Estudio bíblico: El sufrimiento del corazón de Dios (II) - Amós 5:21-6:14

Serie:   Introducción a los profetas menores   

Autor: Natanael León
Email: natanaeleon@hotmail.com
España
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El sufrimiento del corazón de Dios (II) - Amós 5:21-6:14

Introducción

Estamos examinando el tercer y último de los tres discursos o predicaciones de Amos, una sección que abarca los capítulos del 3 al 6. Este último mensaje es, además del más extenso (Am 5 y 6), uno de los más hermoso. Y esto por dos razones principales:
Por un lado, por el vocabulario, las figuras del lenguaje que usa, la estructura del mensaje, cosas que generalmente se nos escapan en gran medida porque desconocemos el idioma hebreo. ¡Gracias por los hermanos que conociendo los idiomas originales nos abren los ojos a ellas!
Y por otro, por el mensaje que contiene. Alguien escribió al respecto: "...a la vez que escuchamos terribles acusaciones también escuchamos los lamentos y profundos sentimientos del corazón de Dios por medio de su profeta".
De ahí el título general que hemos escogido para todo este discurso: "El sufrimiento del corazón de Dios". Es verdad que merecían el juicio y que ahora tendrían que "encontrarse con Dios en los horrores de la batalla y el destierro", pero esto no significa que Él o Su profeta se complacieran en la destrucción del pueblo amado sino más bien lo contrario.
El corazón de Dios está dolorido, llora a causa del mal que les vendrá. Cuando reprendemos o castigamos a nuestros hijos muchas veces les decimos, y nos repetimos a nosotros mismos, que a quien primero le duele es a nosotros. No sentimos ningún placer en ello pero reconocemos la necesidad de la acción. Así ocurre con el Señor.
En el estudio anterior dividimos este mensaje en cuatro partes principales:
La Endecha o canto fúnebre sobre Israel (Am 5:1-5).
El mensaje en torno a Betel (Am 5:6-13).
El mensaje en torno a Beerseba (Am 5:14-20).
El mensaje en torno a Gilgal (Am 5:21-27).
Ahora corresponde acercarnos a Gilgal, el tercer lugar de peregrinación mencionado en (Am 5:5) y ver las palabras que Amós dedicó a sus peregrinos.

Gilgal: El ceremonialismo no puede salvar (Amós 5:21-27)

Para empezar consideremos primero este lugar, Gilgal, y la promesa que simbolizaba para ellos.
1. Gilgal
Aunque su ubicación exacta es incierta, debió estar cerca de la antigua ciudad de Jericó. Entró por primera vez en la historia del pueblo hebreo cuando Israel, bajo el mando de Josué cruzó el río Jordán para tomar posesión de la tierra prometida. Fue aquí donde instalaron el primer campamento (Jos 4:17-20).
Es el lugar donde el pueblo, antes de entrar en posesión de la tierra, es nuevamente circuncidado y donde celebraron la Pascua por primera vez en la tierra prometida (Jos 5:7-10).
Aquí salió al encuentro de Josué "el Príncipe del ejército de Jehová" y Gilgal se convirtió en la "base de operaciones" desde la cual los israelitas se extendieron por toda la tierra prometida (Jos 5:13-14) (Jos 10:6-7,15,43) (Jos 14:6).
Por tanto, la relación de Gilgal con la posesión de la tierra se hace evidente. Las tradiciones sagradas en torno a Gilgal parecían proclamar que el Señor había dado la tierra a su pueblo como herencia perpetua.
En consecuencia habían convertido Gilgal en otro de los grandes centros de peregrinación de Israel y habían elaborado en torno a él un sistema de culto bastante completo. Incluso podríamos clasificarlo de vistoso y emotivo.
Y ahora viene el mensaje de Amós: La abundancia de ceremonias, de sacrificios, de ritos religiosos, y todo lo que allí había no pueden garantizar la herencia de la tierra ni les va a librar del trágico final: la conquista del territorio por el enemigo y la deportación a un lugar lejano.
De ahí las palabras del verso 5 "porque Gilgal será llevada en cautiverio,..." (Am 5:21-27) serían el desarrollo de esta frase, o las palabras con que termina el capítulo:
(Am 5:27) "Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos"
Terminada esta breve reseña en torno a Gilgal y su significado para ellos, pasemos a exponer los versos que forman el mensaje de Amós en relación con este lugar.
2. "No me complaceré en vuestras asambleas"
(Am 5:21-23) "Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos."
Dos cosas llaman la atención en estos versos:
I: La abundancia de religión en torno a Gilgal
Ya dijimos que allí había un culto muy elaborado, vistoso y emotivo. Allí había:
Abundancia de reuniones (Am 5:21). Se habla de "solemnidades" y "asambleas".
Abundancia de sacrificios (Am 5:22). Y se mencionan los "holocaustos", las "ofrendas de grano" y las "ofrendas de paz" (animales engordados). Sacrificios u ofrendas todos ellos que expresaban comunión con Dios y con sus semejantes.
Abundancia de alegría (Am 5:23). Menciona la abundancia de cánticos y de acompañamientos instrumentales. Y supongo que aquí se incluye tanto el canto y la música organizados como espontáneo y popular.
Todo un conjunto realmente colorista, hermoso y vibrante.
II. El rechazo de Dios
Los tres versos contienen expresiones que manifiestan con claridad el disgusto de Dios. De hecho, la palabra que más se repite, al menos cinco veces, es "vuestros/as". Aunque todo aquello estaba "inspirado" en la ley de Moisés, Dios las rechaza. No son mías, dice Él, son "vuestras".
En cuanto a las "reuniones" mencionadas en el verso 21. Dice de ellas que las aborrece y las abomina. Dos verbos muy fuertes que expresan un rechazo y un desprecio intensos que surgen desde lo más profundo del Ser. También llama la atención la expresión "no me complaceré". Literalmente "no aspiraré el olor". Es decir: "Me huele mal, todo esto hiede".
En cuanto a los "sacrificios" mencionados en el verso 22. De ellos dice "no los recibiré", "no miraré". Es decir, no hay comunión entre nosotros.
En cuanto a las "expresiones de alegría" mencionados en el 23. De estas canciones dice "quítalas de mí" y de los instrumentos "no escucharé". Pero llamo la atención a las palabras "la multitud de tus cantares". "Multitud" es una palabra que también puede traducirse por: ruido, barullo; alboroto; bullicio... De hecho, la traducción DHH Dice: "¡Alejen de mí el ruido de sus cantos! ¡No quiero oír el sonido de sus arpas!". Y la Versión Moderna dice: "Quita de delante de mí, oh Israel, el estruendo de tus cánticos, ni oiga yo la melodía de vuestras violas".
