Estudio bíblico de Génesis 41:1-45

Génesis 41:1-45

Observaremos una gran diferencia entre este capítulo y el anterior, en que dejamos a José en la cárcel, olvidado, triste y abandonado. Sin embargo, todo lo que le estaba sucediendo formaba parte del propósito de Dios para su vida. Si pudiéramos reconocer la acción de Dios hoy, en nosotros, ello nos mostraría una nueva perspectiva de la vida. En este nuevo capítulo veremos que José fue liberado de la prisión cuando interpretó los sueños de Faraón. Fue nombrado gobernador de toda la tierra de Egipto y se casó con Asenat, hija del sacerdote de On. De esta unión nacieron sus hijos Efraín y Manasés.

Esta es una historia que llevó al protagonista desde la pobreza hasta la riqueza. No conozco ninguna historia ficticia más emocionante que este episodio de la vida de José. En este capítulo veremos, pues, la mano de Dios obrando en su vida. Y José fue consciente de su cuidado durante los días de la adversidad. Este proceso desarrolló en él muchas virtudes que son fruto de la acción del Espíritu Santo. Una de ellas fue la paciencia. La verdad expresada en la carta del apóstol Pablo a los Romanos 5:3, en el sentido de que la tribulación (o el sufrimiento) produce paciencia, fue claramente ilustrada por la vida de José.

En el relato Bíblico veremos que este joven fue llevado ante la presencia del Faraón, el rey gentil, es decir, no judío, tal como otro joven, Daniel sería conducido ante el rey Nabucodonosor. Ambos jóvenes tuvieron que interpretar sueños.

Luego, hacia el final del capítulo, entre los versículos 53 al 57, aunque dentro ya de nuestro próximo programa, consideraremos el período de hambre en Egipto. ¿Qué propósito querría Dios lograr a través de aquel evento? Bueno, Dios lo utilizaría para que la familia de Jacob tuviese que salir de Canaán, lejos del pecado y las degradantes costumbres de los cananeos. El les conduciría a Egipto para que se estableciesen en la zona aislada de Gosén. Este fue uno de sus objetivos. Dios seguramente tendría muchas otras razones, pero ésta que hemos citado era evidente.

Al avanzar en la narración, podremos observar juntos los aspectos en los cuales la vida de José se parece a la del Señor Jesucristo, algunos de los cuales ya hemos destacado en nuestro programa anterior. Más adelante, efectuaremos más comparaciones entre ambas vidas, porque tienen su importancia para nuestro estudio.

La primera parte del capítulo habla sobre

Los sueños de Faraón

Recordemos que en el capítulo anterior el copero y el panadero de Faraón habían sido recluidos en la misma prisión donde se encontraba encarcelado José. Cada uno de ellos tuvo un sueño, que José interpretó correctamente; el panadero fue ahorcado y el copero restaurado a su antiguo cargo. José había rogado al copero que recordase su situación e intercediese a su favor ante el Faraón; pero él no lo había hecho así. Leamos el versículo 1

Y aconteció que al cabo de dos años, Faraón tuvo un sueño; y he aquí, soñó que estaba de pie junto al Nilo.

Observemos que habían transcurrido 2 años desde el final del relato del capítulo anterior. O sea, que José había pasado 2 años más de prisión, esperando que ocurriese algo. Leamos los versículos 2 al 8, que relatan los citados sueños:

"Y de pronto, del Nilo subieron siete vacas de hermoso aspecto y gordas, y pacían en el carrizal. Pero he aquí, otras siete vacas de mal aspecto y flacas subieron del Nilo detrás de ellas, y se pararon junto a las otras vacas a la orilla del Nilo; y las vacas de mal aspecto y flacas devoraron las siete vacas de hermoso aspecto y gordas. Entonces Faraón despertó. Se quedó dormido y soñó por segunda vez; y he aquí que siete espigas llenas y buenas crecían en una sola caña. Y he aquí que siete espigas, menudas y quemadas por el viento solano, brotaron después de aquéllas. Y las espigas menudas devoraron a las siete espigas gruesas y llenas. Entonces Faraón despertó, y he aquí, era un sueño. Y sucedió que por la mañana su espíritu estaba turbado, y mandó llamar a todos los adivinos de Egipto, y a todos sus sabios. Y Faraón les contó sus sueños, pero no hubo quien se los pudiera interpretar a Faraón."

