Estudio bíblico: La maldición de la higuera - Mateo 21:17-21

Serie:   Los milagros de Jesús   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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La maldición de la higuera (Mt 21:17-21) (Mr 11:12-24)

Creo que hay tres aspectos de la persona del Señor Jesús que se destacan en esta porción.
En primer lugar, el hecho de que el Señor desaprobó la "hipocresía" de la higuera. Jesucristo no castigó a la higuera por no tener fruto sino porque su abundante follaje sugería que podría haberlo. En segundo lugar, esto nos habla del juicio de Dios que es severo a los que desprecian su palabra. En tercer lugar, cuando el Mesías nos va a enseñar una lección sobre la gravedad del castigo de Dios no lo hace sobre seres humanos sino sobre un elemento del reino vegetal. Es el único milagro de juicio y destrucción que el Señor Jesús hace, a diferencia de los profetas del Antiguo Testamento cuyos milagros de juicio eran comunes (por ejemplo, Moisés y las plagas de Egipto). ¿Cómo podemos explicar que aquel que dijo que no vino para destruir hiciera este tipo de milagro? La respuesta está en el beneficio positivo de la enseñanza; esta porción se justifica ampliamente por su resultado a través de los siglos: miles de personas han aprendido el significado de este episodio que se caracteriza por ser un milagro y una parábola al mismo tiempo.
En (Mr 11:11) leemos: "Entró Jesús en Jerusalén, en el templo, y habiendo mirado todo en derredor, como la hora ya era tarde, salió para Betania con los doce".
¡Qué interesante es ver el contraste entre estos dos lugares! Jerusalén es una ciudad grande y Betania es un pueblo pequeño. En la ciudad grande había enemigos y rechazo; en el pueblo pequeño Jesús de Nazaret tenía amigos, afecto y amor. Al verlo ir ahora a Betania, cuando atardecía, pensamos en su humanidad y la necesidad del descanso. Allí los discípulos lo acompañan de nuevo a ese pueblo donde hay gente deseosa de escuchar la palabra. El versículo 12 nos dice: "Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre". Es interesante el hecho de que no se nos dice que los discípulos tuvieran hambre, lo que nos hace plantear la posibilidad que quizás ellos desayunaron, mientras que el Señor Jesús no lo hizo. Nos acordarnos que era su costumbre irse a un lugar aparte a orar al Padre. Al verlo ir ahora a Betania, cuando atardecía, pensamos en su humanidad y la necesidad del descanso. Entonces la Escritura nos dice que tuvo hambre.
Para mí esto es inconcebible: que el hacedor de los cielos y de la tierra, el creador de las montañas, de los ríos, de los ganados y aquel por cuya intervención las cosechas se producen, tuvo hambre.
Observemos que el Señor Jesucristo nunca usó de sus facultades como Hijo de Dios para procurarse alimento. En (Mt 4:3-4), durante la tentación en el desierto por Satanás, el Mesías tuvo hambre, y dirigiéndose a él el tentador le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan". Pero él respondió y dijo: "Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". En (Jn 4:13-14), al hablar con la mujer samaritana el Señor Jesús tenía sed, pero le pudo decir: "Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna".
Volvamos a (Mr 11:13): "Y viendo desde lejos una higuera que tenía hojas, se acercó para ver si hallara en ella algo. Cuando vino a ella, no encontró nada sino hojas, porque no era tiempo de higos".
Observemos la posición de la higuera: estaba en un lugar visible cerca del camino. Por así decirlo, no tenia dueño; cualquiera que pasara por allí podía tomar higos o disfrutar la frescura de su sombra.
Para mí es llamativo que él haya visto la higuera de lejos. No se nos dice si había otros árboles frutales. El hecho de que tenía hojas era una indicación de que se podía esperar frutos.
