Tal vez, para ellos un ciego no tenía ninguna importancia y además, su forma de gritar y llamar la atención no estaban en consonancia con la dignidad de la persona de Jesús.
Quizá tenían prisa por llegar a Jerusalén para establecer a Jesús como rey y no querían que aquel mendigo les retrasara en su objetivo.
Por otro lado, su forma de dirigirse a Jesús como "el Hijo de David", no gustaba nada a los dirigentes religiosos, ni tampoco habría sido bien interpretado por los romanos. Tal vez las multitudes que le seguían pensaron que aquello podría frustrar los planes mesiánicos que ellos se habían formado en cuanto a Jesús.