Estudio bíblico: Honesto, pero quizá equivocado - 2 Crónicas 35:20-27

Serie:   La lucha entre lo bueno y lo malo   

Autor: Roberto Estévez
Email: estudios@escuelabiblica.com
Uruguay
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Honesto, pero quizá equivocado (2 Crónicas 35:20-27) (2 Reyes 23:24-29)

La sala principal del palacio real resplandece con las luces titilantes de las velas. El rey Josías ha convocado a un consejo de ministros y a sus principales generales. También han sido invitadas las altas autoridades religiosas.
Trece años de relativa paz han pasado desde la celebración de la Pascua. En este tiempo Josías ha tratado de aumentar su poderío bélico y mantener un buen nivel de preparación para la guerra.
— Señores ministros, generales y autoridades religiosas — introduce el rey — , la razón de esta convocatoria urgente es que he sido notificado por nuestro servicio de inteligencia que el faraón Necao se dirige hacia acá con un ejército extraordinario. Egipto es una superpotencia y nosotros somos un país pequeño. Sabemos que Dios está de nuestro lado y que él es omnipotente, sin embargo, quiero escuchar sus sugerencias.
El comandante en jefe del ejército es un hombre que ha estado en combate repetidas veces. Su rostro de hombre maduro muestra la firmeza y determinación que muchos años de duras campañas militares le han traído. Se levanta y dice:
— Majestad, nuestro ejército está dispuesto a defender el suelo patrio. Salimos de Egipto como esclavos con Moisés y no queremos volver a la esclavitud. Debo confesarle que estamos dispuestos a pelear hasta el "último hombre". Si dejamos que este ejército penetre en el país y se atrinchere no hay forma de que luego podamos desalojarlo.
El viejo guerrero calla, inclina su cabeza y se sienta. Toma la palabra el segundo en el comando; es alguien más joven que el comandante; habla con voz grave y fuerte:
— Alteza, estoy de acuerdo con lo dicho por el comandante en jefe. La verdad es que no tenemos poderío militar como para hacerle frente. Ellos tienen un ejército profesional; cuentan con carros y equipos de guerra más sofisticados y de ninguna manera podríamos enfrentarlos. Pero estoy de acuerdo con lo que usted dice, Dios está de nuestro lado y él es omnipotente.
Un murmullo que denota preocupación se percibe en la sala.
Toma la palabra un ministro. Es un hombre de edad madura, un poco pasado de peso, con calvicie precoz y ojos pequeños que se mueven inquietos para todos lados. Con voz convincente dice:
— Mi rey, yo soy muy patriota; sin embargo, un patriota muerto no sirve para nada. Creo que tenemos que mandarle una embajada al Faraón y decirle que estamos dispuestos no solamente a dejar pasar su ejército sino a proveerle de todo lo que necesita. Opino que tenemos que firmar un pacto de "no agresión" y que estaremos dispuestos a proporcionar fondos para los proyectos que el Faraón tiene en sus manos.
Uno a uno los ministros se van levantando y más o menos dicen las mismas cosas.
El rey Josías se levanta, sus 39 años revelan la plenitud de su vigor y fuerzas y la determinación en su mirada, para decir con voz firme y segura:
— Señores generales, ministros y sacerdotes: Mi bisabuelo el rey Ezequías estaba rodeado por un ejército de 185 mil soldados al mando del general Senaquerib. Jerusalén estaba perdida. Mi bisabuelo el rey oró y también lo hizo el profeta Isaías. Ustedes saben bien la historia. Dios envió su ángel y en una noche destrozó al ejército enemigo. Como rey estoy obligado a defender el reino de Judá. No podemos permitir que ese enorme ejército nos invada. No debemos tolerar que atraviesen nuestro territorio. También como descendiente directo de mi antepasado el rey David, decreto que el ejército se prepare para pelear contra el enemigo. ¡Y que sea lo que Dios quiera!
