Estudio bíblico: Apéndice 3 - Glossolalia o hablando en lenguas -

Serie:   Hechos de los Apóstoles (II)   

Autor: Ernestro Trenchard
Email: estudios@escuelabiblica.com
Reino Unido
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Apéndice 3 - "Glossolalia" o hablando en lenguas

"Lenguas" en Los Hechos

Este apéndice tiene por finalidad suplementar la descripción de la misteriosa señal de hablar en lenguas extrañas que se dio en la exposición sobre Hechos 2. En cuanto a la manifestación del Día de Pentecostés recordemos:
a) Que los discípulos ya bautizados por el Espíritu Santo, "comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen" (Hch 2:4). Parece ser que había un enlace simbólico entre las "lenguas de fuego" que se asentaron sobre cada uno de los discípulos, y el poder de hablar en lenguas.
b) Los discípulos, al hablar en lenguas, daban a conocer "las maravillas de Dios" (Hch 2:11). AI proclamar el mensaje apostólico Pedro habrá hablado o en arameo o en griego, pues no hay indicación alguna que utilizara el don de lenguas para tal propósito.
c) Judíos de la Dispersión de quince diferentes áreas lingüísticas testificaron: "Oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido" (Hch 2:6,8,11).
Lucas hace historia del ejercicio de este don en el Día de Pentecostés con el designio evidente de subrayar el carácter sobrenatural del descenso del Espíritu Santo, cuya plenitud en los discípulos extendió milagrosamente la capacidad de expresión de quienes alababan a Dios hasta el punto de ser comprendidos en quince diferentes idiomas. Así se cumplió la profecía del Señor en cuanto a la provisión de señales que acompañaran la predicación inicial del Evangelio: "En mi Nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas..." (Mr 16:17).
Al extenderse los beneficios del bautismo del Espíritu Santo a los gentiles en la casa de Cornelio, éstos también hablaron con lenguas, pues los judíos de Jope "los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios" (Hch 10:44-46). Se supone un paralelismo exacto con la experiencia de los discípulos en Jerusalén el Día de Pentecostés, bien que faltan las personas de diferentes países que pudieron dar testimonio de oír en sus propias lenguas las grandezas de Dios.
Se halla otro caso análogo en (Hch 19:6) cuando los beneficios del bautismo (único) del Espíritu Santo se extendieron a ciertos discípulos de Juan el Bautista al aceptar éstos el testimonio apostólico, asociándose el don también con el de la profecía.
Es evidente que creyentes llenos del Espíritu Santo dieron expresión a sus alabanzas en "otras lenguas" como señal de la maravillosa experiencia de la potencia del Espíritu Santo. Como toda otra señal, llamó la atención a personas de afuera, quienes entendieron lo que se decía. Como sobrepasa el uso de la razón, corresponde al estado extático en el que el espíritu del creyente se relaciona directamente con Dios por la operación del Espíritu, sin la necesidad del proceso normal del raciocinio y de la expresión en idioma conocido.

El silencio de las Epístolas aparte 1 Corintios

Es un hecho significativo que el don de lenguas no se menciona en el Nuevo Testamento aparte de las referencias que hemos considerado en Los Hechos, la breve mención de (Mr 16:17) y en los capítulos 12 al 14 de 1 Corintios. Desde luego, todo cuanto se halla en las Escrituras merece nuestro detenido estudio, de modo que si no hubiera más que una sola mención del don de lenguas indicaría algún fenómeno en la Iglesia apostólica que sería digno del estudio. Con todo, frente a la importancia exagerada que se ha concedido al don de lenguas en ciertos círculos en nuestros tiempos, no deja de ser significativo que Pablo escribiera trece Epístolas y sólo en una hace referencia a la "glossolalia" no habiendo ninguna referencia al fenómeno en los escritos de los demás apóstoles. Por lo menos es justificada la deducción de que no ocupaba un lugar muy prominente en el pensamiento apostólico. Al mismo tiempo abundan las referencias al ministerio de la Palabra según la norma de (1 P 4:11-12): "Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da".

