Estudio bíblico de Esdras 5:1-6:22

Esdras 5:1 - 6:22

En nuestro estudio hemos llegado al capítulo 5 que, junto con el capítulo 6, nos hablarán de la reanudación de los trabajos de reedificación del templo. Vimos ya, que la reedificación del templo había sido detenida por la oposición del enemigo. Ellos habían escrito una carta al rey, tratando de dar una impresión falsa de la ciudad de Jerusalén. La llamaron una ciudad rebelde y mala. El rey Artajerjes hizo cierta investigación examinando los registros históricos y encontró que en esa parte del reino, había habido una rebelión y que ella había tenido lugar en la última etapa del reino del sur, en el de Judá. Ellos se habían rebelado contra las autoridades tres veces en sus últimos días como reino y finalmente Nabucodonosor había llegado y destruido toda la ciudad. Pero en el incidente que nos ocupa, diremos que la investigación del rey no fue completa. Porque aunque la rebelión había realmente ocurrido, no examinaron los registros minuciosamente y entonces no encontraron el decreto que se había promulgado para que se reedificara la ciudad de Jerusalén.

Éste fue pues un período de gran desaliento. No sólo abandonaron las obras de reconstrucción; sino que se sintieron tentados a abandonar la totalidad del proyecto, pensando que sería la única manera de resolver sus problemas. Hoy hay mucha gente que piensa que si se pudiera trasladar a otro lugar, sus problemas se solucionarían. Esto no siempre es cierto, estimado oyente. Usted no puede escaparse de sus problemas. Afortunadamente, y en esa ocasión, aquella gente no huyó de aquel lugar. Y Dios llamó a los profetas Hageo y Zacarías. Y sinceramente hablando, creemos que es necesario estudiar esos dos libros, Hageo y Zacarías (y también Daniel y Esther) en relación con Esdras y Nehemías. Porque todos ellos pertenecen al mismo período, y el estudiarlos conjuntamente resultaría muy provechoso. Ahora en el capítulo 5 versículo 1, de este libro de Esdras, leemos lo siguiente:

"Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y Jerusalén en el nombre del Dios de Israel, quien estaba con ellos".

Estos hombres fueron llamados por Dios para que animaran al pueblo a continuar la edificación. Por supuesto, ellos sabían que había un decreto del rey Ciro, de Persia, que les había concedido el permiso para reedificar Jerusalén. Y también supieron que era la voluntad de Dios, y el momento escogido por Dios para reedificar la ciudad.

Bien, estos dos hombres no se parecían mucho. La única cosa que tenían en común era que ambos eran profetas de Dios. Hageo era un hombre que tenía sus pies bien apoyados sobre la tierra, con una personalidad sólida y estable; alguien en quien se podía confiar. A él le gustaba estar bien informado de los hechos. Llevaba consigo una vara para medir y estaba siempre midiendo todo lo que encontraba. Le gustaba enfrentarse con los aspectos esenciales de los problemas y se dirigió con su mensaje a la conciencia misma de la nación. Sus mensajes penetraban profundamente en las personas y herían, causando gran impacto. Esta clase de persona no sería muy popular en el día de hoy.

Ahora, Zacarías era un hombre completamente diferente. Era como si tuviera su cabeza en las nubes. Ya hemos dicho que él tuvo visiones extraordinarias, apropiadas para el mensaje que tenía que comunicar. Y este hombre Zacarías apeló más a las emociones del pueblo, dirigiéndose a sus corazones. Y entonces, tenemos a estos dos hombres juntos, que habían sido llamados por Dios, hablando a la conciencia y al corazón de Israel. Aparentemente Hageo era considerado el líder, aunque ambos animaron al pueblo a reanudar el programa de reedificación. En este punto, estimado oyente, creemos que resultaría muy provechoso que, como lectura adicional, usted leyera los libros de Hageo y Zacarías. En el versículo 2 y 3 de este capítulo 5 de Esdras, leemos:

"Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; junto a ellos estaban los profetas de Dios que los ayudaban. En ese mismo tiempo Tatnai, gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai, junto a sus compañeros, fueron a decirles: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar estos muros?"

