Estudio bíblico: Reacciones a la resurrección de Lázaro - Juan 12:7-11

Serie:   El Evangelio de Juan   

Autor: Luis de Miguel
Email: estudios@escuelabiblica.com
España
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Reacciones a la resurrección de Lázaro - Juan 12:7-11

(Jn 12:7-11) "Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis. Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús."
En este estudio vamos a considerar diversas reacciones que surgieron como consecuencia de la resurrección de Lázaro y de la cena posterior con él y sus hermanas, durante la cual María ungió los pies de Jesus. En primer lugar veremos la respuesta del Señor a las críticas que Judas le hizo a María, y después nos detendremos a pensar en las maquinaciones de los principales sacerdotes buscando la forma de dar muerte a Lázaro.

La respuesta del Señor a Judas

1. El Señor aprueba la devoción de María
Como acabamos de ver, a Judas no le importaba criticar despiadadamente a una mujer que estaba entregando lo mejor que tenía para honrar a Jesús, y tampoco tuvo reparos en despreciar al mismo Señor dando a entender que él no era digno de tan valioso don. A Judas sólo le preocupaba que una buena suma de dinero se estaba evaporando delante de sus codiciosos ojos.
Y fue en ese momento cuando Jesús intervino, no para defenderse a sí mismo, sino para proteger y demostrar su aprecio por lo que María acababa de hacer: "Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis".
El Señor apreciaba aquella ofrenda de amor de María y la devoción con que la hizo, por eso salió en su defensa y cortó bruscamente las críticas de Judas. Y esto nos anima también a nosotros a entregarle sin reservas lo que somos y tenemos, sabiendo que aunque el mundo nos censure, sin embargo, contará con el aprecio de Cristo.
(He 6:10) "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún."
2. El Señor elogia a María por su percepción sobre la necesidad de su próxima muerte
Pero el Señor no sólo elogió a María por lo que le había entregado, sino que también quiso llamar la atención de sus discípulos por su aguda percepción al entender y aceptar la necesidad de su muerte. Fue una ofrenda generosa pero también inteligente.
Con mucha frecuencia, en la última etapa de su ministerio público, el Señor había anunciado que iba a Jerusalén para ser rechazado y morir en una cruz (Mr 8:31-32) (Mr 9:31) (Mr 10:32-34). Pero los apóstoles se negaban a aceptar ese hecho, y a pesar de la claridad con la que el Señor les hablaba, ellos seguían pensando que iba a Jerusalén para establecer un reino de carácter político. En ese contexto, parece que María fue la única que había entendido y aceptado de corazón las enseñanzas del Señor acerca de la proximidad de su muerte. ¿Cómo llegó a tener esa visión tan clara? Seguramente estando a sus pies y escuchándole con un corazón receptivo. María fue uno de los mejores oyentes que Jesús tuvo nunca.
Así que, María sabía muy bien lo que estaba haciendo. Se dio cuenta perfectamente de que en poco tiempo Jesús sería entregado a la muerte por sus enemigos. Pero antes de eso, ella quería honrarlo de una forma especial. ¡Le debía tanto a Jesús! Sin embargo, el tiempo se acababa, quizá esa sería la última oportunidad que tendría para hacerlo, así que de una forma totalmente calculada, aprovechó aquella cena para ungir sus pies con el costoso perfume que tenía guardado.
Jesús atribuyó a este acto de María un profundo significado. Dijo que para el día de su sepultura había guardado eso. Estaba aceptando esa unción como si tuviera el valor de su embalsamamiento, un servicio del que fueron privadas las otras mujeres que fueron al sepulcro en el primer día de la semana, porque para entonces, Jesús ya había resucitado (Mr 16:1-6).
3. María aprovechó la oportunidad única que se le presentó
Como acabamos de ver, aunque muchas personas piensan que siempre hay una segunda oportunidad, lo cierto es que no siempre es así. María tuvo una oportunidad única que supo aprovechar. ¡Cuántas veces nos invade una horrible sensación porque hemos dejado pasar oportunidades irrepetibles! De hecho, nuestras vidas se definen por las oportunidades que perdemos y las que aprovechamos. ¿Estamos aprovechando bien las oportunidades que se nos presentan para hacer algo por Aquel que hizo tanto por nosotros? Bienaventurado el que sabe echar mano a todas las oportunidades que tiene a su alcance para impulsar el reino de Dios y glorificarle.
Como decimos, hay oportunidades que pasan para no volver. Por ejemplo, no siempre habrá una nueva ocasión para aceptar el evangelio, porque la muerte puede llegarnos en cualquier momento, y toda la eternidad será insuficiente para lamentarlo. Tampoco tendremos la oportunidad de hablar del Señor a ciertas personas que luego nos dejan para no volver y nos queda un sabor amargo por no haber sabido aprovechar la ocasión que se nos presentó para compartir con ellas el evangelio. También hay oportunidades de servicio que no se repiten y que perdemos definitivamente. O quizá lamentamos habernos callado cuando teníamos que haber defendido algún principio bíblico, pero por temor o vergüenza no dijimos nada. Tal vez los hijos han crecido y vemos que perdimos la ocasión de pasar más tiempo con ellos y enseñarles mucho más acerca de Dios.
