Estudio bíblico: Alegoría de Sara y Agar - Gálatas 4:21-5:1

Serie:   Exposición a los Gálatas   

Autor: Ernestro Trenchard
Email: estudios@escuelabiblica.com
Reino Unido
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Alegoría de Sara y Agar (Gálatas 4:21-5:1)

Consideraciones generales

El apóstol no deja de dirigir sus poderosos golpes contra la posición judaizante, ya que en esta sección pasa rápidamente de los tiernos recuerdos de sus primeros contactos con los gálatas a un argumento basado sobre un incidente del Génesis, pareciéndose su método al de los rabinos que se entregaban a fantasías alegóricas mas bien que a la sana exégesis de los textos del Antiguo Testamento. Sin embargo es otro golpe del ariete, y, visto en su contexto y en relación con las enseñanzas de los judaizantes, adquiere mucha fuerza dialéctica. Topamos aquí con una alegoría, que puede ser un relato ficticio en el que todos los personajes y circunstancias significan algo sobre el terreno análogo espiritual y moral. El gran ejemplo de una alegoría muy lograda y de mucha bendición es "El Peregrino" de Juan Bunyan. Hay otro tipo de alegoría, sin embargo, que consiste en investir caracteres del Antiguo Testamento de un significado que pasa más allá del análisis exegético de la narración de referencia, método muy en boga entre los rabinos. Al filósofo Filón, judío alejandrino del primer siglo, le parecía que las Escrituras quedaban pobres si no se les daba más que su sentido histórico-exegético, por lo que quería discernir un sentido místico-filosófico en los relatos: ¡método que le permitió meter mucha filosofía griega en el marco del Antiguo Testamento! Distintos rabinos "discernían" en las narraciones sagradas lo que mejor cuadraba con los conceptos peculiares de sus escuelas.
Hemos de distinguir netamente entre un verdadero tipo y una alegoría. Las circunstancias del tipo han de ser ordenadas por Dios mismo, hallando, además, algún apoyo directo o indirecto en el Nuevo Testamento. La Pascua y los sacrificios levíticos, por ejemplo, son a todas luces tipos que han de interpretarse en relación con su cumplimiento en Cristo. En cambio el método alegórico no admite control por las normas de la hermenéutica, ya que cada comentarista puede dar el significado que quiere a los protagonistas y a los incidentes del relato, que, por otra parte, sale completamente del marco del análisis exegético. Es notable que el Señor y los apóstoles, maestros en el arte de ilustración, evitan los métodos alegóricos, tan populares en sus tiempos, limitándose a subrayar aquellos tipos y figuras que son evidentemente buenos vehículos para lecciones espirituales. Aquí tenemos la única excepción plenamente desarrollada de una alegoría en el Nuevo Testamento y, desde luego, si Pablo no nos lo dijera, no podríamos saber que Sara significaba el pacto de gracia y Agar el pacto legal. Con todo, es un apóstol quien escribe y no dejamos de ver que esta alegoría única ilustra admirablemente bien los principios que los judaizantes querían pervertir, y eso en el lenguaje y estilo de ellos mismos. Nosotros podemos considerarla como una ilustración sacada del Antiguo Testamento que echa luz sobre la lucha secular entre la gracia y el legalismo, cobrando valor de palabra inspirada por la autoridad del apóstol y el soplo divino que informó sus escritos.

Los dos pactos (Ga 4:21-5:1)

