Estudio bíblico: Multiplicación de los panes y los peces - Juan 6:1-14

Serie:   Los milagros de Jesús   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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Multiplicación de los panes y los peces (Mt 14:13-21) (Mr 6:32-44) (Lc 9:10-17) (Jn 6:1-14)

El sol estaba saliendo sobre los montes que rodean al mar de Galilea y este niño empezó su día que iba a ser bastante distinto. Alguien en la familia le preparó una merienda con unos pocos panes y unos pececillos. También se ha sugerido que quizás las provisiones eran para venderlas. Pero lo que este niño ni su familia se imaginaban era que algo espectacular iba a pasar con esa pequeña merienda y que Jesús de Nazaret iba a realizar un milagro extraordinario.
Sabemos que hay dos milagros similares pero con algunas diferencias: El primero está en (Mt 14:13-21); el segundo en (Mt 15:32-38).
En el primero se alimentan cinco mil hombres, en el segundo cuatro mil. En el primer milagro hay cinco panes y dos pescados; en el segundo hay siete panes y unos pocos pescaditos. Por último, en el primer milagro sobran doce canastas, y en el segundo siete cestas.
El Evangelio de Juan capítulo 6, que es el que vamos a seguir para nuestra meditación, nos dice en los versículos 2-4: "y le seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Jesús subió a un monte y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos". Por ahora todo parece rutina. Yo he estado en el monte que la tradición dice que fue el lugar del milagro, y si no fue ese, el paisaje alrededor del mar de Galilea es muy similar. El lugar es ideal con una ladera delicada que sin duda puede tener una multitud de muchos miles de personas sin dificultad. Allí abajo estaban las aguas, a veces tranquilas, a veces agitadas, del mar de Galilea.
El Evangelio de Marcos nos da algunos detalles importantes. En el capítulo 6, empezando los versículos 31 y 32 leemos: "Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera tenían oportunidad para comer. Y se fueron solos en la barca a un lugar desierto". Pero la tranquilidad no duró mucho, pues el versículo 33 nos dice: "Pero muchos les vieron ir y les reconocieron. Y corrieron allá a pie de todas las ciudades y llegaron antes que ellos". Observemos que muchos por lo visto caminaron una gran distancia para llegar al lugar a donde vieron que la embarcación se dirigía.
En el Evangelio de (Mt 14:14-15) leemos: "Cuando Jesús salió, vio la gran multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que entre ellos estaban enfermos. Al atardecer, sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: El lugar es desierto, y la hora ya avanzada. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y compren para sí algo de come?". Notemos las admirables palabras: "vio la gran multitud y tuvo compasión de ellos".
Cada vez que el Señor Jesús hizo un milagro lo hizo sintiendo en su corazón el dolor, la angustia o la necesidad de la persona. Nunca lo hizo para demostrar en forma espectacular sus habilidades extraordinarias. Creo que Jesús de Nazaret veía a las multitudes con compasión por algunas razones que seguidamente enumero, no en orden de importancia, ni pretendiendo que sean las únicas que se pueden mencionar:
1) Tenía compasión por su situación espiritual. Habían dejado al Dios de Israel y lo habían cambiado por un sistema religioso legalista.
2) Tenía compasión por su situación política nacional. Aquellos que eran el pueblo de Dios ahora tenían el emperador romano que era un pagano inicuo.
3) Los veía en su situación económica y social. Muchos de ellos no tendrían el dinero para salir y comprar lo que fuera necesario; a esa hora del día probablemente a un precio mucho más alto.
4) La condición física. Muchos de ellos estaban enfermos y padecían de diversas dolencias. (Mt 14:14) dice: "...y sanó a los que entre ellos estaban enfermos". (Mr 6:34) nos da un detalle importante: "Cuando Jesús salió, vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor. Entonces comenzó a enseñarles muchas cosas".
¿Qué se le puede enseñar a una multitud que es como un rebaño sin pastor? Yo supongo que les habló palabras similares a las del (Sal 23:1): "Jehová es mi pastor; nada me faltará"; o a las palabras de (Jn 10:11): "Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas". Probablemente les dijo que no era necesario que fueran como ovejas sin pastor pues en las palabras de los versículos 27 y 28 del mismo capítulo de Juan leemos: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano".