Imagino la indignación que en algunos pudo producir estas palabras, llamar ruido, estruendo, bullicio a estos cantos bien elaborados y a todo su acompañamiento musical.
¿Y por qué este rechazo? Cualquier "dios" de los pueblos de alrededor se habría sentido muy contento y halagado con este culto.
Porque habían olvidado lo más importante: el arrepentimiento, el humillarse ante Dios y una vida conforme a Su voluntad (es decir la obediencia). Todo aquello estaba vacío de realidad espiritual y de Dios mismo. A modo de ilustración pensaba en un huevo hermoso en su aspecto pero podrido o vacío en su interior.
Nuevamente se nos ofrece el cuadro de una religión que no va a ninguna parte. Iban a Gilgal para ser religiosos, pero cuando regresaban a sus casas dejaban la religión atrás. Los peregrinos fluían hacia los festivales, pero la justicia y la rectitud no fluían a los canales de riego de la vida y relaciones cotidianas. Consecuentemente su religión hedía delante de Dios" (J. A. Motyer).
Todo esto sin olvidar que este era un culto organizado en competencia al templo de Jerusalén, por tanto no ordenado por Dios; que en el reino del norte (Israel) se adoraba a Dios en forma de becerro (lo cual era abominación) y que mezclaban el culto descrito en "Levítico" con prácticas paganas.
Esta necesidad, la de conformar la vida a las demandas de Dios, es precisamente lo que expresa el verso siguiente.
(Am 5:24) "Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo."
Este corra el juicio y corra la justicia nos lleva a pensar inmediatamente en la necesidad de tener leyes justas y que estas a su vez se apliquen de una manera adecuada e imparcial. Y en verdad que había necesidad de esto, lo hemos visto durante la exposición del libro.
Pero el deseo de Dios es aún más profundo. Está pensando, en primer lugar, en tener principios morales correctos, en su cultivo en la persona (justicia), y en una conducta correcta con los semejantes (juicio), una conducta que le permita experimentar al otro, a través de nuestro comportamiento, lo que es bueno y agradable.
En definitiva, el profeta está pidiendo que el corazón y la vida diaria estén regidos por los principios, los valores y las prácticas de la Palabra de Dios.
Ahora bien, no olvidemos que esto solo será posible cuando la persona esté en verdadera relación con Dios, y ello implica arrepentimiento, humillación y obediencia. Desagraciadamente ello era lo que faltaba en aquel pueblo. Gilgal con sus festividades y sus sacrificios no podía garantizar la herencia de la tierra.
La confianza en las ceremonias religiosas, en los sacramentos, en hombres o mujeres especialmente consagrados no pueden salvar a nadie. Los grandes cultos o celebraciones "cristianas" que tanto impresionan o cautivan los sentidos no pueden darnos Salvación. De ahí el título que hemos dado al mensaje en torno a Gilgal "El ceremonialismo, por muy correcto que parezca, no puede salvar".
La Salvación o la Vida Eterna es siempre la consecuencia de haber entrado en una correcta relación con Dios. Y una correcta relación con Dios es el resultado del arrepentimiento y fe en Jesús y en la Obra de la Cruz. Cristo salva perpetuamente los que por Él, se acercan a Dios.
(He 7:25) "...por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos."
3. La fe sin obras está muerta
Hay un debate muy interesante en torno a al verso 24 que vamos a mencionar seguidamente. Algunos han querido ver aquí un rechazo de Dios de las "prácticas religiosas" en favor de "la vida piadosa". Un "¡Dejen la religión (los sacrificios, las ofrendas, las asambleas... ) y ocúpense de la ética!".
(Am 5:24) "Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo."
Llegan incluso a decir, como escribe G. G. Cohen al denunciar esta interpretación, que "es la bondad, el juego limpio y la gentileza lo que constituye la verdadera religión. El sistema sacrificial es sencillamente un invento humano de los sacerdotes para mantener a la gente controlada" (Comentario Bíblico Portavoz. Oseas y Amós, Edit. Portavoz).
En alguna ocasión también hemos escuchado cosas parecidas: ¿Para qué tanto culto de adoración, Partimiento del Pan? ¿Para qué tanta reunión de oración, tanto cántico, tanto mensaje y tanto estudio bíblico? ¿No es mejor ocuparnos en ser mejores personas y dedicar ese tiempo a visitar a los enfermos, ayudar a los pobres etc.?
En respuesta a esta forma de argumentar en torno al verso 24 y sus consecuencias, podemos decir varias cosas:
I. Que Amós no está en contra de los sacrificios ni de las asambleas religiosas legítimas, y que por supuesto no fueron un invento de los hombres.
Eran un mandato de Dios. Dios mismo había instruido al pueblo en cuanto a los tipos de sacrificios y ofrendas, como y donde debían realizarse. Él mismo había instaurado ciertas celebraciones y asambleas que todo judío debía observar a lo largo de su vida. No es lógico pues llegar a esa conclusión.
Respecto a los que desmerecen las reuniones de la iglesia local y las tienen en poca estima, contestamos con palabras semejantes:
El Partimiento del Pan (la Cena del Señor) no es un invento humano para controlar a los creyentes ¡Es un mandato del Señor! (1 Co 11:24-25).
Las reuniones de oración, la exposición pública de la Palabra, la adoración y todo ello reunidos "en asamblea" era la práctica común de los primeros cristianos en el Nuevo Testamento (Hch 2:42).
Es también el Nuevo Testamento el que se ocupa de instruirnos en cuanto a cómo realizarlas: (1 Ti 3:15).
A todo esto, no podemos pasar por alto el texto de (He 10:25) donde el autor nos exhorta a perseverar en ellas: "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca".
II. Sin embargo esta respuesta, aunque bíblica, no siempre hace justicia a la inquietud que tienen aquellos que hablan de dar prioridad al ocuparse de ser "mejores personas" y servir al prójimo sobre las reuniones de una iglesia local.
Y he aquí una de las grandes lecciones que nos da Amós. En el verso 24 no está excluyendo la religión a favor de la ética sino expresando, dentro de su contexto, una de las grandes enseñanzas del Nuevo Testamento: La necesidad de que la fe vaya acompañada de obras. Como escribió Santiago: (Stg 2:20) "Que la fe sin obras está muerta".