Nunca sabemos si mañana tendremos las mismas oportunidades, porque las circunstancias cambian, las personas mueren, los hijos crecen. Por esa razón, la Biblia recalca:
(Ef 5:16) "Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos."
(Ga 6:10) "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe."
(Pr 3:28) "No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle."
Algunas oportunidades pasan rápidamente y se requiere que estemos preparados para actuar. María lo estuvo, y su nombre ha quedado en la páginas de la Biblia como un ejemplo de ello. Pero, ¿por qué dejamos pasar las buenas oportunidades?
Porque no estamos disponibles
Una razón puede ser que cuando se presenta la ocasión no estamos disponibles. Esto se debe a que antes hemos tomado decisiones que nos han comprometido con otras cosas y ya no estamos libres para hacer lo que deseamos. Y por otro lado, tal vez tampoco nos hemos preparado adecuadamente para asumir la oportunidad que se nos presenta. Pensemos por ejemplo en un matrimonio que desea dedicarse a pleno tiempo al servicio del Señor como misioneros. En un momento concreto surge una necesidad urgente, y ellos se sienten llamados a aceptar ese compromiso. Pero de repente se dan cuenta de que no pueden hacerlo, porque durante mucho tiempo han vivido gastando el dinero alegremente y tienen sus vidas hipotecadas con el banco por muchos años. Además, tampoco han dedicado tiempo al estudio de la Palabra ni han aprovechado bien las oportunidades de servicio que se les presentaron, por lo que no son idóneos para cubrir la necesidad que tienen delante de ellos, puesto que les falta la experiencia y la madurez necesarias. Diríamos que están dispuestos, pero no disponibles.
Porque no vemos las oportunidades
En otras ocasiones nos falta la visión para ver las oportunidades, y el temor a equivocarnos nos paraliza. Quizá recuerden el caso de Ronald Wayne, quien junto a Steve Jobs y Steve Wozniak fundaron la empresa Apple. Su nombre no es muy conocido, porque tan sólo unos días después de haber constituido la sociedad comercial le entró el pánico y se echó atrás, retirando la participación del 10% que tenía en la empresa y por la que recibió en aquellos momentos unos 2300 dólares. Si hubiera mantenido su participación del 10%, a finales del año 2011 habría contado con una cantidad de aproximadamente 2600 millones de dólares. Muchos quizá piensen que cometió una terrible equivocación porque no supo ver el potencial de Apple y eso le privó de hacer una correcta inversión de su dinero.
Porque pensamos que no vale la pena entregarnos totalmente al Señor
Judas pensó que María estaba invirtiendo muy mal sus recursos. Como ya hemos comentado, a él no le parecía coherente gastar tal cantidad de dinero en la persona de Jesús. Y aunque con frecuencia criticamos duramente la actitud de Judas y alabamos la de María, sin embargo, en la práctica nos parecemos más a Judas que a María. Consideramos que gastar nuestras vidas en la causa del Evangelio no vale la pena, y preferimos invertir más en nosotros mismos. Pero cuando lleguemos al cielo y veamos las cosas en su verdadera dimensión, nos daremos cuenta de que hemos perdido muchísimo más que Ronald Wayne.
Como muy sabiamente dijo Jim Elliot, uno de los misioneros que murió con veintiocho años intentando llevar el evangelio a los indios Auca en Ecuador: "No es tonto el que da lo que no puede retener, para ganar lo que no puede perder". Él tenía toda la razón. Nuestra vida puede dar un giro radical en un abrir y cerrar de ojos. La posición social que tenemos, posesiones, economía, empleo, salud, y la vida misma, podemos perderlas en cualquier momento. Por esa razón, aferrarse demasiado a cualquiera de esas cosas no tiene mucho sentido. Por el contrario, las promesas de Cristo son de valor eterno y nadie nos las puede quitar. El apóstol Pedro, escribiendo a la Iglesia perseguida del primer siglo les dijo lo siguiente:
(1 P 1:3-5) "Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero."
Cuando consideramos la herencia que Cristo ha preparado para lo suyos en el cielo, llegamos a la conclusión lógica de que no hay nada más seguro que entregar todo lo que somos y tenemos a él. Al fin y al cabo, nada de todo eso lo podremos retener por mucho tiempo, mientras que las recompensas del Señor son eternas. Visto desde ese punto de vista, no nos podemos conformar con una relación superficial con Cristo y una vida religiosa rutinaria. Nada de lo que nos pueda ofrecer el mundo se puede comparar con lo que Cristo tiene preparado para nosotros. Así lo interpretaron aquellos mártires de los que nos habla el libro de Apocalipsis:
(Ap 12:11) "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte."