En un sentido, los discípulos le están diciendo al Maestro: "Diles que se vayan y se las arreglen como puedan". Ellos usan las palabras "para que vayan a las aldeas y compren para sí algo de comer" (Mt 14:15). Sin duda que no había en aquellos tiempos la cantidad de lugares para comer fuera de casa como tenemos en el día de hoy, con la proliferación de lugares de comidas rápidas. La respuesta de Jesucristo es llamativa: "No tienen necesidad de irse. Dadles vosotros de comer".
(Jn 6:5) nos dice: "Cuando Jesús alzó los ojos y vio que se le acercaba una gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?". Felipe tiene la oportunidad de su vida de demostrar su confianza y dependencia del Maestro. Es notable que Jesús no le hiciera la pregunta a Pedro ni a Juan sino a Felipe. (Jn 6:6) nos dice: "Pero decía esto para probarle, porque Jesús sabía lo que iba a hacer". ¡Qué enseñanza para nosotros que el Señor a veces nos prueba! Gracias a Dios él siempre sabe lo que tiene que hacer, pero nos da la oportunidad de mostrar la profundidad de nuestra fe.
Notemos que en la pregunta del Señor Jesús ya se ve un plan. Tenemos que alimentar con pan a toda esta gente. El término "probarle" es el mismo que se utiliza en (1 Co 10:9): "Ni tentemos a Cristo, como algunos de ellos le tentaron y perecieron por las serpientes" (1 Co 10:13) (2 Co 13:5) (He 2:17-18). Felipe es como muchos de nosotros; él es la persona que ve la dificultad y responde: "Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco". Es decir, todo el sueldo de un jornalero durante siete meses no alcanzaba para que cada uno de ellos comiera un poquito.
Felipe estaba pensando en lo que costaría, y aunque el texto no nos dice, muy probablemente no tendrían ese dinero disponible. Pero Felipe no había calculado lo que costaba alimentarlos en forma tal que quedaran todos completamente satisfechos. Felipe, como nosotros hoy, poco entendía la Escritura que dice: "porque míos son todos los animales del bosque, los millares del ganado en mis montes. Conozco todas las aves de las alturas, y las criaturas cid campo son mías" (Sal 50:10-11). Así, Felipe en su respuesta actúa como uno de nosotros. Está pensando en darles un poco de comida. ¡Pero qué misericordioso es el Señor! Él quiere alimentar a la multitud no con un poco, sino hasta que todos estén completamente satisfechos. Como decíamos, Felipe piensa en "darles un poco". ¡Cuántas veces en las cosas espirituales nosotros hacemos lo mismo! Servimos un poquito en la predicación, un poquito en algún ministerio; damos un poquito de ofrenda y un poquito de nuestra vida para el servicio del Señor.
Pero veamos la segunda objeción que se utiliza en otro milagro similar que está en (Mt 15:33), o sea, en el segundo milagro similar: "Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde conseguiremos nosotros tantos panes en un lugar desierto como para saciar a una multitud tan grande?". O sea, estaban diciendo algo así como: "¡Pero Señor, usted no se da cuenta de que en el desierto no hay panaderías para alimentar a más de diez mil personas!". En esta objeción los discípulos estaban diciendo: "No podemos hacer esto porque no es posible".
Pero en (Mr 6:37) tenemos otra objeción. Esta es también sutil. La Escritura nos dice: "Él les respondió y dijo: Dadles vosotros de comer. Le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?". Es como si dijeren: "¿Señor, quieres que nos molestemos en ir a buscar pan?". Al mencionar los doscientos denarios, creo que estaban diciendo: "No tenemos esa cantidad de dinero para poder hacer este trabajo".
Ahora aparece Andrés, quien dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescaditos. Pero, ¿qué es esto para tantos?" (Jn 6:9). Andrés considera la realidad de lo que tiene y la dificultad del proyecto. Con esto puedo alimentar a una persona, quizás como máximo, a dos, pero hay cinco mil hombres, quizás otro tanto de mujeres y probablemente diez mil niños. Estamos hablando de alimentar entre diez a veinte mil personas. Si a cada uno le damos medio kilo de comida estamos hablando de cinco a diez toneladas de comida. ¿Verdad que Andrés tenía razón? ¿Qué se puede hacer con tan poco cuando la necesidad es tan grande? Me imagino la reacción del muchacho cuando los discípulos se le acercaron y le pidieron "prestado" el pan y los pescaditos. Quizás él pensó que lo iba a perder todo y se iba a tener que ir a dormir de noche con el estómago vacío. Pero ¡qué lección, que sin duda aún siendo anciano iba a recordar! El Señor Jesús puede usar lo poco que tenemos para su gloria cuando lo ponemos todo en sus manos.