Amós les está reclamando que esa "fe en Dios" que ellos expresaban mediante peregrinaciones, sacrificios, festividades... trasformara primeramente sus vidas y se reflejara en la conducta y en las relaciones con sus semejantes.
En otras palabras Amós no excluye lo uno a favor de lo otro. Lo que pretende es que haya armonía entre lo que los sacrificios y ofrendas representan y la conducta diaria. En este sentido, también nosotros debemos buscar la armonía entre el culto que ofrecemos a Dios y la vida diaria, una vida de discípulos.
III. Un corazón que en verdad ama a Dios y en consecuencia quiere servirle tiene necesidad de buscarle y expresar, en comunión con otros, su devoción al Señor. Es parte de la nueva vida que hace crecer en nosotros. Así lo entendieron y vivieron también aquellos creyentes de la antigüedad:
(Sal 122:1) "Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos."
(Sal 27:4) "Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo."
(Sal 42:2) "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?"
(Sal 84:10) "Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos."
Un verdadero hijo de Dios no debe pasar por alto el lugar de reunión que ha señalado para encontrarse con su pueblo. Esto es la congregación de sus Santos bajo la autoridad y en torno a la persona de Jesús.
(Sal 50:5) "Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio."
(Mt 18:20) "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."
IV. También es interesante recordar cuál fue el propósito que originalmente tenían todas aquellas ceremonias establecidas por Dios en la antigüedad.
La Ley fue dada después que los israelitas fueron redimidos de la esclavitud de Egipto mediante la sangre del cordero, y tenía su propósito. Mostrarles la voluntad de Dios para que le honrasen individualmente y como pueblo, enseñarles acerca de la grandeza y santidad de Dios y proveer remedio para el fracaso en este empeño de vivir obedeciendo a Dios. De tal manera que había una relación natural entre lo uno y lo otro. Nunca fue la intención de Dios que los sacrificios, ofrendas, festividades fuesen por un lado y el corazón y la vida diaria por otro.
En nuestro caso tenemos que entre los muchos propósitos que justifican el reunirnos frecuentemente como iglesia están estos:
"Estimularnos al amor y a las buenas obras" (He 10:24). "Incitarnos", "empujarnos", pero no a la comodidad y a la vida mundana, o al partidismo unos contra otros, sino "al amor y las buenas obras" y esto tanto con la vida como con las palabras"
"Exhortarnos los unos a los otros" (He 10:25). Es muy difícil crecer como "mejores personas" cuando le negamos a Dios la posibilidad de que nos corrija, nos instruya o nos anime mediante el ministerio de la Palabra y de los dones que a dado a los creyentes.
Nunca fue el propósito de Dios que las reuniones de una iglesia local y la vida de iglesia fuesen un fin en sí mismas, desconectadas y sin influencia sobre nuestra vida diaria.
4. A modo de conclusión
No son versos fáciles de interpretar estos que nos faltan en torno a Gilgal. Nos referimos a (Am 5:25-26). Sin embargo, reconociendo las limitaciones propias, haremos un acercamiento sencillo a ellas.
Los vamos a entender como el pensamiento final referente a Gilgal y una cruda denuncia respecto del estado de sus corazones:
(Am 5:25) "¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel?"
¿Cómo se debe responder a esta pregunta? ¿Con "sí" o con "no"? No es fácil, sin embargo vamos a entender que se está pidiendo un "sí" por respuesta.
Motyer argumenta: "esta era la tradición unánime que habían heredado y no conocían ninguna otra. Moisés había recibido del Señor una ley ritual y ellos vivían de acuerdo con ella" (Comentario Antiguo Testamento. Amós. Pág. 149. Editorial Andamio).
Ahora vienen la afirmación del verso 26. Unas palabras que ponen el dedo en la llaga y muestran la realidad de sus corazones:
(Am 5:26) "Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis."
De la misma forma que sus antepasados en el desierto sacrificaban al Dios que les había libertado de Egipto y hecho Su pueblo y a la vez tenían el corazón en Egipto y su idolatría (de ahí la dureza de sus corazones, no estaban convertidos a Dios), así también ellos en el presente sacrificaban a Dios y a su vez habían dado sus corazones al dios "Sicut" de Asiria (no eran hombres y mujeres verdaderamente convertidos a Dios).
Sicut (mejor que Moloc) era el dios guerrero de los asirios, que a su vez era identificado con Saturno, Quiún. El texto no hace referencia a varios dioses sino a uno solo Sicut, cuyo símbolo era Quiún.
Debido a esta identificación del comportamiento de los hijos con sus antepasados Amós no menciona nombres de dioses egipcios, sino el de un dios asirio, cuando habla de la idolatría que guardaban en sus corazones.
(Am 5:27) "Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos."
Resulta irónico. Ellos habían puesto su confianza en Sicut (dios de los asirios) y sería precisamente Sicut (los asirios) quien los llevaría cautivos más allá de Damasco. Posiblemente se verían obligados a llevar en procesión el "trono" de Sicut por las puertas de Nínive pero no en calidad de adoradores sino de vencidos, de siervos. Es la consecuencia de cambiar la adoración al verdadero Dios, Dios de los ejércitos, por un ídolo creado por los hombres.

El verdadero enemigo del pueblo (Am 6)

A las cuatro partes en las que hemos divido este mensaje, añadimos ahora una nueva que abarcará todo el capítulo 6.
La Endecha o canto fúnebre sobre Israel (Am 5:1-5).
El mensaje en torno a Betel (Am 5:6-13).
El mensaje en torno a Beerseba (Am 5:14-20).
El mensaje en torno a Gilgal (Am 5:21-27).
El verdadero enemigo del pueblo (Am 6).
(Am 6:1) "Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel!"
Este "¡Ay!" del comienzo indica que Amós continua con el tono de endecha o lamento de su tercer Sermón. Como decíamos en su momento: Ni Dios ni su profeta están complacidos con el juicio y dolor que vendrá sobre el pueblo. Más bien al contrario, el corazón de Dios está dolorido.
En este caso, estas palabras irán dirigidas contra la clase gobernante de todo Israel, es decir tanto de Judá, "los reposados en Sion", como de Samaria, "los confiados en el monte de Samaria".
¿Cuál será el pecado que hace a ambos pueblos merecedores de este "Ay" inicial? (Un lamento que también indica reproche). En este caso la respuesta parece ser el orgullo.
