que arbitrariamente mató a los cananeos. Pero la verdad es que Dios les dio el citado período de 420 años a los cananeos para arrepentirse de sus crueles prácticas paganas, que les arrastraban a su propia autodestrucción. Dios extendió ese período en 40 años, mientras ellos vagaban por el desierto, y se ocupó de que se enterasen de que Él se había revelado a sí mismo liberando a Su pueblo y sacándolo de Egipto, por medio del cruce milagroso del mar. Les permitió escuchar el aviso de que los hijos de Israel entraban en la tierra de una manera milagrosa, cruzando el río Jordán. Es decir, que Dios no iba a destruir a pueblos que no habían escuchado nada sobre Él y les dio múltiples oportunidades de creer en Él. Observemos lo que Rahab dijo aquí en este versículo 10: "... porque hemos oído". Es decir, habían escuchado de Dios y de ellos. O sea que los cananeos podían, o bien recibir a los israelitas, o bien resistirlos. Podían creer a Dios o rechazarle.

Estimado oyente, Dios tampoco ha cambiado en el Nuevo Testamento. Ha manifestado con claridad que aquellos que rechazan a Jesucristo como su Salvador personal, pasarán la eternidad en el infierno. Ahora, ¿Le parece inadecuado expresar algo tan terrible en esta sociedad civilizada en la cual vivimos? ¿Hace falta más tiempo? Han transcurrido más de 2000 años desde que Jesús murió en la cruz. Dios ha sido benigno. Ha sido lento y paciente para mostrar Su ira. Ha estado dispuesto a mostrar Su misericordia. Ha dado al mundo numerosas y claras oportunidades para que los seres humanos acepten la persona y la obra de Jesucristo. ¿Cuánto tiempo más cree usted que Dios debiera dar al género humano? ¿Cuánto tiempo más debe darle a usted estimado oyente, para que se vuelva a Él? Leamos ahora el versículo 11:

"Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra."

Los pueblos cananeos no sólo oyeron contar acerca del Dios de los israelitas, sino que también sabían que lo que oyeron era verdad. Muchos en la actualidad, saben que es un hecho histórico que Jesucristo murió, fue sepultado, y resucitó de los muertos. Saben que fue verdad, pero no son salvados. ¿Qué es entonces lo que hace salva a una persona? Que ésta ponga su confianza en la obra de Jesucristo en la cruz, le acepte como su Salvador personal. Que tenga una relación personal con Él. Rahab consideró la evidencia y escogió entonces poner su confianza en Dios. Otros, en cambio, los que tenían la misma evidencia que tenía Rahab, endurecieron sus corazones y rehusaron poner su confianza en Dios. Continuemos leyendo los versículos 12 al 14 ahora:

"Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte. Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad."

Rahab no sólo creyó toda la evidencia que Dios les había dado a los cananeos, sino que también actuó a causa de esa creencia. La oyó. La creyó. Luego, actuó sobre ella. Por ese motivo puso su vida en peligro para proteger a los espías enemigos. Ésa es la salvación, estimado oyente. Cuando usted escucha el evangelio, que es la buena noticia de lo que Cristo ha hecho por usted, no sólo tiene que creerlo como un hecho histórico, sino que también tiene que confiar usted mismo en Cristo como su Salvador personal. Rahab confió en que Él iba a darles esa tierra y se volvió hacia el Dios vivo y verdadero puso su confianza en Él. La carta a los Hebreos 11:31, dice: Por la fe Rahab, la ramera, no pereció juntamente con los desobedientes, porque recibió a los espías en paz. Los espías le prometieron que la salvarían a ella y a su familia de la destrucción, cuando Jericó fuese atacada. Leamos el versículo 18:

"He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre."

Y repetimos una vez más que si el Alcalde de Jericó se hubiera vuelto a Dios, se habría salvado. El hecho es que toda la ciudad pudo haberse salvado si hubiera creído a Dios. El Señor Jesucristo dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 3, versículo 16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha da do a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Usted y yo estimado oyente estamos perdidos, a menos que seamos salvos. Y lo que usted hace en cuanto a Jesucristo determina su destino eterno. Este incidente con Rahab describe la salvación. ¿Ha puesto usted su fe en Dios así como Rahab, o es usted como los cananeos? Y llegamos ahora al último aspecto aquí en este capítulo 2 de Josué. "Los espías escaparon y dieron su informe a Josué". Leamos los dos últimos versículos de este capítulo 2, los versículos 23 y 24:

"Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían acontecido. Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros."

