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Estudio bíblico de Apocalipsis 7:2-4

Apocalipsis 7

Versículos 2-4

Continuamos hoy, amigo oyente, avanzando por este fascinante libro de la Biblia llamado Apocalipsis, el cual ha despertado el interés y la curiosidad de numerosos estudiosos y buscadores de la verdad. Para nosotros, los cristianos, la Biblia es verdad y todo lo que contiene es verdad. Por eso estamos realizando esta serie de programas, con el fin de ayudarle a descubrir a usted, amigo y amiga que nos sintoniza, todos sus tesoros y darle respuesta a sus preguntas e inquietudes sobre Jesucristo, el plan de salvación para el hombre, la vida eterna, el castigo eterno y un largo etcétera.

Le invitamos pues a que nos acompañe nuevamente hoy y se embarque con nosotros en este interesantísimo viaje, no como un turista más, preparado a sacar unas cuantas fotografías, sino como un auténtico viajero, dispuesto a adentrarse con nosotros en las profundidades y en las verdades que la Biblia, un libro que tiene que mucho que ofrecer para el hombre y la mujer del siglo XXI.

Dicho esto, comenzaremos nuestro estudio de hoy en el versículo 2 del capítulo siete del Apocalipsis.

Tan sólo un apunte más antes de comenzar: muchos exploradores de lo misterioso y lo místico han querido ver en Apocalipsis una simple colección de símbolos incomprensibles y esotéricos, más destinados a confundir y a ocultar que a enseñar. Pero nada más lejos de la verdad, querido oyente: Pocos libros de la Biblia poseen una estructura interna más clara y fácil de seguir. Y si bien es evidente que el Apocalipsis está poblado de numeroso símbolos, esto no lo convierte en un libro oscurantista sino, por el contrario, es el libro de la Biblia que más luz arroja hacia un tema absolutamente fascinante: el final de los tiempos de la humanidad; un final que está cerca pero no sabemos cuándo acontecerá, y un final para el cual Dios no desea que tengamos todos los detalles, sino tan sólo una serie de pistas. Al igual, que una serie de trazos rápidos en un lienzo, no para quedarnos absortos admirando la fluida agilidad de las líneas, sino para admirar y vislumbrar por un instante la Gloria de Jesús en Su Segunda Venida, el triunfo de lo bueno, el castigo de los malos y el comienzo del reinado de paz y justicia de Jesús en la tierra. Así es como debería de haber sido desde un comienzo, si el hombre no hubiese desobedecido a Dios y le hubiera dado la espalda desde el principio, tal y como se relata en el libro del Génesis.

De esta manera, estimado lector, cuando el Apóstol Juan nos intenta poner en palabras sus visiones, utiliza símbolos e imágenes que pueden resultar difíciles de entender en sí mismas, pero que representan verdades y principios que podemos observar a lo largo de toda la Biblia. Si nos limitamos a ver los símbolos e imágenes y no miramos más allá, hacia los principios que apuntan, sólo estaremos realizando malabarismos bíblicos tratando de que su significado respalde alguna suposición previa nuestra.

Recordemos que a esta altura de nuestro estudio, en el capítulo 7 del Apocalipsis, la iglesia ya no está en este mundo sino que ha sido sacada de la tierra y disfruta de la presencia del Señor. Fue el Apóstol Pedro quien dijo que no había ninguna profecía de interpretación privada. ¿Qué quiere decir esto? Que uno no puede extraer un versículo de su contexto y utilizarlo como un pretexto para apoyar su tesis. A eso lo podríamos denominar, con cierto toque de humor, como "bibliomancia", que es lo que hacen algunos cristianos cuando abren su Biblia al azar para que Dios les revele Su voluntad en una decisión difícil que deben tomar. ¡Cómo somos los humanos!, ¿verdad, querido oyente? Nos acordamos de Dios cuando vienen las crisis de la vida, cuando ya hemos tomado malas decisiones, cuando hemos provocado el conflicto y no somos capaces de salir adelante. Es entonces cuando el cristiano inmaduro, el que es inconstante y carnal, es decir, que se mueve por impulsos y según su propia sabiduría, decide acudir a La Palabra como último auxilio. Espera que Dios le hable y le diga lo que debe hacer para recuperar su trabajo, a pesar de haber sido negligente, o a salvar su matrimonio, a pesar de haber sido infiel física o mentalmente, o a encauzar a su hijo, cuando no lo ha educado con la sabiduría y con los valores que enseña la Biblia. Amigo y amiga que nos escucha: Dios hace milagros, pero Dios no va hacer algo que usted debería haber hecho. La Biblia le enseñará el camino a seguir, pero usted decide seguirlo o no; o recorrerlo lentamente y parándose a menudo, o ágilmente hacia su meta. Usted elige. Pero, desde aquí le desafiamos a iniciar, o a retomar el mayor viaje de su vida, un viaje sin retorno hacia la vida eterna. Fíjese que no hemos dicho "un viaje hacia la felicidad", tal y como prometen muchos libros de autoayuda. Y es que estamos siendo absolutamente sinceros con usted: la finalidad del cristiano no es ser feliz, sino ser como Cristo. Así de sencillo. Así de difícil. Así de increíble. ¿Nos acompaña en este viaje?