Dice el diccionario, entre otras cosas, sobre el término Orgullo. m. "Exceso de estimación propia y de los propios méritos, por el cual se cree uno superior a los demás ... "
Tan favorable era el momento que vivían, (estabilidad política, éxito militar y prosperidad económica), que ellos se consideraban algo así como "los jefes de la principal de las naciones". De ahí la frase: "los notables y principales entre las naciones".
A este respecto las expresiones "los reposados en Sion" y "los confiados en Samaria" son muy interesantes:
Este reposados revela el estado de autocomplacencia, de satisfacción consigo mismo en que habían caído. Como resultado descuidaron sus obligaciones frente al pueblo y se entregaron a una vida de comodidad (de esto hablaremos más ampliamente).
Y este "confiados en" indica que habían dejado de confiar en Dios para confiar en sus propias fuerzas y capacidad. Es de notar que tanto Jerusalén como Samaria además de contar con buenas fortificaciones defensivas, estaban edificadas sobre colinas. En consecuencia eran ciudades fáciles de defender (de hecho los asirios tardaron unos tres años en conquistar Samaria).
Gran lección, y siempre necesaria, la que se dispone a darnos Amós. En primer lugar para los que tienen responsabilidades dentro de la iglesia local o entre el pueblo de Dios (puesto que se dirige en primer lugar a los gobernantes), pero también para cada creyente en particular pues no olvidemos que cada uno es responsable de dar cuenta de sí mismo.
La complacencia consigo mismo, ese exceso de satisfacción o gusto por lo que uno es o hace, fácilmente nos puede llevar al orgullo, a creernos superiores a los demás. Y este orgullo, enfermedad del espíritu que todos suelen percibir menos el afectado, casi inevitablemente conduce a:
A la soberbia: A tratar a nuestros semejantes con menosprecio e incluso desprecio.
A ocuparnos más de nosotros mismos que de nuestras responsabilidades y obligaciones frente a los demás. Un abandono de las mismas.
A apoyarnos en nuestras fuerzas, habilidades y capacidades más que en Dios.
¡De estas cosas habla aquí Amós! Interesante ¿verdad? Pero ¿estaremos dispuestos a escucharle?
(Am 6:2) "Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamat; descended luego a Gat de los filisteos; ved si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su extensión es mayor que la vuestra"
Calne (en Mesopotamia), Hamat (en Siria) y Gat (en filistea) eran ciudades que por alguna razón tenían una cierta relevancia para Israel y Judá. Hay varias formas de interpretar la referencia a estas ciudades:
Eran ciudades con un pasado glorioso que habían venido a menos. Gat por ejemplo, ciudad de los filisteos, había sido conquistada por el reino de Judá e incorporada a su territorio. Amós por tanto les está invitando a echar un saludable vistazo a la historia para reconocer que toda la fuerza y esplendor en los cuales se enorgullecían eran pasajeros. Como ocurrió con aquellos pueblos también sucedería con ellos.
Otra manera de entender este versículo es que Amós está repitiendo "la propaganda oficial" de los reinos de Israel, en especial en el Norte. De la misma forma que la expresión "principales entre las naciones" revelaba el alto concepto de sí mismos que habían desarrollado, esta comparación con otras ciudades tenía el propósito de manifestar "el gran momento" de esplendor que tenían. Continúa evidenciándose el espíritu orgulloso y soberbio que se había apoderado de ellos.
Frente a aquellos que por alguna razón se creen inmunes al problema del orgullo, tenemos que decir que este puede adquirir formas muy sutiles, haber incluso echado raíces en nosotros y estar ignorantes de ello.
El escritor cristiano Jerry Bridges, en su libro "Pecados Respetables, Confrontemos esos pecados que toleramos" destaca al menos cuatro formas de orgullo que fácilmente afectan a los creyentes:
1. El orgullo del moralismo
Creernos que somos mejores que los demás o que en alguna forma estamos por encima por el hecho de que no practicamos ciertos pecados o no hemos cedido ante alguna tentación. Este era el pecado del Fariseo que oraba así:
(Lc 18:11-12) "El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano."
Hay al menos dos consejos que nos ayudarán a no caer en esta forma disimulada de orgullo:
La humildad. Reconocer que todos estamos expuestos a caer en los mismos pecados, expuestos a las mismas tentaciones e incluso a otras peores. Que es la gracia de Dios la que nos sostiene. Por nosotros mismos hace tiempo que habríamos fracasado (1 Co 10:12) (1 Co 15:10): "Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;... la gracia de Dios conmigo" escribía el Apóstol Pablo respecto a su propia experiencia.
La identificación con los pecadores. Y decimos con los pecadores, no con la práctica del pecado. Una ilustración de esto la tenemos en un maestro de la Ley, un escriba, llamado Esdras. Un hombre piadoso y que vivía una vida ejemplar (Esd 7:10). Sin embargo, en cierta ocasión, cuando se enteró de ciertos pecados que practicaba el pueblo antes incluso de actuar frente a estos hizo algo muy interesante: "se identificó con los pecadores". Leamos atentamente (Esd 9:5-6). Otro ejemplo lo encontramos en nuestro Señor Jesucristo, cuando fue para ser bautizado por Juan en el río Jordán. No lo necesitaba, aquello era "bautismo de arrepentimiento" pero quiso identificarse así con los pecadores (Mt 3:13-15). Una actitud que nos librará de mirar a nadie por encima del hombro y que abriría nuestro corazón a los demás.
2. El orgullo de tener la doctrina correcta
La cuestión aquí no es si tener convicción sobre ciertos puntos de la doctrina y defenderlos con celo es pecado o no,... sino la forma en la que llegamos a mirar o tratar aquellos que no están de acuerdo con nosotros. El llamado "orgullo denominacional" es buen ejemplo de esto.
En primera de Corintios 8 Pablo habló de ese tipo de orgullo... Él escribió: "En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica" (1 Co 8:1). Pablo estaba de acuerdo con su "conocimiento"; es decir, con la creencia doctrinal respecto a no comer carne sacrificada a los ídolos, pero los acusó del orgullo doctrinal; su "conocimiento" los había envanecido". ("Pecados Respetables, Confrontemos esos pecados que toleramos" por Jerry Bridges. Pág. 102. Editorial Portavoz).
