Estudio bíblico de 2 Timoteo 2:11-26

2 Timoteo 2:11-26

El día de hoy, amigo oyente, regresamos al segundo capítulo de la Segunda Epístola del Apóstol Pablo a Timoteo, Habíamos dicho que en este segundo capítulo de 2 Timoteo el apóstol presentaría 7 figuras retóricas para describir los deberes y la actividad de los creyentes en Cristo. La primera fue la de un hijo, un hijo de Dios, al haber renacido, es decir, nacido espiritualmente en la familia de Dios. La segunda fue la de un buen soldado, participando en una batalla espiritual. La tercera, la de un atleta que participa en una carrera y se dirige hacia le meta para recibir su premio. La cuarta, fue la de un labrador que está sembrando la semilla de la Palabra de Dios y espera recoger una cosecha. En los restantes versículos de este capítulo tenemos las 3 figuras retóricas que completan la lista de 7. Ahora, vamos a retomar nuestro estudio a partir del versículo 11 una vez más, que dice:

"Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él"

Esta frase también podría traducirse: "Si hemos muerto con Él". ¿Cuándo fue que nosotros morimos con Él? Cuando Él murió hace más de 2000 años. Cuando venimos a Cristo y le recibimos como nuestro Salvador, Su muerte se convierte en nuestra muerte. Nos identificamos con Él y somos resucitados con Él para que vivamos una vida nueva. Esto significa que este mismo día Él quiere vivir Su vida a través de nosotros por medio del poder del Espíritu Santo. Y luego en el versículo 12, capítulo 2, leemos:

"Si sufrimos, también reinaremos con él; si lo negamos, él también nos negará"

Hay algo que destacar en la frase si sufrimos, también reinaremos con él. Muchos creen que no todos los creyentes van a reinar con Él. Porque este versículo reduce ese privilegio a aquellos que han sufrido por Él. Algunos nos sentiríamos cohibidos, como en una situación embarazosa, si en el cielo nos pusieran en un pie de igualdad con el apóstol Pablo, porque nosotros no hemos sufrido como el sufrió. Yo estaría todo el tiempo disculpándome por haber sido colocado junto a él. Creemos entonces que este versículo se refiere a un grupo concreto de cristianos que realmente han sufrido por Cristo. En el mundo Romano de los días de Pablo, hubo muchos cristianos que fueron martirizados -unos 5 millones, de acuerdo con el historiador Fox-porque no aceptaron negar su fe en Cristo.

Y luego continuó diciendo Pablo: si lo negamos, él también nos negará. Como vemos, este es un lenguaje fuerte. Sin embargo, esta expresión nos revela que Pablo creía que la fe por sí sola, si no se manifiesta con obras está completamente muerta (Santiago 2:17). Y así podemos ver que los apóstoles Pablo y Santiago nunca se contradijeron. Santiago estaba hablando de las obras de la fe, y Pablo estaba diciendo que la fe genuina produciría obras. El reformador Calvino lo expresó con las siguientes palabras: "La fe, por sí sola, salva, pero la fe que salva, no está sola". Y, finalmente por hoy, leamos el versículo 13 de este segundo capítulo de la segunda carta de Pablo a Timoteo:

"Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo."

Dios no puede negarse a sí mismo. Él no puede aceptar como verdadero a alguien que sea falso. Esa fue la razón por la que él pronunció una crítica tan mordaz a los dirigentes religiosos de su tiempo. Los llamó "hipócritas" porque estaban fingiendo ser lo que no eran. Si Cristo aceptara a alguien que no es genuino, verdadero, realmente se estaría negando a Sí mismo, porque Él es verdadero. En consecuencia, estimado oyente, nosotros deberíamos ser auténticos, verdaderos.

Ahora, veamos lo que dice aquí el versículo 14 de este capítulo 2, de la Segunda Epístola a Timoteo. Dice el Apóstol Pablo:

"Recuérdales esto, exhortándolos delante del Señor a que no discutan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes."