Cuando los trabajos se reanudaron, sus enemigos se enteraron. Se nos dice que Tatnai era el gobernador persa de Samaria, y Setar-boznai era probablemente un alto funcionario. Ellos vinieron y reprendieron a los obreros. La respuesta que recibieron, en realidad, no fue una respuesta. En primer lugar, estos dos hombres eran enemigos. Nunca habían oído de ellos hasta ese momento. ¿Habrían entendido si les hubieran respondido que Dios les había ordenado reedificar? Después de todo, el Señor revela Sus secretos a los que le temen. Como dijo San Pablo en 1 Corintios 2:14 dijo: "El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, una necedad; y no las puede entender". Zorobabel y los que le ayudaban simplemente respondieron a aquellos necios de acuerdo con su necedad. Leamos el versículo 4:

"También preguntaron: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que hacen este edificio?"

Ahora, esa situación colocaba a estos hombres que estaban reedificando el templo en una situación bastante difícil. Pero veamos lo que sucedió leyendo el versículo 5:

"Pero los ojos de Dios velaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron suspender la obra hasta que el asunto fuera llevado a Darío y se recibiera una carta de respuesta sobre esto".

¡Esto es maravilloso! Porque quiere decir que usted puede depender de Dios, sabiendo que Él protege a los suyos. Así que se envió otra carta al rey, que en esa época era Darío. Aparentemente habían transcurrido siete años. Veamos ahora, los versículos 6 y 7:

"Esta es copia de la carta que Tatnai, gobernador del otro lado del río, Setar-boznai y sus compañeros, los gobernadores del otro lado del río, enviaron al rey Darío. Ellos le enviaron una carta escrita de esta manera"

Veamos lo que se dijo en esta carta que el enemigo envió urgentemente al rey. Leemos en la segunda parte del versículo 7 y el 8 que ellos escribieron lo siguiente:

"Al rey Darío: Paz completa. Ha de saber el rey que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes. Ya los maderos están puestos en las paredes, la obra se hace de prisa y prospera en sus manos".

Ellos quieren aparentar en esta carta como si no hubieran ido a ese lugar específicamente para espiar lo que estaba ocurriendo, como si fueran enemigos, sino que lo que había ocurrido era que estaban cerca de esa zona y al detenerse para observarla, esto es lo que habían encontrado. Y luego continuaron diciendo en los versículos 9 y 10:

"Entonces interrogamos a los ancianos, diciéndoles: ¿Quién os dio orden para edificar esta casa y para levantar estos muros? También les preguntamos sus nombres para hacértelo saber, a fin de escribirte los nombres de los hombres que estaban al frente de ellos".

Aquí observemos que no les dieron los nombres de los profetas Hageo y Zacarías. Y continuamos con los versículos 11 hasta el 13 de este capítulo 5 de Esdras:

"Y esta fue la respuesta que nos dieron: Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que hace ya muchos años fue edificada, y que un gran rey de Israel edificó y terminó. Pero después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a Babilonia. Pero en el primer año de Ciro, rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio orden para que esta casa de Dios fuera reedificada".

Aquí vemos que los judíos les habían relatado la historia de la cautividad, ocurrida hacía unos 70 años antes, aportando la evidencia concreta de que el rey Ciro les había ordenado reconstruir el templo, enviando incluso los utensilios del templo con ellos. Notemos ahora lo que dicen los versículos 14 y 15:

"Los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén para llevarlos al templo de Babilonia, el rey Ciro los retiró del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar, a quien había nombrado gobernador. Él le dijo: Toma estos utensilios, ve y llévalos al templo que está en Jerusalén, y sea reedificada la casa de Dios en su lugar".

La carta, entonces, concluyó con este pedido, que leemos en el versículo 17:

"Ahora, si al rey le parece bien, que se investigue en la casa de los tesoros del rey que está allí en Babilonia, si es verdad que el rey Ciro dio efectivamente la orden para reedificar esta casa de Dios en Jerusalén, y que se nos comunique la decisión del rey sobre esto".