1. Un relato del Pentateuco (Ga 4:21)
De nuevo Pablo deja de tratar a los gálatas como a hermanos e hijitos, volviendo otra vez a considerar el error de los falsos doctores y la locura de quienes se dejaban engañar por ellos: "Decidme los que queréis estar bajo ley, ¿no oís la ley?". "Ley" aquí tiene dos sentidos: la primera equivale al sistema legal, y la segunda a la Torah, o sea los cinco libros de Moisés (el Pentateuco), ya que existía un enlace tan íntimo entre la Ley y el escrito que la presentaba que el mismo término podía utilizarse para ambos. Los seducidos por la presentación judaizante del sistema legal habían de escuchar una ilustración sacada de la Ley.
2. Dos madres y dos hijos (Ga 4:22-23)
El ejemplo escrito en la Ley (Ga 4:22) se halla en los capítulos 16 y 21 del Génesis. Sara se cansó de esperar al hijo que nunca venía, y, según las costumbres de la época, dio su sierva egipcia, llamada Agar, a Abraham como concubina. Legalmente su descendencia se contaría como si fuera la de la señora, pero realmente Ismael nació de la esclava por un arreglo carnal que nada tenía que ver con la promesa de Dios que se centraba en Isaac. Pasaron los años, y por fin Sara abrazó a su propio hijo, nacido conforme a la promesa, o sea por la gracia y el designio de Dios. Pablo recalca la gran diferencia de los dos casos, a pesar de que Abraham era padre tanto de Ismael como de Isaac.
3. Los dos pactos y los dos montes (Ga 4:24-27)
Los judíos y los judaizantes rechazarían indignados el parangón que Pablo establecía entre ellos y Agar y sus descendientes, pero Pablo ve en Agar un principio de servidumbre que pasa automáticamente a sus hijos, "dando a luz para esclavitud", mientras que la libertad de Sara y de su hijo, nacido conforme a la promesa, corresponde a la Jerusalén de arriba. La esencia de la alegoría puede presentarse esquemáticamente como sigue:
Sara: el pacto de gracia. Agar: el pacto legal con su esclavitud.
Sara da a luz el hijo libre. Agar da a luz el hijo esclavo.
Sara corresponde a la Jerusalén de arriba, la espiritual, la libre. Agar corresponde al monte Sinaí en Arabia, punto de origen de la Ley y morada de tribus ismaelitas.
Sara: la Jerusalén libre es madre de los creyentes. Agar: Sinaí = la Jerusalén actual, sede del judaísmo que rechazó a Cristo, centro de servidumbre.
a) Agar es el monte Sinaí (Ga 4:25). Es posible que tengamos aquí un juego de palabras, ya que "Agar" podría ser otro nombre para Sinaí, aunque los escriturarios no hablan con voz concordante sobre este punto. Es seguro, sin embargo, que el salmista habla de unos enemigos de Israel llamados agarenos y que se hallan asociados con edomitas, ismaelitas y otras gentes de los desiertos, antecesores, por lo tanto, de los árabes (Sal 83:6). Tal semejanza de término podría ser una casualidad, pero sin duda el nombre "Agar" convenía a los propósitos del apóstol aquí, señalando no sólo el punto de origen de la Ley, sino también la morada de los descendientes de la esclava Agar, enemigos notorios, además, del pueblo de Dios.
Lejos de gloriarse en el principio del sistema legal, los judíos recalcitrantes habían de saber que su legalismo había convertido un lugar de privilegio en un área de maldición y de enemistad, idéntica en espíritu a "la Jerusalén actual, que se halla en esclavitud juntamente con sus hijos". Los príncipes de los judíos habían rechazado al Libertador porque antes de su advenimiento habían trocado la verdad de Dios en mentira, convirtiendo la potencia de la Palabra en la mera letra de ordenanzas externas.
b) La Jerusalén de arriba (Ga 4:26). Muchas profecías del Antiguo Testamento señalan una época de gloria, de potencia y de bendición para Jerusalén en un tiempo futuro, cuando el pueblo se habrá convertido a su Dios. Los rabinos se gloriaban en estas descripciones de la Jerusalén libre y gloriosa, al par que, por su ceguedad espiritual, se afanaban por convertir a la Jerusalén actual en lugar de esclavitud religiosa. Pablo no trata aquí de cuestiones escatológicas, sino que desarrolla sus ilustraciones, viendo en la Jerusalén renovada un tipo de algo mayor aún: la esfera de gracia y de bendición, habitada por todos los verdaderos hijos de Dios que nacen por la fe. Así llega a ser "nuestra madre", por una evolución del concepto de la maternidad de Sara que dio a luz para la libertad. En (He 12:18-24) se emplea la misma figura del monte de Sión, la Jerusalén celestial, para representar la gloria y las bendiciones de la esfera de la gracia en contraste con los rigores de la Ley.