Esto tiene que ver con las discusiones o polémicas sobre palabras. El pueblo de Dios debe ceñirse a las cuestiones esenciales. No es necesario que nos pongamos a discutir en cuanto a palabras vacías de significado o a filosofías; o en cuanto a las pequeñas diferencias que podemos tener. Quizá cuando lleguemos a la presencia del Señor, vamos a descubrir lo que cierta persona dijo una vez: "Todo argumento entre dos partes tiene tres lados: el lado suyo, el lado mío y luego, el lado que es correcto". Quizá el Señor tenga que corregir a ambos. Pero lo importante aquí en esta vida es que ni la otra persona ni yo deberíamos discutir con actitud de polemizar por la sencilla razón de que estamos de acuerdo en los asuntos esenciales. Creemos que es una pérdida de tiempo en realidad, cuando uno adopta la actitud negativa de tratar de corregir a los demás creyentes. En vez de adoptar esa actitud, tratemos de mantenernos en el lado positivo y de disfrutar mutuamente del compañerismo y la comunión del evangelio. Bien, leamos ahora el versículo 15, que nos presenta la quinta figura retórica, la de

El obrero, el maestro

"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad."

Aquí el consejo es esforzarse para presentarse ante Dios aprobado. Uno tiene que estudiar, con el ansia y la ilusión de hacer todo lo posible para que Dios apruebe nuestra vida. El obrero aquí es evidentemente un maestro, lo cual significa que ha de ser un estudiante diligente de la Palabra de Dios.

Y continuó diciendo el apóstol que usa bien la palabra de verdad. Esto significa que debe interpretar correctamente la Palabra de Dios. Y eso quiere decir que tiene que ser un obrero especializado, cualificado, como un artesano. El estudiante de la Palabra debe entender que la Palabra de Dios es una verdad formada por un gran conjunto de elementos, agrupado en ciertas divisiones correctas. La Biblia ha sido preparada según ciertas leyes y cierta estructura, que deben ser observadas y obedecidas a medida que uno va leyendo la Palabra de Dios. Uno no puede escoger un versículo de aquí y otro versículo de allá, e ignorar un pasaje aquí y otro más allá. Esto es fácil de hacer, pero la Biblia no es esa clase de libro. Por este motivo insistimos en que la Biblia debe ser enseñada en su totalidad.

Hace algún tiempo citamos un artículo que había aparecido en una revista, y quisiéramos volver a citar algo de aquel artículo, porque ese escrito nos revela la ignorancia de un hombre que no ha logrado reconocer que la Palabra de Dios es una gran unidad, que necesita ser usada leída e interpretada correctamente para ser comprendida apropiadamente. Decía el citado artículo: "En pocas palabras, una de las maneras de describir la Biblia, escrita por muchas manos diferentes, durante un período de 3000 años o más podría ser la siguiente: Que es una colección desordenada de sesenta y tantos libros raros, que a menudo son tediosos, bárbaros, oscuros, en los que abundan las contradicciones e inconsistencias. Es como un libro formado por un enjambre, un embrollo de poesía y propaganda; de leyes y legalismo; de mito y oscuridad, de historia e histeria". Hasta aquí las palabras de este escritor. Ahora, debemos decir que la verborrea de este hombre abundó en palabras inútiles y reveló una tremenda ignorancia de la Biblia. Y también nos reveló el resultado de no interpretar correctamente la Palabra de Dios.