Quizás no tengamos que acabar nuestros días de este modo, o quizá sí, pero en cualquier caso, debemos vivir nuestras vidas con este mismo pensamiento que tenía el apóstol Pablo:
(Fil 3:8-10) "Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte"
María no estimo aquel costoso perfume como algo a lo que debía aferrarse, sino que lo entregó con toda devoción al Señor. Por supuesto, fue una actitud muy radical, pero si entendiéramos las cosas del mismo modo en que Dios las ve, nosotros también seríamos cristianos mucho más radicales en nuestra entrega al Señor.
4. El Señor contesta el argumento de Judas: los pobres
Judas había criticado a María por lo que consideraba un desperdicio de perfume. Según él, habría sido más provechoso haberlo vendido y el dinero obtenido dado a los pobres. El Señor también contestó a esta cuestión: "Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis".
El Señor indicó que en un mundo bajo pecado, desgraciadamente siempre habrá pobres. Los medios de comunicación nos muestran continuamente las grandes desigualdades sociales, al punto de que a principios de 2017, ocho personas poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de todo el mundo. Y es un hecho que los gobernantes mundiales no son capaces de solucionar esta terrible situación.
Ahora bien, el hecho de reconocer esta realidad, no implica que se deba aceptar sin más. Toda la Biblia nos enseña que siempre que tengamos la oportunidad, debemos proveer para aquellos que no tienen lo necesario para subsistir. Esta es una de las responsabilidades de la Iglesia.
5. El primer deber de la Iglesia es adorar a Dios
Pero si bien es cierto que la Iglesia debe ocuparse de los pobres, su primer deber y privilegio es adorar a Dios. María lo entendía así y el Señor le apoyó. Pero a pesar de ello, es probable que entre los cristianos de hoy día haya muchos que no estén de acuerdo con este planteamiento. Seguramente algunos piensen como Judas, y mantengan que la iglesia no debe centrarse tanto en la adoración y la enseñanza de la Palabra sino en ser útil a su comunidad por medio de la obra social. Tal vez otros crean que con un poco de perfume derramado sobre Jesús ya habría sido suficiente, y al resto se le podría haber dado un uso más práctico. No olvidemos que María acababa de derramar en un momento el salario de un año de trabajo.
Es verdad que en la actualidad Cristo no está en medio de nosotros como lo estaba entonces, y por lo tanto, no podemos hacer lo mismo que hizo María. Sin embargo, sigue habiendo infinidad de posibilidades para esforzarnos en atender la misión que él nos dejó de llevar el evangelio hasta el fin del mundo. Pero lamentablemente encontramos a muchos creyentes que prefieren priorizar la obra social que la obra espiritual.
Entendemos que el mundo piense de esa manera, al fin y al cabo, a ellos la cuestión de adorar a Dios les parece una pérdida de tiempo y presionan a la iglesia para que se ocupe de otras cuestiones más "útiles". Es el mismo argumento de Judas. Y es probable que a la iglesia le resulta más fácil y gratificante hacer obra social que predicar el evangelio de la cruz de Cristo. Lo primero le garantiza la gratitud y hasta el aplauso del mundo, mientras que lo segundo sólo le traerá el rechazo y las críticas.
Pero no podemos ser como Judas, no podemos poner como excusa nuestro supuesto celo por otros para abandonar la causa de Cristo. La obra social no es más importante que el mismo Señor Jesucristo y su obra.
Por supuesto, el cristiano que coloca a Jesús en el primer lugar de su vida, también estará dispuesto a dar todo de sí para ayudar a los demás por amor a Cristo. No lo olvidemos; los que de verdad se cuidan de los pobres son los descendientes de María, no los de Judas Iscariote.
Además, la predicación del evangelio es la mayor obra social que podemos realizar, porque aquellos que lo reciben son transformados en personas útiles, generosas, responsables y buenas. El apóstol Pablo dijo algo que nos puede servir de ejemplo:
(Ef 4:28) "El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad."
Por último, incluso cuando nos dedicamos a servir a los demás, debemos hacerlo como para el Señor. Esto eleva el nivel de cualquier obra que podamos hacer por nuestro prójimo para convertirla en un acto de servicio al Señor.
(Col 3:23) "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres"
Terminando con estas consideraciones debemos hacernos una pregunta fundamental: ¿Qué es lo más valioso que tiene un creyente para compartir con sus semejantes? Sin lugar a dudas es la buena noticia del Evangelio de Jesucristo por la cual la persona puede llegar a disfrutar la vida eterna. Darles un poco de ropa o comida pero no predicarles el evangelio sería una terrible crueldad. Aunque también es cierto que si les predicamos el evangelio y no les ayudamos en otras cuestiones materiales para las que tenemos recursos, sería una actitud incongruente con el modo de actuar del Señor y de los primeros cristianos.