c) El regocijo de Jerusalén (Ga 4:27). Para ilustrar el regocijo de la nueva Jerusalén, considerada como "madre" de los hijos nacidos para la libertad, Pablo cita del texto de la Septuaginta de (Is 54:1). En el contexto, el profeta elabora la figura que presenta a Israel como la "esposa" de Jehová (véase todo el pasaje) y las palabras citadas señalan el tiempo cuando Israel habrá dejado de lamentar su suerte como una esposa abandonada, viéndose milagrosamente rodeada de hijos. El tema es la gloriosa restauración de Israel en un tiempo futuro, pero el regocijo de la madre que se goza en la abundancia de su prole después de haber sido considerada estéril, enlaza con el ejemplo de Sara e ilustra el gran aumento de la familia espiritual, hijos de la promesa e hijos de Dios, como resultado de la predicación del Evangelio. Desde luego, la ilustración que Pablo saca del texto de Isaías no anula su sentido en el marco del contexto original.
4. La incompatibilidad de las dos razas (Ga 4:28-31)
a) La aplicación de la figura (Ga 4:28,31). "Vosotros hermanos, a semejanza de Isaac, sois hijos de la promesa". Pablo no se ha olvidado de la historia de Sara y Agar, con sus hijos respectivos. La ilustración se complicó por la mención de Sinaí y de las dos "Jerusalén", pero volvemos aquí a la aplicación primaria de ella. Los creyentes, fuesen judíos o gentiles, nacieron según la promesa que se recibió por la fe, obrando el Espíritu Santo la maravilla del nuevo nacimiento en cada uno de ellos, de modo que pueden parangonarse con Isaac, hijo de la mujer libre, hijo de la promesa.
b) La enemiga de la prole carnal en contra de la espiritual (Ga 4:29). Según el texto hebreo de (Gn 21:9), Ismael se burlaba de su hermanastro al celebrarse un gran banquete cuando éste fue destetado. Percibiéndolo Sara, se llenó de celo por su hijo y exigió que Abraham, según proveían las leyes de entonces, echara fuera a la sierva y a su hijo. En la historia Dios cuida del hijo carnal, dándole limitadas promesas, pero lo que interesa a Pablo aquí es la enemiga que se apunta en el hijo carnal en contra del de la promesa, lo que ilustra toda la presión de los legalistas en contra de los creyentes que se gozaban de su libertad espiritual. La burla de Ismael nos parece hoy una base algo frágil para el peso del argumento, pero Pablo escribió en tiempos cuando los ismaelitas ?y las tribus emparentadas con ellos? habían dado abundante prueba de su odio pertinaz en contra de los israelitas a través de los siglos: odio que persiste en los árabes de hoy en día. A la luz de la historia la "burla" se había convertido en "persecución", que, llevado al terreno ilustrativo que ha escogido Pablo, habla de la presión de los judíos y judaizantes en contra de los libertados en Cristo Jesús.
c) La separación (Ga 4:30). Las palabras de Sara que hallamos en (Gn 21:10) pecan de dureza sobre el terreno natural, pero se recogen por el apóstol en sentido simbólico y profético: "Echa fuera a la esclava y a su hijo, pues de ningún modo será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la mujer libre". La cita se modifica algo ya que Pablo habla en tercera persona, sacando en consecuencia, según el uso que hace del pasaje, que la herencia pertenece únicamente a los hijos de Abraham por la promesa y por la fe. La raza legalista y esclava parecía muy fuerte, y hasta preponderante, en la fecha de la redacción de la carta, pero el apóstol veía claramente que se excluían a sí mismos de las bendiciones del Nuevo Pacto. No pasarían muchos años antes de sellarse la condenación de la raza rebelde de "Jerusalén la vieja", por la destrucción de la ciudad, ya que habían traído sobre sí el juicio por rechazar y crucificar a su Mesías. Mientras tanto habían de correr los tiempos de "la plenitud de los gentiles" (Ro 11:25), disfrutando en medida creciente los creyentes de entre los gentiles de las bendiciones de la Promesa. La nota más saliente de este versículo es la absoluta incompatibilidad del sistema legal con la obra de gracia de Dios a través de su Promesa. Quienes escogen la esclavitud tienen que vivir aparte de los hijos adoptivos de Dios.