Los espías habían regresado con su informe. Contaron a Josué todo lo que se habían enterado por medio de Rahab la ramera. Los habitantes de la tierra estaban atemorizados a causa del avance de los israelitas. Note usted ahora, las palabras del versículo 24, ". . .el Señor ha entregado toda la tierra en nuestras manos". Este informe de los espías fue totalmente diferente a aquellos otros espías que habían visitado la tierra 40 años antes. Ahora, no es cuestión de ver si deben entrar o no. Sino que definitivamente van a entrar. Y llegamos así a

Josué 3

En este capítulo el tema es el cruce del río Jordán. El paso del Jordán a la tierra de Canaán fue un punto decisivo, de vital importancia en cuanto a la fe de los israelitas. Unos 40 años antes, los hijos de Israel habían enfrentado una crisis semejante, pero habían fallado. Salir al desierto de Sinaí cruzando el Mar Rojo, requería fe. Sin embargo, invadir la tierra de Canaán cruzando el río Jordán, requería mucha más fe, porque habiendo pasado el río una vez, no habría ya ninguna posibilidad de escape. Estando en la tierra, tendrían que enfrentarse al enemigo con sus ejércitos, sus carros y ciudades amuralladas. Todos los israelitas dieron este paso juntos, denotando así su entrega total a Dios. Consideremos pues el primer aspecto de este capítulo 3 de Josué: "Israel cruzó el río Jordán". Leamos los primeros cuatro versículos de este capítulo 3 de Josué:

"Josué se levantó de mañana, y él y todos los hijos de Israel partieron de Sitim y vinieron hasta el Jordán, y reposaron allí antes de pasarlo. Y después de tres días, los oficiales recorrieron el campamento, y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella, a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Pero entre vosotros y ella haya distancia como de dos mil codos; no os acercaréis a ella."

Dios mandó a Josué y a los hijos de Israel que pasaran el río Jordán. Cuando se dispusieron a cruzar el Jordán, la situación fue muy distinta al cruce del Mar Rojo. Cuando cruzaron el Mar Rojo, Moisés bajó al agua, alzó su vara y extendió su mano sobre el mar. Toda esa noche las aguas se amontonaron, retrocediendo. Pero después de atravesar el desierto, cuando cruzaron el río Jordán, se trató realmente de un milagro mucho más notable, porque era la época de la inundación anual, y el cruce del río provocó una retención de las aguas que se precipitaban al Mar Muerto.

También algo nuevo había sido añadido. El arca debía bajar al cauce del río mucho más adelante del pueblo, casi a una distancia de más de un kilómetro. Y debía ser llevada por unos sacerdotes que tenían que llegar a la orilla del río para quedarse allí. Ahora pasemos al versículo 15:

"cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega)"

Cuando los sacerdotes llegaron a la orilla, el río Jordán se detuvo como contenido por una represa y los israelitas entonces pasaron por el lecho seco. Éste fue uno de los milagros más notables que se registran en las Escrituras.

Era la, primavera, época de la inundación anual del Jordán. Aquella tierra tenía dos estaciones de lluvia; otoño y primavera. Las lluvias de la primavera eran las más abundantes. Y es enteramente posible que los que vivían al lado occidental del Jordán creyeran que pasarían todavía algunos días, o quizá semanas, antes de que los israelitas pudieran cruzar el río. Probablemente creyeron que no había ningún peligro inmediato. Sin embargo, quizá algunos de ellos pudieron haber tenido un cierto temor secreto, de que Dios haría un milagro otra vez, sabiendo que 40 años antes ese pueblo había cruzado milagrosamente el Mar Rojo. Continuemos con los versículos 16 y 17:

"las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó. Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco."

Observemos que los sacerdotes se dirigieron hacia al medio del Jordán y se detuvieron allí, sosteniendo el arca hasta que todos los hijos de Israel hubieran pasado. Los israelitas cruzaron el río en dirección de Jericó, pero las aguas se quedaron detenidas como formando un embalse en la ciudad de Adam. ¿Y qué podría haber significado esa ciudad de Adam? Bueno, en cierta forma todos provenimos de Adam, en el sentido que él es el padre de la familia humana, y que por Adam entró la muerte en el mundo. Lo que estaba ocurriendo en el río Jordán ilustraba la muerte y resurrección de Cristo y su obra en la cruz., que no sólo se proyectaba hacia el futuro, donde nosotros nos encontramos, sino que también se proyectaba al pasado, a Adam y al comienzo del género humano.