Ahora, ¿qué queremos decir con interpretar correctamente la Palabra de verdad? Bueno, hay ciertas épocas o economías en la Palabra de Dios, que presentan diferentes métodos con los cuales Él trató con los seres humanos. La base de la salvación fue siempre la misma. El hombre se salva únicamente por creer en la muerte expiatoria de Cristo. Pero el hombre expresó su fe en Dios de diferentes maneras. Por ejemplo, Abel y Abraham trajeron corderos para sacrificarlos ante el Señor. El hacer semejante cosa hoy estaría completamente fuera de lugar, porque el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo ya ha venido. El Cordero fue Jesús (como vemos en Juan 1:29). Es que Abel y Abraham miraron con ansia al futuro Cordero de Dios, y nosotros, miramos retrospectivamente a Su muerte. Esta es una ilustración de una interpretación correcta de la Palabra de Dios. La opinión que citamos anteriormente sobre la Biblia pertenece a un hombre que evidentemente conocía muy poco sobre la Biblia, y pertenece al grupo de personas que no la lee. Antes de hablar de un tema tan amplio con autoridad, hay que conocerlo en profundidad.

Esto revela la necesidad que tiene un hijo de Dios de estudiar Su Palabra. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. Vernon McGee hizo este comentario: "Cuando comencé mis estudios para el ministerio cristiano, la Biblia, era para mí un Libro bastante confuso y complicado, y en ese momento, quizá yo hubiera estado de acuerdo con el autor del citado artículo. Pero, luego, tuve en mis manos una Biblia con referencias y pude estudiarla bajo maestros que la conocían muy bien. Y estos hombres bendijeron mi vida y la Biblia se convirtió entonces, en un Libro nuevo. Su contenido comenzó a tener sentido porque era interpretada teniendo en cuanta las diferentes épocas que presentaban el orden progresivo de los tratos de Dios con la humanidad. Por ejemplo, el reconocer la distinción entre la ley y la gracia es básico para entender las Sagradas Escrituras. Y en esta epístola, Pablo le estaba recomendando a Timoteo que estudiara, que fuera diligente en el estudio de la Palabra. Para que pudiera llegar a ser un maestro que interpretara bien la Palabra de verdad. Continuemos leyendo el versículo 16 del segundo capítulo de 2 Timoteo:

"Pero evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad"

O sea, le decía que evitara las charlas vacías, desprovistas de todo sentido. Y en el versículo 17 dijo:

"Y su palabra carcomerá como gangrena. Así aconteció con Himeneo y Fileto"

No sabemos mucho sobre estos dos hombres que el Apóstol Pablo mencionó aquí, pero aparentemente eran apóstatas. Y después dijo en el versículo 18 de este segundo capítulo de 2 Timoteo:

"que se desviaron de la verdad diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos."

En aquellos días había ciertas personas que estaban enseñando que la resurrección ya había tenido lugar, y eso indicaba que aquellos que se encontraban aún con vida, se la habían perdido. Ahora, en el versículo 19 leemos lo siguiente:

"Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: «Conoce el Señor a los que son suyos» y «Apártese de maldad todo aquel que invoca el nombre de Cristo»."

Aquí destacamos la frase teniendo este sello. El sello era una señal de autenticación y propiedad. Por ello continuó diciendo Conoce el Señor a los que son suyos, En el Antiguo Testamento, en Deuteronomio 6:8-9, Dios le dijo a Su pueblo que adoptara Sus mandamientos. Dice en ese pasaje, hablando de las palabras de Sus mandamientos: 8Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas. El israelita tenía que usar su casa como un cartel anunciador de la Palabra de Dios. Ello lo identificaba como un adorador de Dios.

Ahora, ¿qué diremos del creyente hoy? ¿Cómo hace conocer el hecho de que es un hijo de Dios? Aquí en este versículo dice: Apártese de maldad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Esa es la manera en que la gente va a saber que esa persona pertenece a Dios. En eso consiste la separación: separación del mal y separación para Cristo. Si usted invoca el nombre de Cristo, asegúrese de no estar viviendo en el pecado. Lamentablemente, hay algunos que afirman creer en doctrinas fundamentales de la fe, y después resulta que practican una forma del pecado, El Señor conoce a quienes le pertenecen porque puede discernir el corazón humano, pero todo lo que los no creyentes pueden observar es la vida exterior que lleva una persona. Estimado oyente, el mundo seguramente puede lograr que el pecado parezca atractivo por medio de ingeniosos anuncios publicitarios en carteleras. En comparación con ese despliegue, ¿qué pueden los creyentes dar a conocer lo que creen? ¿Son nuestras vidas un anuncio atractivo de Cristo?