La naturaleza y el uso del don en la iglesia de Corinto

"Diversos géneros de lenguas" reaparece en (1 Co 12:10) como uno de los dones espirituales ("pneumatika") que se manifestaban en la iglesia de Corinto. Se asocia con este don el otro complementario de "la interpretación de lenguas", o sea, la capacidad, también mística, de "traducir" en el idioma de todos lo que el hermano en éxtasis ha expresado "en otras lenguas" al comunicar con Dios. Por las referencias de (1 Co 14:2-3) llegamos a saber que "el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el espíritu habla misterios".
Dejando por el momento las referencias a "lenguas" que hallamos en el capítulo 13, hemos de considerar el sentido general de las instrucciones del apóstol Pablo acerca del uso de este don en la iglesia según aparecen en el capítulo 14. Como hecho básico para aquella iglesia en aquel tiempo podemos notar que no se había de prohibir hablar en lenguas (1 Co 14:39), que el apóstol Pablo hablaba en lenguas más que todos los creyentes allí (1 Co 14:18) y que quería que todos hablasen lenguas (1 Co 14:5). Ahora bien, el propósito clarísimo de todo el pasaje (1 Co 14:1-33) fue el de limitar y frenar el ejercicio del don de lenguas en la congregación, por la sencilla razón que la iglesia se reunía para que los santos fuesen edificados y el hablar con lenguas sólo conseguía la edificación de quien hablaba, pues nadie le entendía. Dos o tres como máximo podían hablar en lenguas en la congregación si había uno que interpretara (1 Co 14:5,27-28) pero el verdadero uso del don era el de "hablar consigo y con Dios".
Por lo demás, el apóstol rogaba que todo el ministerio frente a la congregación fuese para edificación. Por lo tanto el don de profecía (que también podía ser extático en aquellos tiempos) era mucho más útil porque el profeta "habla a los hombres para edificación y exhortación y consolación" (1 Co 14:3). Un sonido ininteligible, razona Pablo, no produce ningún efecto provechoso en quien lo oye (1 Co 14:7-11), y los corintios debían anhelar que abundasen en dones para la edificación de la iglesia (1 Co 14:12). Piensa también en el hermano sencillo que no puede decir "Amén" a lo que no entiende, y resume su pensamiento diciendo: "En la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento... que diez mil en lengua desconocida" (1 Co 14:19). El don no había perdido su carácter de "señal", pero al mismo tiempo si algunos no-creyentes entrasen en la congregación donde todos los hermanos hablasen en lenguas, sacarían la impresión de que todos estaban locos, mientras que podrían ser convencidos y bendecidos por medio de los claros mensajes de la profecía (1 Co 14:23-25).
El remedio práctico para Corinto fue la limitación del uso del don en la congregación y su prohibición si no había intérprete para dar el sentido en el idioma común (1 Co 14:26-28).

La expresión incomprensible

Nos llama la atención una diferencia fundamental en el uso del don de lenguas en Los Hechos y en 1 Corintios, pues, en el Día de Pentecostés, por lo menos, el don derrumbó momentáneamente la barrera de la diversidad de idiomas, haciendo comprensivas las alabanzas de los discípulos a visitantes de quince países. En cambio, en Corinto, por el año 57, hermanos que hablaban lenguas hablaban para sí y para Dios, sin que nadie les entendiese si no diera el sentido algún intérprete. ¿Podrá ser el mismo don? Es evidente que las dos manifestaciones surgían de la potencia del Espíritu Santo y que los dos correspondían a un estado extático. Lo que ha cambiado es la finalidad del don, que queda siendo "señal" pero en sentido muy limitado, recalcándose más la edificación mística e individual en el curso de una comunión inefable con Dios. El extraño "idioma" podría ser uno conocido en el mundo si hay enlace entre el don de Hechos capítulo 2 y el de 1 Co capítulo 14, pero también podría ser algo supraterrenal, "lenguas humanas y angélicas" (1 Co 13:1).