Entre la apertura del sexto sello y la del séptimo, se inserta este capítulo 7 en el cual se introducen dos grandes multitudes, una en la Tierra (vv. 1-8) y otra en el Cielo (vv. 9-17). Juan, el Apóstol, tendrá dos visiones, en las que encuentra consuelo, protección y símbolos de victoria para los hijos de Dios. En este y el próximo programa estudiaremos el significado de la multitud que Juan vio en la tierra: 144.000 judíos, sellados con el sello protector de Dios mismo. Ya en el programa anterior vimos la actuación de cinco ángeles (vv. 1-3) y después analizaremos el número de los sellados de cada una de las tribus (vv. 4-8).

Anteriormente habíamos asistido a la apertura de los seis sellos, y estos seis sellos contenían un mensaje muy claro, a la vez que revelaban sucesivos eventos del periodo denominado como Gran Tribulación. Estos sellos, como vimos, avanzaban cuatro grandes catástrofes que acontecerían sobre nuestro planeta al comienzo del juicio. El quinto sello nos habla de aquellos que serían martirizados. El sexto nos presentó algunos de los signos o señales de anarquía que vendrán sobre el mundo, durante este período de la Gran Tribulación.

También comentamos que una gran multitud de personas iban a ser salvas, tantas como nunca en la historia de la iglesia ha sucedido. En ningún otro periodo de tiempo como en estos siete años de tribulación tanta gente se volverá hacia Dios. Esto revela que los juicios o castigos lograrán uno de los propósitos de Dios, provocará que multitudes de personas se vuelvan a Él en este período, pero también se verá que muchos otros se vuelvan aún más contra Él. Dios quiere tener una gran familia y que todos se salven, que ni uno sólo se pierda, y para ello usará todo lo que tiene a Su alcance para que usted tenga la oportunidad de aceptarle voluntariamente como su Señor y Salvador. Pero Él no le obligará; tan sólo llamará a su puerta. Sólo si usted le invita a pasar, Él entrará. En caso contrario, no lo hará. Esa es la increíble e incomprensible libertad de decisión que Dios ha regalado al hombre y a la mujer para hacer lo que deseen con su vida.

Cómo nos gustaría poder interpretar todos los detalles de la profecía de Apocalipsis, pero por alguna razón que desconocemos, Dios, en Su sabiduría, ha decidido no revelarnos todos los detalles acerca del futuro; quizá para que nos obsesionemos con Él; quizá para que nos enfoquemos más en arreglar nuestro presente y nuestra relación con Él, interrumpida por nuestro pecado; o quizá porque para Dios hay cosas mucho más importantes que desvelarnos el futuro; como que nos volvamos a enamorar de Él, restauremos nuestra amistad e intimidad con Él, que Le obedezcamos, crezcamos y seamos maduros; que hablemos a muchos de Él, que muchos escuchen este mensaje de certeza y esperanza: que hay una vida nueva en Cristo y que está al alcance de todos.

Todo lo que el hombre necesita para vivir está en las Sagradas Escrituras, en la Biblia. Y todo lo que la Iglesia necesita comprender es que hemos sido librados de pasar a través de este período denominado Gran Tribulación. En el evangelio de Juan, capítulo 5, versículo 24, el Señor Jesucristo dijo: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene (en este instante) vida eterna; y no vendrá a condenación" ? Esta "condenación" es el juicio de la Gran Tribulación. Nosotros, los cristianos que conformamos la Iglesia, no vamos a pasar por eso. Así se lo prometió también a la iglesia de Filadelfia. En Apocalipsis, capítulo 3, versículo 10, leemos: "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba". Él dijo que los libraría de esa hora. ¿De qué hora? De la hora de la prueba, de esta tribulación.