Leamos ahora los versículos 20 y 21, que nos presentan la sexta figura retórica, que es

Un vaso

"En una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; unos son para usos honrosos, y otros para usos comunes. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra."

En estos versículos el cristiano es ilustrado a través de un vaso. Si un vaso ha de estar en condiciones de ser usado, debe estar limpio. Por ejemplo, supongamos que usted tiene sed y tiene ante sí dos vasos: uno es de oro, hermosamente adornado, pero está sucio. El otro, es una vieja vasija de barro que difícilmente contendrá el agua porque está rajada, pero está limpia. ¿Cuál usaría usted? Dios haría lo mismo que usted. El utiliza vasos limpios, no vasos sucios. Recordemos que en el segundo capítulo del Evangelio de Juan leímos que el Señor Jesús preparó el vino en una boda. Pidió a los siervos que trajeran los cántaros (que los judíos usaban para el rito de la purificación, y las llenaran de agua. El tomó esos viejos recipientes que no tenían ningún atractivo y las usó para Su gloria. Y hoy Dios está buscando vasos limpios para utilizarlos, no vasos atractivos y adornados, sino vasos limpios. Continuemos leyendo el versículo 22 de este segundo capítulo de 2 Timoteo:

"Huye también de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor."

Cuántas veces el Señor ha colocado juntas a la fe, el amor y la paz. Estas virtudes resumen la vida cristiana. No deberían ser solamente mencionadas públicamente desde el púlpito, sino que deberían ser expresadas a través de las vidas de aquellos que están sentados en los bancos de la iglesia. Luego, en el versículo 23 dijo el apóstol:

"Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas"

Algunas personas están continuamente argumentando sobre asuntos no esenciales. Sinceramente, no tenemos tiempo para ello. Estamos viviendo en un mundo que se está consumiendo espiritual y materialmente. Usemos nuestro tiempo en difundir la Palabra de Dios antes de que sea demasiado tarde.

Leamos ahora los versículos 24 y 25, que nos presentan la séptima y última figura retórica, que es la de

Un siervo

"Porque el siervo del Señor no debe ser amigo de contiendas, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe corregir con mansedumbre a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad."

Finalmente, el creyente es como un siervo, y ha de ser amable con todos. Aquí pudiera parecer que hay una contradicción. El soldado tenía que luchar, pero el siervo no tenía que hacerlo. ¿Era realmente una contradicción? No, era una paradoja. Cuando usted se mantiene firme por la verdad, debe tener una postura clara y definida, y dar a conocer a la gente cuál es su posición. No sea un cobarde. Mantenga su firmeza a favor de la verdad.

Sin embargo, como dice aquí, debe corregir con mansedumbre a los que se oponen. Si usted está tratando de ganar una persona para Cristo, no discuta con ella. Si ella o está de acuerdo con usted, respete su desacuerdo. Simplemente, limítese a continuar presentándole la Palabra de Dios. Ahora, el versículo 26, el versículo final de este capítulo 2, de la Segunda Epístola a Timoteo dice:

"Y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él."

De esa manera, Dios continuará su obra de liberación a través de usted. Otra versión traduce: "de modo que se despierten y escapen de la trampa en la que el diablo los tiene cautivos, sumisos a su voluntad". Y así finalizamos con las siete figuras retóricas con las que el apóstol Pablo ilustró la vida del cristiano. Dios mediante, en nuestro próximo programa continuaremos con el capítulo 3 de esta segunda epístola de Pablo a Timoteo; allí trataremos el tema la apostasía que vendrá y, frente a ella, veremos la autoridad de las Sagradas Escrituras.

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