La finalidad de los dones extáticos

El lector debe tener en cuenta siempre que los apóstoles y sus ayudantes del primer siglo llevaron a cabo su magna labor de evangelización sin tener en la mano el Nuevo Testamento escrito, que es nuestra arma principal al dar a conocer el Evangelio y enseñar la doctrina cristiana. Se iba preparando la revelación escrita que correspondía al Nuevo Siglo, pero sólo unas cuantas iglesias y personas poseían alguna Epístola de las que habían de incorporarse en el Nuevo Testamento. ¿Cómo se podía presentar la verdad acerca de Cristo y su Obra redentora sin la ayuda de los documentos escritos que nosotros consideramos indispensables? Por el testimonio directo de los apóstoles-testigos y otros; por apelar al Antiguo Testamento frente a los judíos y por las "credenciales" de las obras de poder y de los dones extáticos y de sanidades, que proveían la "señal" de que Dios obraba por medio de sus siervos. De eso hemos visto muchos ejemplos en el curso del estudio de Los Hechos. Del modo en que los apóstoles no siempre hacían obras de sanidad, sino sólo cuando Dios lo indicaba como conveniente para abrir nuevos campos o para mantenerse firmes frente a una fuerte oposición oficial, así de la misma manera no todas las iglesias necesitaban tantos dones extáticos como la de Corinto en la que el elemento judaico era relativamente pequeño y, por consiguiente, la apelación al Antiguo Testamento se revestía de menos fuerza. El arma principal —casi la única— era la Palabra de Dios predicada en la potencia del Espíritu Santo tanto fuera como dentro de las iglesias, pero en ciertas ocasiones los dones especiales se precisaban como demostración de las operaciones del poder de Dios, aun frente a personas que no podían apreciar la Palabra.
Al completarse la revelación que tiene a Cristo por su Centro por la labor específicamente apostólica (véase Apéndice "Los Apóstoles") la profecía extática se reemplazaba por mensajes basados sobre la Palabra ya escrita en su totalidad. El poder del Espíritu se necesitaba igualmente, pero en funciones de aclarar el mensaje ya dado, vitalizando su predicación a los efectos de la convicción, la edificación y la enseñanza. Sería atrevido declarar que los dones de sanidad no podían darse y utilizarse después de completarse el canon del Nuevo Testamento, pues Dios siempre puede realizar un milagro si así conviene a sus planes, pero el valor testifical se perdía, ya que el que no se dejaba convencer por la Palabra escrita tampoco creería al ver un milagro. Si el don de lenguas no fue muy extendido en la era apostólica, detallándose solamente el caso de la iglesia en Corinto —y allí frenado por las recomendaciones apostólicas—, se hace aún menos necesario cuando los hermanos pueden comunicar con Dios sobre la base de la Palabra escrita y completada.

Las referencias a las lenguas en 1 Corintios 13

No hemos de olvidarnos nunca de que los capítulos 12 al 14 de 1 Corintios forman un solo cuerpo de doctrina sobre la administración de los dones espirituales en la congregación. El hecho de que (1 Co 13:1-7) constituye un hermoso y conocidísimo canto al amor divino como el "camino más excelente" que sólo daba validez a todos los dones, no rompe la continuidad de los argumentos en relación con el tema general. Así resultan muy pertinentes a nuestro tema los versículos 8-11. "El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia (como don especial) acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño". "Lo perfecto", en la opinión del que escribe, es la revelación escrita completada por la labor apostólica (Jn 16:12-14). Antes de que los creyentes pudiesen aprovechar la clara y completa exposición de "la Fe una vez para siempre dada a los santos" (Jud 1:3) necesitaban "ayudas" especiales, dones que "llamaban la atención", que enseñaban a la manera de los gráficos que empleamos para niños. Pero en la madurez de la Iglesia, enseñada por la Palabra y por el Espíritu, hermanos pueden pensar, hablar y razonar como hombres.
El hecho de que Pablo pase en (1 Co 13:12-13) al perfecto conocimiento del estado eterno no obsta para que los versículos anteriores sean interpretados según las observaciones antecedentes, pues es muy frecuente en escritos proféticos de toda clase que lo inmediato sirva como punto de partida para llevar el pensamiento a la meta final. "Lo perfecto" de la revelación escrita hace pensar en el conocimiento perfectísimo del Día eterno.
Sin duda alguna, la Palabra bien trazada y ministrada en la potencia del Espíritu Santo siempre edifica, corrobora, ilumina, santifica y guía al pueblo de Dios. Pisamos en firme, como sobre una roca. En cambio, los esfuerzos por renovar, en circunstancias muy distintas, los dones extáticos que se necesitaban cuando al canon le faltaban sus elementos más importantes, tienden a la confusión. Lo espectacular sustituye la labor grata, pero costosa, de interpretar rectamente las Escrituras para luego ponerlas delante de las almas. Una "señal" está bien cuando hace falta, pero no podemos vivir de señales, sino de la realidad espiritual a la que apuntaba la señal. Teniendo ésta, no nos preocupemos demasiado por conseguir aquélla.
Copyright ©. Texto de Ernesto Trenchard usado con permiso del dueño legal del copyright, Centro Evangélico de Formación Bíblica en Madrid, exclusivamente para seguir los cursos de la Escuela Bíblica (https://www.escuelabiblica.com).

Comentarios

El Salvador
  Jorge Caballero  (El Salvador)  (15/11/2021)
Se comenta aqui en este estudio que el apóstol Pablo solo en 1 Corintios menciona la oración en lenguas. pero yo lo veo también en Romanos 8:26, 27; Efesios 6:18; Judas 20, con la única observación que Pablo acá usa el la frase "orar en el Espíritu".
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