Estudio bíblico de 1 Crónicas 28:11-29:30

1 Crónicas 28:11 - 29:30

Comenzamos hoy, nuestro último estudio del Primer Libro de Crónicas. Nos encontramos en el capítulo 28, y vamos a leer una vez más, desde el versículo 11, para poder comenzar mejor nuestro estudio. Recordemos que estamos en una sección donde se da énfasis a los preparativos por parte de David para la construcción del templo. Todo su ser, su corazón, su alma, estaban consagrados a esta tarea. Esa obra era lo que David quería llevar a cabo pero que Dios no se lo permitió. David se sometió a la voluntad de Dios, pero se ocupó de todos los preparativos y reunió todo el material; a los trabajadores y animó a Salomón para que edificara el templo. Comencemos hoy, nuestra lectura en el versículo 11 de este capítulo 28, del Primer Libro de Crónicas y leamos hasta el versículo 13:

"Entonces David entregó a su hijo Salomón el plano del pórtico del Templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus salas y la casa del propiciatorio. Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa del Señor, para todas las habitaciones alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas. También para los grupos de los sacerdotes y de los levitas, para toda la obra del ministerio de la casa del Señor, y para todos los utensilios del ministerio de la casa del Señor".

Como ve usted, David era quien tenía el plano del templo. Igual que Moisés, a quien se le había dado el plano para el tabernáculo, fue a David, no a Salomón, a quien se le había dado el plano del templo. Podemos apreciar que David hizo todos los preparativos para la construcción del templo.

Dijimos en nuestro programa anterior, que íbamos a decir algunas cosas, algunas palabras en cuanto a la maqueta del templo que hay en el hotel "Tierra Santa" de Jerusalén. Esta maqueta a la que nos estamos refiriendo, no es de la clase que uno pone sobre una mesa. Se ha hecho en los terrenos del Hotel, en uno de los grandes y espaciosos jardines. Es una maqueta tan grande que uno puede caminar por ella. No tenemos las medidas exactas, pero quizás tenga unos 14 ó 15 metros de una parte a otra. Y le da a uno una buena idea de lo que era antes Jerusalén. En esa maqueta se presenta un modelo del templo.

Creemos que los que tuvieron a su cargo este proyecto eran judíos ortodoxos. Ellos construyeron en esa maqueta toda la ciudad, tal cual era. En ella se presenta el templo, con el aspecto que tenía en los días de Herodes que, en realidad, fueron los días de nuestro Señor, en los tiempos del Nuevo Testamento. Creemos que es lo más parecido al original que se haya hecho, ya que fue el resultado de muchos estudios. Tenemos, pues aquí, en nuestro pasaje de hoy, el plano del templo; éste era el proyecto de David, el templo de David y por eso, nos gusta insistir en llamarlo así.

En primer lugar, hay cierta simplicidad en torno al mismo. Sin embargo los detalles que se nos dan en Reyes y Crónicas parecen complicados. No era tan sencillo como lo era el tabernáculo. Había cierta simplicidad con respecto al mismo. No eran su arquitectura ni su tamaño lo que resultaba impresionante, sino la belleza y riqueza que lo caracterizaron.

David le dijo francamente a Salomón que no había necesidad de hacer ninguna economía ni recorte de gastos en la construcción del templo. Le dijo que había reunido todos los materiales necesarios para edificar exactamente lo que quería. Estaba muy adornado y cubierto con gran cantidad de oro, y plata, y piedras preciosas.

Por supuesto que David nunca tuvo la idea de construir un templo para que Dios morase en él. Cuando Salomón hizo su oración dedicatoria del templo, dijo con sinceridad lo siguiente: "Si los cielos, y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?" El mismo universo que Él creó no lo puede contener, ¿cómo lo iba a hacer una casa tan pequeña? El templo iba a ser un lugar de reunión. Dios se reuniría allí con el ser humano. Era un lugar que sería para la honra y la gloria de Dios. En nuestros días Dios no mora, no se encuentra con usted en un edificio. El mora en las personas por medio del Espíritu Santo.