Se hace un silencio sepulcral. Se siente el frío de la muerte. De pronto, uno de los ministros exclama: "¡Viva el rey Josías!". Todos levantan los brazos y prorrumpen en vítores al rey. Luego, todo queda en silencio.
Varias semanas después las tropas al mando de Josías se dirigen para bloquearle el paso al gran ejército egipcio. En pleno campamento se convoca otra reunión de emergencia. En una tienda de campaña está reunido el rey con su estado mayor. Acaba de llegar un heraldo trayendo un mensaje del faraón Necao. Ante la presencia del Rey, el comisionado de Necao hace una reverencia. Todos guardan absoluto silencio.
— ¡Habla! — Ordena el monarca.
— El faraón Necao dice: "¿Qué tenemos tú y yo, oh rey de Judá? Yo no he venido ahora contra ti, sino contra el pueblo que me hace la guerra. Dios me ha dicho que me apresure. Por tu bien, deja de resistir a Dios, porque él está conmigo; no sea que él te destruya" (2 Cr 35:21).
El mensajero calla. El rey Josías dice:
— Dile a tu amo que yo defenderé mi país hasta el último hombre.
El mensajero se retira.
— Majestad — dice el comandante en jefe —, nosotros estamos dispuestos a seguirlo hasta la muerte, si es necesario.
El segundo en el comando pide la palabra:
— Alteza, yo estoy tan dispuesto como todos a luchar por usted y por Judá, pero me pregunto si no tendría sentido tratar de evitar un conflicto a lo menos en este momento. Después de todo Necao dice que él no viene a pelear contra nosotros. Quizá sea verdad.
Otro de los generales pide la palabra:
— Mi rey, creo que hay que considerar las palabras del faraón Necao. Él dice que está haciendo esto porque Dios le ha dicho que se "apresure" (2 Cr 35:21). ¿Será posible que el Dios de Israel se "haya pasado" al enemigo y ahora esté a favor del faraón de Egipto en vez de con nosotros?
El rey ahora se yergue sorprendido. En unas pocas semanas ha envejecido diez años. Habla lentamente y con aplomo:
— Nuestros enemigos siempre dicen que Dios está de su lado y que va a ayudarlos. Yo no puedo creer que Dios esté del lado de un rey idólatra, blasfemo y burlador.
El monarca desenvaina su espada y alzándola hacia al cielo dice:
— Como rey de Judá mi obligación es defender nuestro territorio y vamos a combatir contra el faraón Necao.
Pocos días después se da la batalla. Los generales de Josías insisten en que él no entre en el campo de batalla en su carro real y con sus ropas principescas.
— Majestad, se lo pedimos con todo respecto. Es asunto de seguridad nacional.
El rey Josías accede y entra al campo de batalla de forma encubierta en uno de los carros de guerra. De inmediato, el enemigo se da cuenta de que quien está allí es un militar muy importante.
Con valentía y arrojo el rey dirige su ejército. No se queda a la retaguardia sino que él mismo trata de atacar al faraón Necao. "El rey Josías va a su encuentro" (2 R 23:29). Josías se acerca tanto al enemigo que el mismo faraón Necao puede verlo.
Cientos de flechas vuelan hacia donde se encuentra Josías. Este se tambalea en el carro. Con voz trémula dice: "¿Retiradme porque estoy gravemente herido!" (2 Cr 35:23). Los caballos de su carro, al parecer, también han caído. Aun poniendo en riesgo sus vidas, los servidores logran trasladar el cuerpo herido del rey a otro carro. Le quitan parte de la armadura y tratan de contener la hemorragia.
En el camino a Jerusalén, resuenan a oídos del rey las palabras del Señor: "Yo también te he escuchado... Por tanto, he aquí que yo te reuniré con tus padres y serás reunido en tu sepulcro en paz. Tus ojos no verán todo el mal que traeré sobre este lugar" (2 R 22:19-20). Una sutil sonrisa se insinúa en el rostro moribundo del monarca, mientras dirige sus ojos al cielo.