El primer sueño, referente a las vacas expresaba el colorido y el ambiente de Egipto. A las vacas les gustaba estar medio sumergidas en el agua del río Nilo, entre los juncos, para refugiarse del calor y de los mosquitos, Luego, salían del agua para pastar. Así también en el sueño fueron saliendo del río las 7 vacas de hermoso aspecto y gordas, y después, detrás de ellas, las 7 vacas flacas y de mal aspecto, que devoraron a las primeras. En el segundo sueño, las 7 espigas llenas y hermosas que crecían en un solo tallo, fueron devoradas por las 7 espigas secas y quemadas por el viento del este. Mientras aquellas asociaciones, una de ellas formada por expertos en libros rituales de magia y la otra compuesta por sabios intentaban inútilmente descifrar e interpretar los sueños, el jefe de los coperos seguramente estaba escuchando todo, pues su función consistía en estar cerca del Faraón para asistirle en lo que necesitase. Leamos los versículos 9 al 13:

"Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Quisiera hablar hoy de mis faltas. Cuando Faraón se enojó con sus siervos y me puso bajo custodia en la casa del capitán de la guardia, a mí y al jefe de los panaderos, él y yo tuvimos un sueño en una misma noche; cada uno de nosotros soñó según la interpretación de su propio sueño. Y estaba allí con nosotros un joven hebreo, un siervo del capitán de la guardia; y se los contamos, y él nos interpretó los sueños. A cada uno interpretó su sueño. Y aconteció que tal como nos lo había interpretado, así sucedió; a mí me restableció Faraón en mi puesto, pero al otro lo ahorcó."

Como hemos visto, al fin, el copero se decidió a hablar. Durante su largo silencio, incumpliendo su promesa a José, éste había continuado viviendo la difícil experiencia de la cárcel. Y ante lo que humanamente calificaríamos como una concurrencia fortuita de circunstancias, vemos aquí la providencia de Dios permitiendo que los eventos se fuesen sucediendo hasta este preciso momento para cumplir sus propósitos. Llegamos así, a un evento clave en la vida de José. El punto de partida para la etapa culminante de su vida. Nuestro relato nos lleva al párrafo en que

José interpretó los sueños de Faraón

Leamos los versículos 14 al 16:

"Entonces Faraón mandó llamar a José, y lo sacaron del calabozo aprisa; y después de afeitarse y cambiarse sus vestidos, vino a Faraón. Y Faraón dijo a José: He tenido un sueño y no hay quien lo interprete; y he oído decir de ti, que oyes un sueño y lo puedes interpretar. José respondió a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios dará a Faraón una respuesta favorable."

Observemos que José se afeitó. Los hebreos no se afeitaban en aquel tiempo. Por otra parte, las estatuas y pinturas Egipcios nos muestran a personajes bien afeitados. Muchos de los altos cargos y gobernadores lucían una pequeña perilla para añadir dignidad a su posición. Si no podían dejarse crecer una, usaban una postiza. Pero, por regla general, los egipcios no utilizaban barba.

Hay un gran mensaje en esta escena. Este hombre fue liberado de la prisión, se afeitó y cambió las ropas de la cárcel por vestiduras apropiadas para presentarse en la corte. Ante él se extendía una vida nueva. Fue como una resurrección, como volver a la vida. Ahora José iba a dirigirse a los Gentiles, al pueblo no judío, al pueblo ajeno al pacto. Aquí tenemos una extraordinaria imagen de Jesucristo.

La segunda cosa que podemos observar es la actitud de José. Humanamente hablando, era difícil encontrar una oportunidad mejor para destacarse. Pero él, incluso antes de conocer el contenido de los sueños, atribuyó el mérito de la interpretación a Dios mismo y no a sí mismo, ni a su propia capacidad. Recalcamos su declaración al Faraón, reconociendo que él mismo no podía interpretar el sueño. "No está en mí. Dios dará a Faraón una respuesta favorable". Con ello estaba reconociendo su dependencia de Dios.

Entre los versículos 17 y 24 tenemos el relato que el Faraón hace a José de sus sueños. Podemos imaginar el estupor y el desconcierto del soberano ante el fracaso de sus sabios y magos, personas a quienes seguramente recurría con frecuencia y que gozaban de gran prestigio e influencia en la sociedad egipcia.

A continuación viene la interpretación de los sueños. Leamos los versículos 25 al 32:

"Entonces José dijo a Faraón: Los dos sueños de Faraón son uno; Dios ha anunciado a Faraón lo que El va a hacer. Las siete vacas buenas son siete años, y las siete espigas buenas son siete años; los dos sueños son uno. Y las siete vacas flacas y feas que subieron detrás de ellas son siete años, y las siete espigas quemadas por el viento solano serán siete años de hambre. Esto es lo que he dicho a Faraón: Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. He aquí, vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto; y después de ellos vendrán siete años de hambre, y se olvidará toda la abundancia en la tierra de Egipto; y el hambre asolará la tierra. Y no se conocerá la abundancia en la tierra a causa del hambre que vendrá, que será muy severa. Y en cuanto a la repetición del sueño a Faraón dos veces, quiere decir que el asunto está determinado por Dios, y Dios lo hará pronto."