Lo que realmente llama la atención es el corazón de David. Veamos lo que nos dicen los versículos 14 y 15, de este capítulo 28 del Primer Libro de Crónicas:

"Le dio oro en cantidad suficiente para las cosas de oro, para todos los utensilios de cada servicio, y plata en cantidad suficiente para todas las cosas de plata, para todos los utensilios de cada servicio. El oro necesario para los candelabros de oro, y para sus lámparas; suficiente oro para cada candelabro y sus lámparas; y para los candelabros de plata, la plata necesaria para cada candelabro y sus lámparas, conforme al servicio de cada candelabro".

La idea principal aquí era que no se debía tratar de ahorrar, hacer economías. No hubo escasez de medios y constituyó un gran despliegue de riqueza del reino de David. Y recordemos que lo hizo para honrar a Dios. Continuemos ahora, con el versículo 19:

"Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano del Señor, que me hizo entender todas las obras del diseño".

Éste es un versículo notable, porque destaca que el diseño del templo provino de Dios, tal como había sido el caso con el modelo del tabernáculo. O sea que, Dios proveyó el plano, eligió el lugar (que fue la era de Ornán), e inspiró y animó a David, aunque no le permitió ocuparse personalmente de la construcción del edificio. Y ahora, leamos el versículo 20:

"David dijo además a su hijo Salomón: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas ni desmayes, porque el Señor Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa del Señor".

David estaba entusiasmado en la edificación del templo e hizo todo lo posible para estimular a Salomón para que se ocupara del proyecto de construcción. Y ahora, el versículo 21, nos dice:

"Ahí tienes los grupos de los sacerdotes y de los levitas para todo el ministerio de la casa de Dios; estarán a tu lado en toda la obra; también te dará su ayuda toda clase de voluntarios y gente hábil para toda forma de servicio, y los príncipes y todo el pueblo ejecutarán todas tus órdenes".

Podemos ver que David tenía a todo el reino, desde los sacerdotes y obreros, hasta los príncipes y Levitas, entusiasmados y animados a hacer esta obra. Todo lo que Salomón tenía que hacer, era llevar a cabo sus órdenes y seguir los planes que David había preparado para él. Y llegamos ahora a

1 Crónicas 29

y aquí cambia el énfasis del templo al reino, aunque el pensamiento principal de David hasta el día de su muerte fue que el templo sería el elemento central del reino. Llegamos así al párrafo en que

David exhortó al pueblo

Éste fue el último mensaje de David al pueblo. Recordemos que cuando el anciano patriarca Jacob estaba muriendo, llamó a sus hijos. Y cuando Moisés llegó al final de su vida, pronunció un mensaje a las doce tribus. De la misma manera, David pronunció este mensaje a su pueblo antes de morir. Leamos el versículo 1 de este capítulo 29 de 1 Crónicas:

"Después dijo el rey David a toda la asamblea: Solamente a Salomón, mi hijo, ha elegido Dios; él es joven y tierno de edad, y la obra, grande; porque la Casa no es para un hombre, sino para el Señor Dios".

Cuando David dijo que Salomón era joven, también quiso decir que era inexperto. Y eso era en realidad así. No tenía ninguna experiencia, era un principiante, lo contrario de David, que era un veterano. Y aunque David era un hombre generoso, también era una persona muy empecinada. Y leamos ahora los versículos 2 y 3 de este capítulo 29 del Primer Libro de Crónicas:

"Con todas mis fuerzas yo he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia. Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios:"

Aquí David nos dejó un ejemplo de lo que realmente significa tener un corazón orientado hacia Dios, y de colocar a Dios primero en nuestras vidas. Estos bienes que él estaba dedicando al templo pertenecían a su propiedad personal. Luego, él continuó mencionando en detalle esta gran cantidad de riqueza. Dijo, además, en el versículo 5:

"oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de las manos de los artífices. ¿Quién quiere, pues, hacer hoy ofrenda voluntaria al Señor?"