La multitud y los principales sacerdotes

La resurrección de Lázaro tuvo un fuerte impacto en toda Jerusalén. Grandes multitudes se acercaban a la vecina Betania para conocer de primera mano lo ocurrido, mientras que como era de esperar, los líderes religiosos contemplaban con mucha preocupación la creciente fama de Jesús a raíz de este milagro. Consideremos cuál era la actitud de cada uno de estos grupos.
1. Las multitudes
El texto nos dice que "gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos". Luego añade que "muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús".
No era la primera vez que algo similar ocurría en Jerusalén. Al comienzo del evangelio ya vimos que durante otra fiesta de la pascua muchos habían creído en Jesús viendo las señales que hacía, pero Jesús mismo no se fiaba de ellos porque conocía a todos (Jn 2:23-25). Probablemente la situación no había cambiado mucho, y lo que nos volvemos a encontrar aquí son curiosos espirituales atraídos por lo sensacional y extraordinario del milagro de Lázaro. Otra cosa muy diferente es que fueran conscientes de sus necesidades espirituales. Es probable que se tratara de personas convencidas intelectualmente pero no convertidas de corazón.
En cualquier caso, hay que decir en su favor que con su actitud estaban desafiando al Sanedrín, que había emitido una orden de búsqueda y captura contra Jesús (Jn 11:57). Pero como en muchas otras ocasiones, las amenazas, los castigos, la persecución o las cárceles no pueden evitar que los hombres se acerquen a Jesús. De hecho, lejos de impedirlo, las épocas de mayor persecución contra la iglesia han sido normalmente aquellas cuando el cristianismo más ha crecido.
2. Los principales sacerdotes
Pero el interés que las multitudes mostraban hacia Jesús y su milagro, aumentaba la furia de los principales sacerdotes, que en su odio homicida "acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús".
Ya hemos visto la hostilidad de estos líderes religiosos a lo largo de todo el evangelio, pero ninguno de ellos podría hacer nada contra Jesús hasta que llegara su hora. Pero en cualquier caso, ellos seguían planeando su muerte, y ahora, decidieron incluir también a Lázaro en sus planes asesinos porque constituía un testigo vivo a favor de Jesús.
¡Qué irracional es la incredulidad! ¿Qué daño les había hecho Lázaro para que quisieran su muerte? ¿Cómo podían odiar tanto a Jesús por el hecho de haber resucitado a un muerto? Sólo se puede entender su actitud como una evidencia más de la profunda enemistad del corazón humano contra Dios. Y no olvidemos que estamos hablando de los líderes espirituales del pueblo escogido de Dios.
Es probable que algo tuviera que ver el hecho de que los principales sacerdotes eran saduceos, y como ya sabemos, esta secta del judaísmo no creía en la resurrección. Para ellos, el hecho de que Jesús hubiera levantado de entre los muertos a un hombre, ponía en evidencia lo equivocado de sus creencias. Pero ellos, lejos de corregir su postura teológica y ceder ante la evidencia, preferían cometer un asesinato y matar a Lázaro, como si deshaciéndose de la evidencia contraria a su doctrina pudieran borrar los hechos. Estaban luchando contra el Todopoderoso y nunca podrían triunfar contra él.