Ahora, el arca es una de las mejores figuras o símbolos del Señor Jesucristo en el Antiguo Testamento, aunque hay muchas que son notables y sobresalientes. El arca había estado en el mismo centro del campamento de Israel por 40 años, en la marcha a través del desierto. Todas las noches cuando entraban en el campamento, todas las doce tribus acampaban alrededor del arca, situada en la parte central. Pero ahora, por primera vez, el arca, que hablaba de Cristo, iba delante al dirigirse hacia el río Jordán, y entraría en él en primer lugar.

Como ya ha sido declarado, Cristo va delante de nosotros en la muerte. Por supuesto, Él va con nosotros en la vida, al pasar nosotros por este mundo. Él está con nosotros. Pero Él fue delante en la muerte, y cuando nuestro Señor entró en la muerte, pasó por ella por usted y por mi, estimado oyente. Y ahora llegamos a

Josué 4:1-9

En este capítulo vemos que se nombró a doce hombres para tomaran doce piedras del río Jordán, para erigir un monumento conmemorativo en Gilgal. Además se colocaron doce piedras más en medio del río Jordán. Los israelitas cruzaron el Jordán, los sacerdotes que llevaban el arca llegaron también a la otra orilla, las aguas volvieron a su caudal normal y Dios enalteció a Josué. Leamos los primeros tres versículos de este capítulo 4 de Josué, que dan comienzo al párrafo titulado

Se erigieron dos conjuntos de piedras como monumentos

"Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo: Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, y mandadles, diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche."

Esto es algo que hicieron, y veamos lo que sucedió en el versículo 8:

"Y los hijos de Israel lo hicieron así como Josué les mandó: tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como Jehová lo había dicho a Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, y las pasaron al lugar donde acamparon, y las levantaron allí."

Las doce piedras que fueron tomadas del Jordán y levantadas en la orilla occidental del río, serían un recordatorio del gran poder de Dios a favor de Israel. Ahora, el versículo 9 dice:

"Josué también levantó doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto; y han estado allí hasta hoy."

Se levantó allí un conjunto de doce piedras. Cuando Josué escribió su libro, esas piedras ya estaban en el Jordán. Estas piedras tienen hoy para nosotros un gran significado espiritual.

Ahora, ¿cómo cruzaron el río los israelitas? El arca o cofre del pacto hablaba de Cristo. Las doce piedras en el río que quedarían sumergidas en el agua al volver el río a su caudal normal, hablaban de la muerte de Cristo, y las doce piedras sacadas del río en la orilla occidental del Jordán ilustraban la resurrección de Cristo y manifestaron el gran poder de Dios. Podemos decir entonces que los hijos de Israel cruzaron el Jordán mediante la muerte y la resurrección de Cristo. Para nosotros, el significado espiritual es que Cristo sufrió la muerte por usted y por mí, como muestra de la gracia de Dios. Pero el hecho es que hoy en día, Cristo está a la derecha de Dios.

Nuestra relación con la muerte de Cristo fue expuesta por el apóstol Pablo en su carta a los Romanos 6:1-4. San Pablo aclaró en ese pasaje que nosotros nos identificamos con Él en su muerte. Ahora la palabra "bautizados" ha sido transcripta, en vez de traducida. Se refiere a la palabra griega baptizo y su primer significado no tiene conexión con el agua. Nos habla de identificación porque, como ya dijimos, cuando Cristo murió nosotros nos identificamos con Él en Su muerte. Él murió por nosotros. Su muerte fue nuestra muerte. Y cuando Él resucitó, espiritualmente hablando, nosotros también resucitamos de los muertos. De esa manera, hoy estamos unidos al Cristo viviente para que usted y yo podamos disfrutar de todas las bendiciones espirituales. Así, hemos llegado a identificarnos totalmente con Él.

Ahora, cuando los israelitas cruzaron el río, se convirtieron en ciudadanos de Palestina. Se identificaron para siempre con esa tierra. Aun hoy, cuando un judío se encuentra fuera de esa tierra, se le llama un judío errante. Unamos entonces este hecho con otra gran realidad. Estimado oyente, cuando usted acepta a Cristo y le recibe como su Salvador, la muerte de Él se convierte en su muerte y la resurrección de Cristo se convierte en su resurrección. Ésa es pues su nueva identidad espiritual.

San Pablo escribió a los Efesios sobre esta maravillosa verdad, en 2:4-7, cuando dijo: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús". Es decir, que cuando Él murió, estimado oyente, murió por su pecado para que usted pudiera tener vida; y cuando regresó de la muerte, la vida de Él pasó entonces a ser la vida de usted. Ahora está usted unido al Dios vivo. Estimado oyente, ésta es una de las grandes verdades de la Palabra de Dios. ¿Es ésa su experiencia? ¿Es ésa su situación?

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