Miremos una vez más la escena donde el milagro se va a producir; está anocheciendo. Durante el día, el Señor Jesús ha curado sin duda innumerables enfermos. Les ha hablado la Palabra de Dios. Ahora se van a cumplir las palabras de (Is 55:1): "Oh, todos los sedientos, ¡venid a las aguas! Y los que no tienen dinero, ¡venid, comprad y comed! Venid comprad sin dinero y sin precio, vino y leche".
El versículo 10 de la narración de Juan 6 nos dice: "Entonces Jesús dijo: Haced recostar a la gente. Había mucha hierba en aquel lugar. Se recostaron, pues, como cinco mil hombres". En (Mr 6:39) se nos da otro detalle: "Él les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde". Se nos está dando un detalle de colorido que nos permite sospechar que es la primavera o el comienzo del verano. Nos damos cuenta de la hermosura del lugar. Así que se recuestan en partidas de ciento en ciento y de cincuenta en cincuenta. Queremos destacar que el Señor Jesús hizo las cosas con orden. El cielo es un lugar con orden. Las estrellas y los planetas andan por sus órbitas establecidas en perfecto orden. La Escritura nos dice cómo deben hacerse las cosas en la iglesia local: "hágase todo decentemente y con orden" (1 Co 14:40). Los grupos dispuestos de esa manera permitirían que todos pudieran ver con detalle lo que iba a pasar. Otra razón importante para tal orden era que así se evitaría el alboroto y el peligro de atropello que puede suceder cuando de entre una multitud hambrienta algunos quieren ser los primeros. El Señor quiso evitar que los grandes y fuertes atropellaran y lastimaran a los ancianos y a los niños. Cuando todos se agruparon como había sido ordenado, el Señor Jesús se dispuso a hacer el milagro. Los panes de cebada representan un producto de la tierra. Los pescaditos por su parte representan un producto del mar. Aquí vemos la autoridad del Señor sobre la tierra y el mar.
Mateo nos da un detalle importante. En (Mt 14:19) leemos: "Luego mandó que la gente se recostara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y alzando los ojos al cielo, los bendijo. Después de partirlos, dio los panes a sus discípulos, y ellos a la gente". Observemos que el Señor ordena que la gente se recueste en la pradera. No les dice que se arrodillen porque sería muy fácil pararse y salir corriendo. Por la misma razón no les dice que se sienten sino que se recuesten. ¡Qué retrato tan perfecto del "buen pastor"!, como lo vemos en las palabras del (Sal 23:2): "En prados de tiernos pastos me hace descansar...". Vemos la multitud ahora descansando con sus cuerpos sobre la hierba verde de la ladera de la montaña y sus ojos concentrados en Jesús de Nazaret. Ahora toma los panes y los peces y levanta los ojos al cielo demostrando su dependencia y comunión perfecta con su Padre.
Es de bendición a nuestros corazones considerar las veces que las Escrituras nos dicen que el Señor levantó sus ojos al cielo. Lo hizo en relación con la sanidad del sordomudo. En (Mr 7:34) leemos: "Luego mirando al cielo, suspiró y le dijo: ¡Efata!, que quiere decir: Sé abierto". Ver también (Mt 17:5) (Jn 11:41) (Jn 17:1).
Ahora, proseguimos con nuestro texto de (Jn 6:11): "habiendo dado gracias, los repartió entre los que estaban recostados. De igual manera repartió de los pescados, cuanto querían". Nos preguntamos: ¿Por qué le dio gracias?. ¡Qué maravilloso habría sido poder escuchar sus palabras de gracias a su Padre! Le dio gracias a su Padre por cinco panes y por dos pescaditos. Aquel que es el creador de los cielos y la tierra y en las palabras de (Col 1:16): "Todo fue creado por medio de él y para él"; el creador de los millones de peces de los ríos y de los mares le está dando gracias a su Padre por estos dos pescaditos. Creo también que le dio gracias a su Padre porque él nos colma de bendiciones y hace que su sol salga sobre malos y buenos y que llueva sobre justos e injustos. Pensemos en las palabras del (Sal 68:19): "¡Bendito sea el Señor! Día tras día lleva nuestras cargas el Dios de nuestra salvación". De igual manera que cuando el Señor frente a la tumba de Lázaro oró y dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sabía que siempre me oyes" (Jn 11:41-42).