El relato bíblico y nosotros

Hay dos posiciones principales en cuanto a la interpretación de estos hechos. Cualquiera que sea la posición que tomemos hay lecciones muy importantes que debemos aprender.
En la primera posición, Josías desobedece al Señor al ir a pelear; por lo tanto es disciplinado con la muerte en el campo de batalla.
Esta alternativa es sustentada por muchos de los comentaristas clásicos. Se basa en la explicación literal del texto que dice: "Pero Josías... no hizo caso a las palabras de Necao, que en realidad procedían de la boca de Dios" (2 Cr 35:22).
Este enfoque, sin embargo, tiene ciertas debilidades.
a) Asume que Josías debió haber permitido que un gran ejército entrara en su territorio, y que luego éste se retiraría sin atacarlo. Tal como Josías temía, Necao, luego de perder la batalla de Carquemis, conserva un buen ejército que le permite destronar al rey elegido por el pueblo y poner a un rey simpatizante con él. (Cualquier militar entiende claramente el peligro que significa dejar entrar un gran ejército en el territorio nacional).
b) Da por sentado que Josías no busca suficientemente la dirección de Dios en cuanto a esta crisis. ¿Quién de nosotros puede decir que en forma regular busca "a fondo" la voluntad divina en cada situación de la vida?
c) Admite, sin pruebas, que Josías ha decaído espiritualmente luego de una vida de fidelidad al Señor y de ese histórico avivamiento que sucedió 13 años antes. Con la excepción de la difícil interrogante que se plantea cuando decidió ir a pelear contra Necao, no hay ningún comentario negativo sobre Josías: "No hubo un rey antes de él [Josías] que se volviera como él al Señor con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. Ni tampoco se levantó otro igual después de él" (2 R 23:25).
Este tipo de declaraciones, como la mencionada en (2 R 23:25), no se utiliza muy a menudo en la Escritura. Solo se utilizan en relación con muy pocas personas.
d) Acepta que por razón de ir a la guerra Josías es herido y muere. Esto es parte de la "disciplina" divina. Esta posición tiene la dificultad de que ignora que Josías va a morir para no ver la destrucción que sucederá en un tiempo corto. Aquí no se trata de una de esas antiguas historias infantiles que siempre terminan diciendo: "vivieron largos años muy felices". El reino de Judá tenía sus días contados.
La segunda posición admite que quizá Josías sí se apresuró a ir a la guerra pero que el Señor permite (en vez de que "lo disciplina") que él sea herido.
a) El hecho de que por cientos de años la memoria de Josías es honrada en himnos litúrgicos contradice el que Josías conscientemente se opusiera a la voluntad de Dios. Por muchos años se recordaba su muerte a nivel nacional. Un profeta como Jeremías no escribiría honrando altamente a alguien que hubiera pecado desobedeciendo voluntariamente el mandato divino.
b) La promesa que Dios, en su omnisciencia, le hizo a Josías de que iba a morir y ser sepultado en paz, por supuesto incluye que el Señor, en su providencia, sabía lo que Josías iba a decidir.
Esta historia nos trae algunas interrogantes profundas.
1) ¿Cómo se explica el hecho de que Dios le asegure a Josías que será reunido al sepulcro de sus padres en paz, y que este muera de una manera tan violenta?
Dios le había prometido a Josías, en forma incondicional, lo siguiente: "Yo te reuniré con tus padres, y serás reunido en tu sepulcro en paz. Tus ojos no verán todo el mal que traeré sobre este lugar" (2 R 22:20). Josías lo interpretó probablemente como una muerte "pacífica o serena". Sin embargo, muere de las heridas en el campo de batalla. Por supuesto que el Señor es fiel y nunca falla. El énfasis de la promesa de Dios es que él no viera lo que iba a suceder con la invasión de Nabucodonosor y la destrucción del templo de Jerusalén. Una muerte en un campo de batalla no parece algo apacible. Es algo que produce un choque emocional. Dios en su omnipotencia permite a veces experiencias traumáticas como la de un accidente para llevar a un siervo suyo a la gloria. En otras oportunidades lleva al creyente en el curso de una enfermedad muy corta como un ataque al corazón o una enfermedad larga y consumidora como el cáncer. Dios no nos promete inmunidad ante estos problemas pero sí nos promete su presencia y que nos va a dar fuerzas (Mt 28:20). Para un israelita una de las cosas peores que le podía suceder era morir sin ser enterrado. Una de las bendiciones más grandes en esa cultura es poder ser enterrado en el sepulcro de la familia. Josías lo fue.
2) ¿Por qué Josías decide ir a la guerra después que fue advertido por el enemigo de que al hacerlo se oponía la voluntad divina?
Josías creyó que Necao mentía. Tal tipo de frases eran utilizadas comúnmente para disuadir al enemigo.
A Josías le hubiera sido más fácil mandar a un general y él quedarse en Jerusalén bien protegido bajo las fuertes murallas tal como lo hizo el rey David en una oportunidad (2 S 11:1). Él no ignora que el ejército enemigo es más poderoso. El valiente rey Josías sabe que su única alternativa es defender el suelo patrio y él mismo está dispuesto a tomar el alto riesgo de pelear contra un enemigo muy superior. Hay cierta similitud con la respuesta de Pablo ante la "negativa" profecía de Agabo: "Yo estoy listo no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús" (Hch 21:13).
Josías trató, humanamente hablando, de hacer todo lo posible para que el desastre que iba a suceder se evitara o postergara. Suponemos que buscó la dirección de hombres espirituales a su alrededor. Nos preguntamos: ¿Cuál hubiera sido la corriente de eventos si no hubiera ido a la guerra? Quizá no muy distinta.