David estableció un ejemplo de desprendimiento personal ante sus oyentes y luego, presentó un desafío a su pueblo. Y en el versículo 6, leemos:

"Entonces los jefes de familia, los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrendaron voluntariamente".

Aquí vemos que el ejemplo de David provocó una respuesta por parte del pueblo: Luego en los versículos 7 al 9 tenemos la reacción del pueblo. Leamos estos versículos:

"Dieron para el servicio de la casa de Dios ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, cerca de seiscientos mil kilos de bronce, y tres millones trescientos mil de hierro. Todo el que tenía piedras preciosas las entregó para el tesoro de la casa del Señor, en manos de Jehiel, el gersonita. Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrendaron espontáneamente al Señor".

La gente contribuyó no solo generosamente, sino también con alegría. Debió ser emocionante para David ver a su pueblo dar con tanto agrado para contribuir a la riqueza y embellecimiento del templo. Dios quiere que contribuyamos a la difusión de Su mensaje siempre y cuando esa actitud produzca alegría en el corazón. En esta ocasión de nuestro relato, la entrega de las ofrendas fue un tiempo de gran alegría. Continuemos ahora con el versículo 10:

"Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo al Señor delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, Señor, Dios de Israel, nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo".

Observemos que David llamó a Dios el padre de la nación de Israel. En el Antiguo Testamento Él no fue llamado el padre de individuos. En realidad, David nunca le llamó padre. Dios llamó a David Su siervo. Éste es un detalle muy interesante. La ley de Moisés nunca convirtió a nadie en un hijo de Dios. Sólo la fe en Jesucristo puede hacernos hijos de Dios. Llegamos al versículo 11, donde tenemos

La oración del rey David

"Tuya es, Señor, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, Señor, es el reino, y tú eres excelso sobre todos".

¿No le resultan familiares estas palabras? Usted recordará que cuando los discípulos le pidieron al Señor Jesús que les enseñara a orar, Él les dio un modelo de oración. Él los llevó directamente a esta oración de David. La frase Venga tu reino, del padre nuestro, seguramente estaba en el corazón de David. Éstas son palabras breves y sencillas, pero reúnen la aspiración y la esperanza de siglos. Ésta es una de las más grandes oraciones de las Escrituras y ciertamente, del Antiguo Testamento. Presenta una gran amplitud, majestuosa y plena muestra de adoración, alabanza y expresiones de gratitud. Repudia todo mérito humano y declara la dependencia humana de Dios. Revela humillación, confesión y dedicación personal. Reconoce que todo pertenece a Dios. David reconoció que el reino pertenecía a Dios. Fue significativo que el Señor recurriera a esta oración para instruir a Sus discípulos.

El concepto del reino que encontramos en las Escrituras es el de un reino que es eterno, y es temporal. Es universal y es local. Hablando generalmente se puede decir que es el reino del cielo sobre la tierra.

Recordemos que cuando Dios creó a Adán le dio a él dominio. Y entonces, ¿a qué se refiere el reino? Es el gobierno de Dios sobre toda la tierra. Quiere decir, restaurar el gobierno de Dios. Es la recuperación de la tierra para colocarla nuevamente bajo el gobierno de Dios. Esperamos que usted, estimado oyente, no crea que Dios está hoy gobernando este mundo. Si Él lo hiciera, usted no tendría la angustia, las lágrimas, las desilusiones o las guerras. Éste es el reino por el cual debiéramos orar. Y llegará solamente, en la manera señalada por Dios. Llegará por medio del protocolo divino, y se caracterizará por aspectos divinos. El hombre no puede convertir en realidad este reino en la tierra; sólo el Señor Jesucristo puede establecer ese reino. Y podemos repetir aquí la frase: "Tuyo, es el reino".