El cristiano fiel debe esperar la persecución

La actitud de los sacerdotes frente a Lázaro nos recuerda que cualquier persona que crea en Jesús y nazca de nuevo, automáticamente atraerá sobre sí las iras del mundo. Satanás lucha siempre contra los "milagros vivientes" que testifican a favor de Dios.
La verdad es que nos gusta pensar que una vez que le entregamos nuestra vida al Señor, vamos a vivir de una forma confortable y ajenos a los problemas, pero la realidad es totalmente diferente. Lo vemos en el caso de María y Lázaro; ambos tuvieron que soportar las críticas y el odio del mundo.
Una de las frases que los creyentes suelen repetirse es que "no hay lugar más seguro que en el centro de la voluntad de Dios". Y si bien esto es totalmente cierto, no quiere decir que por estar Dios allí, el centro de su voluntad no será para nosotros un sitio peligroso, exento de riesgos, sufrimiento y muerte.
Recordemos lo que Jesús les dijo a sus discípulos cuando los envió a predicar al mundo: "He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos" (Mt 10:16). Como todos sabemos, las ovejas son uno de los animales más indefensos que podemos encontrarnos, y sin embargo, el Señor las envió en medio de los lobos. Y por supuesto, el "Buen Pastor" sabe bien que las ovejas son la presa típica del lobo.
En otra ocasión les dijo que serían traicionados y entregados a la muerte por sus propios familiares cercanos (Mt 10:21-22).
A veces pensamos que si somos fieles al Señor, ninguna de estas cosas nos pasarán a nosotros, pero la verdad que tenemos delante de nosotros es que cuanto más cerca estemos de él y de su voluntad, más nos odiará el mundo. Esto es lo que nos enseña el caso de María y Lázaro. Y esto mismo es lo que descubrió una y otra vez el mismo apóstol Pablo. Cuanto más se esforzaba en servir al Señor, más enemigos tenía y mayor era su ferocidad. Por esa razón, cuando le escribió a su joven discípulo Timoteo, le dijo lo siguiente:
(2 Ti 3:12) "Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución"
No es nuestra infidelidad al Señor lo que nos acarrea el odio del mundo, sino nuestra fidelidad. Este tipo de dificultades aumentarán en nuestra vida en la misma proporción en la que crezca nuestra cercanía al Señor. Y esto es así, porque tal como él mismo enseñó, el mundo nos odia porque le odió a él:
(Jn 15:18-19) "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece."
El mundo nos amaría si nos pareciéramos a él, si no tuviéramos un compromiso firme con el Señor y su iglesia, si aceptáramos sin discusión los valores morales de nuestra sociedad y sus metas. Pero lo contrario nos atraerá la ira del mundo.
Pero a pesar de todo esto, el sitio más seguro para el creyente sigue siendo al lado del Señor. Nada puede estar por encima de su control soberano. Nada de lo que ocurre en este mundo escapa de su control. Recordemos sus palabras:
(Mt 10:29-31) "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos."