Jesús de Nazaret va a probar en este milagro que él puede alimentar las multitudes no solamente espiritualmente sino también físicamente. En (Jn 6:35) él dice: "Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás". Alguien podría decir: "Es muy fácil decir esto en un sentido espiritual, ¿pero cómo puede demostrar que lo puede hacer?". En un sentido el milagro que estamos considerando muestra que Jesús de Nazaret puede hacer lo imposible. En el Antiguo Testamento el profeta Elías (1 R 17) alimenta en forma milagrosa a una viuda y a su hijo con la provisión de aceite y harina. El Mesías va a alimentar más de diez mil personas con pan y peces. En un sentido la promesa del (Sal 72:16) se va a cumplir delante de los ojos de esta multitud: "Haya abundancia de grano en la tierra; sea copioso en las cumbres de los montes. Su fruto brotará como el Líbano, y surgirá como la hierba de la tierra". Observen que el Señor Jesús alimentó a la multitud no con chocolates, caramelos, hamburguesas y papas fritas. Él les dio algo que era nutritivo y saludable.
Volviendo a nuestra lectura, (Jn 6:11) nos dice: "y habiendo dado gracias, los repartió entre los que estaban recostados. De igual manera repartió de los pescados, cuanto querían". ¿Cómo es que el milagro se produce?, no lo sabemos exactamente. Lo increíble es que se está creando materia orgánica que no existía antes. Aquí vemos a aquel que es el Creador haciendo, de algo que ya existe, muchísimo más en cantidad. Quizás para entenderlo mejor nos sirva un ejemplo matemático que es pobre, pero es como si un pan se rompiera y luego tuviéramos dos que han vuelto al tamaño original. Si rompiéramos esos dos tendríamos cuatro y si lo hiciéramos otra vez y otra vez tendríamos 8, después 16, inmediatamente 32, luego 64, seguidamente 128, 256, 512 y enseguida 1.024. Unas pocas veces después tendríamos las miles y miles de piezas de pan. Sabemos que el milagro fue real. No fue una ilusión colectiva. El hecho de que al final haya doce canastas llenas de pedazos muestra que la multiplicación fue real.
Me imagino que el muchacho que al principio quizás temía quedarse sin nada, no solamente comió como nunca había comido, sino que también, probablemente, guardó, en la misma bolsita que había llevado, provisión suficiente para después. Y si alguien le hubiera dicho cómo era que estaba guardando pan para llevárselo, él les hubiera podido decir con autoridad: "Después de todo yo soy el socio fundador; el que puso el capital inicial que luego creció tanto".
Observemos que los discípulos lo repartían a los que estaban recostados. El que se mantenía de pie no recibía nada. Al estar la gente recostada en grupos, el trabajo se podía hacer más rápido y eficientemente. Cada discípulo podía tener un contacto individual con los grupos de personas. Cada discípulo tenía que servirles a unos cuatrocientos ochenta hombres y además a las mujeres y a los niños. Sin duda que al final del reparto todos estarían muy cansados.
En (Jn 6:12) leemos: "Cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que han quedado, para que no se pierda nada". Estas gentes no estaban acostumbradas a comer gratis; estaban habituados a trabajar por la comida. Y ¡qué comida! ¡Sin duda el pan estaba delicioso y los peces eran exquisitos! Era una nutrición sana. Ahora que estaban bien alimentados podían tomar el camino de regreso a sus casas, aunque a muchos les llevaría varias horas.
¡Qué precioso es cuando un niño o un joven está dispuesto a poner su vida, sus talentos, su tiempo en las manos del Señor como lo hizo este muchacho! Pienso que con el pasar de los años este joven habría madurado; y como hombre adulto se habría dado cuenta de que él había tenido la oportunidad de ser usado por el Señor para la bendición de miles y miles. Este principio sigue siendo válido el día de hoy para aquellos que entregan lo que son y reciben a Jesucristo. Saulo de Tarso era un hombre muy instruido, de un ambiente socioeconómico de clase alta, lo que podemos determinar por su elevada educación. Pero cuando compara cómo era su vida antes de ser un creyente en el Señor Jesús nos dice en (Fil 3:7-8): "Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo. Y aun más: Considero cómo pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo".