Esta porción de las Escrituras nos plantea varios interrogantes difíciles. Quizás la primera pregunta que nos hacemos es: ¿Antes de acercarse a la higuera, podría el Señor saber si había fruto? Creo que la respuesta es que aquel que es Dios manifestado en carne todo lo sabe. Alguien ha dicho que él podía haber elegido no usar sus atributos divinos en esta circunstancia especial. Así también en otras. La pregunta siguiente que nos hacemos es: ¿Por qué el Señor Jesús esperaba encontrar frutos si la Palabra dice que no era tiempo de higos? Se contestará más adelante. La tercera interrogación que nos hacemos es: ¿Por qué Jesús de Nazaret maldice una higuera? Un ser viviente del reino vegetal no tiene voluntad propia, y por lo tanto no es responsable.
Hace más de 30 años yo era estudiante de medicina en la ciudad de Montevideo y había un profesor a quien yo trataba de hablarle y explicarle que la Biblia era la Palabra de Dios. Me acuerdo cuando él me dijo que si fuese la Palabra de Dios, cómo podría tener tal tipo de historias, como la de la higuera, con las objeciones conocidas. Yo no tenía una buena respuesta en aquel momento; pero yo había adoptado la costumbre de que en vez de responder a una pregunta difícil improvisando la mejor respuesta que pudiera, le pedía a la persona un poco de tiempo para estudiar mejor el punto. A la semana siguiente tenía pronta mi contestación. En un libro muy viejo y en bastante mal estado, que nunca olvidaré mientras viva, hallé un comentario del obispo Trench de Inglaterra, en su libro sobre los milagros. Él dice algo así: "Muchos milagros de destrucción hicieron los profetas del Antiguo Testamento. Elías pidió que descendiera fuego del cielo que consumió al atrevido capitán y a los cincuenta soldados que venían a llevarlo preso. Pero en gran contraste, el Señor Jesús, el Hijo de Dios que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, hizo sólo un milagro de destrucción, y esto no sobre un grupo de seres humanos sino con un árbol" (2 R 1:10-12) (2 R 2:23).
Nosotros nos alarmamos cuando vemos una situación como ésta, y nos preguntamos si acaso el profeta no habrá sido demasiado severo. Pero nos olvidamos de que Dios también estaba defendiendo a su siervo, que sin duda tendría su vida en grave peligro en esa situación.
En (Lc 9:52-54) leemos: "Envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos, pero no le recibieron porque vieron en su cara que iba a Jerusalén. Al ver esto sus discípulos Jacobo y Juan, le dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?". Ellos tenían una buena razón; al menos así lo pensaban. Incluso podían mostrar algún pasaje de las Escrituras para justificar lo que querían hacer; pero el Señor "...se dio vuelta y los reprendió, y se fueron a otra aldea" (Lc 9:55-56).
Volviendo a (Mr 11:14): "Entonces Jesús dijo a la higuera: ¡Nunca jamás coma nadie de tu fruto!. Y lo oyeron sus discípulos".
La función de la higuera es dar frutos para que los hombres puedan alimentarse y ser bendecidos así físicamente. También provee de sombra.
Ahora nos preguntamos: ¿Cuál es la función y el objetivo de mi vida? A veces nosotros nos llevamos una desilusión cuando esperamos algo de alguien y no lo obtenemos. Dado que el Señor Jesús todo lo sabe, no puede llevarse una desilusión en la forma que nosotros lo hacemos. Pero Dios en su palabra usa este término para expresar algo que nosotros podamos entender.
Parecería, y digo parecería solamente, que el Señor Jesucristo se llevó un desencanto (y uso este término de nuevo con las limitaciones que tiene para poder entender el concepto cuando no encontró lo que esperaba en esa higuera). Siendo el Hijo de Dios, la Biblia nos dice una y otra vez que él no necesitaba que alguien le dijera algo, porque él sabía lo que está en el corazón del hombre. Por supuesto que siendo Dios manifestado en carne todo lo sabía y no hay cosa que se escapa de su conocimiento. Sin embargo, hay varias situaciones en las que vemos que el Mesías actúa de una manera como esperando una actitud o un comportamiento distinto. A veces, cuando éramos niños, la maestra nos decía: "Pero ya deberías saber esto, porque lo expliqué varias veces". A todos nos ha pasado que debíamos saber algo que se nos había enseñado y de alguna manera no lo aprendimos.