Ahora, estos enemigos no creyeron que en realidad existía un decreto de parte del mismo rey Ciro, pero la carta estaba diciendo que la afirmación de los judíos de la existencia de dicho decreto era la justificación para su trabajo de reedificación en el templo. Y por lo tanto, pidieron que se investigase el asunto. Estaban seguros de que en los archivos de Babilonia no existía tal decreto y que aquella gente estaba haciendo esto por su cuenta.

Llegamos así a

Esdras 6

En el cual veremos que

Darío confirmó el decreto de Ciro

Se ha hablado mucho de la posición, y de la condición del pueblo de Dios. Por cierto, estos dos conceptos son bastante diferentes. Desde el punto de vista de la posición, los judíos estaban en el mismo lugar en que Dios quería que estuviesen, en su propia tierra. El decreto para que ellos regresaran a la tierra fue promulgado por Ciro, que reconoció que lo había ordenado por un mandato de Dios. Así que esta gente se encontraba en la posición en que Dios quería que se encontraran. Sin embargo, su condición no era tan buena. Estaban desanimados. Querían abandonar todo aquel proyecto. Entonces Dios envió estos dos profetas para darles ánimo y entusiasmo.

Hablemos ahora sobre el pueblo de Dios en nuestros propios días. Es posible que nosotros confundamos nuestra posición con nuestra condición. Si usted está hoy unido a Cristo, es salvo. Es decir, que su posición está bien. Pero, ¿cuál es su condición? Hablando sinceramente, ¿es usted un creyente desilusionado, desanimado? ¿Está usted verdaderamente anclado en Cristo, pero tiene deseos de dejarlo todo? ¿Quiere realmente abandonarlo todo? ¿Quiere apartarse de todo esto? Bueno, si así es como usted se siente, estimado oyente, aunque su posición sea buena, su condición es mala. Y ésta era precisamente la condición de los judíos en el libro de Esdras.

Lo interesante aquí es notar que Dios estaba con Su pueblo, y que Su voluntad se iba a realizar. Y tuvo lugar un descubrimiento. El enemigo, al hablar, provocó un resultado inesperado. Si se hubieran quedado callados quizás no hubiera sucedido lo que ocurrió. Veamos lo que dice el primer versículo del capítulo 6:

"Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los tesoros allí en Babilonia".

Así es que los funcionarios del rey esta gente fue a revisar archivos que quizás estaban cubiertos por el polvo de muchos años, quizás en algún depósito olvidado, y ¿qué fue lo que hallaron? Leamos los versículos 2 y 3, de este capítulo 6 del libro de Esdras:

"Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de Media, un libro en el cual estaba escrito así: Memoria: En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que la Casa fuera reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que fueran puestos sus cimientos; su altura, de veintisiete metros, y de veintisiete metros su anchura"

Luego podemos leer en el versículo 5 lo siguiente:

"Además, los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y se llevó a Babilonia, serán devueltos, para que vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios".

Así que todo estaba debidamente registrado allí. Y todo ello fue descubierto por el rey Darío. El rey nunca habría encontrado este decreto si el enemigo no lo hubiera mencionado. Ese sí que fue un error de bulto cometido por los enemigos de los judíos. Veamos ahora el mensaje que el rey Darío envió como respuesta al gobernador Tatnai. Leamos los versículos 6 y 7:

"Ahora, pues, Tatnai, gobernador del otro lado del río, Setar-boznai y vuestros compañeros, los gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí. Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar".

Tatnai tenía el importante cargo de gobernador y pensó que sería capaz de detener la reedificación del templo en Jerusalén. Pero cuando el decreto del rey Ciro fue localizado, Darío, que era el rey en esa época fue consciente que el decreto era una ley de Media y de Persia y como tal, no podría ser alterada o cambiada por otra. Y entonces, emitió una nueva orden. Leamos el versículo 8, donde vemos que el rey comunicó su decisión:

"Estas son mis órdenes sobre lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa casa de Dios: que de la hacienda del rey, proveniente del tributo del otro lado del río, sean pagados puntualmente a esos hombres los gastos, para que no cese la obra".