Algunos ejemplos

A continuación recogemos algunos de los testimonios que Charles Marsh nos ha dejado en su libro "¿Difícil para Dios?". El fue un misionero inglés, que junto con su esposa Pearl, predicaron el evangelio por cuarenta años en Argelia a los musulmanes. Estas historias nos pueden ayudar a entender el precio que tienen que pagar muchos hermanos nuestros en algunas partes del mundo por creer en el evangelio y ser fieles a Cristo.
"Abd Alá parecía reacio a abandonar la reunión, aunque eran ya las diez de la noche. El mensaje lo había tocado profundamente, había recibido una fuerte impresión en su alma, pero no se veía capaz de decidirse por Cristo. "No", decía, "es muy duro, muy difícil para mí".
Seguramente no has comprendido bien, le respondió el misionero. Hacerse cristiano es lo más fácil del mundo. El Señor Jesús murió en la cruz para salvarte y tú tan sólo tienes que confiar en él. El lo hizo todo. Acabó la obra para lograr tu salvación. Sólo tienes que aceptarlo.
Sí, ya lo sé. Es fácil para usted, pero muy difícil para nosotros. Demasiado difícil, continuó.
¿Qué quería decir este musulmán? Prosiguió: "Dese cuenta de todo a lo que tendré que hacer frente si me hago cristiano. Con treinta y cinco años, todavía vivo en casa de mi padre y trabajo para él. Como cabeza de familia, él vende higos, aceite y trigo, y se queda todo el dinero. Con ese dinero compra comida para toda la familia. Compartimos un solo patio y comemos todos juntos.
Si me hago cristiano, me desheredará, y me echará de casa. Mi esposa procede de una familia muy fanática y me abandonaría en seguida. Tendría que criar yo solo a mis cuatro hijos. No podría volverme a casar, ya que al cristiano sólo se le permite tener una esposa y tampoco podría divorciarme de mi esposa actual. Me quedaría solo, sin hogar y aunque encontrara una habitación en alquiler, estaría rodeado de musulmanes que me obligarían a aportar para la manutención del maestro islámico de la aldea. Y cuando hubieran crecido mis hijas, nadie querría casarse con ellas. Llevarían el reproche de ser hijas de un apóstata.
Si buscara trabajo en otro lugar, nadie me daría empleo en esta tierra de musulmanes. Cuando los hombres fueran a la mezquita a rezar, no podría ir con ellos por ser cristiano. En enfermedad o en situaciones de crisis mías, no levantarían tan siquiera un dedo para ayudarme. Aun más: se alegrarían al verme bajo maldición de Dios, castigado por Dios. Yousef es cristiano y usted sabe cómo cuando murió su niño el año pasado, nadie le quiso ayudar a enterrarlo. ¿Se imagina su dolor? El solo tuvo que cavar la sepultura y enterrar a su hijo mientras los vecinos musulmanes miraban y se burlaban. Eso es lo que temo yo más que nada: mofas y abucheos. Me llamarían "perro hereje". Cada momento del día tendré que mostrarme cristiano al no poder usar las frases que forman parte de nuestra conversación. No podré jurar "por la verdad de Dios", ni "por el gran Corán". No podré hacer los juramentos que mis vecinos hacen todos los días. Tratarán de volverme loco dándome fármacos y hasta intentarán envenenarme.
Mi primo tiene una tienda y le encantaría ser cristiano, pero todos dejarían de comprarle. Mis hijos sufrirían. La semana pasada me contaron de Zouhra. Ella no es más que una muchacha y todo el mundo sabe que ama al Señor Jesús. ¿Sabe usted que todas las semanas cuando acude a clase le tiran piedras por la calle? Sí, sí, será fácil para usted, pero muy difícil para nosotros."
"Fereda se rindió a Cristo y unos días después de volver a su casa escribió a una amiga: Quería decírselo a mi madre y el 30 de julio el Señor me dio el valor para hacerlo. Le expliqué cómo el Señor Jesús me había salvado. Me lo reprochó amargamente. Me grita siempre que me encuentra leyendo la Biblia. Cuando le hablé del Señor Jesús se puso furiosa y me trató como si yo fuera una pagana. Me dijo que me marchara de casa, que no podía seguir viviendo bajo el mismo techo. Me dijo: No soporto quedarme en esta casa si tú has cambiado de religión. Le dije que el Señor Jesús es el único camino a Dios y que sólo él se entregó por nuestros pecados. Me pegó una y otra vez. Me exhortó a arrepentirme y volver al islam.
El misionero recibió una carta de Fereda quince días después y pudo comprobar cómo el poder de Dios la estaba guardando. Le decía: Mi madre no ha cambiado; me quiere convencer para que sea cristiana en secreto, sin decir nada a nadie, pero eso es imposible. Su madre le decía: Nosotros también creemos en Jesús, pero nuestra religión es más pura que la vuestra. Mi madre ahora trata de convencerme y me habla con amabilidad, pero yo, lo único que sé es que una chica cristiana que se ha comprometido a seguir al Señor Jesús no ha de volverse nunca atrás."
"Areski le habló a sus hermanos en la fe de la oposición que había tenido que afrontar por amor a Cristo:
Ese día, volví a casa y le dije a mis padres que creía en el Señor Jesucristo como mi Salvador. Les hablé de la paz que él trajo a mi corazón, y de mi seguridad al poseer la salvación. Me respondieron: "Entonces ya no eres argelino. No sólo has renunciado a tu religión, sino que te has convertido en traidor a tu patria".
Me dejaron sin comida muchos días, cosa difícil para un joven que está creciendo. Mi madre se negó a lavarme la ropa durante semanas. "Si eres cristiano, puedes andar sucio, pues ya no eres hijo mío". Por mucho tiempo, en casa dejaron de dirigirme la palabra. Me dijeron que si persistía en seguir al Señor Jesús me iban a envenenar. Me echaron de casa. Sí, fui expulsado de mi hogar y de mis seres queridos.
Luego, me recibieron y me llevaron a los dirigentes religiosos. Todos los grandes imanes hicieron cuando pudieron para apartarme del Señor. Me pegaron. Me amenazaron de muerte. Trataron de obligarme a repetir los rezos musulmanes. Después cambiaron de táctica e intentaron atraerme de nuevo al islam, ofreciéndome todas las ventajas de su religión y los atractivos de la carne. Conseguí refutar todos sus argumentos con su propio Corán y la Palabra de Dios. No pudieron demostrarme que Mahoma fuera superior a mi Señor. Todo el mundo conoce la gran prueba que es el ayuno del Ramadán. Hicieron cuanto pudieron para obligarme a ayunar. Mi amigos se ríen de mí y se burlan, pero por la gracia de Dios aún me mantengo firme.
Lo más duro es cuando mi madre me recrimina por haberme hecho cristiano. Tengo que soportar esto constantemente. Me dice: "Me has traicionado. Nueve meses sufrí para darte la vida. Te cuidé cuando eras un bebé. Muchas, muchas veces no comí para que comieras tú, y ahora te revuelves contra mí y traicionas mi amor. Has traicionado a tu patria, a tu familia y a mí: tu madre".
Amigos míos, os puedo asegurar que las lágrimas y los ruegos de mi madre me parten el corazón. Son peor que los golpes, el hambre y las amenazas. Sin embargo, no puedo negar a mi Señor, ni siquiera por causa de mi madre."
Los cristianos debemos esperar algún tipo de persecución cuando nos convertimos a Cristo. Puede venir de nuestra familia, amigos, vecinos o compañeros de trabajo. También tenemos testimonios de la persecución de otras religiones: católicos, musulmanes, budistas, hindúes o ateos. Es un hecho que debemos conocer y predicar.