Personalmente creemos que es una buena oración para las oraciones privadas de cada uno. "Tuyo, Señor, es el reino" debiera ser la oración de cada creyente. Y David estaba esperando la llegada de ese reino aquí en la tierra. Continuemos ahora con los versículos 12 al 14, de este capítulo 29 del Primer Libro de Crónicas:

"Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el dar grandeza y poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que pudiéramos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos".

Es interesante notar que a Dios no le podemos dar nada, en realidad. Porque, en primer lugar, todo le pertenece a Él. Pero Él puede bendecirle cuando usted le da algo, y lo va a bendecir. Dios nos puede bendecir únicamente cuando abrimos nuestros corazones y somos generosos. Ahora, escuchemos lo que dijo David aquí en los versículos 15 y 16:

"Porque nosotros, extranjeros que están de paso somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Señor, Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar Casa a tu santo nombre, de tu mano procede y todo es tuyo".

Realmente, necesitamos reconocer esta realidad. Avancemos ahora, leyendo los versículos 17 al 20 de este capítulo 29 del Primer Libro de Crónicas:

"Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo y encamina su corazón a ti. Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, para que haga todas las cosas, y te edifique la Casa para la cual yo he hecho preparativos. Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora al Señor, vuestro Dios. Entonces toda la congregación bendijo al Señor, Dios de sus padres, e inclinándose adoraron delante del Señor y del rey".

O sea que, todo esto constituyó un motivo de gran regocijo y adoración. Ahora, en el versículo 22, tenemos

La llegada de Salomón al trono

Leamos los versículos 22 y 23:

"Y comieron y bebieron delante del Señor aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante el Señor lo ungieron como príncipe, y a Sadoc, como sacerdote. Se sentó Salomón como rey en el trono del Señor en lugar de su padre David, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel".

El reino se unió ante el rey Salomón y él ejerció su autoridad real antes de la muerte de David. Leamos a continuación los versículos 26 al 28, en los que se registra

La muerte de David

"Así reinó David hijo de Isaí sobre todo Israel. El tiempo que reinó sobre Israel fue cuarenta años. Siete años reinó en Hebrón y treinta y tres reinó en Jerusalén. Murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria. Reinó en su lugar Salomón, su hijo".

Éste es el registro que Dios nos ha dejado. Dios, estimado oyente, quiso que usted supiera lo que Él sintió por David. No sabemos qué piensa usted sobre la figura de David. Y, nos alegramos de que el Señor amara a David en esa forma y que el Señor obrara con él, como lo hizo, porque David era muy humano. Ahora, yo también me siento humano y sé que Dios obrará conmigo con tanta bondad y con tanta severidad como obró con David. El Señor es bueno. Él es maravilloso. Yo no puedo edificar un templo para Dios, pero hoy, estimado oyente, nosotros le podemos ofrecer el templo del Espíritu Santo, o sea, nuestros cuerpos.

El rey David, amó verdaderamente a Dios. Después de una larga vida de aciertos, hazañas y grandes logros, cometió también sus errores, pecados y debilidades. Pero fue humilde, reconoció y confesó sus pecados, y fue perdonado por Dios, terminando su vida con honor, honrando a Dios y siendo honrado por Él. Estimado oyente, nadie mejor que usted conoce su situación ante Dios. Queremos terminar este estudio de primera de Crónicas, que nos ha conducido hasta el final de la vida del rey David, con una de sus páginas más célebres, que ha llevado a muchísimas personas a un renovado encuentro con Dios. Le rogamos que, si usted lo ve oportuno y de acuerdo con su propia necesidad o estado, haga suyas estas palabras de David, escritas en el Salmo 51: "Lléname de gozo y alegría, alégrame de nuevo, aunque me has quebrantado. Aleja de tu vista mis pecados y borra todas mis maldades. Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio! ¡Dame un espíritu nuevo y fiel! Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvación. Señor, abre mis labios, y con mi boca te cantaré alabanzas. Pues tú no quieres ofrendas ni holocaustos; yo te los daría, pero no es lo que te agrada. Las ofrendas a Dios son el espíritu dolido; Al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás".

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