3. El orgullo del éxito
Es verdad que hay una relación estrecha entre el trabajo duro, la diligencia, y el éxito (Pr 13:4). Sin embargo el problema viene cuando dejamos de reconocer que "nuestro intelecto, nuestras habilidades y nuestros talentos naturales, la salud y las oportunidades para triunfar vienen del Señor. No tenemos nada que no hayamos recibido del Creador para alcanzar el éxito". ("Pecados Respetables, Confrontemos esos pecados que toleramos" por Jerry Bridges. Pág. 105, 106. Editorial Portavoz). Ver (1 Co 4:7).
Las palabras del Señor en (Lc 17:10) son también un excelente antídoto frente a este tipo de orgullo: "Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos".
4. El orgullo de tener un espíritu independiente
Un punto que me llamó especialmente la atención. Un mal que puede tener al menos dos caras:
La resistencia a someterme a la autoridad, especialmente a la espiritual. Hay muchos cristianos con este problema, y no precisamente entre los jóvenes, donde podría parecer lo normal, sino aún entre "los veteranos" en los caminos del Señor.
No dejarme ser instruido o enseñado por otros (podríamos llamarlo orgullo intelectual). Tiene que ver: Con el pensar que no necesito más, que con lo que sé tengo suficiente. Con el no reconocer que mi hermano/a tiene mucho que aportar a mi vida. Con no ser capaces de apreciar como importantes, también para mi vida, el ministerio de otros hermanos y actitudes semejantes a estas.
Unas palabras más antes de terminar esta reflexión y continuar la exposición: No nos conformemos con detectar el orgullo en los demás renunciando así a someternos a examen nosotros mismos. Pidámosle al Señor que traiga a nuestra mente cualquier tendencia a ser orgulloso en alguna de estas áreas, y luego confesémoslas como los pecados que son. Al hacerlo recuerde la promesa del Señor en (Is 66:2). ("Pecados Respetables, Confrontemos esos pecados que toleramos" por Jerry Bridges. Pág. 111. Editorial Portavoz).
(Am 6:3) "Oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de iniquidad."
Este "oh vosotros" se refiere a los gobernantes tanto de Israel como de Judá, "a los cuales el pueblo acude" en busca de justicia y solución a sus problemas. Sin embargo lo que obtienen es decepción pues estos gobernantes se habían olvidado de actuar como "pastores" del rebaño y estaban ocupados en ellos mismos. Lo veremos en los siguientes versículos.
Hay aquí dos frases que debemos destacar: "dilatáis el día malo y acercáis la silla de iniquidad".
Este "dilatar" significa "quitar o echar a alguien o algo" "empujar" con el sentido de apartar de sí mismos y "el día malo" es una referencia al juicio o castigo del Señor.
Y ahora en contraste con este "dilatar" está la otra acción: "acercar" (traer cerca). "Iniquidad" es violencia, daño, injusticia. "Silla de iniquidad" es una referencia a una justicia corrompida que favorecía el abuso y generaba más violencia en la sociedad.
Amós está denunciando la contradicción en la cual vivían. Por un lado intentaban alejar de sí mismos la idea del juicio de Dios expulsándolo de sus vidas y pensamientos ("dilatáis el día malo"), y por otro perpetuaban la injusticia y sembraban violencia. De esta forma lo que conseguían era "acelerar" y "aumentar" el juicio de Dios.
¡Imposible!", parece gritar el profeta: "no se puede vivir en violencia de pecado y esperar a la vez que Dios esté en paz con uno. Por tanto el mensaje de Dios a los que están reposados en Sión es: ¡os viene vuestra calamidad!" (Gary G. Cohen).
Un mensaje muy oportuno para nuestra sociedad la cual desecha, expulsa de su pensamiento y de su vida, la idea de un juicio donde debemos dar cuenta a Dios y a la vez practica toda clase de pecados atrayendo así Su ira sobre ellos (Ef 5:5-7).
(Am 6:4-6) "Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero; gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos musicales, como David; beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José."
Todo un ejemplo de cómo el orgullo y la autocomplacencia pueden llevar al ser humano al abandono de sus responsabilidades ocupándose solo de sí mismo.
En este caso descuidar las tareas de gobierno para dedicarse a la "buena vida". Y lo que es peor, utilizar la posición social (gobernantes, jueces) para sostener su vida de lujo y placer abusando del pueblo e ignorando sus necesidades. Algo que tampoco nos es desconocido.
Algunas frases que llaman la atención:
"Duermen en camas de marfil" (verso 4). Hasta casi la mitad del siglo pasado (XX) los estudiosos no tomaban estas palabras en sentido literal sino figurado. Sin embargo en 1931 excavando las ruinas de Samaria aparecieron multitud de objetos de marfil (placas, paneles esculpidos, piezas incrustadas, tiradores de muebles, todo ello en marfil. Además la decoración, los relieves, tenían dibujos de lirios, leones, toros, ciervos, figuras humanas aladas, de dioses egipcios, etc....). Estas cosas dan testimonio no solo de los lujos que hubo una vez en Samaria sino también de la corrupción espiritual que impregnó la ciudad.
"Y reposan sobre sus lechos" (verso 4) se refiere a comer recostados sobre camas o divanes lujosos, posiblemente una costumbre importada de Siria.
"Gorjear al son de flautas" (verso 5). Una referencia a la forma en que pasaban el tiempo durante los banquetes, entre tazón de vino y tazón de vino: inventando canciones sin sentido, divirtiéndose.
"Como David" (verso 5). ¿Qué les parece? No solo que inventaban canciones e instrumentos para la celebración de sus fiestas sino que además se atrevían a compararse con el "cantor de Israel", es decir con el rey David. ¡Que manera tan desvergonzada de justificar el abandono de sus obligaciones y la ociosidad en que vivían! Además mientras David utilizaba esta habilidad para la alabanza a Dios ellos la empleaban para la celebración de las orgías impías a las que se entregaban.
"Beben vino en tazones" (verso 6). Las copas habituales no eran suficientes para ellos, así que bebían el vino en grandes recipientes. Los mismos que por su tamaño se utilizaban durante los servicios religiosos.
"Se ungen con los ungüentos más preciosos" (verso 6). No solo indica lujo, preocupación por estar "a la última moda" sino un cuidado desproporcionado del cuerpo.
Una lista impresionante de lo que muchos llamarían hoy vivir la vida: lujos, comodidades, fiestas, buenos alimentos, música, excesos de todas clases... (La clase de vida que muchos acarician en su corazón). Pero respecto a este tipo de vida hay algunas advertencias serias a lo largo de la Escritura:
(Lc 12:15) "Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee."