(Jn 6:13) nos dice: "Recogieron, pues, y llenaron doce canastas de pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido". Creo que este es el versículo bíblico favorito de los ecologistas, muy cuidadosos en cuanto a la contaminación ambiental. Veamos (Mr 6:43): "y recogieron doce canastas llenas de los pedazos de pan y de los pescados". Algunos comentaristas sugieren que los peces habrían sido tratados con sal para conservarlos. Esto para mí es importante porque nos muestra que el Señor Jesús era muy cuidadoso y nunca perdió o descuidó nada. Nunca leemos en el Nuevo Testamento que él se hubiera olvidado de algo. Cuando es resucitado, aun en la tumba se encuentra todo en perfecto orden (Jn 20:7) (Jn 10:27) (Jn 17:12).
Es muy probable que algunos niños al ver tanta abundancia dejara caídos buenos pedazos de pan aquí y allá. Creo que el Señor Jesús les está diciendo algo así como: "Esto no es más que pan pero ha sido provisto de una manera maravillosa y abundante". Demostramos en esto de no desperdiciar nada que aceptamos las dádivas de Dios con gratitud y responsabilidad. Y si esto es verdad en relación con el pan que perece, cuanto más será verdad en las distintas cosas materiales y los ministerios que Dios en su misericordia nos proporciona.
(Jn 6:14-15): "Entonces, cuando los hombres vieron la señal que Jesús había hecho, decían: ¡Verdaderamente, éste es el profeta que ha de venir al mundo!. Como Jesús entendió que iban a venir para tomarle por la fuerza y hacerle rey, se retiró de nuevo al monte, él solo". La gente se dio cuenta de que había algo extraordinario en Jesús de Nazaret y la idea que tenían era la de hacerlo rey. Pero Jesús se retiró al monte.
Los hombres han constituido como reyes a seres humanos; la historia nos ha enseñado cuán grandes fueron sus debilidades, y cuán distorsionadas sus vidas impuras. Pero Jesús no vino a este mundo para llegar a ser importante, influyente y poderoso. No vino para ser un rey sino para ser el Salvador. Para ser un rey tenía que sentarse en un trono y derramar la sangre de muchos en una revolución contra el imperio romano. Para ser el Salvador se humilló hasta la muerte, fue clavado en una cruz y dio su sangre en precio de rescate por nosotros.
La multitud sin duda no entendió que él era mucho más que un profeta, y que era infinitamente superior y estaba absolutamente por encima de nosotros al ser el eterno Hijo de Dios.
Muchos años pasaron y seguramente el muchacho de la historia llegó a ser un anciano. Si alguien le hubiera preguntado si se arrepintió de haberle dado el pan al Maestro, creo que su respuesta hubiera sido algo así como: "¡Claro que no! Él me ha alimentado en forma fiel desde aquel día hasta hoy, y ahora comprendo el significado de las palabras del (Sal 37:25): "Yo he sido joven y he envejecido; pero no he visto a un justo desamparado, ni a sus descendientes mendigando pan".
La famosa frase del químico francés Lavoisier: "Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma", no se aplica a aquel que es el Creador del universo. El que hizo la multiplicación de los panes y de los peces es el mismo que dijo en (Mt 4:4): "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".

Temas para predicadores

El Señor Jesús puede hacer mucho con lo poco que tenemos.
La responsabilidad de cada creyente de alimentar la multitud a nuestro alrededor.
El carácter del Señor Jesús. Su compasión al ver la multitud necesitada, y su divinidad al hacer el milagro de la multiplicación.

Comentarios

Argentina
  Alcira Bustos  (Argentina)  (26/12/2022)
Hola bendiciones les agradezco muy tremenda enseñanza!!!! Que Dios los colme de gran bendición.
Honduras
  Ilis Flores  (Honduras)  (01/04/2022)
Gloria a Mi Dios, por su bendita palabra expuesta por siervos de El, y conservando la sana doctrina.
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