La tercera vez que el Señor no encontró "lo que esperaba" es cuando elige a tres discípulos para ir con él al huerto de Getsemaní; allí está orando con su Padre y dice la frase tan especial: "Padre mío, de ser posible, pase de mí esta copa. Pero, no sea como yo quiero, sino como tú" (Mt 26:39). ¿Y qué sucede con los tres discípulos? Se han dormido y el Señor les dice: "¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación" (Lc 22:46). Ver también (Mt 4:17) (Mt 19:14) (Mr 9:25) (Jer 4:19).
Volvamos después de esta consideración a la historia de la higuera que se secó. El versículo 13 de Marcos 11 nos dice: "Y viendo desde lejos una higuera que tenía hojas, se acercó para ver si hallara en ella algo. Cuando vino a ella, no encontró nada sino hojas, porque no era tiempo de higos". Las Escrituras nos dicen que el Mesías vio la higuera de lejos y se acercó.
Una gran discusión se ha hecho a través de los siglos acerca de si Jesucristo al acercarse sabía o no sabía si había fruto en la higuera.
Antes de seguir, nos preguntamos si los discípulos sabían si podría haber fruto en la higuera. Todos nosotros que vivimos en zonas con distintas estaciones sabemos que hay frutas de invierno, otras de verano. A nadie se le ocurriría buscar una fruta de verano en pleno invierno. Es decir, que los discípulos probablemente no se quedaron sorprendidos de que no hubiera fruto, dado que después de todo "no era tiempo de higos".
Notemos que la higuera tenía hojas. Todo indicaba que podía haber algo de fruto, si no mucho, a lo menos algo. Ahora queremos recalcar que no es que el Señor Jesús actuó de una manera irracional enojándose con un árbol porque no tenía lo que no podía tener. Su aparente enojo tiene un significado simbólico o figurativo tremendo. Si Jesús de Nazaret no hubiera reaccionado de la manera que lo hizo no sería el Hijo del eterno Dios. La higuera aparentaba que tenía algo que en realidad no tenía, y esto es lo que el Señor Jesús le quiere enseñar a sus discípulos, que tenemos que ser honestos y que Dios aborrece la hipocresía.
En el (Sal 15:1) encontramos estas preguntas: "Oh Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en tu santo monte?". Escudriñemos con reverencia la respuesta: "El que anda en integridad y hace justicia, el que habla verdad en su corazón, el que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni hace agravio a su vecino; aquel ante cuyos ojos es menospreciado el vil, pero que honra a los que temen a Jehová..." (Sal 15:2-4).
Yo me imagino la conversación entre los discípulos: "¡Parece que el Maestro se enojó mucho!". "Muy pocas veces lo hemos visto enojado". "Nos acordamos cuando echó del templo a los vendedores y a los cambiadores de moneda". "En ese caso tenía razón, pero ¿qué culpa tiene ahora la pobre higuera?".
Leamos nuevamente el versículo 14: "Entonces Jesús dijo a la higuera: ¡Nunca jamás coma nadie de tu fruto! Y lo oyeron sus discípulos". En esta frase tan corta hay tres palabras distintas que indican el castigo: "nunca, nadie y jamás".
Llegan a Jerusalén y los discípulos quizás se olvidan del resto de la situación. En el versículo 15 leemos lo que recién suponíamos estaba en el comentario de los discípulos, o sea, la actitud del Señor en el templo enfrentando a los negociantes.