(1 Jn 2:15) "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él."
(Col 3:5-6) "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia"
Prestamos atención al final del verso 6. "...y no se afligen por el quebrantamiento de José" (José era una de las principales tribus del reino del Norte, y sirve para referirse a todo ese reino). Estas palabras nos llevan a una escena ocurrida en la antigüedad, en Génesis 37, donde después de despojar al joven José de su vestido lo echan en un depósito de agua vacío y se sientan tranquilamente a comer pan mientras deciden qué hacer con él. Y todo esto ignorando sus súplicas.
(Gn 37:24-25) "... Y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan..."
(Gn 42:21) "Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia."
La misma actitud de los hermanos mayores de José es la que Dios les reprocha a los dirigentes del pueblo.
(Am 6:7-8) "Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres. Jehová el Señor juró por sí mismo, Jehová Dios de los ejércitos ha dicho: Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella."
Con este "Por tanto" del verso 6 Amós divide esta parte del discurso (capítulo 6) en dos. Ahora les va a anunciar las consecuencias de ese estilo de vida orgulloso, autoindulgente y autocomplaciente que habían cultivado (versos 1 al 6).
¿O acaso pensaban que porque "dilataban el día malo", es decir "quitaban de sus mentes", desechaban cualquier idea de juicio, esta situación no encontraría respuesta de parte de Dios? La respuesta que dan los versos 7 y 8 es clara:
I. Serán llevados como esclavos (verso 7). En el verso uno vimos que Amós llama a los gobernantes "los jefes de la principal de las naciones", pues a estos "nobles principales" les corresponderá el honor de encabezar la columna de los que irán cautivos.
II. El orgullo es un pecado especialmente aborrecible ante los ojos de Dios (verso 8). Para dejar evidencia de su desagrado frente a este pecado notemos como el Señor:
Primero: Hace juramento sobre su sagrado nombre: "Jehová el Señor juró por sí mismo,". Normalmente, cuando un individuo jura lo que quiere transmitir es el máximo de certeza a sus palabras. Y para dar el máximo de "certeza" apela a algo o alguien más grande que él mismo. Pero ¿A qué o a quién puede apelar Dios? No habiendo nada ni nadie más grande que Dios le vemos en repetidas ocasiones jurar por sí mismo (He 6:13).
Segundo: Hace mención de su nombre de guerra: "Jehová Dios de los ejércitos". Él está enfrentado con el orgullo y la soberbia.
Cuando Dios dice "Abomino la grandeza de Jacob", la expresión "grandeza" es mejor traducida por arrogancia, altanería, soberbia. De los "palacios", casas hermosas llenas de riquezas y de las que sus propietarios estarían tan satisfechos, dice Dios: "los aborrezco".
La conciencia de este especial aborrecimiento por parte de Dios nos debiera motivar a vivir haciendo un examen constante de nuestras vidas a fin de huir de este pecado, especialmente en sus formas más sutiles.
(Ga 6:7) "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará."
(Ro 2:5) "Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras..."
Y destacamos las siguientes expresiones: "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" y "pagará a cada uno conforme a sus obras:..." porque esto es precisamente lo que Amós hace evidente a continuación. Anuncia que van a recibir "una justa retribución". De forma magistral relaciona cada actitud y comportamiento de los versos precedentes con una acción de Dios. Observemos:
(Am 6:9-10) "Y acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán. Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para sacar los huesos de casa; y dirá al que estará en los rincones de la casa: ¿Hay aún alguno contigo? Y dirá: No. Y dirá aquél: Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová."
El contraste con los versos 4 al 6 es evidente. Aquellas grandes familias que habían disfrutado de un pasado espléndido repleto de abundancia y despilfarro ahora son presentadas consumidas por la enfermedad y como cadáveres esqueléticos.
Para entenderlos, debemos situar estos versos dentro de un contexto de devastación y miseria producidas por la devastación de la guerra, y más probablemente por un largo asedio (el cerco a Samaria duró unos tres años). Ya sabemos lo que esto significa. Falta de agua, falta de alimento, falta de medicinas, mala higiene y por último enfermedades y epidemias. Los que no morían como consecuencias de las flechas enemigas lo hacían víctimas de las plagas que se desataban.
Posiblemente la enfermedad que Amós tiene en mente sea la peste. El caso es que la epidemia es tan grave, los muertos tan numerosos y los medios tan pobres que en vez de enterrar a los muertos se hace aconsejable la incineración o cremación (solo así se justificaría una práctica tan contraria a la costumbre hebrea).
La conversación entre el pariente que acude a enterrar a los muertos y el familiar superviviente no deja de llamar la atención, y ser de difícil explicación: "Y dirá al que estará en los rincones de la casa: ¿Hay aún alguno contigo? Y dirá: No. Y dirá aquél: Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová".
Es probable que el superviviente, al ser preguntado, quisiera elevar algún lamento por los fallecidos o bien alguna expresión de gratitud. En ambos casos se debería mencionar el nombre del Señor. El caso es que antes de que pueda hacerlo la otra persona lo interrumpe para que no lo haga. ¿Por qué? ¿Quizás por amargura, porque le culpaban de todo lo que les estaba sucediendo? ¿Porque tenían miedo de que solo pronunciar su nombre iba a acarrearles mayores calamidades? Como quiera que sea, lo cierto es que a pesar de toda la religión practicada estaban tan lejos de Dios que lo percibían como un extraño. Habían perdido toda libertad para invocarlo.
(Am 6:11-12) "Porque he aquí, Jehová mandará, y herirá con hendiduras la casa mayor, y la casa menor con aberturas. ¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué habéis vosotros convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajenjo?"
Aquí recordamos la actitud de estas gentes reflejadas en el verso 3. A la vez que persistían en practicar la injusticia "dilataban el día malo" es decir, desterraban de su mente, desechaban cualquier idea de que un día tuviesen que dar cuenta de sus acciones. Pero Amós responde con estas bellas palabras: De la misma forma que los caballos no pueden correr por las peñas ni los bueyes arar entre las rocas así tampoco se puede alterar el juicio y la justicia sin sufrir las consecuencias, en este caso el juicio de Dios.
Este juicio está expresado en el verso 11: "Jehová mandará, y herirá...". Hay comentaristas que ven aquí una referencia a un terremoto.