José le aclaró que los dos sueños eran, en realidad, uno solo, pues los dos trataban el mismo Tema. Se trataba de una predicción de un período de abundancia, seguido por otro de hambre y escasez. Y el hecho de que el mensaje hubiese sido repetido 2 veces, recalcaba su importancia, la determinación de Dios y su inmediato cumplimiento. Dios quiso revelarlo a Faraón con un propósito y José se permitió aconsejarle sobre cómo remediar la situación. Leamos los versículos 33 al 37:

"Ahora pues, busque Faraón un hombre prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón: nombre intendentes sobre el país y exija un quinto de la producción de la tierra de Egipto en los siete años de abundancia. Y que ellos recojan todos los víveres de esos buenos años que vienen, y almacenen en las ciudades el grano para alimento bajo la autoridad de Faraón, y que lo protejan. Y que los víveres sean una reserva para el país durante los siete años de hambre que ocurrirán en la tierra de Egipto, a fin de que el país no perezca durante el hambre. Y la idea pareció bien a Faraón y a todos sus siervos."

El plan expuesto por José pareció muy sabio y fue aceptado con entusiasmo por Faraón y todos sus funcionarios. Como resultado veremos que

José fue hecho gobernador de Egipto

Leamos los versículos 38 al 44:

"Entonces Faraón dijo a sus siervos: ¿Podemos hallar un hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y Faraón dijo a José: Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan prudente ni tan sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes; solamente en el trono yo seré mayor que tú. Faraón dijo también a José: Mira, te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Y Faraón se quitó el anillo de sellar de su mano y lo puso en la mano de José; y lo vistió con vestiduras de lino fino y puso un collar de oro en su cuello. Lo hizo montar en su segundo carro, y proclamaron delante de él: ¡Doblad la rodilla! Y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón dijo a José: Aunque yo soy Faraón, sin embargo, nadie levantará su mano ni su pie sin tu permiso en toda la tierra de Egipto."

Pensemos en el significado de todo esto. Al principio de este capítulo, el relato nos mostraba a un José en la cárcel, olvidado, abandonado y triste. Ahora vemos cómo fue liberado en el momento más adecuado, porque nadie en la corte era capaz de interpretar los sueños de Faraón. Y no sólo revela José su significado, sino que además, en su entusiasmo y dada su gran capacidad, le sugiere al soberano cómo llevar a cabo un plan de emergencia. Por supuesto, Dios les estaba guiando en todo este proceso.

Iba a producirse un período de hambre tan severo en aquella zona del mundo, que hasta una nación tan rica como Egipto resultaría afectada. Su producción agrícola estaba asegurada porque Egipto era una tierra bien regada, que no dependía de las lluvias. La parte alta del río Nilo, el Nilo azul, proviene del África central y proporciona el agua que el país necesita. En esa zona la cantidad de lluvia que caía anualmente durante un buen año, equivalía a 3 cm. Así que si la agricultura hubiera dependido de la lluvia, habrían sufrido de hambre constantemente. El río Nilo se desborda cada año y de la inundación queda un sedimento que fertiliza la tierra. En este contexto, la advertencia de Dios sobre los 7 años de hambre debió causar una enorme preocupación. El soberano pensó que el informe de José, diciéndole lo que sucedería en los 14 años siguientes, tenía sentido.

Ahora, ¿quién podía controlar aquella situación mejor que José? Faraón reconoció que era un hombre de gran capacidad. Nos habremos preguntado, sin duda, por qué Dios permitió que él tuviese que ir a parar a la casa de Potifar. Ahora comprendemos que Dios había dispuesto que él permaneciese allí por un cierto período de tiempo. José había estado recibiendo un buen entrenamiento y experiencia en aquella casa, en la que estaba a cargo de todo lo que su amo poseía. Ahora, estaba a punto de asumir nada menos que la responsabilidad de hacerse cargo de la administración y el control absoluto de la tierra de Egipto. Fue una transición espectacular en su vida. Pasó directamente de estar tras los barrotes de la prisión, al lugar más cercano al trono de Faraón. Aquel anillo que el soberano puso en la mano de José, tenía un sello que cuando era colocado sobre la cera, constituía la máxima señal de autoridad, porque equivalía a la firma del Faraón.

Para finalizar nuestro programa, leamos el versículo 45, que nos informa que

José se casó con Asenat

dando comienzo a su nueva vida e la corte real.

"Y Faraón llamó a José por el nombre de Zafnat-panea, y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto."

Yo prefiero el nombre de José antes que Zafnat-panea, el nuevo nombre que Faraón le puso a José y cuyo significado es "aquel que revela las cosas secretas".

Al despedirnos, no estaría de más recordar aquellas palabras del apóstol Pablo, ya citadas anteriormente: "para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien".

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