O sea, que no solo tenían que dejar de estorbar el trabajo, sino que tendrían que facilitarlo. Debían guardar los impuestos recolectados del otro lado del río ?en vez de enviarlos a Persia?y tendrían que entregar el dinero a los israelitas que estaban reedificando el templo. Podemos decir aquí que Dios hace que aún la ira del hombre le traiga gloria y alabanza. Leamos ahora los versículos 9 y 10:

"Lo que sea necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que digan los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno, a fin de que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos".

Este fue realmente un decreto de grandes alcances. Y también se estableció un castigo muy severo para quienes entorpecieran el trabajo. Leamos el versículo 11:

"También he dado orden de que a cualquiera que altere este decreto se le arranque una viga de su casa, y sea colgado en ella. Luego su casa sea convertida en un montón de escombros".

Al llegar a este punto del relato, estimado oyente, usted encontrará interesante y muy inspirador leer los libros de Hageo y Zacarías. Leamos ahora el versículo 14:

"Así, los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron la obra, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío y de Artajerjes, rey de Persia".

O sea, que el templo fue reedificado bajo la inspiración de los profetas Hageo y Zacarías. Continuaremos leyendo los versículos 15 y 16 de esta capítulo 6 de Esdras, que encabeza el párrafo que nos relata que

El templo fue terminado y dedicado

"Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío. Los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían regresado de la cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo".

Vemos que aquí se menciona a "los hijos de Israel ? y los demás que habían regresado de la cautividad". ¿Y qué significa? Por supuesto, se refiere a los hijos de Israel ?no solo los hijos de Judá y Benjamín. Es decir, que la frase se refiere a las 10 tribus de Israel, que algunos han calificado como las 10 tribus perdidas. Fue evidente que no estaban perdidas, y allí estaban, con sus hermanos de raza, celebrando la dedicación de la casa de Dios con gran alegría. Y dice el versículo 17:

"Ofrecieron para la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; y como expiación por todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las tribus de Israel".

Ahora, ¿por quién se hizo aquella ofrenda por el pecado? Aquí el lenguaje es explícito. Fue por el pecado de todo Israel. Y enfatizamos nuevamente que no solo regresaron a Jerusalén gente de las tribus de Judá y Benjamín, sino de todas las 12 tribus. Y aquí se indicó claramente que habría 12 machos cabríos, uno por cada tribu israelita. Leamos ahora el párrafo formado por los versículos 19 al 22, en los que se indica que

Se celebró la pascua

"También los hijos de la cautividad celebraron la pascua a los catorce días del mes primero. Porque los sacerdotes y los levitas se habían purificado juntamente; todos estaban purificados, y mataron al cordero de la pascua por todos los hijos de la cautividad, y por sus hermanos los sacerdotes, y por sí mismos. Comieron los hijos de Israel que habían vuelto del cautiverio, con todos aquellos que se habían apartado de las impurezas de las naciones de la tierra para unirse a ellos, para buscar al Señor Dios de Israel. Durante siete días celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura, por cuanto el Señor los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos, para animarlos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel".

Justamente 5 semanas después de la dedicación del templo, se celebró la Pascua. La Pascua era una fiesta que nos habla de la muerte de Cristo. Cristo fue el cordero de nuestra pascua, que fue ofrecido, sacrificado por nosotros. Cuando aquellos israelitas se reunieron alrededor del cordero pascual, fue como si se estuvieran congregando alrededor de la Persona del Señor Jesucristo, de acuerdo con lo que establecía la Palabra de Dios.

Cuando Juan el Bautista se encontraba con sus discípulos y se encontró con Jesús, le presentó como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Estimado oyente, al morir, El llevó sus pecados en la cruz. Pero triunfó victorioso en la resurrección de los muertos. Le invitamos a aceptar, por la fe, el don de la salvación. Y así como aquellos desterrados que regresaron a su ciudad celebraron aquella fiesta de la pascua con alegría, le invitamos a usted a dejar su carga al pie de la cruz, y a experimentar el alivio, la alegría y la paz que proporciona la libertad, la vida verdadera, y el disfrutar de la esperanza de la vida eterna.

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