Leamos ahora, juntos, los versículos 2 y 3 de este capítulo 7 de Apocalipsis, que dicen lo siguiente

2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Recordemos, amigos oyentes, que en el versículo anterior, Juan observó a cuatro ángeles de pie, situados en los cuatro puntos cardinales, que controlaban los vientos y las tempestades. Ello nos recuerda que la meteorología puede ser un instrumento en las manos de Dios, lo mismo para bendecir que para castigar.

Juan dice aquí: Vi también a otro ángel, y esto quiere decir que había un quinto ángel allí. Aparentemente tiene un rango superior a los otros cuatro porque les está dando órdenes. Como pudimos ver en el libro de Daniel, y también en la epístola a los Efesios, hay ciertos grados de ángeles, tanto buenos como malos. Satanás y ejército de ángeles caídos están organizados en grados y categorías: posiblemente sería similar a los rangos militares: Generales, Tenientes Generales, Coroneles, Tenientes, y Sargentos, y muchos soldados rasos. Dios también tiene organizadas sus huestes celestiales en rangos y categorías.

Ahora, Juan ve subir del Oriente un ángel diferente de los cuatro anteriores, "de donde se levanta el sol", literalmente "de donde viene la luz o la salvación". Por su rango y cometido, podríamos pensar que éste ángel se trata de un arcángel, de categoría superior. El sello que lleva en su mano significa que el grupo concreto del que se va a hablar en seguida, recibirá protección divina en las aflicciones de la gran tribulación. Este ángel o arcángel comunica a los otros cuatro la orden de no hacer ningún daño, por el momento, ni a la tierra ni al mar (en el cielo, todo está a salvo). Los daños que han de producirse en la Tierra quedan en suspenso hasta que se haya efectuado el sellado de los 144.000. Así, antes de que la gran tribulación azote la Tierra, los fieles tienen que ser marcados con el sello de Dios. "Sello" se refiere con frecuencia a un anillo emblemático que se utilizaba para imprimir la imagen que tenía sobre un documento con cera derretida. La impronta producida indicaba la autenticidad implícita del dueño y protegía el documento. En este caso, la marca es el nombre de Dios.

Y recordemos, estimados oyentes, que el Sello en las Escrituras significa tres cosas: Para proteger, en primer lugar, de forma que lo sellado queda a buen recaudo de cualquier daño o violación (Mt. 27:66, Ap. 5:1). Dios Padre siempre protege, de un modo u otro, a los que son Suyos. En segundo lugar, el sello sirve para marcar propiedad o posesión. Isaías 44:1-5 nos adelanta esta idea. Según el original, el remanente llevará tatuado en la mano el nombre del Señor. En tercer y último lugar, el sello garantiza y certifica, la promesa de protección a los sellados.

Y este ángel le está dando órdenes a los otros cuatro. Dice aquí: "y clamó a gran voz". Y en el griego esta palabra es fonea-mega. Si usted invierte el orden de estas dos palabras fonea y mega, entonces, resulta megá-fonea. De allí es donde obtenemos la palabra megáfono. Mega quiere decir grande. Fonea indica voz. Y aquí tenemos la indicación de que un juicio terrible está a punto de derramarse sobre la Tierra. Por ello, resulta necesario asegurar a los siervos de Dios. Si Él no los sellara, entonces, no podrían pasar a través de ese período. Tienen que ser guardados del día de la ira que vendrá sobre la Tierra. El Señor Jesucristo mismo mencionó esto en el evangelio de Mateo, capítulo 24, versículos 21 y 22: "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados".

Note usted: . . . mas por causa de los escogidos. O sea, de los sellados. Ahora, ¿cuál es la señal que se coloca sobre sus frentes? Bueno, amigo y amiga oyente, tenemos que confesar que no tenemos todas las respuestas, y que no sabemos en realidad, qué tipo de marca o señal será. Pero tampoco creemos se eso sea lo relevante.