3) ¿Qué significa la frase: "no hizo caso de las palabras de Necao, que en realidad procedían de la boca de Dios"? (2 Cr 35:22).
Dios en su infinita soberanía usa medios muy diversos para comunicarse. En una oportunidad utilizó una asna (Nm 23:28). Sin embargo, este no es el modo habitual. Necao era un rey pagano e idólatra. Dios en su propósito soberano lo utiliza para su propósito. Por supuesto que Necao no era un profeta de Dios y entendemos la dificultad que tuvo Josías en aceptar su mensaje. Al respecto, John Whitcombs dice: "Dios ha hablado a reyes paganos en varios tiempos sin necesariamente transformar sus corazones (Gn 12:17-20) (Gn 20:3-7)".
El sumo sacerdote Caifás no creía en la divinidad de Jesucristo; sin embargo, profetizó: "Os conviene que un solo hombre [Jesucristo] muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación" (Jn 11:50).
Jamiesson comenta: "Josías no pecó al oponerse a Necao; o si lo hizo fue un pecado de ignorancia". Sobre lo mismo, Antonio Rengifo comenta: "Para sorpresa del mismo cronista, las palabras de Necao procedían de la boca de Dios".
Dios puede utilizar aun a paganos idólatras para enviar un mensaje lo cual no significa que tengamos que escuchar con atención a estos pregoneros por esa posibilidad.
4) ¿Por qué Dios permite que alguien que le ha servido tan fielmente muera de una manera violenta?
Algo similar vemos en el capítulo 12 del libro de Los Hechos, cuando Jacobo es ejecutado por la maligna espada del rey Herodes. En ese mismo capítulo unas frases después leemos que el Señor envió su ángel quien abrió las puertas de la cárcel. Pedro, que iba a ser ejecutado a la mañana siguiente no lo fue (Hch 12:1-11). En el caso de Pedro, el Señor obra maravillosamente enviando un ángel para librar a su siervo. En el caso de Josías, el Señor permite que la ejecución se cumpla. Dios tiene un propósito único e individual en la vida de cada uno de nosotros. A veces un predicador o un misionero que ha sido de gran bendición muere en un accidente. Otro ejemplo, en el momento de escribir estas líneas, varios misioneros evangélicos surcoreanos han sido ejecutados por los talibanes en Afganistán. Nos preguntamos: ¿Por qué Dios permite eso?
Solamente podemos decir: "¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!" (Ro 11:33). "Estimada es en los ojos del Señor la muerte de sus fieles" (Sal 116:15).
5) ¿Hizo mal Josías en ir a la batalla?
Parecería que con el grado de discernimiento que él tenía en ese momento decidió hacer lo mejor. El rey era un hombre que estaba dispuesto a dar su vida por su país. Albert Barnes dice: "Josías considera su deber oponerse a la marcha de una fuerza hostil en su territorio".
El argumento de que el Faraón no iba a atacar a Judá estaba incorrecto. A la vuelta de la campaña que terminó con una derrota de Necao, este dirige su ejército contra Jerusalén. Saca del trono a Joacaz, hijo de Josías y lo lleva preso, y en su lugar pone a Eliaquim, hermano de Joacaz. Eliaquim promete obediencia a Necao, quien le impone un impuesto muy fuerte (2 Cr 36:2-4). Cada israelita ahora tiene que pagar tributo al faraón de Egipto (2 R 23:35).
El cadáver del enemigo solía ser ultrajado (1 S 17:44). Dios permite que su siervo Josías sea herido y muera. Sin embargo, en su funeral y sepelio se le tributaron los honores reales que merecía.
Todo el país lo llora y su muerte va a ser recordada en elegías mortuorias que serían cantadas por cientos de años después. Albert Barnes dice: "El destino de Josías fue sin precedentes. Ningún rey de Judá hasta ese momento había caído en batalla. Ninguno dejaba su tierra a la misericordia del conquistador extranjero. De ahí el carácter extraordinario de la lamentación (Zac 12:11,14)".
6) ¿Pecó Josías en disfrazarse para entrar al campo de batalla?
Los expertos nos dicen que la palabra hebrea que se utiliza aquí para disfrazarse se puede traducir como "fortalecerse o estimularse para pelear"; o también "se equipó".
Quizás no debemos atacar desmesuradamente a Josías por haberse disfrazado o haber ocultado su identidad. El hecho de que Josías mismo tratara de atacar a Necao está en oposición a creer que él se disfrazó para "salvar el pellejo".
John Gill comenta: "Aunque disfrazado, él parece un general; ciertamente el comandante en jefe y por lo tanto lo atacan".
La técnica de disfrazarse o de tener "dobles" se ha popularizado recientemente. Hoy también lo hacen los artistas o deportistas para evitar la publicidad. Los soldados también usan colores similares al paisaje (camuflaje).
La aparente discrepancia de dónde murió Josías, si en Meguido o en Jerusalén, se soluciona en que fue mortalmente herido en Meguido y fallece en camino o al llegar a Jerusalén (2 R 23:30) (2 Cr 35:24).
También es interesante el comentario que Donald T. Moore hace: "Otra pregunta enigmática es la relación de Jeremías con la reforma de Josías. Ni el libro del profeta ni el de historia explica esta relación a pesar de que los dos hombres de Dios eran contemporáneos".
Lo que Necao no sabía era que Dios le había permitido ganar la batalla pequeña (Meguido), pero que perdería la que era muy importante (Carquemis). ¡Ganó la chica pero perdió la grande!
Dios no ha prometido protegernos siempre de la adversidad, ya sea esta física o mental. Hay formas más grandes de protección que esas. ¿Cuál fue el triunfo mayor de la fe en Dios: La de David que venció a Goliat con una honda o la de Esteban que cuando es martirizado dice: "Señor no les tomes en cuenta este pecado"?