5. El yugo no es para los libres (Ga 5:1)
Sin duda el primer versículo del capítulo 5 termina el argumento sobre los hijos de la mujer libre en contraste con aquellos de la esclava, ofreciéndose aquí otro ejemplo entre tantos de la manera en que las divisiones en capítulos ?una obra puramente humana? tienden a interrumpir el sentido del paisaje, impidiendo que el lector pueda apreciar bien el desarrollo del argumento. Hemos de leer el versículo como consta en la Vers. H. A.: "Para libertad Cristo nos libertó; estad, pues, firmes (enhiestos) y no os sujetéis otra vez a un yugo de servidumbre". Si enlazamos este resumen y exhortación con el versículo precedente percibimos la continuidad del pensamiento: "No somos hijos de la esclava, sino de la libre con la libertad con que Cristo nos libertó".
a) Una liberación para libertad (Ga 5:1). Aparentemente hay cierta redundancia en esta declaración, pero cuando pensamos en que los gálatas, libertados por la proclamación del Evangelio, se disponían a doblegarse ?a instancias de los judaizantes? bajo el yugo de la Ley y de las "costumbres", comprendemos que Pablo no hace más que volver a subrayar la lección típica de la Epístola. No sólo eso, sino que, en el transcurrir de los siglos de la historia de la Iglesia, muchísimas almas han hecho contacto con el Libertador por la fe sin entrar luego en el disfrute de su verdadera libertad espiritual: condición que surge de la falta de buenas enseñanzas bíblicas. Por otra parte ha habido ?y hay? personas que interpretan la libertad de Cristo en el sentido de libertinaje, de hacer lo que les parezca, pero eso es un tema que ha de surgir al considerar el párrafo de (Ga 5:13-14). Bastantes sectores del cristianismo practican un legalismo más o menos matizado, que reconoce teóricamente el valor de la Obra de Cristo, pero sin que el individuo se libre jamás de la rutina de prácticas externas ni del esfuerzo por perfeccionarse mediante obras. Quisiéramos que penetrara en los oídos de los tales, como nota de clarín, esta declaración del apóstol: "Para libertad Cristo nos libertó...". La libertad cristiana, su significado, su plenitud y sus limitaciones constituyen un tema que nunca pierde su actualidad: tema, además, que muy pocos comprenden bien a la luz de todas las Escrituras.
b) El yugo de servidumbre (Ga 5:1). Al rechazar las pretensiones de los judaizantes en las consultas de Jerusalén, Pedro lanzó la siguiente pregunta retórica: "¿Por qué tentáis a Dios poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros tuvimos fuerzas para soportar?" (Hch 15:10). No cabe mejor comentario sobre el uso que hace Pablo del término "yugo" en este lugar. Los creyentes de Galacia habían sacudido el pesado yugo de las costumbres, temores y vicios de los paganos, y estando "enhiestos", como hombres libres de la familia de Dios, ¿por qué habían de agacharse de nuevo para que fuese colocado sobre sus hombros un nuevo yugo, tan oneroso como el primero? Tengamos en cuenta que la figura de hombres y mujeres "bajo el yugo" era por demás conocida en aquellos tiempos cuando imperaba en grande escala la esclavitud de seres humanos.
Muy diferente es el yugo del Señor, según (Mt 11:29-30). La figura en las palabras del Maestro es diferente, refiriéndose a dos bueyes que trabajan bajo un yugo común. El Señor se digna hablar de una vida y de una obra en las cuales él mismo se asocia íntimamente con los suyos, participando tanto él como ellos en la labor que resta por hacer en este mundo hasta que él venga. Bajo tal yugo nuestras almas hallan descanso, ya que, conjuntamente con el Señor, hacemos su voluntad y llevamos a cabo cometidos en los que él se presta a llevar la carga más pesada, ofreciéndonos el privilegio de andar a su lado hasta que la jornada toque a su fin. Por eso añade: "Porque mi yugo es suave y ligera mi carga".

Temas para meditar y recapacitar

1. ¿Cuál es la diferencia entre un tipo del Antiguo Testamento y el método alegórico aplicado a relatos del Antiguo Testamento? ¿Por qué recurre Pablo al método alegórico aquí?
2. Intente una explicación de las líneas generales de la alegoría de (Ga 4:21-31), a la luz del peligro de los creyentes en Galacia.
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