Un serio aviso para aquellas personas, incluso gobiernos, que se creen con el derecho de "a lo bueno llamar malo y a lo malo bueno" y alterar/despreciar las normas morales de Dios. Con independencia de que un día darán cuenta por sus hechos, las expresiones "herir con hendiduras y con aberturas" del verso 11 son una ilustración gráfica de lo que ocurre por dentro: se resquebrajan, se desmoronan interiormente. Y estoy pensando en cosas como la pérdida de valores: respeto, libertad, seguridad, la familia, el derecho a la vida ...
(Am 6:13) "Vosotros que os alegráis en nada, que decís: ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza?"
Estas palabras cobran mayor sentido si las relacionamos con el verso 2. ¿Recuerdan?
(Am 6:2) "Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamat; descended luego a Gat de los filisteos; ved si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su extensión es mayor que la vuestra"
Unas palabras que incitaban al pueblo a considerar lo grande que eran al compararse con otras ciudades. Sin embargo Amós considera todo este "enorgullecerse" como algo vacío "os alegráis en nada".
Antes de continuar llamo la atención a la forma en que otras versiones traducen el verso 13. Por ejemplo: (LBLA) "Vosotros que os alegráis por Lo-debar, que decís: ¿No hemos tomado para nosotros Carnáyim con nuestra propia fuerza?". (NVI) "Ustedes se regocijan por la conquista de Lo Debar y agregan: "¿No fue con nuestras propias fuerzas como nos apoderamos de Carnayin?".
Y ahora nos preguntamos ¿Cómo puede haber dos formas de traducir aparentemente tan distintas? Esto no es difícil de entender. La RVR95, Biblia de estudio, lo explica de la siguiente manera: Las palabras hebreas traducidas por nada y fuerza (lit. cuernos) podrían traducirse también, respectivamente, por Lo-debar y Carnaim. En tal caso se trataría de dos poblaciones de Galaad, que el rey Jeroboam II había logrado reconquistar (2 R 14:25)".
Ahora bien, puesto que Lo-debar literalmente significa "poca cosa", "nada" y "Carnaim" "dos cuernos", ya sabemos que "cuerno" es la forma hebrea de hablar de fuerza o poder, nos damos cuenta que Amós está jugando con las palabras. A la vez que mencionaba dos grandes triunfos militares del rey, los cuales les daban seguridad y les hacía sentirse orgullosos, les está diciendo que eso es nada. Veamos como termina Amós el discurso:
(Am 6:14) "Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá".
En el verso 1 vimos como ellos se consideraban "la principal entre las naciones". Ahora, para terminar su discurso, Amós les anuncia la entrada en escena de "una nación superior" la cual los va a derrotar y a someter.

Lecciones de la historia

Para concluir este tercer discurso o mensaje de Amós, vamos ha hacer un pequeño resumen de este último capítulo señalando una serie de principios prácticos especialmente útiles.
Puesto que esta parte iba especialmente dirigida a los gobernantes del pueblo, estos puntos que vamos a exponer debieran interesar en primer lugar a aquellos que ejercen responsabilidad entre el pueblo de Dios. Sin embargo no pensemos que son válidos solo para ellos y que yo "un cristiano de a pie" puedo desentenderme porque sería un grave error.
Recordemos: "Todos somos responsables ante Dios del bienestar espiritual de nuestras vidas". "Todos tenemos un área de influencia, una capacidad por cuyo uso vamos a dar cuentas". "Dios nos ha dado una familia para cuidar y formar, y somos responsables delante de Dios".
Estas son las lecciones o principios que vamos a considerar:
Que ninguno de nosotros "vive o muere para sí" (Am 6:11).
No conformarse nunca a la presente situación (Am 6:1-3).
El bien de la comunidad siempre debe estar por encima de la autosatisfacción (Am 6:4-7).
Anhelar la paz con Dios y dejar que Él dicte los términos bajo los cuales se puede disfrutar dicha paz (Am 6:8-10).
Discernir lo más excelente en cada situación (Am 6:11-14).
¿Dónde dice esto nuestro pasaje? De nuevo tenemos que señalar que lo aprendemos por "vía de contraste". Es decir prestando atención a aquellas cosas que dejaron de hacer.
1. Que ninguno de nosotros "vive o muere para sí" (Am 6:11)
Con estas palabras, tomadas prestadas del Apóstol Pablo (Ro 14:7) lo que queremos resaltar es que TODOS, y de manera especial los que ejercen responsabilidad entre el pueblo de Dios, debemos tener presente que nuestras acciones sí que tienen consecuencia para los demás, y de una u otra manera repercuten en la iglesia local. Por eso decimos, como escribió Pablo y además en un contexto donde se nos recuerda la preocupación espiritual que debemos tener unos frente a otros, que ninguno "vive o muere para sí".
(Am 6:11) "Porque he aquí, Jehová mandará, y herirá con hendiduras la casa mayor, y la casa menor con aberturas."
"La casa pequeña tendrá el mismo destino que la casa grande" dice Amós. El mismo destino que esperaba a los gobernantes e importantes de Israel es el que espera al pueblo llano. Esto no es capricho divino sino sencillamente que todos, grandes y pequeños, al final acaban participando de los mismos pecados.
A modo de ejemplo:
Un gobierno ejercido de manera espiritual, en dependencia del Señor, buscando Su aprobación, sin duda que trae bendición a la congregación y estimula a los creyentes a vivir una vida semejante.
Un gobierno ejercido de manera carnal, es decir no en dependencia del Señor sino confiando en nuestros recursos o habilidades, pendiente de agradar más a las personas que al Señor, que cultiva los intereses personales, que utiliza la imposición etc. no puede traer aprobación de Dios ni bendición sobre la vida de una asamblea, y los creyentes aprenderán (por el ejemplo de sus pastores/ancianos y maestros) que esa es una manera aceptable de vivir la vida cristiana.
2. No conformarse nunca con la presente situación (Am 6:1-3)
Y no estamos pensando en esa actitud de andar siempre quejándose o protestando por todo, buscando fallos en cada cosa, etc. Estamos hablando de practicar un "sano inconformismo" en el sentido de no dar nada por sentado en nuestra vida espiritual y proseguir siempre en una búsqueda continua de la voluntad del Señor. Recordemos de nuevo lo que ocurrió con los gobernantes y nobles de Israel:
(Am 6:1-3) "¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel! Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamat; descended luego a Gat de los filisteos; ved si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su extensión es mayor que la vuestra, oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de iniquidad."