Los versículos 19 y 20 nos relatan sobre la salida de Jesús y sus discípulos de la ciudad por la noche, y cómo al pasar por la mañana vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Observemos que esto no es lo común. En general lo que vemos es que un árbol se empieza a secar por las hojas y después las ramas. A veces se seca la mitad del árbol. Pero, ¿cómo podríamos explicar hoy, científicamente, lo que los discípulos vieron? Hoy podríamos decir que ese árbol fue sometido a una intensidad tremenda de energía física que lo hizo secarse en menos de 24 horas y aparecer como si hubiera estado seco desde hacía mucho tiempo. ¿Qué clase de energía podría hacer algo así? Es cierto que energía de tipo radioactivo a grandes dosis podría secar una higuera. Otro tipo de energía, como los rayos láser concentrados en un punto, seguramente podría hacer lo mismo. Es como si una enorme cantidad de energía hubiera sido liberada en ese lugar. Pero no sabemos cómo lo hizo Jesucristo; lo que sí sabemos es que lo hizo.
Una vez más queremos enfatizar la gracia del Señor Jesucristo. Él aborrece la hipocresía y la falsa apariencia. Él ha usado esta higuera para enseñarnos este principio tan importante. Dios estima y exige la honestidad.
(Mr 11:20) "Por la mañana, pasando por allí vieron que la higuera se había secado desde las raíces". Yo he visto un árbol quedar sin hojas de un día al otro por causa de las hormigas; pero nunca he visto un árbol secarse completamente en un día. El versículo 21 nos dice: "Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Rabí, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado". Pedro le está diciendo algo así como: "Maestro, tenías razón; lo que dijiste que iba a pasar, pasó". Por supuesto que todo lo que el Señor dice se cumple o se va a cumplir. Él dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24:35).
El relato se completa en los versículos que siguen: "Respondiendo Jesús les dijo: Tened fe en Dios. De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: Quítate y arrójate al mar, y que no dude en su corazón, sino que crea que será hecho lo que dice, le será hecho".
Ellos estaban sorprendidos de que el Señor hubiera podido secar un árbol; ahora aquí el Mesías les dice que se pueden mover montañas. Cuando era joven me intrigaba mucho este versículo. ¿Será posible que pueda mover una montaña? Y por supuesto mi explicación era que esto es algo simbólico, quizás una montaña de dificultades. Ahora creo que el Señor Jesús se refiere a una montaña literal, porque lo que él hizo fue secar un árbol real, aunque fuera para enseñar una lección espiritual. Para que Dios nos permita mover una montaña, necesitamos un lugar adecuado para poner la montaña sin causar una catástrofe. Por favor, ¡no la pongamos sobre la ciudad de México o Buenos Aires ni Caracas! En segundo lugar, las personas que viven en esa montaña podrían estar orando que permanezca la montaña donde está, y aun podría haber más personas que yo orando para que la montaña no se moviera. Y por último, y quizás el argumento más importante, es que cada montaña está en el lugar que Dios la colocó. Este mundo fue hecho por el Señor Jesús. Todo fue creado por él y para él como lo expresa (Col 1:16). ¿Y quién soy yo para determinar que una montaña que Dios colocó en tal lugar quedaría mejor en otro? ¿Podría la hormiga que está en mi jardín, de poder expresarse, decirme que no le gusta el árbol que yo planté al lado de la casa?

Temas para predicadores

Historia de dos ciudades, Jerusalén y Betania.
El juicio y la condenación sobre la hipocresía.
La higuera que se secó.
El juicio de Dios.

Comentarios

Estados Unidos
  Mariano  (Estados Unidos)  (17/02/2020)
Gracias hermanos por compartir sus bendiciones a través de la eterna Palabra de Dios, felicitaciones a todos los que hacen posible estas bendecidas y excelentes enseñanzas, un saludo a todos, muchas veces había leído esta porción de la palabra sin entender el mensaje de Dios. El señor todopoderoso siga llenando sus vidas de fuerza y ánimo para tan bendecidas publicaciones.
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