Se nos dice en el Apocalipsis que durante este período habrá aquellos que no podrán comerciar, cuando el Anticristo llegue al poder, a no ser que tengan la marca de la bestia. Esta marca aquí es en contraste a esa marca de la bestia. Pensamos que esta marca es una marca espiritual que estará en sus vidas. Recuerda usted que el Señor Jesucristo dijo: "Por sus frutos los conoceréis", es decir, por sus vidas. Creemos que será la marca de los que pertenecen a Dios, durante ese período, porque los no creyentes van a ser verdaderamente malvados. No nos podemos ni imaginar cómo podrán ser peores que los hoy en día. Pero la Palabra de Dios dice que van a ir mucho más lejos de lo que han ido en la actualidad.

Por eso decimos que este capítulo séptimo se constituye como el interludio entre dos partes de una misma sinfonía de tonos altamente dramáticos, dividiéndose en dos partes: Primero, son sellados 144.000 israelitas (vv. 1-8) y en segundo lugar, son salvadas un sinnúmero de personas no israelitas o gentiles (vv. 9-17).

Ahora, observemos cómo cuando Dios trata con Israel, suele utilizar fechas o números. El Apóstol Pablo nunca entregó un informe a nadie de cuántos habían sido salvos en cada uno de sus viajes misioneros. Sin embargo, cuando Dios se refiere a Israel, suele mencionar números y también fechas. Leamos ahora el versículo 4 de este capítulo 7 de Apocalipsis, que dice así:

4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. (Ap. 7:4)

Ciento cuarenta y cuatro mil será el número de los sellados de la Nación de Israel. Y este número no se refiere ni a la iglesia ni a ningún otro grupo de creyentes existente en la actualidad. Durante la Gran Tribulación, 144.000 personas de entre todas las tribus de Israel serán salvadas. Hay personas que dicen que esta cantidad de ciento cuarenta y cuatro mil es un símbolo, que representa otra cantidad. Bueno, ¿no puede Dios decir lo que quiere decir? Si Él dice que son ciento cuarenta y cuatro mil, pues, creemos que en realidad Él quiera decir ciento cuarenta y cinco mil. Creemos que quiere decir exactamente eso.

El Apóstol Pablo dijo en su epístola a los Romanos, capítulo 9, versículo 8: "Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes".

Y esto es cierto en la actualidad. En la misma epístola a los Romanos, capítulo 11, versículos 4 y 5, dice: "Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia".

El Apóstol Pablo dijo que en su día había un remanente que estaba en la Iglesia. Hoy también hay un remanente que está en la Iglesia. Ahora, durante la Gran Tribulación habrá un remanente de 144.000 personas. Se nos dice aquí que ellos van a dar testimonio de Cristo durante el período de la Gran Tribulación. El Señor Jesucristo dijo, tal y como podemos leer en el Evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 14: "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin".

También hay quien se ha aventurado a afirmar que el evangelio que prediquen estos judíos será un evangelio diferente, pero no lo será. Recordemos que "Evangelio" significa "Buenas Noticias", porque el evangelio es una buena noticia para la humanidad, para el hombre y la mujer, al mostrar claramente el único camino hacia la salvación. Y este camino se llama Jesucristo. El evangelio del reino es el evangelio de la muerte y resurrección de Cristo; y ese evangelio va a despertar a la nación de Israel y muchos se volverán a Cristo. Pero ellos tendrán algo que añadir a su mensaje del Evangelio, algo que hoy en día no podemos afirmar; ellos podrán afirmar, sin temor a equivocarse: "No pasará mucho tiempo hasta que Él regrese aquí". Ellos podrán decir eso. Nosotros no podemos afirmar esto en la actualidad, porque no sabemos ni el día ni la hora cuando Él vendrá.

Tal y como podemos leer en las Escrituras, estos judíos estarán divididos en tribus, y se nos dice aquí cuántos serán de cada tribu: 12.000 personas. Pero permítanos, estimado oyente, no avanzar acontecimientos y tratar este asunto un poco más adelante. Mientras tanto, le sugerimos leer los siguientes versículos de este capítulo 7 de Apocalipsis para estar mejor preparado para nuestro próximo estudio.

Nos despedimos por hoy de usted y, como siempre, le invitamos a retomar con nosotros este apasionante viaje hacia el futuro, pero sin perder la perspectiva de nuestro presente, para poder así cambiar lo que tengamos que cambiar. El mundo necesita a Cristo, y el cambio que necesitamos en nuestra sociedad, en nuestra comunidad, en nuestro barrio, en nuestra propia familia, ese cambio empieza en nosotros mismos. ¡Hasta nuestro próximo programa, estimado amigo, amiga, oyente!

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