Notas al margen

El rey Josías muere en el año 609 a.C. Nínive y el imperio asirio cayeron 3 años antes, en el 612 a.C.
Egipto va a combatir apoyando las fuerzas sirias y no en contra, como se entiende de algunas traducciones. Va a pelear en contra del nuevo imperio babilónico con su brillante jefe el emperador Nabucodonosor.
La batalla de Carquemis (605 a.C.) resulta en la derrota de Egipto que ha tratado de heredar parte del imperio asirio.

El líder que hay en mí

Muchas veces el líder tiene que tomar decisiones muy difíciles. Quizá tenga unas pocas horas para decidir algo que, como en este caso, se va a discutir por muchos años.
Josías tuvo que decidir entre su obligación moral de defender el territorio nacional peleando una batalla contra una superpotencia.
En este caso vemos la importancia de buscar la dirección de Dios y de estar absolutamente seguro de que esa decisión esté de acuerdo con las normas de la Santa Palabra. Josías fue honesto pero no podemos excluir que estuvo equivocado.

Temas para el estudio en grupo

El creyente frente a la crisis.
Buscando la voluntad de Dios.
Cómo reconocer la voluntad divina.
La muerte del creyente.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Cuál es el argumento que esgrime el rey Necao?
2. ¿Tendría Josías que haber permitido la invasión del rey de Egipto?
3. ¿Cómo se explica que Dios le prometió a Josías que iba a ser "reunido al sepulcro de sus padres en paz" (2 R 22:20), y sin embargo muere de una manera violenta?
4. ¿Por qué Josías decide ir a la guerra contra Necao después de ser alertado por su enemigo que al hacerlo se "opone" a la voluntad divina?
5. ¿Cómo puede el creyente reconocer la voluntad del Señor en tiempo de crisis?

Comentarios

Ecuador
  Gaby Salazar  (Ecuador)  (08/11/2023)
Excelente, estaba buscando una explicación a esta historia de lo que sucedió con el rey Josías, no entendía cómo alguien que la biblia menciona que fue perfecto en todos sus caminos y no hubo otro como él, muera de esa forma. Gracias mil y bendiciones
Perú
  Richard Briones Pérez  (Perú)  (11/08/2023)
Que increíble es estudiar la biblia , lo sorprendente que puede ser El poder y soberanía de Dios en su pueblo, vemos como el ser humano lucha por obedecer y seguir los caminos del Señor o apartarse y sufrir el estar sin El, vamos por otro estudio !
República Dominicana
  Alexandra Guichardo  (República Dominicana)  (27/03/2023)
Me gustan sus estudios bíblicos.
Costa Rica
  Grace Rebecca Porras Contreras  (Costa Rica)  (19/02/2022)
Maravillosa serie.
Bendigo sus vidas y doy gracias por cómo nos edifican. Voy por otra serie.
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