Prosperidad política, económica, triunfos militares, un país en expansión, complacencia en los cultos que practicaban y con los santuarios que tenían... "nada puede ir mejor, hemos llegado al punto culminante" pensaban ellos, se miraban con satisfacción... y esto trajo como consecuencia el conformismo, la degradación, la corrupción de sí mismos, de la nación y finalmente el juicio de Dios.
Lo peor que puede pasar a un cristiano y a una congregación es echar un vistazo a nuestro alrededor y sentirnos satisfechos con los logros o con la situación. Llegar a pensar: "las cosas van bien, como siempre", "así estoy bien", "no necesito más"...
J. A. Motyer teniendo en mente las consecuencias de la caída en la naturaleza y en nosotros mismos escribe: "Nunca debemos estar conformes con las cosas tal como son por la sencilla razón de que en todo orden humano hay gérmenes y fuerzas destructivas y que su caldo de cultivo más fértil es precisamente un liderazgo satisfecho consigo mismo".
Y a modo de ilustración pensaba en ese agua que por alguna razón deja de correr y queda estancada. Quizás por un tiempo retenga su frescura y su vida, pero el hecho de que no se renueve la termina convirtiendo en un foco de mal olor y enfermedades. Esto fue lo que pasó con los líderes de Israel.
3. El bien de la comunidad siempre debe estar por encima de la autosatisfacción (Am 6:4-7)
Queridos hermanos, es evidente que como hombres y mujeres que aman al Señor, que quieren vivir haciendo su voluntad y que se preocupan por los hermanos, debemos apartar tiempo suficiente para ocuparnos en nosotros mismos. Me explico: Hay necesidad de dedicar tiempo a equiparnos física, mental y espiritualmente.
Sin embargo nunca debiéramos permitir que este lícito "ocuparnos en nosotros mismos" se convierta en excusa para justificar la satisfacción de deseos que surgen de la carne, las pasiones o las debilidades. Esto fue lo que pasó con aquellos gobernantes de Israel. Estaban tan ocupados en mimar sus cuerpos y dar deleite a sus almas que se olvidaron del quebrantamiento de Jacob, es decir las necesidades del pueblo al cual Dios había puesto a su cuidado.
Pero aún hay más. Una de las primeras cosas que hemos dicho es que "ninguno de nosotros vive o muere para sí" y esto porque nuestras acciones sí comprometen a los demás. Si unimos este principio con el que ahora mencionamos obtenemos una verdad preciosa, aunque muchas veces dolorosa ya que implica esfuerzo y sacrifico:
En muchas ocasiones deberemos estar dispuestos a renunciar también a nuestros derechos y a nuestra libertad, por amor al Señor y a Su Obra.
Puedo estar convencido de lo "inocuo" (inofensivo) de mi acción pero aún así, debiera estar dispuesto a renunciar a ello por amor al Señor (Ro 14:15-17).
Ninguno de nosotros vive o muere para sí" + Buscar el bien de la Obra del Señor = Renunciar voluntariamente a los propios derechos.
4. Anhelar la paz con Dios y dejar que Él dicte los términos bajo los cuales se puede disfrutar dicha paz (Am 6:8-10).
No hablamos de "paz" en términos de Salvación como dice (Ro 5:1) "...paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Esta ya la disfrutamos desde el momento de nuestra conversión, sino de la "paz" que tiene que ver con la comunión con Dios, con el vivir en armonía cada día con Él. Anhelar, buscar, "que nuestras vidas suenen al unísono con Dios" o mejor aún "que suenen a Dios". Evidentemente esto no se consigue imponiendo nosotros nuestra concepción de la vida cristiana, de lo bueno y de lo malo, sino sometiéndonos a su dirección.
Aquel pueblo, con sus líderes a la cabeza, se había olvidado de estas cosas. Tan confiados estaban en que todo andaba bien, tan satisfechos con su propia religión que poco a poco se fueron alejando de Dios hasta llegar a un punto verdaderamente dramático. Llegó el momento de "rendir cuentas" y entonces descubrieron "que Dios no estaba por ellos sino contra ellos" (Am 6:8-10).
El verso 10 es sobrecogedor y especialmente las últimas palabras del mismo: "Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová". Bien fuese por superstición, por miedo o por otra razón, lo cierto es que aquellas personas "llevaban tanto tiempo distanciadas de Dios que habían llegado al punto de perder aún la libertad de mencionar su nombre" (J .A. Motyer).
Llegó un momento en el cual Dios, a pesar de la religión que tenían, era percibido como un extraño, alguien ajeno a ellos incluso un enemigo.
5. Discernir lo más excelente en cada situación (Am 6:11-14).
Este principio lo encontramos en el contraste entre los versos 12 y 13.
(Am 6:12-13) "¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué habéis vosotros convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajenjo? Vosotros que os alegráis en nada, que decís: ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza?"
Las palabras hebreas traducidas por nada y fuerza (lit. cuernos) podrían traducirse también, respectivamente, por Lo-debar y Carnaim. En tal caso se trataría de dos poblaciones de Galaad, que el rey Jeroboam II había logrado reconquistar (2 R 14:25). Con lo cual nos damos cuenta que Amós, a la vez que menciona las grandes conquistas bélicas del rey de Israel les reprocha que realmente estén poniendo su confianza en nada. Dicho esto fijémonos en la siguiente reflexión:
Al parecer todos tenían voces para alabar las conquistas del rey y alegrarse por la extensión del reino, era lo que tocaba. Sin embargo nadie levantaba la voz para denunciar la perversión de los valores éticos y morales que sufrían. Esto primeramente corrompió la nación y después la condujo a la ruina de la misma.
He aquí una tremenda lección que debemos aprender: No ceder a la tentación de escoger lo más llamativo, lo que más agrada, lo que despierta más admiración a ojos humanos sin embargo como cristianos estamos llamados a no dejarnos seducir por estas cosas, a no dejarnos esclavizar por lo políticamente correcto y discernir y escoger LO QUE DIOS APRUEBA en cada circunstancia.

Comentarios

Argentina
  viviana patricia delgado  (Argentina)  (25/08/2015)
DIOS BENDIGA ESTE MINISTERIO gracias por los estudios biblicos y por compartilos con nosotros ,en poder descargarlos BENDICIONES:GRACIAS HERMANOS!!
Venezuela
  ernesto vargas  (Venezuela)  (19/01/2015)
Es una bendición este estudio
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