Conclusión

A lo largo de este estudio hemos tenido la ocasión de ver diferentes reacciones frente a la persona y las obras de Jesús. Algunos como María y sus hermanos, querían honrar a Jesús y le expresaban su amor de diferentes maneras. Otros, como Judas y los principales sacerdotes, sólo manifestaban odio hacia él. Y también estaban las multitudes, que probablemente no pasaban de ser curiosos intrigados por el milagro que había ocurrido.
Ahora, nosotros también, tenemos que preguntarnos: ¿cuál va a ser nuestra actitud frente al Señor Jesucristo?

Preguntas

1. Algunas personas dicen que la Biblia es un libro machista. En estos pasajes hemos estado considerando cómo el Señor elogió y defendió a una mujer. Busque al menos otros cuatro ejemplos de mujeres que las Escrituras nos presentan como ejemplos de fe y conducta.
2. Mencione el caso de dos hombres de fe en la Biblia que sacrificaron su posición de comodidad temporal porque anhelaban una recompensa eterna. Explique los detalles de cada uno de ellos.
3. En su opinión, ¿cuál debería ser la postura de la iglesia frente a la obra social y las necesidades materiales de este mundo? Razone su respuesta bíblicamente.
4. ¿Por qué cree que los principales sacerdotes tomaron la decisión de matar a Jesús y a Lázaro?
5. ¿Ha sufrido algún tipo de persecución por causa del evangelio? ¿Querría compartirla con nosotros?

Comentarios

Venezuela
  Alexis Márquez  (Venezuela)  (22/01/2020)
Muy buenísimo el estudio, pero quisiera más.
México
  Alberto Sibaja Nolasco  (México)  (27/02/2019)
El Señor le bendiga hermano Luis de Miguel, es un gozo enorme el poder leer tan hermoso estudio del Evangelio del apóstol Juan. Ruego a Dios para que le ilumine y llene de sabiduría para que complete tan precioso Estudio.
Baréin
  Marcelo  (Baréin)  (14/12/2018)
No continua mas el estudio? Esta buenisimo, espero que puedan completarlo al libro completo.
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